Thursday April 25,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

215- El posadero de Bet Yinna y su hija lunática


No veo ni el regreso a Betsur, ni los rosales de Béter que tanto deseaba ver. Jesús está acompañado sólo de los apóstoles. No está ni siquiera Marziam, que se ha quedado con la Virgen y las discípulas. El lugar es muy montañoso y rico en vegetación, con bosques de coníferas, o, más exactamente, de árboles de piñones; el olor de la resina, balsámico y vitalizador, se difunde por todo el espacio. Jesús camina con los suyos por estos montes verdes, dando la espalda al oriente.

Oigo que van hablando de Elisa, la cual está muy cambiada y decidida a ir con Juana a su propiedad de Béter; van hablando también de la bondad de Juana. Hablan del nuevo rodeo que van a tener que dar, hacia las fértiles llanuras que preceden el litoral. Y entonces tornan a la memoria nombres de glorias pasadas, que suscitan la narración de episodios acaecidos, preguntas, explicaciones y afable contraposición de opiniones.

-Cuando lleguemos a la cima de este monte, os enseñaré desde lo alto todas las zonas que os interesan, de las que podréis extraer ideas para vuestros discursos al pueblo.
-¿Pero, mi Señor, ¿cómo vamos a hacer? Yo no soy capaz -se lamenta Andrés, y a él se asocian Pedro y Santiago: « ¡Nosotros somos los menos agraciados!».

-¡Oh!, si es por eso, no es que yo sea más capaz; si se tratara de oro o plata, podría hablar, pero de estas cosas... -dice Tomás.

-¿Y yo? ¿Qué era yo? -pregunta Mateo.
-Tú no tienes miedo del público, sabes argumentar ̀ replica Andrés.

-Pero de otras cosas... -contesta Mateo.

-Sí, ya... pero... bueno... ya sabes lo que quiero decir, así que como si te lo hubiera dicho. La cuestión es que vales más que nosotros -dice Pedro.
-Amigos míos, no hace falta subir a lo sublime. Decid simplemente lo que pensáis, con vuestra convicción.

Creedme que cuando uno está convencido siempre persuade -dice Jesús.

Pero Judas de Keriot suplica:
-Danos ideas Tú, danos muchas ideas. Una buena idea puede ser muy útil. Estos lugares creo que no han oído nada de ti, porque ninguno parece conocerte.

-Y porque aquí llega todavía mucho viento procedente del Moria... que causa esterilidad... -responde Pedro.
-Es porque no se ha sembrado, pero nosotros sembraremos -replica seguro Judas Iscariote, contento por los primeros éxitos.

Ya han llegado a la cima del monte. Allá se abre un amplio panorama. Es hermoso verlo estando a la sombra de los tupidos árboles que -coronan la cima: tan variado y luminoso; series de montes entrecruzándose en todas las direcciones, como encrespadas olas petrificadas de un océano recorrido por vientos contrarios; luego, ensenada en calma, todo se aplaca en una luminosidad sin límites que anuncia una vasta llanura en que se ve, solitario cual faro en la embocadura de un puerto, un otero.

-Mirad. Ese pueblo, donde nos detendremos, que se extiende sobre esa cresta casi queriendo acaparar todo el sol, es como el corazón de un verdadero nimbo radiado de lugares históricos. Venid aquí. Allí, a septentrión, está Yermot. ¿Os acordáis del pasaje de Josué? La derrota de los reyes que quisieron asaltar el campamento israelita, fuerte tras la alianza con los gabaonitas. Cerca está Betsemes, la ciudad sacerdotal de Judá, donde los filisteos restituyeron el Arca con los exvotos de oro que los adivinos y sacerdotes habían impuesto al pueblo para obtener la liberación de los castigos que atormentaban a los culpables filisteos. Y allí, toda llena de sol, Sará, patria de Sansón; y, un poco más a oriente, Timnata, donde él tomó esposa e hizo muchas proezas y también muchas estupideces.

 Y allá, Azeca y Soko, que fue lugar de campamento filisteo. Más abajo está Zanoe, una de las ciudades de Judá. Y aquí, volveos, aquí está el Valle del Terebinto, donde David luchó contra Goliat. Allí está Maqueda, donde Josué derrotó a los amorreos. Volveos hacia aquí. ¿Veis aquel monte solitario en medio de esa llanura que un tiempo fue de los filisteos? Allí está Gat, patria de Goliat y lugar de refugio para David, con Akís, para que no le alcanzara la ira de Saúl, y donde el rey sabio se fingió demente, porque el mundo preserva a los locos de los sanos de mente. Aquel horizonte abierto son las llanuras de la fertilísima tierra de los filisteos. La atravesaremos, hasta Ramlé. Ahora vamos a Bet -Yinna. Tú, precisamente tú, Felipe, que me estás mirando con actitud implorante, irás con Andrés por el pueblo. Nosotros, mientras tanto, esperaremos junto a la fuente o en la plaza del pueblo.

