Thursday April 25,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

187- Hacia Jerusalén para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor


Jesús deja partir a las barcas diciendo:
-No vuelvo.
Luego, seguido de los suyos, atravesando la zona que ya desde la otra orilla se veía rica, se dirige hacia un monte que aparece en dirección sur-oeste.
Los apóstoles, poco entusiastas del camino que atraviesa esta zona, bonita pero agreste, caminan en silencio, hablándose sólo con los ojos. Es, en efecto, una zona llena de espadañas que se enredan en los pies; de cañas que hacen llover en las cabezas la fina lluvia de rocío que se ha depositado en sus hojas de forma de gruesos cuchillos; llena de nódulos que golpean el rostro con el duro mazo de su fruto desecado; de frágiles sauces colgantes, presentes en todas partes, que producen cosquilleo; de zonas traicioneras de hierba, aparentemente arraigada en terreno duro, pero que en realidad cela pozas de agua donde el pie se hunde, pues no son sino aglomerados de colas de zorra y plantas vesiculares, crecidas sobre minúsculas charcas, tan tupidas que esconden el elemento sobre el que han nacido.

Jesús, por su parte, parece deleitarse en todo ese verde con mil colores, con todas esas flores que se arrastran, o que están enhiestas o se agarran a algo para subir; flores que producen festones asperjados de leves campanillas de un rosa malva tenuísimo, o que forman una alfombra delicada de color azul (por los millares de corolas de miosotis palustres), o que abren el perfecto cáliz de su corola blanca, rosada o azul entre las anchas hojas planas de los nenúfares. Jesús contempla, admirado, los penachos de las cañas palustres, sedosos, cubiertos de aljófares; se inclina, dichoso, a observar la delicadeza de las colas de zorra, que ponen un velo de esmeralda a las aguas; se detiene, extático, ante los nidos que hacen los pájaros con un ir y venir jubiloso (hecho de trinos, zigzagueos y trabajo alegre) con el piquito lleno de pajitas, o de borra de las ramitas, o de vellones de lana arrebatada a los setos, que a su vez se la han arrebatado a los rebaños trashumantes... Parece la persona más feliz del mundo.

¡Qué lejos queda el mundo con sus perversidades, falsedades, dolores, insidias! El mundo está allende los confines de este oasis verde y florido en que todo embalsama, resplandece, ríe, canta. Ésta es tierra como ha sido creada por el Padre, no profanada por el hombre; aquí se puede olvidar al hombre.

Quiere que los otros compartan con El su gozo, pero no encuentra terreno propicio: los corazones están cansados y exasperados por un profundo mal humor, que trasciende las cosas, e incluso al Maestro, en forma de mutismo cerrado, parecido al ambiente quieto que precede a una tormenta. Sólo su primo Santiago, Simón Zelote y Juan se interesan por lo que a Él le suscita interés; los demás están... ausentes, por no decir de mal talante. Quizás, para no murmurar, no hablan entre ellos, pero dentro sí que deben estar hablando, y demasiado.

Sólo una exclamación, aún mayor, de maravilla, ante la joya viva de un martín pescador que viene volando y lleva a su compañera un pececito de plata, les hace salir de su mutismo.

Jesús dice:

-¿Pero podrá haber algo más delicado que esto?
Pedro responde:
-Quizás más delicado no... pero te aseguro que es más cómoda la barca. Aquí se está también en el agua, con el agravante de la incomodidad...

-Yo preferiría el camino que siguen las caravanas, antes que este... jardín, si así quieres llamarlo, y estoy completamente de acuerdo con Simón -dice Judas Iscariote.

-Ese camino no lo habéis querido vosotros -responde Jesús.
-¡Claro!... Pero yo no me hubiera dado por vencido ante los gerasenos. Me hubiera ido de allí, sí, pero luego hubiera proseguido al otro lado del río, bajando por Gadara, Pella, etc -refunfuña Bartolomé. Y su gran amigo Felipe termina: «Los caminos son de todos; en fin, podíamos transitar por ellos también nosotros.

-¡Amigos! ¡Amigos! Estoy muy apenado; nauseado... ¡No aumentéis mi dolor con vuestras pequeñeces! Dejad que busque un poco de alivio en las cosas que no saben odiar...

