Thursday April 25,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

194- La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot


Como un río que se va enriqueciendo cada vez más por nuevos afluentes, así la vía que conduce de Siquem a Jerusalén se va haciendo cada vez más espesa de gente, en la medida en que los distintos pueblos van aportando, por los caminos secundarios, los fieles que van hacia la Ciudad santa; ello ayuda no poco a Pedro a tener distraído al niño, que pasa muy cerca de las colinas de su tierra natal (bajo cuyos bancales deslizados están sepultados sus padres) sin darse cuenta.

Los viajeros han dejado a su izquierda Silo, enhiesta en la cumbre de su monte. Interrumpen ahora, tras largo camino, su marcha, para descansar y comer en un vasto y verde valle con murmullo de aguas puras y cristalinas.

Luego reanudan la marcha. Salvan un montecillo calcáreo, bastante pelado, sobre el cual incide sin misericordia el sol. Se empieza a bajar atravesando una serie de viñedos preciosos que festonean las escarpadas de estos montes calcáreos soleados en sus cimas.

Pedro sonríe con perspicacia y hace una seña a Jesús, que también sonríe. El niño no se da cuenta de nada, centrado como está en escuchar a Juan de Endor, que le está hablando de otras tierras que ha visto, en las que se dan uvas dulcísimas, las cuales, a pesar de serlo, no sirven tanto para vino cuanto para dulces mejores que las tortas de miel.

Una nueva subida, muy empinada: la comitiva ha dejado el camino principal, polvoriento y lleno de gente, y ha preferido tomar este atajo boscoso. Llegados a la cima, se ve ya claramente en la lejanía resplandecer un mar luminoso suspendido sobre una conglomeración blanca, quizás esplendorosas casas encaladas.
Jesús llama a Yabés:

-Ven. ¿Ves aquel punto de oro? Es la Casa del Señor. Allí vas a jurar obediencia a la Ley. ¿Pero la conoces bien?

-Mi mamá me hablaba de la Ley y mi padre me enseñaba los preceptos. Sé leer y... y creo que sé lo que "ellos" me han dicho... antes de morir». El niño, que había acudido a la llamada de Jesús con una sonrisa, ahora llora, con su cabecita agachada y con su mano, temblorosa, en la mano de Jesús.

-No llores. Mira. ¿Sabes dónde estamos? Esto es Betel. Aquí el santo Jacob tuvo su sueño angélico. ¿Lo sabías? ¿Te acuerdas?
-Sí, Señor. Vio una escalera que tocaba el Cielo desde la tierra, y subían y bajaban ángeles; mi madre me decía que en el momento de la muerte, si habíamos sido buenos, veríamos eso mismo y que iríamos por esa escalera a la Casa de Dios. Mi madre me decía muchas cosas... pero... ahora ya no me las dirá... Las tengo todas aquí dentro, esto es todo lo que tengo de ella...
Las lágrimas se deslizan por su tristísima carita.

-¡No llores de ese modo, hombre! Mira, Yabés, Yo tengo a mi Madre, que se llama María y que es santa y buena y que sabe también decir muchas cosas. Es más sabia que un maestro, más buena y hermosa que un ángel. Estamos yendo a verla. Te querrá mucho. Te dirá muchas cosas. Y además, con Ella, está la mamá de Juan, que también es muy buena y se llama María, y la madre de mi hermano Judas, dulce igualmente como un pan de miel, y que se llama también María. Te van a querer mucho, muchísimo, porque eres un niño excelente y porque Yo te quiero mucho y ellas me quieren a mí. Luego, crecerás con ellas, y cuando seas mayor serás un santo de Dios, predicarás como un doctor a ese Jesús que te dio de nuevo una madre aquí y que habrá abierto las puertas de los Cielos a tu madre muerta, y a tu padre, y que te las abrirá también a ti a tu hora. Tú no tendrás siquiera necesidad de subir la larga escalera de los Cielos a la hora de la muerte, porque ya la habrás subido durante tu vida, siendo un buen discípulo, y te verás allí, ante la puerta abierta del Paraíso, y Yo estaré allí y te diré: "Ven, amigo mío e hijo de María", y estaremos juntos.

La fúlgida sonrisa de Jesús, que camina un poco curvado para estar más cerca de la carita alzada del niño -que va andando a su lado con su manita en la de Jesús -, y estas palabras maravillosas, enjugan las lágrimas y hacen brotar una sonrisa.

