Thursday April 25,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

181- La parábola del trigo y la cizaña


Una aurora clara aljofara el lago y envuelve las colinas en niebla, ligera como velo de muselina, tras la cual se ven más graciosos los olivos y nogales y las casas y las cimas de los pueblos ribereños. Las barcas se deslizan serenas, silenciosas, en dirección a Cafarnaúm. Pero, en un momento dado, Pedro gira la caña del timón; tan bruscamente, que la barca se ladea.

-¿Qué haces? -dice Andrés.

-Allí hay una barca de uno de esos avestruces. Está saliendo de Cafarnaúm. Tengo buenos ojos, y, desde ayer noche, olfato de perro rastrero. No quiero que nos vean. Vuelvo al río. Iremos a pie.

La otra barca ha hecho la misma maniobra, pero Santiago, que va al timón, pregunta a Pedro:
-¿Por qué haces esto?
-Ya te lo diré. Ven detrás de mí.

Jesús, que está sentado en la popa, vuelve de su ensimismamiento ya casi a la altura del Jordán.

-Pero ¿qué haces, Simón? -pregunta.
-Bajamos aquí. Hay un chacal merodeando. No podemos ir a Cafarnaúm hoy. Primero voy yo a ver el ambiente; yo con Simón y Natanael. Tres personas dignas contra tres indignas... si es que no son más las indignas.

-¡No veas ahora asechanzas por todas partes! ¿No es la barca de Simón el fariseo?
-Sí, justamente ésa.
-No estaba cuando la captura de Juan.
-No sé nada.

-Siempre es respetuoso conmigo.
-No sé nada.
-Me haces aparecer como una persona que huye.
-No sé nada.
A pesar de que Jesús no tenga ganas de reír, debe por fuerza sonreír ante la santa testarudez de Pedro.
-Pero tendremos que ir a Cafarnaúm, ¿no?! Si no es hoy, será en otro momento

-Ya te he dicho que voy antes yo y veo cómo está el ambiente, y... si es necesario... sí, lo haré también... será un malísimo trago... pero lo haré por amor a ti... Iré... iré donde el centurión a solicitar protección...

-¡No, hombre, no hace falta!

La barca se detiene en la pequeña playa desierta que está en el lado opuesto a Betsaida. Bajan todos.
-Venid vosotros dos. Tú también, Felipe. Los jóvenes quedaos aquí. Tardaremos poco.

El neodiscípulo Elías suplica:

-Ven a mi casa, Maestro. Para mí sería un motivo de gran alegría que te hospedases en ella...
-Voy a tu casa. Simón, nos encontraremos en casa de Elías. Adiós, Simón. Ve, pero sé bueno, prudente y misericordioso. Ven, que quiero besarte y bendecirte.

Pedro no da seguridad de que será bueno, ni paciente ni misericordioso; se limita a guardar silencio. Se besan recíprocamente. Es el mismo gesto de saludo de Jesús con el Zelote, Bartolomé y Felipe. Y las dos comitivas se separan ya, tomando direcciones opuestas.

Entran en Corazín en pleno día, terminada ya la aurora. No hay tallito que no brille con gemas de rocío. Los pájaros cantan por todas partes. El aire es puro, fresco: parece saber incluso a leche, a una leche más vegetal que animal.

Y hay olor a cereales formándose dentro de las espigas, a almendros cargados de frutos... un olor ya experimentado por mí en las frescas mañanas en los óptimos campos de la llanura paduana.

Llegan pronto a casa de Elías. Pero ya muchos en Corazín saben que ha llegado el Maestro, y, cuando Jesús está para atravesar el umbral, una madre acude gritando:
-Jesús, Hijo de David, piedad de mi hijita!
Lleva en brazos a una niña de unos diez años, cérea y flaquísima (más que cérea, amarillenta).
-¿Qué le pasa a tu hija?

