Tuesday April 23,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

217- Las espigas arrancadas un sábado


El lugar es todavía el mismo, pero el sol se muestra menos implacable porque se encamina al ocaso.
-Tenemos que andar hasta aquella casa -dice Jesús.
Van hacia la casa. Llegan. Piden pan y posibilidad de descanso, pero el guarda los rechaza con dureza.

-¡Raza de filisteos! ¡Víboras! ¡Son todos iguales! Han nacido de esa cepa y dan frutos envenenados -dicen con enfado los discípulos, hambrientos y cansados -¡Que recibáis lo mismo que dais!

-¿Por qué faltáis a la caridad? El tiempo del talión ya ha quedado atrás. Caminemos. Todavía no ha oscurecido y no os estáis muriendo de hambre. Un poco de sacrificio, para que estas almas lleguen a sentir hambre de mí -exhorta Jesús.

Pero los discípulos -creo que más por despecho que por hambre verdaderamente insoportable -entran en todo el medio de una de las parcelas cultivadas y se dan a coger espigas, las desgranan en las palmas de las manos y se ponen a comerse los granos.
-Están buenos, Maestro -grita Pedro -¿Tú no coges espigas? Además tienen doble sabor... Me comería todo el campo.
-¡Tienes razón! ¡Así se arrepentirían de no habernos dado ni un pan! -dicen los otros, que van caminando entre las espigas y comiendo con gusto.
Jesús va solo por el camino polvoriento. Unos cinco o seis metros más atrás le siguen Simón Zelote y Bartolomé, pero van hablando entre sí.

Otra encrucijada de caminos: un camino secundario que atraviesa el camino de primer orden. Parados en ese punto, hay un grupo de desabridos fariseos, que, sin duda, vuelven de haber asistido a las funciones del sábado en el pueblo ancho y achatado que se ve en el fondo de este camino secundario: parece un animal grande acochado en su madriguera.

Jesús los ve, los mira manso y sonriente, y los saluda:
-Paz a vosotros.
En vez de la respuesta al saludo, uno de los fariseos, arrogantemente, pregunta:

-¿Quién eres?
-Jesús de Nazaret.
-¿Veis como es Él? -dice uno de ellos a los otros.

Entretanto, Natanael y Simón se han acercado al Maestro. Los demás, caminando por los surcos, están viniendo hacia el camino; todavía vienen masticando y tienen en el cuenco de la mano granos de trigo.

Jesús se detiene para acabar de escuchar el resto de lo que quieren decirle. El primer fariseo que ha hablado -quizás el más representativo -le habla otra vez:
-¡Ah!, ¿entonces eres el famoso Jesús de Nazaret?; ¿y cómo es que estás por aquí?

-Porque también aquí hay almas que salvar.
-Para eso nos bastamos nosotros; sabemos salvar las nuestras y las de nuestros súbditos.
-Si es así, hacéis bien. Pero Yo he sido enviado para evangelizar y salvar.

-¡Enviado! ¡Enviado! ¿Y quién nos lo prueba? ¡Tus obras no!
-¿Por qué dices eso? ¿No te preocupa tu vida?

-¡Ah! ¡Ya! Tú eres ese que administra la muerte a quienes no lo adoran. De forma que quieres matar a toda la clase sacerdotal, ¿no?, y a la de los fariseos, y a la de los escribas, y a muchas otras, porque ni te adoran ni te adorarán nunca; nunca, ¿comprendes? Nunca te adoraremos nosotros, los elegidos de Israel, ni te amaremos.

-No os fuerzo a amarme; os digo: “Adorad a Dios" porque...

-O sea, a ti, porque Tú eres Dios, ¿no es así? Pero se da el caso de que nosotros no somos ni los piojosos paletos galileos ni esos estúpidos de Judá que te siguen olvidando a nuestros rabíes...

-No te agites. Yo no pido nada. Cumplo mi misión. Enseño a amar a Dios y repito el Decálogo porque está muy olvidado, y se aplica peor. Lo que quiero ofrecer es la Vida, la eterna; no le deseo a nadie la muerte corporal, y menos todavía la espiritual. La vida sobre la que te preguntaba si no te preocupaba perderla era la de tu alma, porque amo tu alma a pesar de que ella no me ame, y me apena el ver que la estás matando al ofender al Señor con el desprecio de su Mesías.