El niño, que de necio no debe tener un pelo, aunque, eso sí, está aturdido por tanto dolor y privaciones como ha sufrido, interesado en la historia, observa:

-¿Dices que abrirás las puertas de los Cielos? ¿No están cerradas por el gran Pecado? Mi mamá me decía que ninguno podría entrar hasta que no viniera el perdón y que los justos lo esperaban en el Limbo.

-Así es. Pero Yo, tras predicar la palabra de Dios y obteneros el perdón, iré al Padre, y le diré: "He cumplido toda tu voluntad, ahora quiero mi premio por mi sacrificio. Que vengan los justos que están esperando tu Reino". Y el Padre me dirá: "Sea como quieres". Entonces descenderé a llamar a todos los justos y el Limbo abrirá sus puertas al oír mi voz, y saldrán jubilosos los santos Patriarcas, los luminosos Profetas, las mujeres benditas de Israel y... ¿te imaginas cuántos niños? ¡Será como un prado florecido de niños de todas las edades! Y me seguirán, cantando, ascendiendo al hermoso Paraíso.

-¿Mi mamá estará entre ellos?
-Sin duda.
-Pues no me has dicho que estará contigo en la puerta del Cielo cuando yo muera...

-Ni ella ni tu padre tendrán necesidad de estar en esa puerta; cual fúlgidos ángeles, con sus vuelos siempre estarán uniendo estrechamente el Cielo y la tierra, a Jesús con su hijo Yabés, y cuando estés cercano a la muerte harán como aquellos dos pajaritos en aquel seto.

¿Los ves? -Jesús sube en brazos al niño para que vea mejor -¿Ves cómo cubren sus huevecillos? Esperan a que se abran; después extenderán sus alas para proteger a su nidada de cualquier mal, y luego, cuando se hayan desarrollado y estén preparados para podervolar, servirán de apoyo a sus crías con sus robustas alas y las llevarán hacia arriba, muy arriba... hacia el Sol. Tus padres harán lo mismo contigo.

-¿Se cumplirá exactamente así?
-Exactamente así.
-¿Les vas a decir que se acuerden de venir?
-No será necesario, porque te quieren. De todas formas se lo diré.

-¡Cuánto te quiero!

El niño, que está todavía en brazos de Jesús, se le agarra fuertemente al cuello y lo besa, con una efusión tan jubilosa, que verdaderamente conmueve.

Jesús le devuelve el beso y lo baja al suelo.
-¡Bueno! ¡Bien! Vamos adelante, a la Ciudad santa. Tenemos que llegar hacia el atardecer de mañana.

-¿Por qué tanta prisa? ¿Me lo sabrías responder? ¿No sería lo mismo llegar pasado mañana?

-No, no sería lo mismo. Mañana es la Parasceve. Después del ocaso sólo se puede andar seis estadios; más no se puede, porque ya ha empezado el sábado con su correspondiente reposo.

-¿Se está entonces sin hacer nada los sábados?
-No. Se reza al Señor altísimo.
-¿Cómo se llama?
-Adonai. Pero los santos pueden pronunciar su Nombre.
-También los niños buenos. Dilo, si lo sabes.
-Iaavé.

-Y, ¿por qué se reza al Señor altísimo el sábado?
-Porque El se lo dijo a Moisés cuando le dio las tablas de la Ley.

-¡Ah! ¿Sí? ¿Y qué dijo?

-Dijo que se santificara el sábado. "Trabajarás durante seis días, pero el séptimo descansarás tú, y los demás contigo, porque es lo que hice Yo después de la creación".
-¿Cómo? ¿El Señor descansó? ¿Estaba cansado por haber creado? ¿Creó realmente Él? ¿Por qué lo sabes? Yo sé que Dios no se cansa nunca.

-No se había cansado porque Dios no anda ni mueve los brazos. Lo hizo para enseñar a Adán y enseñarnos a nosotros, y para que tuviéramos un día en el que no pensásemos en otra cosa sino en Él. Y Él lo ha creado todo; seguro. Lo dice el Libro del Señor.

-Pero, ¿el Libro lo ha escrito Él?

-No, pero es la Verdad, y hay que prestarle fe para no ir con Lucifer.

-Me has dicho que Dios ni anda ni mueve los brazos. ¿Entonces, como creó? ¿Cómo es? ¿Es una estatua?
-No es un ídolo, es Dios; y Dios es... Dios es... déjame pensar y recordar cómo decía mi mamá y, mejor todavía, ese hombre que va en tu nombre a visitar a los pobres de Esdrelón... Mi mamá decía, para hacerme comprender a Dios:

"Dios es como mi amor por ti; no tiene cuerpo, y, sin embargo, existe".