-¡Señor, no nos mandes solos; ven Tú también! -dicen los dos apóstoles en tono suplicante.
-Id, he dicho. La obediencia os socorrerá más que mi muda presencia.

Así que Felipe y Andrés van, sin rumbo fijo, por el pueblo. Llegan a una minúscula posada (más una caballeriza que una posada), donde hay unos intermediarios contratando corderos con unos pastores. Entran y, cohibidos, se paran en medio de un patio rodeado de arcadas muy toscas.
Viene el posadero:

-¿Qué queréis?, ¿alojamiento?
Los dos apóstoles se consultan recíprocamente con la mirada (una mirada llena de apuro). Es muy probable que de lo que habían pensado decir no les venga ni una sola palabra. Contra toda previsión, es precisamente Andrés el primero que cobra fuerzas y responde:

-Sí, alojamiento para nosotros y para el Rabí de Israel.
-¿Qué rabí? ¡Hay muchos rabíes! Todos muy señores. No vienen a los pueblos de pobres a traernos su sabiduría. Somos los pobres los que tenemos que ir a ellos, ¡y ya es un regalo, si nos toleran a su lado!

-El Rabí de Israel es uno sólo. Y viene precisamente a traer a los pobres la Buena Nueva; cuanto más pobres y pecadores son, más los busca y se acerca a ellos -responde dulcemente Andrés.

-¡Entonces... no hará dinero!
-No busca riquezas. Es pobre y bueno. Cuando logra salvar a un alma, su jornada está cumplida -responde también esta vez Andrés.

-¡Hummm...! Es la primera vez que oigo que un rabí es bueno y pobre. Juan es pobre, pero es severo. Todos los demás son severos y ricos, insaciables como sanguijuelas. ¿Habéis oído? Venid aquí, vosotros que vais por todas partes. Estos hombres dicen que hay un maestro pobre y bueno, que viene a buscar a los pobres y pecadores.
-¡Ah, debe ser ese que viste de blanco como un esenio. Lo vi hace tiempo en Jericó -dice uno de los tratantes.

-No. Ése está solo. Debe ser aquel de que hablaba Toma porque así, por azar, había estado hablando de él con unos pastores del Líbano -responde un pastor alto y musculoso.

-¡Sí, vaya! Y viene del Líbano hasta aquí... ¡Por tu cara bonita! -exclama otro.

Mientras el posadero habla y escucha la opinión de sus clientes, los dos apóstoles permanecen allí, en medio del patio, como dos hitos, hasta que un hombre dice:
-¡Eh, vosotros, venid aquí' ¿Quién es? ¿De dónde viene este que decís?

-Es Jesús de José, de Nazaret -dice serio Felipe, y permanece como quien espera que se burlen de él.
Andrés añade:

-Es el Mesías anunciado. Os conjuro, por vuestro bien: escuchadlo. Habéis nombrado a Juan; pues bien, yo estaba con él y os puedo decir que él mismo nos indicó a Jesús cuando pasaba, diciendo: "He ahí al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Cuando Jesús entró en el Jordán para ser bautizado, se abrieron los Cielos y una Voz gritó: "Este es mi Hijo predilecto en quien tengo puestas mis complacencias", y el Amor de Dios descendió como una paloma y se colocó resplandeciente encima de su cabeza.

-¿Ves como es el Nazareno? Pero, vamos a ver, vosotros, que os llamáis amigos suyos, decidnos...
-Amigos no, apóstoles, discípulos, enviados suyos para anunciaros su llegada, para que quien tenga necesidad de salvación vaya a Él -precisa Andrés.

-Bien, de acuerdo, pero, decidnos si es realmente como lo describen algunos, o sea, un santo más santo que Juan el Bautista, o un demonio, como dicen otros. Vosotros, que estáis con él -porque si sois discípulos estaréis juntos, ¿no? -, vamos a ver, hablad con sinceridad: ¿es verdad que es lujurioso, comilón y bebedor, y que tiene simpatía por las meretrices y los publicanos; que es un nigromante y que por la noche invoca a los espíritus para conocer los secretos de los corazones?

