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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

245- Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del leproso curado


La primera escala de Jesús en Nazaret es en casa de Alfeo. Estando ya para entrar en el huerto, se encuentra con María de Alfeo, que sale con dos ánforas de cobre para ir a la fuente.

-¡La paz sea contigo, María! -dice Jesús, y abraza a su pariente, la cual, efusiva como siempre, lo besa y emite un grito de alegría.

-¡Sin duda será un día de paz y alegría, Jesús mío, porque has venido! ¡Oh, queridísimos hijos míos! ¡Qué felicidad para vuestra mamá el veros! -y besa a sus dos hijotes, que estaban inmediatamente detrás de Jesús -Estáis conmigo hoy, ¿no es verdad?


Tengo precisamente encendido el horno para el pan. Estaba yendo por agua para no tener luego que suspender la cocción.

-Mamá, vamos nosotros» dicen sus hijos mientras se apoderan de las ánforas.
-¡Qué buenos son! ¿No es verdad, Jesús?
-Muy buenos -confirma Jesús.

-Pero también contigo, ¿no es verdad? Porque si te quisieran menos de lo que me quieren a mí, los querría menos.

-No temas, María. Para mí son sólo motivo de alegría.
-¿Estás solo? María se ha ido tan al improviso... Habría ido también yo. Estaba con una mujer... ¿Una discípula?
-Sí. La hermana de Marta.
-¡Oh, bendito sea Dios! ¡He orado mucho por esto! ¿Dónde está?
-Mira, está llegando con mi Madre, Marta y Susana.

En efecto, las mujeres están apareciendo por un recodo del camino seguidas por los apóstoles. María de Alfeo corre a su encuentro y exclama:

-¡Qué feliz me siento de poder llamarte hermana! Debería amarte hija, porque tú eres joven y yo vieja, pero te llamo con ese nombre que tanto amo desde que se lo doy a mi María. ¡Querida mía! Ven, estarás cansada... aunque, bueno, también contenta -y besa a la Magdalena mientras la tiene cogida de la mano, como queriendo hacerle sentir aún más que la quiere. La belleza fresca de la Magdalena parece todavía más viva al lado de la persona gastada de la buena María de Alfeo.

-Hoy todos en mi casa. No os dejo que os marchéis -y, con un suspiro del alma que le sale involuntariamente, se le escapa la confesión: « ¡Estoy siempre muy sola! Cuando no está mi cuñada paso los días bien tristes y solitarios.
-¿No están tus hijos? -pregunta Marta.

María de Alfeo se ruboriza y suspira:

-Con el alma sí. Todavía. Ser discípulos une y divide... Pero, de la misma forma que tú, María, has venido, también ellos vendrán -y se seca una lágrima. Mira a Jesús, que la está observando con piedad, y se esfuerza en sonreír para preguntar: « ¿Son cosas largas, verdad?».

-Sí, María. Pero tú las verás...

-Tenía esta esperanza... Después de que Simón... Pero después ha sabido otras... cosas, y está otra vez en la indecisión. ¡Ámalo igualmente, Jesús!
-¿Lo pones en duda?

María, mientras habla, prepara algo de comer y beber para los peregrinos, sorda a las palabras de todos, que le aseguran que no tienen necesidad de nada.

-Vamos a dejar a las discípulas tranquilas - - dice Jesús, y añade: “Y vamos por el pueblo”. -¿Te vas? Quizás vienen mis otros hijos.

-Estaré aquí todo el día de mañana. Por tanto, estaremos juntos. Ahora voy a ver a los amigos. Paz a vosotras, mujeres. Adiós, Madre.

Nazaret ya está toda revuelta por la llegada de Jesús (y por añadidura con María de Magdala). Quién se apresura a ir a casa de María de Alfeo, quién a la de Jesús, para ver; pero, habiendo encontrado esta última cerrada, retornan todos en dirección a Jesús, que está atravesando Nazaret hacia el centro.

La ciudad sigue cerrada al Maestro. En parte irónica, en parte incrédula, con algún núcleo incluso de clara maldad que se manifiesta en ciertas frases hirientes, sigue, por curiosidad pero sin amor, a este gran Hijo suyo al que no comprende. Incluso en las preguntas que le hacen no hay amor, sino incredulidad e ironía; pero Él no hace ver que lo nota, y dulce y manso responde a quien le habla.

-A todos das. Pero pareces un hijo desvinculado de tu tierra, porque a tu tierra no le das.
-Estoy aquí para daros lo que pedís.
-Pero prefieres no estar aquí. ¿Es que somos más pecadores que los demás?