Y ese hombre pequeño, con una sonrisa muy dulce, decía: "Dios es un Espíritu eterno, uno y trino, y la segunda Persona se ha encarnado por amor a nosotros, que somos pobres, y su nombre...". -¡Oh, mi Señor! Pero... ahora que me doy cuenta... ¡eres Tú!». El niño, lleno de estupor, se arroja al suelo adorando.

Todos acuden, creyendo que se ha caído; pero Jesús hace un gesto de silencio llevándose el dedo a los labios, y dice:
-¡Levántate, Yabés! ¡Los niños no deben tener miedo de mí!
El niño levanta la cabeza, lleno de veneración, y mira a Jesús con expresión cambiada, casi de miedo.

Jesús sonríe y le tiende la mano diciendo: -Eres sabio, pequeño israelita. Continuemos el examen entre nosotros. Ahora que me has reconocido, ¿sabes si se habla de mí en el Libro? -¡Oh, sí, Señor! Desde el principio hasta ahora.

Todo habla de ti Tú eres el Salvador prometido. Ahora entiendo que abras las puertas del Limbo. ¡Oh, Señor... Señor! ¿Y me quieres mucho? -Sí, Yabés.
-No. No me llames ya Yabés. Dame un nombre que signifique que me has querido, que me has salvado...

-El nombre lo elegiré junto con mi Madre. ¿Te parece bien?
-Pero que quiera decir exactamente eso. Lo tomaré desde el mismo día que me haga hijo de la Ley.

-Lo tomarás ese día.
Betel ha quedado ya atrás. Se detienen a comer en un vallecillo fresco y rico en agua.

Yabés está medio aturdido después de la revelación; come en silencio, aceptando con veneración los bocados que le ofrece Jesús; poco a poco se va recobrando, especialmente después de jugar intensamente con Juan mientras los otros descansan sobre la hierba verde; luego vuelve donde Jesús, junto con el risueño Juan, y tienen una pequeña tertulia de tres personas.

-A1 final no me has dicho quién habla de mí en el Libro.
-Los Profetas, Señor; y antes todavía. Habla de ti el Libro desde la expulsión de Adán del Paraíso. Luego cuando Jacob y cuando Abraham y Moisés... Me decía mi padre, que había ido a visitar a Juan -no a éste, sino al otro Juan, al del Jordán -, que él, el gran Profeta, te llamaba el Cordero... Ahora entiendo, sí, el cordero de Moisés... ¡La Pascua eres Tú!

Juan lo anima:
-Pero, ¿qué Profeta es el que profetizó mejor de Él?

-Isaías y Daniel. Pero prefiero a Daniel, ahora que te quiero como a mi padre. ¿Puedo decir que te quiero como he querido a mi padre? ¿Sí? Pues ahora prefiero a Daniel.
-¿Por qué, si quien habla mucho del Cristo es Isaías?...

-Sí, pero habla de los dolores del Cristo; sin embargo, Daniel habla del ángel hermoso y de tu venida. Es verdad que también Daniel dice que el Cristo será inmolado, pero yo creo que el Cordero será inmolado de un sólo golpe, no como dicen Isaías y David. Yo lloraba siempre al oírlos, así que mi madre no volvió a leérmelos. Casi llora también en este momento, mientras acaricia una mano de Jesús.
-No pienses en eso por ahora. Escucha, ¿sabes los mandamientos?

-Sí, Señor. Creo saberlos. En el bosque me los repetía a mí mismo para no olvidarlos y para oír las palabras de mi madre y de mi padre. Pero ahora ya no lloro -la verdad es que sus pupilas brillan intensamente -porque ahora te tengo a ti.

Juan sonríe y se abraza a su Jesús diciendo:
-¡Son mis mismas Palabras! Todos los niños de corazón hablan igual.

-Sí, porque sus palabras provienen de una única sabiduría. Bien, tendríamos que ponernos en camino para llegar muy pronto a Berot. La gente aumenta y el tiempo se pone amenazador. Tomarán al asalto los alojamientos, y no quiero que caigáis enfermos.

Juan llama a los compañeros y se reanuda la marcha hasta Berot, a través de una llanura no muy cultivada, aunque tampoco completamente yerma como estaba el montecillo que salvaron después de Silo.


   


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