-Pero, ¿por qué preguntas esto a estos hombres? Pregunta más bien si es verdad que es bueno. Si no, estos dos se van a sentir ofendidos y se van a marchar y le van a contar al Rabí nuestras malas razones y nos va a maldecir. ¿Qué sabemos nosotros?... ¡Sea Dios o diablo, siempre será mejor tratarlo bien!...

Esta vez es Felipe el que habla:
-Os podemos responder con sinceridad porque no hay nada torpe que ocultar. Él, nuestro Maestro, es el Santo entre los santos. Durante el día dedica su esfuerzo a adoctrinar; incansable, va de un lugar a otro buscando los corazones. Durante la noche ora por nosotros. No desprecia ni la mesa ni la amistad, pero no busca en ello ventaja propia; antes al contrario, lo hace para poderse acercar a aquellos a quienes de otra forma no sería posible acercarse. No rechaza ni a publicanos ni a meretrices, pero sólo para redimirlos. Signa su camino con curaciones y conversiones milagrosas, le obedecen el viento y el mar, pero no tiene necesidad de nadie para obrar prodigios, ni de invocar espíritus para conocer los corazones.

-Y, ¿con qué poder lo hace?... Has dicho que el viento y el mar lo obedecen. Pero si son cosas que no tienen razón. ¿Cómo puede mandar sobre ellos? -pregunta el dueño de la posada.
-Respóndeme a esto, hombre: ¿tú qué crees, que es más difícil mandar sobre el viento y el mar o sobre la muerte?

-¡Por Yeohveh!, ¡sobre la muerte no se tiene poder! Al mar se le puede echar aceite, se le puede hacer frente orientando adecuadamente las velas; se puede, prudentemente, no ir a navegar. Contra el viento se puede oponer los cierres de las puertas. Pero sobre la muerte no se tiene poder: no hay aceite que la aquiete, no hay vela que haga a nuestra navecilla tan rápida que pueda distanciar a la muerte, no hay cierres contra ella; cuando quiere venir pasa, a pesar de que estén echados los cerrojos. ¡No, no, nadie da órdenes a esta reina!
-Pues, a pesar de todo, nuestro Maestro tiene poder sobre ella, y no sólo cuando está cercana, sino también cuando ya ha hecho presa. Un joven de Naím estaba ya para ser introducido en la horrenda boca del sepulcro, cuando Él dijo: "Te lo ordeno: álzate!", y el joven volvió a la vida. Naím no está en los confines del mundo. Si vais, veréis.

-¿Así, sin más? ¿En presencia de todos?
-En el camino, en presencia de toda Naím.
E1 dueño de la posada y los huéspedes se miran en silencio; luego el primero dice:

-Pero, esas cosas las hará para sus amigos, ¿no?
-¡No, hombre, para todos los que creen en Él, y no sólo para ellos Créeme que es la Piedad en la tierra. Nadie que va a Él vuelve de vacío. Escuchad todos. ¿Entre vosotros no hay nadie que sufra o llore, por alguna enfermedad en la familia, o por dudas, remordimientos, tentaciones o ignorancia? Presentaos a Jesús, el Mesías de la Buena Nueva. Él estará aquí hoy; mañana irá a otro lugar. No desaprovechéis la Gracia del Señor ahora que pasa» dice Felipe, que se ha ido sintiendo cada vez más seguro.

El dueño de la posada se revuelve los cabellos, abre y cierra la boca, se manosea las franjas de la cintura... y, al final, dice:

-¡Yo lo intento!... Tengo una hija. Hasta el pasado verano estaba bien. Después todo cambió. Ahora es una lunática. Está siempre en un rincón, como una fiera muda; su madre, con gran esfuerzo, apenas si logra vestirla y darle de comer. Los médicos dicen que se le ha consumido el cerebro por exceso de sol; otros, que por un triste amor; el pueblo dice que está endemoniada. ¿Cómo es posible, si es una jovencita que no ha salido nunca de aquí? ¿Dónde se ha cogido este demonio? ¿Tu Maestro qué dice, que el demonio se puede apoderar de un inocente?

Felipe responde sin vacilar:
-Sí, para atormentar a los familiares y hacer que se desesperen.
-¿Y... cura a los lunáticos? ¿Debo tener esperanza?

