Wednesday April 24,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

282- La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo, Juan de Endor y Síntica


Jesús, con los apóstoles y discípulos, va camino de Betania. Está precisamente hablando con los discípulos; les está dando la orden de separarse: los judíos irán por Judea, los galileos subirán por la Transjordania, anunciando al Mesías.

Esto último despierta alguna objeción. Me parece que la Transjordania no gozaba de buena fama entre los israelitas. Hablan de ella casi como de regiones paganas. Pero ello ofende a los discípulos de esta zona. Entre ellos están el arquisinagogo de Agua Especiosa -la voz más autorizada-y también un joven cuyo nombre desconozco; y defienden enfervorizadamente a sus ciudades y paisanos.

Timoneo dice:

-Ven a Aera, Señor. Verás como allí te respetan. No encontrarás en Judea tanta fe como allí. 0, mejor: yo no quiero ir. Tenme contigo. Que vaya un judío con un galileo a mi ciudad. Verán cómo ha sabido creer en ti sólo por mi palabra.

Y el joven dice:

-Yo he sabido creer sin haberte visto ni siquiera una vez. Después del perdón de mi madre, te he buscado. De todas formas, me gustaría volver, a pesar de que ello comporte burlas de los malos del lugar, malos como era yo antes, y reproches de los buenos por mi pasada conducta. Pero no me importa. Te predicaré con mi ejemplo.

-Bien dices. Harás como has dicho. Luego subiré Yo. Tú también. Timoneo, has hablado con buen juicio. Irán, pues, Hermas y Abel de Belén de Galilea a anunciarme a Aera, mientras que tú, Timoneo, te quedarás conmigo. Pero no quiero estas discusiones. Ya no sois ni judíos ni galileos; sois los discípulos. Es suficiente. El nombre y la misión os equiparan en región, en grado, en todo. Sólo os podéis diferenciar en una cosa, en la santidad: la santidad será individual y tendrá la medida que cada uno sepa alcanzar. De todas formas, quisiera que tuvierais todos la misma medida, la perfecta. ¿Veis a los apóstoles? Estaban como vosotros, divididos por razas u otras cosas.

Ahora, después de más de un año de instrucción, son únicamente los apóstoles. Haced vosotros lo mismo, de forma que, como entre vosotros el sacerdote convive con el que fue pecador, el rico con el que fue mendigo, el joven junto al hombre longevo, haced que se anule la separación de pertenecer a esta o aquella región. Tenéis una sola patria: el Cielo. Porque habéis emprendido voluntariamente el camino que lleva al Cielo. No deis nunca a mis enemigos la impresión de ser enemigos entre vosotros. El enemigo es
el pecado, y ningún otro.

Avanzan en silencio un rato. Luego, Esteban se acerca al Maestro y dice:

-Tendría que decirte una cosa. He esperado a que me la preguntes, pero no lo has hecho. Ayer me habló Gamaliel...
-Lo vi.
-¿No me preguntas lo que me dijo?
-Espero a que me lo digas tú, porque el buen discípulo no tiene secretos para su Maestro.
-Gamaliel... Maestro, ven unos metros delante conmigo...
-Vamos, sí. Pero podías hablar en presencia de todos...
Se adelantan unos metros. Esteban, ruborizado, dice:
-Debo darte un consejo, Maestro. Perdóname...

-Si es bueno, lo aceptaré. Habla.
-Maestro, en el Sanedrín todo se sabe antes o después. Es una institución que tiene mil ojos y cien tentáculos. Penetra por todas partes, ve todo, oye todo. Sus informadores superan en número a los ladrillos de los muros del Templo. Muchos viven así...

-Como espías. Termina, sí. Es verdad. Lo sé. ¿Y entonces?

¿Qué han dicho, más o menos verdadero, en el Sanedrín?

-Han dicho... todo. No sé cómo se las arreglan para saber ciertas cosas. Ni siquiera sé si son o no verdaderas...