La reprensión, dulce en su tristeza, toca a los apóstoles.
-Tienes razón, Maestro. Somos indignos de ti. Perdona nuestra estupidez. Tú eres capaz de ver lo bello porque eres santo y miras con los ojos del corazón. Nosotros, que no somos más que burda materia, sentimos sólo esta burda materia... No hagas caso. Puedes estar seguro de que aunque estuviéramos en un paraíso, sin ti, estaríamos tristes; pero, contigo... para el corazón es siempre hermoso; son estos miembros los que se resisten -susurran bastantes de ellos.

-Dentro de poco saldremos de aquí y encontraremos suelo más cómodo, aunque menos fresco -promete Jesús.

-¿A dónde vamos exactamente?-pregunta Pedro.
-A llevar la Pascua a algunos que sufren. Hacía tiempo que quería hacerlo, pero no he podido. Lo habría hecho al regreso a Galilea. Ahora, que nos obligan a andar por caminos que no hemos elegido nosotros, iré a bendecir a los pobres amigos de Jonás.

-¡Perderemos tiempo!
-¡La Pascua está ya cercana!
-¡Por distintos motivos, pero siempre hay retardos!
Es otro coro de quejas que se eleva al cielo.

Y yo no sé cómo Jesús puede tener tanta paciencia... Dice, sin regañar a ninguno:

-No me pongáis obstáculos, os lo ruego; comprended que preciso amar y ser amado. El único consuelo que tengo en la tierra es el amor y hacer la voluntad de Dios.

-¿Y vamos por aquí? ¿No hubiera sido más bonito ir por Nazaret?

-Si os lo hubiera propuesto, os habríais rebelado. Ninguno imaginará que estoy en esta zona... Y lo hago por vosotros, porque... tenéis miedo.

-¿Miedo? ¡No, no! ¡Estamos prontos para combatir por ti!
-¡Rogad al Señor que no os ponga a prueba. Sé que sois rencillosos, rencorosos; conozco vuestro vehemente deseo de dañar a quien me daña, de humillar al prójimo. Todo esto lo conozco. Lo que no conozco es vuestro coraje. Si por mí fuera, habría ido solo y por el camino normal, y no me habría sucedido nada, porque no ha llegado la hora.

Pero siento compasión de vosotros. Además, presto obediencia a mi Madre, y... sí, también esto, no quiero que se sienta molesto el fariseo Simón: Yo no les daré motivo, pero ellos sí mostrarán animosidad conmigo.

-¿Y aquí por dónde se pasa? No conozco bien esta zona -dice Tomás.

-Llegaremos al Tabor. Lo bordearemos en parte. Luego pasaremos cerca de Endor para ir a Naím, y de allí a la llanura de Esdrelón. ¡No temáis!... Doras, hijo de Doras, y Jocanán están ya en Jerusalén.

-¡Será precioso! Dicen que desde la cima, concretamente desde un punto de ella, se ve el mar grande, el de Roma. ¡Me gusta mucho! ¿Nos llevas a verlo? -suplica Juan, con su rostro de niño bueno alzado hacia Jesús.
-¿Por qué te gusta tanto verlo? -pregunta Jesús acariciándolo.

-No lo sé... Porque es grande y no se ve el límite... Me hace pensar en Dios... Cuando estuvimos en el Líbano, vi por primera vez el mar. Porque yo sólo había navegado el Jordán o nuestro pequeño mar... y lloré de emoción. ¡Tanto azul! ¡Tanta agua!... ¡Y que no se desborda nunca!... ¡Qué cosa más maravillosa! Y los astros, que trazan caminos de luz sobre la superficie del mar... ¡Oh, no os riáis de mí! Miraba el camino de oro del Sol hasta quedar cegado, el de plata de la Luna hasta henchir de fijo candor mis ojos, y los veía perderse muy lejos. Esos caminos me hablaban, me decían: "Dios está en aquella lejanía infinita, éstos son los caminos de fuego y pureza que un alma debe seguir para ir a Dios. Ven. Adéntrate en el infinito, remando por estos dos caminos y encontrarás al Infinito".

-Eres poeta, Juan -dice Judas Tadeo admirado.
-No sé si esto es poesía, sé que me enciende el corazón.
-Pero si has visto el mar también en Cesárea y en Tolemaida, y bien cerca; ¡estábamos en la orilla! No veo la necesidad de recorrer tanto camino para ver más agua de mar. En el fondo... nosotros hemos nacido en el agua... -observa Santiago de Zebedeo.