-No hay pecador, por grande que sea, al que Yo no quiera convertir. Y vosotros no sois peores que los demás.

-Pero tampoco dices que seamos mejores que los otros. Un buen hijo siempre dice que su madre es mejor que las otras, aunque no lo sea. ¿Acaso Nazaret es sólo madrastra para ti?

-Yo no digo nada. Callar es regla de caridad hacia los demás y hacia uno mismo, cuando decir que uno es bueno no se puede y no se quiere mentir. Pero diligente brotaría la alabanza a vosotros, con el solo hecho de que vinierais a mi doctrina.

-¿Buscas ser admirado?

-No. Sólo que me escuchéis y creáis en mí, por el bien de vuestras almas.

-¡Pues habla entonces! ¡Te escuchamos!

-Decidme sobre qué os debo hablar.
Un hombre de unos cuarenta o cuarenta y cinco años dice:
-Yo querría que vinieras y me explicaras un punto».
-Voy enseguida, Leví.

Y se encaminan. La gente se aglomera tras el Maestro y el arquisinagogo. La sinagoga se abarrota enseguida de gente.
El arquisinagogo toma un rollo y lee: «Él hizo subir a la hija de Faraón de la ciudad de David a la casa que había construido para ella, porque dijo: “Mi mujer no debe vivir en la casa de David, rey de Israel, que fue santificada cuando en ella entró el arca del Señor"

Bien, pues querría que dieras tu juicio acerca de si esa medida fue justa o no, y ¿por qué?
-Sin duda fue justa, porque el respeto a la casa de David, santificada por haber entrado en ella el arca del Señor, exigía aquello.

-¿Pero, el hecho de ser la mujer de Salomón no hacía a la hija del Faraón digna de vivir en la casa de David? ¿La esposa no viene a ser, según las palabras de Adán, "hueso de los huesos" de su marido y  "carne de su carne”? Si es tal, ¿cómo profanará lo que no profana su esposo?
-Está escrito en el primer libro de Esdras: "Habéis pecado al casaros con mujeres extranjeras, y habéis añadido este delito a los muchos de Israel". Y una de las causas de la idolatría de Salomón precisamente se debe a estos connubios con mujeres extranjeras. Dios lo había dicho: "Ellas, las extranjeras, pervertirán vuestros corazones hasta el punto de haceros seguir a dioses extranjeros". Las consecuencias las conocemos.

-Y, sin embargo, no se había pervertido casándose con la hija del Faraón; tanto que llegó a juzgar con sabiduría que su esposa no debía permanecer en la casa santificada.
-No se puede medir la bondad de Dios con la nuestra. El hombre, después de una culpa, no perdona, aunque él mismo sea también culpable. Dios no se muestra implacable a la primera caída, pero no permite que impunemente el hombre se endurezca en el mismo pecado. A la primera caída, por tanto, no castiga, sino que habla al corazón; pero sí castiga cuando su bondad no sirve para convertir y el hombre juzga tal bondad como debilidad. Entonces desciende el castigo, porque nadie se burla de Dios.

Hueso de su hueso y carne de su carne, la hija del Faraón había depositado los primeros gérmenes de corrupción en el corazón del Sabio, y, como sabéis, una enfermedad no se declara realmente por un sólo germen en la sangre, sino cuando la sangre está corrompida por muchos gérmenes originados del primero. El hombre se viene abajo siempre a partir de una ligereza aparentemente inocua. Luego aumenta la condescendencia con el mal. Se forma el hábito de transigir con la conciencia y de descuidar lo que constituye el deber y la obediencia a Dios, y por grados, se llega al pecado grande (en Salomón incluso de idolatría, y provocó el cisma cuyas consecuencias duran hasta hoy).

-¿Estás diciendo, entonces, que es necesaria la máxima atención y respeto hacia las cosas sagradas?
-Sin duda.

-Explícame ahora otra cosa. Tú te dices el Verbo de Dios. ¿Es verdad?
-Lo soy. Él me ha enviado para traer a la tierra la buena nueva para todos los hombres, y para que los redima de todo pecado.

-Si lo eres, eres más que el Arca, pues, no ya en la gloria que está por encima del Arca, sino en ti mismo, estaría Dios.

-Tú lo dices y es verdad.

-¿Y, entonces, por qué te profanas?
-¿Y me has traído aquí para decirme esto? Me das pena, tú y quien te ha movido a hablar. No debería justificarme, porque toda justificación queda quebrada por vuestro rencor. Pero os daré una justificación, a los que me acusáis de falta de amor hacia vosotros y de profanación de mi persona. Escuchad. Sé a lo que aludís. Pues bien, os respondo: "Estáis en error".

