Friday March 29,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

289- El sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos


Largas son las horas de un día cuando no se sabe qué hacer.

Y verdaderamente no saben qué hacer este sábado los que están con Jesús, en una ciudad donde no conocen a nadie, en una casa en que se ven divididos por las diferencias de lengua y costumbres, como si no fueran ya suficientes los prejuicios hebreos para tenerlos divididos de los caravaneros y de los servidores de Alejandro Misax.

Por eso muchos están todavía en la cama, o dando cabezadas al sol que calienta el vasto patio cuadrado de la casa. Un patio adecuadísimo para recibir caravanas, con pilas, con argollas clavadas en las paredes o en las columnas de un rústico pórtico dispuesto a lo largo de los cuatro lados, y numerosas caballerizas y henales y pajares en tres de los lados. Las mujeres están retiradas en sus habitaciones: no se ve ni una sola.

Margziam encuentra motivo de distracción incluso en este patio cerrado: observa el trabajo de los estableros, que almohazan a los mulos, cambian las camas, examinan las pezuñas, remachan las herraduras flojas, o -y ello suscita en él aún mayor interés, porque es una cosa nueva-observa encandilado lo que hacen los camelleros, preparando ya desde hoy la carga para cada uno de los animales, distribuyéndolo en proporción al animal, equilibrándolo, y cómo les hacen arrodillarse y levantarse para poderlos cargar y descargar, para premiarlos después con un puñado de legumbres secas -me parecen habas-; en fin... una distribución de bayas de algarrobo, que también los hombres mastican con gusto.

Margziam está verdaderamente asombrado y mira alrededor de sí para encontrar a alguien con quien compartir su asombro. Pero queda desilusionado porque los adultos no están atentos a los camellos: unos hablan entre sí, otros están adormilados. Se acerca a Pedro, que duerme como un bendito, apoyada la cabeza sobre el blando heno. Le tira de una manga. Pedro abre medio ojo y pregunta:

-¿Qué pasa? ¿Quién me requiere?
-Yo. Ven a ver los camellos.

-Déjame dormir. He visto muchos camellos... Son animales feos.

El niño va donde Mateo, que está haciendo cuentas, pues en este viaje el tesorero es él:

-He estado viendo los camellos, ¿sabes? Comen como las ovejas, ¿sabes? Y se arrodillan como los hombres y parecen barcas subiendo y bajando cuando andan. ¿Tú los has visto?
Mateo, que ha perdido la cuenta por la interrupción, responde con un seco: «Sí» y vuelve a sus monedas. Otra desilusión... Margziam mira a su alrededor... Allí están Simón y Judas Tadeo hablando...

-¡Qué bonitos son los camellos! ¡Y qué buenos! Los han cargado y descargado, y se han agachado para que los hombres no se fatigaran. Luego han comido algarrobas. También los hombres. A mí me gustaría... pero no sé cómo lograr entenderme. Ven... -y coge de la mano a Simón.
Simón, absorto en el pacífico debate con el Tadeo, responde distraídamente:

-Sí, bonito... Ve, ve, pero ten cuidado de no hacerte daño.

Margziam lo mira perplejo... Simón ha dado una respuesta fuera de lugar. Casi llora. Se aleja desilusionado y va a apoyarse en una columna...

Jesús sale de una habitación y lo ve muy murrioso y solo. Se acerca al niño, le pone una mano encima de la cabeza:
-¿Qué haces todo solo y triste?
-Ninguno me hace caso...
-¿Qué querías de ellos?

-Nada... Hablaba de los camellos... Son bonitos... me gustan. Estar ahí arriba debe ser como estar en una barca... Y comen algarrobas; también los hombres...
-¿Y quieres subir arriba y comer las algarrobas. Ven, vamos donde los camellos -y Jesús lo coge de la mano y va al fondo del vasto patio con el niño, que se ha calmado por completo.

Va derecho hacia un camellero y lo saluda con una sonrisa. Éste se inclina y sigue observando a su animal (está colocándole la cabezada y regulándole las bridas).

-Hombre, ¿me entiendes?

-Sí, señor. Hace veinte años que os conozco.

-Este niño tiene un deseo grande: subir a un camello, y un deseo pequeño: comer una algarroba -Jesús sonríe más vivamente todavía.

-¿Tu hijo?
-No tengo hijos. No tengo mujer.
-Tú, muy guapo y fuerte, ¿no encontrado mujer?
-No la he buscado.
-¿No sentido deseo de mujer?
-No. Nunca.
El hombre lo mira estupefacto. Luego dice:
-Yo nueve hijos en Isquilo... Voy: hijo. Voy: hijo. Siempre.
-¿Los quieres a tus hijos?

-¡Sangre mía! Pero trabajo duro. Yo aquí, hijos allí. Lejos... Pero para pan ellos. ¿Entiendes?

-Entiendo. Entonces puedes comprender a este niño que quisiera montar en el camello y comer unas algarrobas.

-Sí. Ven. ¿Miedo? ¿No? Bien. ¡Bonito el niño! También yo. Uno así. Así moreno. Aquí. Coge aquí. Fuerte -y le pone la mano en el original agarre de la parte delantera de la silla.