-¡Y, por desgracia, también ahora estamos en el agua! -exclama Pedro, que, habiéndose distraído un momento por escuchar a Juan, no ha visto un charco traicionero y se ha puesto pringando... Se echan a reír; el primero, él.
Pero Juan responde:

-Es verdad, pero desde lo alto es más bonito: se ve más y más lejos; se piensa más alto y con más amplitud... se desea... se sueña...

Juan verdaderamente ya está soñando... Mira hacia delante. Sonríe ante su sueño...

Parece una rosa color carne salpicada de menudísimo rocío: efectivamente, su piel lisa y clara de joven rubio aparece intensamente aterciopelada y asperjada de fino pudor, de forma que asemeja ahora más todavía a un pétalo de rosa.

-¿Qué deseas? ¿Qué estás soñando? -pregunta Jesús a su predilecto en voz baja (parece un padre dirigiéndose con dulzura a su querido hijito que habla mientras duerme dulcemente): se lo pregunta con tanta dulzura -para no lacerar el sueño del enamorado -que realmente hay que decir que le está hablando en el alma.

-Deseo ir por ese mar infinito... hacia otras tierras allende él... Deseo ir allí para hablar de ti... Sueño... sueño con ir a Roma, a Grecia, a los lugares oscuros para llevar la Luz... y así los que viven en las tinieblas entren en contacto contigo y vivan en comunión contigo, Luz del mundo... Sueño con un mundo mejor... con un mundo que mejorar a través de tu conocimiento, o sea, a través del conocimiento del Amor que nos hace buenos, puros, héroes... con un mundo que se ame en tu Nombre, y que por encima del odio, del pecado, la carne, el vicio de la mente, por encima del oro, por encima de todas las cosas, alce tu Nombre, tu Fe, tu Doctrina... y sueño con ir con estos hermanos míos por el mar de Dios, recorriendo caminos de luz, a llevarte a ti... de la misma forma que en su momento tu Madre te trajo del Cielo aquí, entre nosotros... Sueño con ser ese niño que, no conociendo sino el amor, se mantiene sereno incluso ante los tormentos... y que canta para infundir ánimo a los adultos, que reflexionan demasiado, y camina hacia la muerte sonriendo, hacia la gloria con aquella humildad de quien no sabe lo que hace, de quien sólo sabe que está yendo a ti, Amor...

Los apóstoles se han quedado sin respiración durante la extática confesión de Juan; parados donde estaban, miran al más joven, oyéndole hablar con los ojos velados por sus párpados cual velo extendido sobre el ardor que sube del corazón; miran a Jesús, que se transfigura de alegría al verse tan completamente identificado en su discípulo...

Juan termina de hablar en una posición un poco inclinada hacia el suelo que recuerda la gracia de la humilde Virgen de la Anunciación de Nazaret; Jesús lo besa entonces en la frente y dice:

-Iremos a ver el mar, para que sueñes otra vez con la realización de mi Reino en el mundo.

Señor... has dicho que después vamos a Endor. Muéstrate complaciente también conmigo... para que se me pase la amargura del juicio de aquel niño...-dice Judas Iscariote.
-¿Pero todavía estás pensando en ello? -dice Jesús.

-Continuamente. Me siento disminuido ante tus ojos y ante los ojos de los compañeros. Pienso en vuestros pensamientos...

-¡Hay que ver cómo cansas tu cerebro por nada! Yo ya ni siquiera pensaba en esa menudencia, y los otros, sin duda, igual. Eres tú quien nos lo haces recordar... Eres un niño acostumbrado sólo a las caricias, y la palabra de un niño te ha parecido la condena de un juez. No, no es a esta palabra a lo que debes temer; antes bien, a tus acciones y al juicio de Dios. De todas formas, para convencerte de que te quiero como antes, como siempre, te digo que haré lo que deseas. ¿Qué quieres ver en Endor? No es sino un mísero lugar entre rocas...

-Llévame... y te lo diré.
-Bien, de acuerdo; pero estáte atento a que luego no tengas que sufrir por ello.

-Si para éste ver el mar no puede significar sufrimiento, a mí no me puede perjudicar el ver Endor.
-¿Ver?... No. Lo que puede hacer daño es el deseo de lo que se quiere ver cuando se mira. De todas formas, iremos...

Reanudan su camino. Se dirigen hacia el Tabor, cuya mole se ve cada vez más cercana. El suelo va perdiendo su aspecto palustre: cada vez más sólido, con menos vegetación, dando paso a plantas más altas o a matas de clemátides y zarzas que ríen con sus frondas nuevas y sus flores precoces.


   


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