Pero te digo que me ha dicho Gamaliel textualmente: "Di al Maestro que haga circuncidar a Hermasteo, o que, si no, que lo separe del grupo, para siempre. No hace falta decir nada más"

-Efectivamente, no hace falta decir nada más. Ante todo, porque si voy a Betania es precisamente para esto; estaré allí hasta que Hermasteo pueda viajar de nuevo. En segundo lugar, porque ninguna justificación podría demoler las prevenciones y... las exageradas reservas de Gamaliel, que está escandalizado por el hecho de que lleve conmigo a un incircunciso de un miembro del cuerpo. ¡Ay, si mirase a su alrededor y dentro de sí!, ¡cuántos incircuncisos en Israel.

-Pero Gamaliel...

-Es el perfecto representante del viejo Israel. No es malo, pero... Mira este canto. Podría romperlo, pero no lo haría maleable. Lo mismo él. Deberá ser triturado para adquirir nueva forma. Y lo haré.

-¿Quieres hacer la guerra a Gamaliel? ¡Atento, porque es poderoso!

-¿Hacerle la guerra, como si fuese un enemigo? No. Al contrario de presentarle batalla, lo amaré, complaciéndole en un deseo para su cerebro momificado, y derramando sobre él un bálsamo que ha de disgregarlo para darle forma nueva.

-Pediré yo también para que esto se cumpla, porque lo quiero. ¿Hago mal?

-No. Debes amarlo orando por él; y lo harás, ciertamente lo harás. Es más, serás tú precisamente el que me ayude a elaborar el bálsamo... En todo caso, dile a Gamaliel, para que se tranquilice, que ya había pensado en Hermasteo, y que le agradezco el consejo.

 Bien, hemos llegado a Betania. Detengámonos. Hemos llegado al lugar en que nos separaremos. Quiero bendeciros a todos.

Y se reúne de nuevo con el espeso y único grupo de los apóstoles y discípulos. Los bendice y se despide de ellos, de todos menos de Hermasteo, Juan de Endor y Timoneo.
Luego, con los que se han quedado, recorre ligero los pocos pasos que todavía le separan de la cancilla del jardín de Lázaro (ya abierta de par en par para recibirlo).

Entra alzando la mano para bendecir a la casa hospitalaria. En el vasto parque, distanciados, están los dueños de la casa y las pías mujeres, que ríen de las carreras de Margziam por los senderos ornados con las últimas rosas. Además de los dueños y las mujeres, cuando éstas gritan, aparecen por un sendero José de Arimatea y Nicodemo, que también gozan de la hospitalidad de Lázaro para que así puedan estar tranquilamente con el Maestro Acuden todos a recibir a Jesús: María, con su dulce sonrisa; María de Magdala, con su grito de amor:

«¡Rabbuní!»; Lázaro, cojeando: luego, los dos solemnes miembros del Sanedrín; al final, las pías mujeres de Jerusalén y Galilea, rostros marcados de arrugas y rostros lisos de mujeres jóvenes, y, dulce como la de un ángel, la carita virginal de Analía, que se ruboriza al saludar al Maestro.

-¿No está Síntica? -pregunta Jesús después de los primeros saludos.
-Con Sara, Marcela y Noemí, adornando las mesas. Pero... ahí llegan.
 
Llegan, en efecto, junto con la anciana Ester de Juana: dos caras marcadas por la edad y por los dolores pasados, en medio de otras dos caras serenas, y -distinto por la raza y por todo un no sé qué que distingue a Síntica- el rostro grave, aunque luminoso de paz, de la griega.

No podría tampoco definirla como una belleza en el verdadero sentido de la palabra. Y, no obstante, si me refiero a sus ojos, de un negro mitigado con tonalidades de añil oscurísimo bajo una frente alta y nobilísima, impresionan más aún que su cuerpo, que, eso sí, es sin duda más hermoso que la cara. Un cuerpo esbelto sin ser delgado, proporcionado, armónico en su caminar y en sus ademanes.

