Saturday April 20,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

273- La primera multiplicación de los panes


Sigue siendo el mismo lugar. Sólo que el sol ya no viene de oriente, filtrándose por entre el boscaje que bordea el Jordán en este lugar agreste situado junto al desagüe del lago en el lecho del río; viene, igualmente oblicuo, pero de occidente, y va declinando en medio de una gloria de rojo, rasgando el cielo con el sable de sus últimos rayos.

Bajo el tupido follaje, ya la luz está muy atenuada y tiende a las equilibradas tonalidades del atardecer. Los pájaros, embriagados del sol habido durante todo el día, del alimento arrebatado a los limítrofes campos, se abandonan a una algazara de gorjeos y cantos en las copas de los árboles. La tarde se pone con las pompas finales del día.

Los apóstoles se lo hacen notar a Jesús, que siempre adoctrina según los temas que le exponen.

-Maestro, la noche se acerca. Este lugar es un desierto, lejos de casas y pueblos, umbrío y húmedo. Dentro de poco aquí ya no será posible vernos, ni andar. La Luna se alza tarde. Despide a la gente para que vaya a Tariquea o a los pueblos del Jordán para comprarse comida y buscar alojamiento.

-No es necesario que se vayan. Dadles vosotros de comer. Pueden dormir aquí, como durmieron mientras me esperaban.
-No nos han quedado más que cinco panes y dos peces, Maestro, ya lo sabes.

-Traédmelos.

-Andrés ve a buscar al niño, que está vigilando la bolsa. Poco antes estaba con el hijo del escriba y otros dos más, fabricándose unas coronitas de flores jugando a los reyes.

Andrés va con diligencia. También Juan y Felipe se ponen a buscar a Margziam entre la muchedumbre, que continuamente se mueve. Lo encuentran casi al mismo tiempo, con su bolsa de las provisiones en bandolera, un sarmiento de clemátide arrollado en torno a la cabeza y un cinturón, también de clemátide, en que pende, haciendo de espada, un nudo: la empuñadura es el nudo propiamente dicho; la hoja, el tallo de éste. Con él están otros siete, igualmente ataviados, y hacen de cortejo al hijo del escriba, un gracilísimo niño de mirada muy seria, como de quien ha sufrido mucho, el cual, más adornado que los otros, hace de rey.

-Ven, Margziam. ¡El Maestro te requiere!

Margziam deja plantados a los amigos y va rápidamente, sin quitarse siquiera sus... distintivos florales. Pero le siguen también los otros. Pronto Jesús se ve circundado de una coronita de niños enguirnaldados de flores. Los acaricia mientras Felipe saca de la bolsa un envoltorio con pan dentro y en cuyo centro hay, a su vez envueltos, dos peces grandes: dos quilos de pescado, poco más. Insuficientes incluso para los diecisiete -es más, dieciocho con Manahén-de la comitiva de Jesús. Llevan estos alimentos al Maestro.

-Bien. Ahora traedme unos cestos. Diecisiete, como cuantos sois vosotros. Margziam dará la comida a los niños...
Jesús mira fijamente al escriba, que ha estado siempre a su lado, y le pregunta:

-¿Quieres dar también tú la comida a quienes tienen hambre?

-Me gustaría. Pero yo también estoy sin comida.
-Te concedo que des de lo mío.

-Pero... ¿pretendes dar de comer a unos cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños, con esos dos peces y esos cinco panes?

-Sin duda. No seas incrédulo. Quien cree habrá de ver el cumplimiento del milagro.

-¡Oh, entonces sí que quiero repartir el alimento también yo!

-Que te den un canasto a ti también.

Vuelven los apóstoles con canastos y cestas (anchas y bajas u hondas y estrechas). Y vuelve el escriba con un cesto más bien pequeño. Se comprende que su fe o su incredulidad le han hecho elegir ése como el máximo.

-Está bien. Poned todo aquí delante. Disponed que se siente con orden la muchedumbre; en lo posible, regladamente.