-Tiene fiebres. Se las ha cogido pastoreando por la ribera del Jordán. Porque somos los pastores de un hombre rico. Su padre me ha llamado para que acompañara a la niña, que estaba enferma. Él ha vuelto a los montes. Pero, como sabes, con esta enfermedad no se puede subir a lugares elevados. Y no puedo quedarme aquí. El amo me lo ha permitido hasta ahora. Pero yo estoy encargada de esquilar a las ovejas y de ayudar en los partos. Llega el tiempo de nuestra labor, la de los pastores. Si me quedo, nos despedirán o estaremos divididos; veré morir a mi hija, si subo al Hermón.

-¿Tienes fe en que puedo hacerlo?
-Hablé con Daniel, pastor de Eliseo. Me dijo: "Nuestro Niño cura todos los males. Ve al Mesías". Desde más allá de Merón vengo con ésta en brazos, buscándote a ti. Y habría seguido caminando hasta encontrarte...
-No camines más, sino para regresar a casa, al trabajo sereno. Tu hija está curada porque Yo lo quiero. Ve en paz.
La mujer mira a su hija y a Jesús. Quizás espera ver que instantáneamente la niña engorde de nuevo y recupere el color. Ésta también mira al rostro de Jesús, con ojos como platos, aunque cansados, y sonríe.

-No temas, mujer. No te estoy engañando. La fiebre ha desaparecido para siempre. Según vayan pasando los días, la niña recuperará su lozanía. Déjala que camine, no se tambaleará ya, ni sentirá cansancio.
La madre deja en el suelo a la niña, la cual se tiene bien derecha y sonríe cada vez más contenta, y acaba gorjeando con su voz argentina:

-¡Bendice al Señor, mamá! ¡Siento que estoy perfectamente sana! -y con sencillez de pastorcita y de niña se lanza al cuello de Jesús y lo besa. La madre, reservada como la edad enseña, se prosterna y besa el vestido bendiciendo al Señor.

-Marchaos. Recordad el beneficio que habéis recibido del Señor y sed buenas. La paz esté con vosotras.
En esto, la gente ya se ha agolpado en el huertecillo de la casa de Elías, ya reclama la palabra del Maestro. Y Jesús cede, a pesar de que no tenga muchas ganas de hacerlo, entristecido como está por la captura del Bautista y por el modo en que se ha producido, y empieza a hablar bajo la sombra de los árboles.

Durando todavía este hermoso tiempo de cereales que espigan, quisiera proponeros una parábola tomada de ellos.

Escuchad.

El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras el hombre y sus siervos dormían, vino su enemigo y esparció semilla de cizaña en los surcos, y se fue. Nadie al principio se dio cuenta de nada. Llegó el invierno y con él las lluvias y escarchas; llegó el final de Tébet y brotó el trigo: un verde tierno de hojitas apenas despuntadas; parecían todas iguales en su inocente infancia. Llegó Sabat y luego Adar y se formaron las plantas y luego granaron las espigas.

Entonces se vio que el verde no era todo de trigo, sino que también había cizaña, y bien enroscada a los tallitos del trigo con sus zarcillos finos y tenaces.

Los siervos del amo fueron a su casa y dijeron:
-Señor, ¿qué semilla has sembrado? ¿No era simiente selecta, sin semilla alguna que no fuera de trigo?
-Claro que lo era. He elegido los granos, todos de igual formación: me hubiera dado cuenta, si hubiera habido otras semillas.

-¿Y entonces, cómo es que ha nacido tanta cizaña entre tu trigo?
El patrono pensó y respondió:

-Algún enemigo mío me ha hecho esto para perjudicarme.

Los siervos preguntaron entonces:

-¿Quieres que recorramos los surcos y, con paciencia, arranquemos la cizaña para liberar las espigas? Mándalo y lo haremos.

Pero el patrono respondió:

-No. Al hacerlo, podríais extirpar también el trigo y, casi seguro, dañar las espigas, que están aún tiernas.