Pero lo que impresiona es la mirada, esta mirada inteligente, abierta, profunda, que parece aspirar el mundo, seleccionarlo, retener lo bueno, lo útil, lo santo, y rechazar todo lo malo, esta mirada sincera que se deja hurgar hasta las mayores profundidades y a través de la cual el alma se asoma a escrutar a quien se le acerca. Si es verdad que los ojos permiten conocer al individuo, yo digo que Síntica es mujer de juicio seguro y de firmes y honestos pensamientos.

Ella también se arrodilla con las otras, y espera a alzarse a que el Maestro lo diga.
Jesús sigue por el verde jardín hasta el pórtico que precede a la casa y entra luego en una sala donde los domésticos están preparados para ofrecer refrigerio a los recién llegados y ayudarlos en las purificaciones de antes de la comida. Todas las mujeres se retiran. Jesús se queda con los apóstoles en la sala. Juan de Endor con Hermasteo van a la casa de Simón Zelote para dejar los fardos de que se han cargado.

-¿Ese joven que ha salido con Juan el bizco es el filisteo que has aceptado? -pregunta José.
-Sí, José. ¿Cómo lo sabes?

-Maestro... Yo y Nicodemo llevamos ya algunos días preguntándonos cómo es que lo sabemos, y cómo es que lo saben los otros del Templo, por desgracia. Lo cierto es que lo sabemos. Antes de los Tabernáculos, durante la sesión que precede siempre a las fiestas, algunos fariseos dijeron que sabían con precisión que a tus discípulos se habían unido un filisteo incircunciso y una pagana, además de... -perdona, Lázaro-las pecadoras conocidas y desconocidas, y de los publicanos -perdona, Mateo hijo de Alfeo-, y de los ex presidiarios. Por lo que respecta a la pagana, que es ciertamente Síntica, se comprende que se pueda saber, o por lo menos intuir.

El jaleo que preparó el romano fue grande, y ha sido objeto de carcajadas entre los de su ambiente y entre los judíos... incluso porque fue, quejumbroso y amenazador al mismo tiempo, a buscar por todos los rincones a su fugitiva, e importunó incluso a Herodes, porque decía que se había escondido en casa de Juana y que el Tetrarca debía imponer a su oficial que la entregase a su amo. Ahora bien, que, entre tantos hombres como te siguen, se sepa que uno es filisteo e incircunciso, y otro es un ex presidiario... es extraño, muy extraño. ¿No te parece?

-Sí y no. Tomaré oportunas medidas para Síntica y para el ex presidiario.
-Sí. Bien harás. Sobre todo, en desprenderte de Juan. No está bien entre tus seguidores.

-José, ¿ahora eres fariseo? -pregunta severo Jesús.
-No... Pero...
-¿Debería, por un estúpido escrúpulo del peor fariseísmo, humillar a un alma regenerada? ¡No lo haré! Me ocuparé de su tranquilidad. De la suya, no de la mía. Velaré por su formación, como también velo por la del inocente Margziam.

¡En verdad, no hay diferencia entre el desconocimiento espiritual de uno y otro!: uno de ellos está empezando a decir palabras de sabiduría porque Dios lo ha perdonado, porque ha renacido en Dios, porque Dios ha abrazado al pecador; el otro las dice porque, pasando de una niñez abandonada a una adolescencia custodiada por el amor del hombre además del de Dios, abre su alma al sol como una corola, y el Sol lo ilumina con su propia Luz; su Sol: Dios.

Y el primero se aproxima a decir las últimas palabras... ¿No tenéis ojos para ver que se está consumiendo de penitencia y amor? ¡Ya querría tener muchos Juanes de Endor en Israel y entre mis adictos! Querría que tú, José, y tú, Nicodemo, tuvierais un corazón como el suyo, y, sobre todo, que lo tuviera su delator, esa abyecta serpiente que se cela bajo apariencia de amigo, y que espía antes de asesinar; esa serpiente que envidia las alas del pájaro, y que lo acosa para arrancárselas y meterlo en la prisión. ¡Ah! ¡No! El ave está ya para transformarse en ángel. Aunque la serpiente pudiera -no podrá-arrancarle las alas, éstas se transformarían en su cuerpo glutinoso en alas de demonio. Todo delator es ya un demonio.