-Debes creer -responde inmediatamente Andrés, que narra el milagro de los gerasenos, y termina diciendo: « ¿Si aquéllos -y eran una legión en corazones de pecadores -huyeron de ese modo, cuánto más lo hará ése, que ha entrado por la fuerza en un corazón fresco? Te digo, hombre: para quien espera en Él, lo imposible se le hace tan fácil como respirar. Yo, que he visto las obras de mi Señor, doy testimonio de su potencia.

-¡Oh!, ¿quién de vosotros va y lo llama?
-Yo mismo. Espérame, que vuelvo enseguida.

Y Andrés se marcha veloz. Felipe se queda a hablar.
Cuando Andrés ve a Jesús, parado, en el zaguán de una casa, para evitar el sol implacable que llena la pequeña plaza del pueblo, corre hacia Él diciendo:

-¡Ven! ¡Ven, Maestro! El posadero tiene una hija lunática. Te implora que la cures.
-¿Pero me conocía?

-No, Maestro. Hemos tratado de darte a conocer...
-Lo habéis conseguido, porque si uno llega ya a creer que puedo curar un mal que no tiene remedio es que ya está adelantado en la fe. Y teníais miedo a no ser capaces de ello... ¿Qué habéis dicho?

-Ni siquiera te lo sabría decir. Hemos expresado lo que pensamos de ti y hemos hablado de tus obras. Sobre todo, hemos dicho que eres Amor y Piedad. ¡Qué mal te conoce el mundo!

-Pero vosotros me conocéis bien. Es suficiente.
-Llegan a la pequeña posada. Todos los huéspedes están en la puerta, curiosos. En medio, con Felipe, está el posadero, que sigue con sus monólogos.

Cuando ve a Jesús, corre a su encuentro:
-¡Maestro, Señor, Jesús... yo... yo creo tanto que Tú eres Tú, que sabes todo, que ves todo, que conoces todo, que todo lo puedes, tanto lo creo, que te digo: ten piedad de mi hija, aunque los pecados de mi corazón sean muchos; no caiga sobre mi hija el castigo por haber sido inmoral en mi trabajo; juro que no volveré a ser avariento. Tú ves mi corazón, lo que ha sido y lo que piensa ahora. Perdón.

Piedad, Maestro, y hablaré de ti a todos los que vengan aquí, a mi casa...

El hombre está de rodillas.
Jesús le dice:
-Álzate y persevera en los sentimientos de ahora.
-Llévame a donde tu hija.

-Está en un establo, Señor. Este calor bochornoso la pone más enferma todavía. No quiere salir.
-Bien, no importa; voy Yo. No es el bochorno, es que el demonio me siente llegar.
Entran en un patio, luego en un establo oscuro. Todos los demás van detrás.

La niña, despeinada, demacrada, se contorsiona en el rincón más oscuro, y, en cuanto ve a Jesús, grita:
-¡Atrás! ¡Atrás! No me hostigues. Tú eres el Cristo del Señor; sobre mí descargas tu mano. Déjame tranquilo. ¿Por qué sigues siempre mis pasos?
-¡Sal de ella! ¡Vete! ¡Lo quiero! ¡Devuelve a Dios tu presa y calla!

Un grito desgarrador, una sacudida, un cuerpo que se derrumba sobre la paja... Luego, con calma, tristeza, estupor, la jovencita, que ahora se avergüenza de estar sin velo y con un vestido roto ante los ojos de muchos extraños, pregunta:

-¿Dónde estoy?, ¡por qué estoy aquí?, ¿quiénes son éstos? -e invoca a su madre.

-¡Oh, Señor eterno! ¡Está curada!... -y, aunque resulte extraño en el rubicundo y colorado hospedero, llora como un niño... Se siente dichoso. Llora. No sabe qué otra cosa hacer sino besar las manos de Jesús. Entretanto, la madre también llora, circundada por la corona de sus hijitos, que miran asombrados, y besa a esta primogénita suya que ha sido liberada del demonio.

Los presentes prorrumpen en un verdadero clamor, otros acuden para ver el prodigio. El patio está lleno.
-Quédate, Señor. Ven esta noche. Cobíjate bajo mi techo.
-Hombre, somos trece.

-Aunque fuerais trescientos, sería como nada. Sé lo que quieres decir, pero el Samuel avariento y deshonesto ha muerto, Señor. Se ha marchado también mi demonio. Ahora vive el nuevo Samuel. Seguirá siendo hospedero, pero santamente. Ven, ven conmigo, que quiero honrarte como a un rey, como a un dios, como a quien eres. ¡Oh, bendito el sol de hoy que te ha traído a mí!....

   


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