Thursday March 28,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

175- El leproso curado al pie del Monte. Generosidad del escriba Juan


Entre las muchas flores que perfuman el suelo y alegran la vista, se yergue el horrendo espectro de un leproso, llagado, maloliente, corroído.

La gente grita de espanto y se vuelca de nuevo hacia las primeras pendientes del monte. Hay quien incluso agarra piedras para tirárselas al imprudente.

Pero Jesús se vuelve, con los brazos abiertos, gritando:

-¡Paz! ¡Quedaos donde estáis y no tengáis miedo! Dejad las piedras. Tened piedad de este pobre hermano. También él es hijo de Dios.

La gente obedece dominada por el poder del Maestro, que se acerca a través de las altas hierbas en flor hasta pocos pasos del leproso, el cual a su vez, habiendo comprendido que está bajo la protección de Jesús, se ha acercado también.

Ya próximo a Jesús, se postra: la hierba florecida lo acoge, lo sumerge, cual fresca y perfumada agua. Las flores ondean y se agrupan, como haciendo de velo a la miseria celada tras ellas. Sólo la voz quejumbrosa que de allí dentro proviene recuerda la presencia de un pobre ser. La voz dice:

-Señor, si Tú quieres puedes limpiarme. ¡Ten piedad también de mí!

Jesús responde:

-Alza tu rostro y mírame. El hombre debe saber mirar al Cielo cuando cree en él; y tú crees, porque pides.

Las hierbas se agitan y se abren de nuevo. Aparece, cual cabeza de náufrago sobre la superficie del mar, el rostro del leproso, despojado de cabellos y de barba. Es una cabeza de calavera con restos de carne todavía.

Sin embargo, Jesús se atreve a colocar la punta de sus dedos en esa frente, en el punto en que está limpia, o sea, sin llagas, donde sólo es piel cinérea, escamosa, entre dos erosiones purulentas, de las cuales una ha destruido el cuero cabelludo y la otra ha abierto un hueco donde antes estaba el ojo derecho, de manera que no sabría decir si dentro de ese enorme agujero lleno de porquería, que va desde la sien hasta la nariz, dejando al descubierto el pómulo y el cartílago nasal, está o no todavía el globo ocular.

Y dice Jesús, manteniendo apoyada ahí la punta de su bonita mano:

-Lo quiero. Queda limpio.

Y, como si el hombre no estuviera corroído por la lepra y llagado, sino sólo recubierto de porquería, y sobre él se arrojasen aguas purificadoras, el mal desaparece.

Primero se cierran las llagas, luego recupera su color claro la piel, el ojo derecho vuelve a aparecer bajo el renacido párpado, los labios vuelven a cerrarse delante de los dientes amarillentos. Sólo le siguen faltando el pelo y la barba (aparecen escasos mechones de pelo en los lugares donde antes existía todavía un trocito de epidermis sana).

La muchedumbre grita de estupor. El hombre, por esos gritos de júbilo, comprende que ha quedado curado. Levanta las manos, que hasta este momento habían quedado escondidas entre la hierba, y se toca el ojo, en el lugar en que antes estaba el enorme agujero; se toca la cabeza, donde antes estaba la extensa llaga que dejaba al descubierto el hueso craneal, y siente la nueva piel. Entonces se pone en pie y se mira el pecho, las caderas... Todo ha quedado curado y limpio... El hombre se deja caer de nuevo sobre el prado florido llorando de alegría.

-No llores. Levántate y escúchame. Cumple el rito y vuelve a la vida; no hables a nadie hasta que no lo hayas cumplido. Preséntate lo antes posible al sacerdote, haz la ofrenda prescrita por Moisés como testimonio del milagro de tu curación.

-¡A ti te debería presentar mi testimonio, Señor!
-Así lo harás amando mi doctrina. Ve.

La muchedumbre se ha acercado de nuevo, y, aun guardando debida distancia, se congratula con el hombre que ha sido curado. No falta quien siente la necesidad de arrojarle, como viático, unas monedas. Otros le lanzan unos panes y otras provisiones, y uno, viendo que el vestido del leproso no es sino un harapo reducido a jirones que deja todo al descubierto, se quita el manto, lo anuda como si fuese un pañuelo muy grande y se lo arroja al leproso, el cual puede así taparse de forma decente. Otro -pues la caridad es contagiosa cuando se hace en común -no resiste al deseo de procurarle las sandalias: se las quita y las lanza hacia el leproso.

-¿Y tú? -pregunta Jesús al ver el gesto.

-Estoy aquí cerca. Puedo andar descalzo. Él tiene que recorrer mucho camino.

-La bendición de Dios descienda sobre ti y sobre todos los que han favorecido a este hermano. Hombre: pedirás por ellos.

-Sí, sí; por ellos y por ti: para que el mundo tenga fe en ti.
-Adiós. Ve en paz.

El hombre anda unos metros y luego se vuelve y grita:
-¿Puedo decirle al sacerdote que Tú me has curado?
-No hace falta. Di solamente: "El Señor ha tenido misericordia de mí". Dices toda la verdad y no hace falta más.

La gente se arremolina en torno al Maestro. Es un círculo que bajo ningún concepto quiere abrirse. Pero, entretanto, el sol se ha ocultado y comienza el reposo del sábado. Los centros habitados están lejos. De todas formas, la gente no echa de menos ni el pueblo ni la comida ni nada. No sucede lo mismo con los apóstoles, y se lo comentan a Jesús. También los discípulos ancianos están preocupados.

Hay mujeres y niños, y, si bien la temperatura de la noche es moderada y la hierba de los campos está blanda, las estrellas no son pan ni se transforman en alimentos las piedras de las laderas.