Como extiendo los brazos hacia los moribundos para que vivan y llamo a los muertos para devolverlos a la vida, así extiendo los brazos hacia los más verdaderamente moribundos y llamo a los que están más verdaderamente muertos, los pecadores, para que vivan la Vida eterna y, si ya están corrompidos, resucitarlos para que no vuelvan a morir. Pero os voy a poner una parábola. Un hombre, por muchos vicios, enferma de lepra.

Los demás lo alejan de la comunidad. Este hombre, en medio de una soledad atroz, medita sobre su estado y sobre el pecado que lo ha conducido a ese estado mísero. Pasan así largos años, y, cuando menos se lo espera, este leproso se cura.

El Señor ha sido misericordioso con él por sus muchas oraciones y lágrimas. ¿Qué hace entonces este hombre? ¿Puede volver a su casa por el hecho de que Dios lo haya agraciado? No. Debe presentarse al sacerdote, el cual primero lo observará durante un tiempo, luego le hará purificarse tras un primer sacrificio de dos gorriones; luego, después de dos lavados -no uno de las vestiduras, el curado vuelve a presentarse al sacerdote, con los corderos sin mancha, la cordera, la harina y el aceite prescritos. El sacerdote lo conduce entonces ante la puerta del Tabernáculo. Es entonces cuando este hombre es religiosamente admitido de nuevo en el pueblo de Israel. Pero, decidme: Cuando va por primera vez al sacerdote ¿para qué va?

-¡Para pasar una primera purificación que le permitirá cumplir la otra purificación, más grande, que lo admitirá de nuevo en el pueblo santo!
Habéis respondido bien. ¿Pero entonces no está purificado del todo?».

-¡No, no! Le falta todavía mucho para estarlo; respecto a la materia y respecto al espíritu.
-¿Cómo, pues, osa acercarse al sacerdote la primera vez, completamente impuro, y la segunda al Tabernáculo?

-Porque el sacerdote es el medio necesario para que uno pueda ser readmitido entre los vivos.

-¿Y el Tabernáculo?
-Porque sólo Dios puede borrar las culpas, y es de fe el creer que tras el santo Velo descansa Dios en su gloria y desde allí otorga su perdón.

-Entonces el leproso curado tiene todavía pecado cuando se acerca al sacerdote y al Tabernáculo.
-¡Sí, ciertamente!

-¡Hombres de pensamiento retorcido y de turbio corazón! ¿Por qué, entonces, me acusáis si Yo, el Sacerdote y el Tabernáculo, dejo que se acerquen a mí los leprosos del espíritu? ¿Por qué juzgáis con dos medidas? Sí, la mujer que estaba perdida, y Leví el publicano, presente aquí ahora con su nueva alma y su nuevo oficio, y lo mismo otros y otras, que han venido antes que éstos, están ahora a mi lado, pueden estar a mi lado porque han sido readmitidos en el pueblo del Señor. La voluntad de Dios, que ha depositado en mí el poder de juzgar y absolver, curar y resucitar, me los ha acercado.

Sería profanación si perdurase su idolatría, como en el caso de la hija del Faraón; pero no lo es, porque han abrazado la doctrina que he traído a la tierra y por ella han resucitado a la Gracia del Señor. ¡Hombres de Nazaret, que me tendéis celadas porque no os parece posible que en mí esté la Sabiduría verdadera y la justicia de Verbo del Padre, Yo os digo: “Imitad a los pecadores"! En verdad os digo que saben mejor venir a la Verdad. Y también os digo:

"No recurráis a bajas celadas para poderme resistir". No lo hagáis. Pedid, y os daré, como doy a todos los que vienen a mí, la palabra vital. Acogedme como a un hijo de esta tierra nuestra. No os guardo rencor. Mis manos están llenas de caricias; mi corazón, de deseos de instruiros y de haceros felices; tanto que, si me aceptáis, pasaré con vosotros mi sábado, instruyéndoos en la Nueva Ley.

Hay contraste de ideas en la concurrencia, pero prevalece la curiosidad o el amor, y muchos gritan:

-¡Sí, sí! ¡Mañana aquí! ¡Te escucharemos!
-Haré oración para que caiga esta noche la costra que oprime vuestro corazón; para que caiga todo prejuicio y, libres de ellos, podáis comprender la Voz de Dios que viene a traer a toda la tierra el Evangelio, pero con el deseo de que la primera región capaz de recibirla sea la ciudad en que he crecido. Paz a todos vosotros.

   


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