Dejad que estén juntos ambos hasta la siega; entonces diré a los segadores: “Segad todo junto. Antes de atar las gavillas  , ahora que los zarcillos de la cizaña al secarse se han hecho friables, y, por el contrario, las apretadas espigas están más fuertes y duras, separad del trigo la cizaña y haced con ella haces aparte; después los quemaréis: servirán de abono para el terreno. Pero el buen trigo llevadlo a los graneros: servirá para hacer un excelente pan, con bochorno para mi enemigo, que lo único que habrá ganado será resultar abyecto a Dios por su odio'".

Ahora reflexionad en vuestro interior acerca de lo frecuente y numerosa que es la siembra del Enemigo en vuestros corazones. Comprended, pues, cuán necesario es vigilar con paciencia y constancia para que poca cizaña se mezcle con el trigo seleccionado. El destino de la cizaña es arder. ¿Queréis arder o llegar a ser ciudadanos del Reino? Decís que queréis ser ciudadanos del Reino. Pues sabedlo ser. El buen Dios os da la Palabra. El Enemigo vigila para transformarla en nociva, porque harina de trigo mezclada con harina de cizaña da pan amargo, nocivo para el vientre. Si tenéis cizaña en vuestra alma, sabed con vuestra buena voluntad separarla, para arrojarla fuera y no ser indignos de Dios.

-Podéis iros, hijos. La paz sea con vosotros.
La gente va despejando el lugar lentamente. A1 final, en el huerto no quedan sino los ocho apóstoles, Elías, el hermano y la madre de éste y el anciano Isaac, que apacienta su alma mirando de hito en hito a su Salvador.
-Venid aquí, en torno a mí, y escuchad. Os voy a explicar el sentido completo de esta parábola, que tiene otros dos aspectos además del que he dicho a la muchedumbre.

En el sentido universal, la parábola tiene esta aplicación: el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino de Dios, sembrados por Dios en el mundo en espera de que alcancen su máximo desarrollo y sean cortados por la Guadaña, y los lleven al Amo del mundo para que los almacene en sus graneros; la cizaña son los hijos del Maligno, esparcidos a su vez por el campo de Dios con la intención de causar dolor al Amo del mundo y de perjudicar a las espigas de Dios -el Enemigo de Dios, por un sortilegio, los ha sembrado de propósito (porque verdaderamente el Diablo desnaturaliza al hombre hasta hacer de éste una criatura suya, y siembra la cizaña para apartar de la recta vía a los que no ha podido someter de otra manera)-; la siega, o, más exactamente, la formación de las gavillas y su transporte a los graneros, es el fin del mundo, y quienes la llevan a cabo son los ángeles: a ellos les ha sido encargado reunir a las segadas criaturas, y separar el trigo de la cizaña; y, de la misma forma que ésta es arrojada a las llamas en la parábola, así serán arrojados al fuego eterno los condenados, en el Ultimo Juicio.

El Hijo del hombre ordenará eliminar de su Reino a todos los que hayan cometido escándalos y a los inicuos. Porque el Reino estará en la tierra y en el Cielo y entre los miembros del Reino de la tierra habrá, mezclados, muchos hijos del Enemigo, los cuales, como dijeron también los Profetas, alcanzarán la perfección del escándalo y de la abominación en cada uno de los ministerios de la tierra y atormentarán gravemente a los hijos del espíritu. Del Reino de Dios, de los Cielos, ya habrán sido alejados los pervertidos, porque en el Cielo no cabe corrupción. Así pues, los ángeles del Señor, batiendo la hoz por entre las hileras de la última cosecha, segarán y luego separarán el trigo de la cizaña; ésta será arrojada al horno ardiente, donde habrá llanto y rechinar de dientes; los justos -el trigo selecto -, sin embargo, serán conducidos a la Jerusalén eterna, donde brillarán como soles en el Reino del Padre mío y vuestro.

Esto en el sentido universal. Pero, para vosotros, hay otro sentido más, que responde a las preguntas que en distintas ocasiones, especialmente desde ayer noche, os estáis haciendo. Vosotros os preguntáis: ¿Pero, entonces, entre la masa de los discípulos puede haber traidores?", y se estremece vuestro interior de horror y turbación. Pues bien, puede haberlos; es más, los hay.