Mientras esto se lleva a cabo, Jesús alza el pan -encima del pan, los peces-. Ofrece, ora, bendice. El escriba no quita ni un instante de El sus ojos. Luego Jesús divide los cinco panes en dieciocho partes, y los dos peces en dieciocho partes, y pone un trozo de pez -un trocito bien mísero-en cada uno de los canastos. Trocea los dieciocho pedazos de pan: cada pedazo en muchos trozos (muchos relativamente: no más de unos veinte). Cada pedazo troceado en un canasto, con el trozo de pez.

-Y ahora tomad y ofreced hasta la saciedad. Empezad. Ve, Margziam, a dárselo a tus compañeros. -¡Huy, cuánto pesa! -dice Margziam al levantar su canasto, y se dirige enseguida hacia sus pequeños amigos, caminando como quien lleva un peso. Los apóstoles, los discípulos, Manahén, el escriba, lo ven alejarse, perplejos... Luego cogen los canastos y, meneando la cabeza, se dicen unos a otros:

-¡El niño está de broma! No pesan más que antes. El escriba mira incluso dentro y, dado que ya allí, en la espesura en que está Jesús, no hay mucha luz -no así más allá, en el calvero, donde todavía hay buena luz-, mete la mano para palpar el fondo.

No obstante, a pesar de la constatación, se encaminan hacia la gente y empiezan a repartir. Dan, dan, dan... De vez en cuando vuelven la cabeza asombrados, cada vez más lejanos, hacia Jesús, el cual, con los brazos cruzados, apoyado en un árbol, sonríe finamente por el estupor de ellos.

La repartición es larga y abundante... El único que no muestra estupor es Margziam, que ríe feliz de poder llenar de pan y pescado el regazo de tantos niños pobres. Es también el primero que vuelve donde Jesús, y dice:

-¡He dado mucho, mucho, mucho!... porque sé lo que es el hambre... -y levanta esa carita suya, que ya no se ve demacrada pero que, al recordar, palidece y abre los ojos como platos... Pero Jesús, su Maestro y Protector, lo acaricia, y vuelve a sonreír luminosamente ese rostro niño que, confiado, se apoya sobre Él.

Poco a poco van volviendo los apóstoles y los discípulos, enmudecidos de estupor. El último en volver es el escriba, que no dice nada; pero hace un gesto que es más que un discurso: se arrodilla y besa el borde de la túnica de Jesús.

-Tomad vuestra porción y dadme un poco a mí. Comamos el alimento de Dios.

Comen, efectivamente, pan y pescado, cada uno según su necesidad...

Entretanto la gente, saciada, intercambia sus impresiones.

También los que están en torno a Jesús rompen a hablar observando a Margziam que, terminando su pescado, juega con otros niños. -Maestro -pregunta el escriba -¿por qué el niño ha sentido inmediatamente el peso y nosotros no? Yo incluso he palpado dentro del canasto: seguían siendo los mismos pocos trozos de pan y el único trozo de pescado. He empezado a sentir el peso yendo hacia la muchedumbre. Pero, si hubiera pesado en proporción a cuanto he repartido, habría hecho falta una pareja de mulos para llevarlo, y no el canasto sino un carro, lleno, henchido de comida. A1 principio daba escaso... luego me he puesto a dar y a dar, y, para no ser injusto, he vuelto a pasar por donde los primeros, y les he vuelto a dar, porque a los primeros les había dado poco. ¡Ha habido suficiente!

-Yo también he sentido que se hacia pesado el canasto mientras me encaminaba; enseguida he dado mucho, porque he comprendido que habías hecho un milagro -dice Juan.

-Yo, por el contrario, me he parado y me he sentado para volcar en mi regazo el peso y ver... Y he visto muchos panes. Entonces he ido -dice Manahén.

-Yo los he contado incluso, porque no quería quedar en situación ridícula. Eran cincuenta panes pequeños. He dicho: "Se los doy a cincuenta personas y luego regreso".

Y he llevado la cuenta. Pero, llegado a cincuenta, el peso seguía igual. He mirado dentro. Había todavía los mismos.
He seguido adelante y he repartido cientos de panes Pero no disminuían nunca -dice Bartolomé.