-Sujetar. Ahora voy yo. Y camello arriba. No miedo, ¿eh?
Y el hombre trepa hasta la alta silla, se coloca bien e incita al camello, el cual, obediente, con una fuerte arfada, se alza.

Margziam ríe contento; y mucho más contento dado que el camellero le ha puesto en la boca una magnífica algarroba. El hombre pone el camello al paso, a lo largo del patio; luego, al trote; en fin, al ver que Margziam no tiene miedo, grita algo a un compañero y éste abre la grandísima puerta trasera del patio, y el camellero desaparece con su carga hacia el verde de la campiña.

Jesús vuelve hacia la casa y entra en una habitación grande donde están las mujeres. Sonríe tanto, que María le pregunta:

-¿Qué sucede, Hijo mío, que estás tan contento?
-Es la alegría de Margziam, que está galopando montado en un camello. Salid para que lo veamos volver.

Salen todos al patio y se sientan en una paredilla baja cabe los pilones. Los apóstoles que no duermen se acercan; los que estaban asomados a las ventanas de la habitación miran hacia abajo, ven y se acercan también. Sus voces altas y juveniles ­son las de Juan y los dos Santiagos-despiertan a Pedro y Andrés y hacen reaccionar a Mateo. Ahora están al completo, pues viene también Juan de Endor con los dos discípulos.

-Pero, ¿dónde está Margziam, que no lo veo? -pregunta Pedro.

-De paseo en el camello. Ninguno de vosotros lo escuchaba... Lo he visto triste y he puesto el remedio oportuno.
Pedro, Mateo y Simón recuerdan:

-¡Ah! ¡Claro! Hablaba de camellos... y de algarrobas. ¡Pero yo tenía sueño!»; «yo tenía cuentas que hacer, para darte la relación de lo que he recibido de los gerasenos y de lo que he dado como limosna»; « ¡y yo estaba hablando de cosas de fe con tu hermano!».

-No importa. Me he preocupado Yo. De todas formas, dicho sea de paso, también es amor ocuparse de los juegos de un niño... Pero ahora vamos a hablar de otra cosa. Fuera, toda la ciudad está de fiesta. De nuestro sábado el único recuerdo que hay es una alegría general.

Es mejor que ahora nos quedemos aquí dentro, con mucha más razón considerando que si quieren pueden encontrarnos. Saben dónde estamos. Ahí está Alejandro inspeccionando sus camellos. Voy a decirle que falta uno por mi culpa.
Y Jesús va raudo hacia el mercader y le habla.
Vuelven juntos. El mercader dice:

-Muy bien. Se divertirá, y le sentará bien una carrera bajo el sol. Puedes estar seguro de que el hombre lo tratará bien. Calipio es un hombre recto. A cambio de la carrera te pido algunas palabras. Esta noche pensaba en tus palabras... en las de Ramot entre Tú y la mujer, en las de ayer. Ayer tenía la impresión de estar subiendo a un alto monte, como los de la tierra en que habito, que tiene su cima verdaderamente en las nubes. Impulsabas hacia arriba, hacia arriba, hacia arriba.

Me sentía como enganchado por un águila: una de esas de nuestro monte mayor, el primero que emergió del Diluvio. Todo lo veía nuevo, cosas en las que nunca había pensado, todas hechas de una luz... Y las comprendía. Luego se me han embrollado. Sigue hablando.
-¿Y de qué tengo que hablar?

-No sé... Todo era hermoso. Lo que decías de volvernos a encontrar en el Cielo... He comprendido que allí se amará de forma distinta y, no obstante, igual. Por ejemplo: no tendremos las inquietudes de ahora, y, no obstante, seremos todos para uno y uno para todos, como si fuéramos una única familia. ¿Me equivoco?

-No. Es más, formaremos una sola familia incluso con los que todavía viven. Las almas no quedan separadas por la muerte. Estoy hablando de los justos. Ellos constituyen una sola gran familia. Imagínate un gran templo donde haya unos que adoran y oran y otros que trabajan; los primeros oran por éstos también, y éstos trabajan para los que oran. Lo mismo las almas. Nosotros trabajamos aquí en la tierra. Ellos nos ayudan con sus oraciones. Y nosotros debemos ofrecer nuestros sufrimientos por su paz. Es una cadena que no se rompe. El Amor une a los que vivieron con los que viven. Y los que viven deben ser buenos para volverse a unir con los que vivieron y desean que estén con ellos.

Síntica hace un gesto involuntario que frena inmediatamente. Pero Jesús lo ve y la invita a salir de la circunspección que ella siempre observa.

-Pensaba... Ya hace días que lo pienso y, a decir verdad, me turba, porque me parece que creer en tu Paraíso significa perder para siempre a mi madre y a mis hermanas... -un sollozo quiebra la voz de Síntica, y no continúa para no llorar.

-¿Qué pensamiento es este que tanto te turba?