El Sembrador esparce la buena semilla. En este caso, más que "esparcir" se podría decir: "coge", porque el maestro, sea Yo o sea Juan el Bautista, había elegido a sus discípulos. ¿Cómo es que, entonces, se han pervertido? No, no, digo mal llamando "semilla" a los discípulos; podríais entenderlo mal; diré "campo". Cada discípulo es un campo, elegido por el maestro para constituir el área del Reino de Dios, los bienes de Dios. A ellos dedica el maestro su esfuerzo para cultivarlos y que den todo el fruto. Todos los cuidados, todos; con paciencia, amor, sabiduría, esfuerzo, constancia; ve también sus tendencias malas, sus sequedades y avideces, obcecaciones y debilidades. Y espera, siempre espera, corroborando su esperanza con la oración y la penitencia, porque quiere llevarlos a la perfección.

Pero las parcelas de terreno están abiertas; no son un jardín cerrado, amurallado, cuyo patrono sea sólo el maestro y en las cuales pueda entrar sólo él. Están abiertas. Puestas en el centro del mundo, en medio del mundo; todos se pueden acercar y entrar en ellas. Todos y todo. ¿No es la cizaña la única mala semilla sembrada! La cizaña podría ser símbolo de la ligereza amarga del espíritu del mundo. No, en estos campos nacen, arrojadas por el Enemigo, todas las otras semillas: ortigas, esteba, cuscuta, convólvulos, cicuta y otras plantas venenosas. ¿Por qué? ¿Qué son?

Las ortigas son los espíritus punzantes, indomables, que hieren por exceso de veneno y causan mucho malestar. La esteba son los parásitos, que agotan al maestro sin saber hacer cosa alguna que no Sea arrastrarse y chupar, gozando del trabajo de éste y perjudicando a los que ponen su mejor voluntad, que verdaderamente sacarían mayor provecho si el maestro no se viera turbado y distraído por las atenciones que exige la esteba. Los convólvulos ociosos que no se levantan del suelo si no es aprovechándose de los demás. Las cuscutas son tormento en el camino ya de por sí penoso del maestro, tormento también para los discípulos fieles que le siguen; son como garfios, se hincan, desgarran, arañan, introducen desconfianza y sufrimiento. Las plantas venenosas representan a los delincuentes entre los demás discípulos, aquellos que incluso traicionan o matan, como la cicuta y otras plantas tóxicas. ¿Habéis visto alguna vez qué bonitas son, con sus florecillas que se transforman en bolitas blancas, rojas, o de color cerúleo-violeta? ¿Quién puede pensar que esa corola estelar, cándida o apenas rosada, con su corazoncito de oro... quién puede pensar que esos corales multicolores, tan semejantes a otros tantos pequeños frutos -delicia de pájaros y niños -, pueden, una vez maduros, ocasionar la muerte? Nadie. Y los inocentes caen en la trampa: creen que todos son buenos como ellos, los cogen... y mueren.

¡Creen que todos son buenos como ellos! ¡Oh, qué verdad que sublima al maestro y condena a quien lo traiciona! ¿Cómo? ¿La bondad no desarma?, ¡no hace inocua a la mala voluntad? No, no la hace inocua porque el hombre que ha caído en manos del Enemigo es in-sensible a todo lo superior, y cualquier cosa superior, para él, cambia de aspecto: la bondad será entonces debilidad que puede ser lícitamente pisoteada, y agudiza su mala voluntad, como el olor de la sangre agudiza en una fiera el deseo de degollar. También el maestro es siempre inocente... y deja que el traidor lo envenene, porque no quiere, y no puede dejar pensar a los otros que un hombre pueda llegar a matar a un inocente.