-Yo, lo confieso, no creía. He cogido los trozos de pan y esa miaja de pescado y los miraba diciendo: "¿Y a quién le sirve esto? ¡Es una broma de Jesús!...". Y estaba mirándolos, mirándolos, escondido detrás de un árbol, esperando y desesperando porque crecieran. Pero eran siempre iguales. Estaba para volverme, cuando ha pasado Mateo diciendo: "¿Has visto qué hermosos?". "¿Qué?" he dicho yo "¡Pues los panes y los peces!...". "¿Estás loco? Yo sigo viendo trozos de pan". "Ve a repartirlos con fe y verás.” He echado dentro del canasto esos pocos trozos de pan y he ido a disgusto... Y luego...

¡Perdóname, Jesús, porque soy un pecador! -dice Tomás.
-No. Eres un espíritu del mundo. Razonas como el mundo.
-Entonces también yo, Señor. Tanto que quería dar una moneda junto con el pan pensando: "Comerán en otro sitio" ­dice el Iscariote -Esperaba ayudarte a salir mejor parado. ¿Qué soy entonces? ¿Cómo Tomás o más todavía?
-Eres "mundo" mucho más que Tomás.

-¡Y, sin embargo, pensaba dar limosna para ser Cielo! Eran denarios míos particulares...
-Limosna a ti mismo, a tu orgullo. Y limosna a Dios. Dios no 1a necesita y la limosna a tu orgullo es culpa, no mérito.

Judas baja la cabeza y calla.
-Yo pensaba que tendría que desmenuzar ese trozo de pez y esos trozos de pan para que llegaran. Pero no dudaba que serían suficientes como número y como alimento. Una gota de agua que das te puede alimentar más que un banquete -dice Simón Zelote.

-¿Y vosotros qué pensabais? -pregunta Pedro a los primos de Jesús.

-Nos acordábamos de Caná... y no dudábamos -dice serio Judas.
-¿Y tú, Santiago, hermano mío, pensabas sólo esto?

-No. Pensaba que fuera un sacramento, como me dijiste...

¿Es así o me equivoco?
Jesús sonríe:
-Es y no es. A la verdad que ha dicho Simón, del poder de nutrición en una gota de agua, debe unirse tu pensamiento en orden a una figura lejana. Pero todavía no es un sacramento.

El escriba conserva entre sus dedos un pedazo de corteza.
-¿Qué vas a hacer con ello?
-Un... recuerdo.

-Yo también la conservo. Se la voy a colgar al cuello a Margziam en una pequeña bolsita -dice Pedro.
-Yo se la llevo a nuestra madre -dice Juan.
-¿Y nosotros? Hemos comido todo... -dicen apenados los otros.

-Levantaos. Pasad otra vez con los canastos y recoged lo que ha sobrado. Separad de entre la gente a los más pobres y traédmelos aquí junto con los canastos, y luego id todos, discípulos míos, a las barcas, haceos a la mar e id a la llanura de Genesaret. Yo despido a la gente después de favorecer a los más pobres. Luego os alcanzaré.
Los apóstoles obedecen... y vuelven con doce canastos colmados de restos; los siguen unos treinta mendigos, o personas muy míseras.

-Bien. Podéis marcharos.

Los apóstoles y los de Juan saludan a Manahén y se marchan; obedecen a pesar de estar poco contentos de dejar a Jesús. Manahén espera a despedirse de Jesús cuando ya la muchedumbre, con las últimas luces del día, o se encamina hacia los poblados o busca un sitio para dormir entre los altos y secos juncos. Luego se despide. Antes de él se ha marchado el escriba; es más, uno de los primeros, porque, junto con su hijito, se ha puesto en camino cerrando la fila de los apóstoles.

Una vez que todos se han marchado, o que han caído en el sueño, 273. Jesús se levanta, bendice a los que duermen, y a paso lento se dirige hacia el lago, hacia la península de Tariquea, elevada unos metros por encima del lago, cual si fuese un recorte de colina introducido en el lago. Y, llegado a su base, no entrando en la ciudad sino bordeándola, sube el montecillo y se pone en un risco, en oración, frente al azul del lago y al blancor de la noche serena y lunar.

   


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