-Yo ahora creo en ti. A mi madre no sé pensarla sino como pagana. Era buena... ¡Muy buena! ¡Eran muy buenas también mis hermanas! La pequeña Ismene era la criatura más buena que la Tierra haya tenido. Pero eran paganas... Pero cuando yo era como ellas pensaba en el Hades y decía: "Volveremos a estar juntas". Ahora ya no existe el Hades.

Existe tu Paraíso, el Reino de los Cielos para los que han servido con justicia al Dios verdadero. ¿Y esas pobres almas? ¡No tienen culpa de haber nacido griegas! Ninguno de los sacerdotes de Israel vino a decir: "El Dios verdadero es el nuestro". ¿Y entonces? ¿Sus virtudes, nada? ¿Sus sufrimientos, nada? ¿Tinieblas eternas y eterna separación de mí? Te digo: ¡un tormento! Me parece como haberlas renegado. Perdona, Señor... Yo lloro... -y se postra de rodillas y llora desolada.

Alejandro Misax dice:

-¡Sí! Yo también pensaba si, haciéndome justo, volvería a ver a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos...

Jesús posa sus dedos sobre la cabeza morena de Síntica y dice:

-Constituye culpa cuando, conociendo la Verdad se persiste en el Error; no cuando uno está convencido de estar en la verdad y ninguna voz se ha acercado nunca a decir: "Traigo la verdad. Abandonad vuestras quimeras por esta Verdad y tendréis el Cielo". Dios es justo.

¿Crees que no va a premiar la virtud por el hecho de que se haya formado aislada entre la corrupción de un mundo pagano? Tranquilízate, hija.

-¿Y el pecado original? ¿Y el culto nefando? Y...
Más cosas -para amontonarse sobre el alma afligida de Síntica-saldrían de la boca de los israelitas, si Jesús, con un gesto, no impusiera silencio.

Dice:
-El pecado original es común a todos, de Israel y no de Israel. No es particularidad de los paganos. El culto pagano constituirá culpa cuando la Ley de Cristo esté difundida en el mundo. La virtud será siempre virtud a los ojos de Dios. Y, por la unión mía con el Padre, digo -y lo digo en su Nombre, traduciendo en palabras el Pensamiento santísimo- que los caminos del poder misericordioso de Dios son tantos y tan totalmente orientados a la dicha de los virtuosos, que serán eliminadas las barreras entre las almas, y los que merecieron paz paz tendrán.

No sólo esto, sino que digo que en el futuro los que, convencidos de estar en la Verdad, sigan la religión de sus padres con justicia y santidad, no serán malquistos de Dios ni castigados por El.

Es la malicia, la falta de buena voluntad, el rechazar deliberadamente la Verdad conocida, es, sobre todo, el impugnar la Verdad revelada y luchar contra ella, es el vivir vicioso lo que realmente separará para siempre las almas de los justos de las de los pecadores. Alza el espíritu abatido, Síntica.

Estas melancolías son un asalto infernal por la ira que Satanás siente hacia ti, presa para siempre perdida. El Hades no existe. Existe mi Paraíso. Pero no es causa de dolor, sino de dicha. Nada de la Verdad debe ser causa de abatimiento o duda; antes al contrario, fuerza para creer cada vez más y con gozosa seguridad. Pero tú manifiéstame siempre tus razones. Quiero que tengas luz segura y firme como la del Sol.

Síntica, todavía arrodillada, le toma la mano y la besa...
El crrr crrr del camellero da a entender que el camello está para volver, al paso, sin hacer ruido en la tupida hierba que hay fuera de la trasera, la cual abre sin demora uno de los hombres de la caravana. Y Margziam vuelve contento, colorado por la carrera: un minúsculo hombrecito subido a la alta grupa. Ríe agitando los brazos mientras el camello se arrodilla, se deja deslizar desde la original silla, acaricia al camellero de piel morena, y luego corre hacia Jesús gritando:

-¡Qué bonito! ¿Vinieron en estos animales para adorarte los Sabios de Oriente? ¡Y yo voy a ir con ellos a predicarte por todas partes!

El mundo parece más grande visto desde allí arriba, y dice: "¡Venid, venid, vosotros que conocéis la Buena Nueva!". ¡Oh! ¿Sabes?... También ese hombre la necesita...

Y también tú, mercader, y todos tus hombres... ¡Cuánta gente espera, y muere sin poderla recibir!... Más gente que la arena del río. ¡Todos sin ti, Jesús! ¡Dísela pronto a todos! -y se le abraza a la cintura levantando la cabeza.

Jesús se agacha para besarlo y promete:

-Verás el Reino de Dios evangelizado en los confines más lejanos de Roma. ¿Contento?

-Yo sí. Luego iré a decirte: "Mira: éste, aquél y aquel otro país te conocen". Entonces sabré los nombres de esas tierras lejanas. ¿Y Tú qué me dirás?

-Te diré: "Ven, pequeño Margziam. Recibe una corona por cada país en que me has predicado, y luego ven aquí, a mi lado, como aquel día en Gerasa; descansa de tus fatigas porque has sido un siervo fiel y ahora es justa tu bienaventuranza en mi Reino".

   


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