En los campos del maestro (los discípulos) penetran los enemigos, que son muchos (el primero, Satanás; los otros, sus siervos, o sea, los hombres, las pasiones, el mundo y la carne). El discípulo más vulnerable frente a aquéllos es el que no está enteramente con su maestro, sino a caballo entre el maestro y el mundo. No sabe, no quiere separarse enteramente de lo que constituye mundo, carne, pasiones y demonio, para ser enteramente de aquel que a Dios lo lleva. Sobre éste esparcen sus semillas el mundo y la carne, las pasiones y el demonio. Oro, poder, mujer, orgullo, miedo a un juicio negativo del mundo, espíritu de utilitarismo: "Los grandes son los más fuertes. Los sirvo para tener su amistad"... ¡Y uno se hace un delincuente, se condena, por estas míseras cosas!...

¡Por qué el maestro, viendo la imperfección de su discípulo -si bien no quiere rendirse ante el pensamiento de que será su asesino -, no le cercena inmediatamente de sus filas? Esta es la pregunta que os hacéis.

La respuesta es: "Porque hacerlo sería inútil". Haciéndolo no lo suprimiría como enemigo; antes al contrario, su enemistad se duplicaría y se haría más diligente, por la rabia de haber sido descubierto o el dolor de haber sido expulsado. Dolor, sí, porque a veces el discípulo malo no se da cuenta de que lo es; tan sutil es la obra demoníaca que no la advierte (viene a ser poseído por el demonio sin sospechar que está siendo sometido a esta operación). Rabia, sí, rabia por haber sido conocido en lo que es; esto sucede cuando no es inconsciente de la operación de Satanás y sus adeptos (los hombres que tientan al débil en sus debilidades para quitar del mundo al santo que ofende sus maldades con el contraste de su bondad).

Y entonces el santo ora y se abandona en Dios: "hágase lo que permites que se haga", dice, añadiendo sólo la cláusula: "si sirve para tu finalidad". El santo sabe que ha de llegar la hora en que serán separadas de sus espigas las malas plantas de cizaña. ¿Y quién lo hará? Dios mismo, que no permite más de cuanto es útil para la victoria de su voluntad de amor.

-Pero si admites que siempre son Satanás y sus adeptos... me parece que disminuye la responsabilidad del discípulo ­dice Mateo.

-No lo creas. Si el Mal existe, también existe el Bien, y en el hombre existe el discernimiento y con éste la libertad.

-Dices que Dios no permite más de cuanto es útil al triunfo de su voluntad de amor. Por tanto, este error incluso es útil, si lo permite, y sirve para que triunfe la voluntad divina-dice Judas Iscariote.

-Con lo cual arguyes, como Mateo, que ello justifica el delito del discípulo.

(Dios no permite más de cuanto es útil al triunfo de su voluntad de amor. Si bien Dios permite que el hombre lleve a cabo lo que voluntariamente elige realizar-y ello es para depurarlo y confirmarlo en gracia, o juzgarlo merecedor de castigo -la culpabilidad del hombre no se ve disminuida por ningún motivo. Porque, si bien es verdad que el hombre, bajo el impulso de Dios o el impulso de Satanás, puede hacer el bien o el mal, no es menos cierto que sólo Dios debería ser seguido, en sus incitaciones de amor, por el hombre, que de El ha recibido todos aquellos dones naturales, morales y sobrenaturales, capaces de hacer de él un hijo de Dios heredero del. Cielo)

Dios había creado al león exento de saña y a la serpiente sin veneno; ahora el primero es feroz y la segunda venenosa. Pero Dios, por este motivo, los ha separado del hombre. Medita en esto y aplica apropiadamente. Vamos a la casa. El sol ya es intenso, demasiado; como si estuviera para venir una tormenta; y estáis cansados por la noche pasada sin dormir.

-La habitación alta de la casa es amplia y fresca. Podréis descansar -dice Elías.

Suben por la escalera exterior. Pero sólo los apóstoles se echan sobre las esteras para descansar; Jesús sale a la terraza, sombreada en un ángulo, bajo un altísimo roble, y se sumerge en sus pensamientos.


   


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