Jesús es el único que se lo toma con tranquilidad. La gente, mientras, come lo que les había sobrado, sin mayores problemas. Jesús llama la atención de los discípulos sobre este hecho:

-¡En verdad os digo que éstos están más adelantados que vosotros! Mirad con qué despreocupación consumen todo lo que tienen. Les he dicho: "El que no sea capaz de creer que mañana Dios dará el alimento a sus hijos que se retire", y se han quedado aquí. Dios no desmentirá a su Mesías ni defraudará a quien en Él espera.

Los apóstoles se encogen de hombros y ya no se ocupan de nada más.

Se pone la tarde, después de un intenso rojo de ocaso, serena y bella; el silencio del campo se extiende sobre todas las cosas, tras el último coro de los pájaros. Algún frufrú del viento y luego el primer vuelo mudo de ave nocturna junto a la primera estrella y la primera rana que croa.

Los niños ya duermen. Los adultos hablan entre sí. De vez en cuando alguno va a donde el Maestro a pedirle alguna aclaración. Es así que no se produce estupor cuando, por un sendero entre dos campos de trigo, se ve venir a una persona que impone por su aspecto, indumento y edad. Le siguen algunos hombres. Todos se vuelven a mirarlo y se lo señalan unos a otros bisbiseando. El bisbiseo se transmite de grupo a grupo. Se aviva y se atenúa. Los grupos más lejanos se acercan atraídos por la curiosidad.

El hombre de noble aspecto llega hasta donde Jesús, que está sentado al pie de un árbol escuchando a unos hombres, y lo saluda con toda reverencia. Jesús se alza enseguida y responde al saludo con igual respeto. Los presentes se centran completamente en ellos.

-Estaba en el monte. Quizás has pensado que no tenía fe, que me iba por miedo a tener que ayunar. La verdad es que me fui por otro motivo. Quería comportarme como hermano con los hermanos, como el hermano mayor. Quisiera manifestarte aparte lo que pienso. ¿Podrías escucharme? A pesar de ser un escriba, no soy enemigo tuyo.

-Vamos un poco lejos... -y se meten entre los cereales.

-Quería proveer de alimento a los peregrinos, así que bajé para encargar que hicieran pan para una multitud. Respecto a la distancia estoy dentro de la Ley, porque estos campos son míos y de aquí a la cima se puede recorrer en día de sábado. Mi intención era venir mañana con los siervos, pero he sabido que estabas aquí con la muchedumbre. Te ruego que me permitas surtir de lo necesario a la muchedumbre este sábado; si no, sentiría demasiado el haber renunciado a tus palabras por nada.

-En ningún caso hubiera sido por nada, porque el Padre te habría recompensado con sus luces. Yo por mi parte te doy las gracias. No te defraudaré. Lo único que quisiera observarte es que la gente es mucha.

-He encargado que enciendan todos los hornos, incluso los que se usan para secar productos agrícolas. Conseguiré pan para todos.

-No lo digo por eso, lo digo por la cantidad de pan...
-No me causa problema. El año pasado recogí mucho trigo, y este año ya ves qué espigas. Déjame, que sé lo que hago. ¡Qué mayor seguridad para mis tierras! Y, además,

Maestro... ¡El pan que me has dado hoy!... ¡Tú sí que eres Pan del espíritu!...

-Sea entonces como quieres. Ven, vamos a decírselo  a los peregrinos.

-No. Tú lo has dicho.
-¿Y eres escriba?

-Sí, lo soy.

-Que el Señor te lleve a donde tu corazón merece.

-Comprendo lo que no dices. Quieres decir: a la Verdad. Porque en nosotros hay mucho error y.., y mucha mala fe.
-¿Quién eres?

-Un hijo de Dios. Ruega al Padre por mí. Adiós.

-La paz sea contigo.

Jesús regresa lentamente hacia los suyos mientras el hombre se aleja con los siervos.

-¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Te ha dicho alguna cosa desagradable? ¿Tiene algún enfermo?

Jesús se ve asaltado de preguntas.

-No sé quién es. Bueno, quiero decir, tiene buen corazón y esto me...

-Es Juan el escriba -dice uno de la multitud.

-Bien, pues ahora lo sé por tus palabras. Quería sencillamente ser el siervo de Dios para con los hijos de Dios. Orad por él porque mañana todos comeremos gracias a su bondad.

-Verdaderamente es un justo» dice uno.

-Sí. Lo que no sé es cómo puede ser amigo de otros -comenta otro.

-Fajado de escrúpulos y de reglas como un recién nacido; pero no es malo -concluye otro.

-¿Son éstas sus tierras? -preguntan muchos, que no son de la zona.

-Sí. Creo que el leproso era uno de sus siervos o de sus labriegos; pero permitía que estuviera en las cercanías, e incluso creo que le daba de comer.

La crónica continúa, pero Jesús se abstrae de ello y llama a sí a los doce y les pregunta:

-¿Y ahora qué tengo que deciros por vuestra incredulidad? ¿No ha puesto, acaso, el Padre pan para todos nosotros en las manos de una persona que, por su casta, está contra mí?

¡Oh, hombres de poca fe!... Id, id allí, al mullido heno y dormid. Yo voy a orar al Padre para que abra vuestros corazones y para darle las gracias por su bondad. Paz a vosotros.

Y va a las primeras pendientes del monte. Se sienta y se recoge en su oración. Alza los ojos y ve el rebaño de las estrellas que abarrotan el cielo; los baja y ve el rebaño de los que duermen echados en los prados. Nada más; mas es tal la alegría que siente en su corazón, que parece transfigurarse de luz...


   


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