-¿Dónde estará el tal delator? Decídmelo, para que pueda ir inmediatamente a arrancarle la lengua -exclama Pedro.

-Sería mejor que le arrancases los dientes del veneno -dice Judas de Alfeo.

-¡No, hombre, no! ¡Mejor estrangularlo! Así no hará ya ningún daño con nada. Son seres que siempre pueden causar  daños... -dice resueltamente el Iscariote.

Jesús fija en él sus ojos y termina:
-... Y mentir. Pero ninguno debe hacer nada contra él. Es quebranto, por ocuparse de la culebra dejar perecer al ave. Por lo que respecta a Hermasteo, voy a estar aquí un tiempo, en casa de Lázaro precisamente, para su circuncisión; él abraza, por amor a mí y para evitar persecuciones de las restringidas mentes hebreas, la religión santa de nuestro pueblo. No es sino tránsito de las tinieblas a la luz. Y no es necesario para que un corazón reciba la luz. De todas formas, lo concedo para calmar las susceptibilidades de Israel y para poner de manifiesto la verdadera voluntad de este filisteo de llegar a Dios.

Ahora bien, os digo que en el tiempo del Cristo no es necesario esto para ser de Dios. Basta la voluntad y el amor, basta la rectitud de conciencia. ¿Y dónde vamos a circuncidar a la griega? ¿En qué punto de su espíritu, si por sí sola ha sabido sentir a Dios mejor que muchos en Israel? En verdad, entre los presentes muchos son tinieblas respecto a los que despreciáis como tinieblas. En todo caso, el delator y vosotros, miembros del Sanedrín, podéis informar a quien haya que hacerlo de que el escándalo, desde hoy mismo, está eliminado.

-¿Para quién? ¿Para los tres?

-No, Judas de Simón. Para Hermasteo. Ya me encargaré de los otros. ¿Tienes algo más que preguntar?
-Yo no, Maestro.
-Y Yo tampoco tengo más que decirte. Sin embargo, a vosotros os pregunto, si lo sabéis, qué es del amo de Síntica.

-Pilatos lo mandó a Italia con el primer barco que tuvo a mano, para no tener complicaciones con Herodes y con los hebreos en general. Pilatos está pasando momentos difíciles... y ya le bastan... -dice Nicodemo.

-¿Esta noticia es segura?

-Si quieres, Maestro, puedo asegurarme -dice Lázaro.

-Sí, hazlo. Y luego dime la verdad.

-Pero en mi casa Síntica está igualmente segura.
-Lo sé. También Israel tutela a una esclava que haya huido de su amo extranjero y cruel. Pero quiero saberlo.

-Y yo quisiera saber quién es el delator, el informador, el gracioso espía de los fariseos... y -esto se puede saber y lo quiero saber-quiénes son los fariseos denunciadores. Que salgan los nombres de los fariseos y de su ciudad.

Me refiero a los fariseos que han hecho la bonita obra de informar -previa traición de uno de nosotros, porque sólo nosotros sabemos ciertas cosas, nosotros los discípulos antiguos y nuevos-de informar al Sanedrín sobre las cosas que hace el Maestro, cosas que son todas justas; y es un demonio el que diga y piense lo contrario, y...

-Y basta, Simón de Jonás. Te lo ordeno.
-Y yo obedezco, aun a costa de que se me revienten las venas del corazón por el esfuerzo. En todo caso, lo bonito de esta jornada ya se ha perdido...

-No. ¿Por qué? ¿Ha cambiado algo entre nosotros?

¿Entonces? ¡Oh, Simón mío! Ven aquí a mi lado, hablemos de las cosas buenas...

-Vienen a decirnos que es la hora de la comida, Maestro -dice Lázaro.
-Pues vamos entonces...

   


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