Tanto se agita el fariseo que parece víctima de una convulsión: se descoloca sus vestiduras, se arranca las cintas, se quita la prenda que cubre su cabeza y se alborota los pelos, y grita:

-¡Oíd! ¡Oíd! ¡Esto que me dice a mí, a Jonatán de Uziel, descendiente directo de Simón el Justo, a mí!... ¡Ofender yo al Señor! ¿No se quién me frena para que no te maldiga, pero...

-Es el miedo. Hazlo, si quieres, que no quedarás por ello reducido a cenizas. A su debido tiempo, sí; entonces me invocarás, pero entre y Yo habrá, entonces, un arroyo rojo: mi Sangre.

-Bien, pero, mientras, Tú, que te dices santo, permites ciertas cosas... Tú, que te dices Maestro, no instruyes primero a tus apóstoles... ¡Míralos, ahí, detrás de ti!...

¡Ahí están, todavía con el instrumento de su pecado entre sus manos! ¿Ves? Han cogido espigas, y es -sábado; han cogido espigas que no son suyas: han violado el sábado y han robado.

-Teníamos hambre. En el pueblo al que llegamos ayer por la tarde, hemos pedido alojamiento y comida. Hemos sido rechazados. La única que nos dio algo, parte de su pan y un puñado de aceitunas, fue una viejecita; que Dios se lo pague, multiplicado por cien, pues ha dado todo lo que tenía, pidiendo sólo una bendición. Luego caminamos durante una milla y nos detuvimos, como establece la ley, y bebimos agua de un regato. Después de la puesta de sol, fuimos a aquella casa... Nos rechazaron también. Como puedes ver, en nosotros ha habido voluntad de obedecer a la Ley -responde Pedro.

-Pero no lo habéis hecho. No es lícito, en sábado, hacer obra manual; nunca es lícito coger lo que es de otros. Estamos escandalizados yo y mis amigos.

-Pues Yo no lo estoy. ¿No habéis leído nunca cómo David, en Nob cogió los panes de la Proposición para alimento suyo y de sus compañeros? Los panes sagrados eran de Dios, estaban en la casa de Dios reservados, por dictamen eterno, a los sacerdotes.

En efecto, está escrito: "Serán de Aarón y de sus hijos, que los comerán en lugar santo porque son cosa santísima". Y, sin embargo, David los cogió para sí y sus compañeros, porque tenía hambre. Entonces, si el santo rey entró en la casa de Dios y comió los panes de la Proposición en sábado, y ello no le fue imputado como pecado, pues siguió siendo grato a Dios después de ello, ¿cómo dices tú que somos pecadores por coger del suelo de Dios las espigas que por su voluntad han crecido y madurado, las espigas que pertenecen incluso a las aves, las que tú niegas para alimento de los hombres, que son hijos del Padre? -pregunta Jesús.

-Esos panes los pidieron, no los cogieron sin pedirlos, lo cual cambia la situación; y, además, no es verdad que Dios no imputara a David este pecado, porque lo castigó con mucha severidad.

-Pero no por eso, sino por la lujuria, por el empadronamiento, no por... -contesta Judas Tadeo.

-¡Basta! No es lícito y no es lícito. No tenéis derecho a hacerlo y no lo haréis. Marchaos. No queremos teneros en nuestras tierras. No os necesitamos. No sabemos qué hacer con vosotros.

-Nos iremos -dice Jesús, impidiendo a los suyos seguir replicando.

-Y para siempre, no lo olvides; que Jonatán de Uziel no vuelva a encontrarse contigo. ¡Fuera!

-Sí. Me voy. No obstante, nos volveremos a ver. Será Jonatán el que me querrá ver para repetir la condena y para librar para siempre al mundo de mí. Pero entonces será el Cielo el que te dirá: "No te es lícito hacerlo", y ese "no te es lícito" lo oirás en tu corazón, como pitido de cuerna, durante toda la vida, y después de la vida. De la misma forma que en sábado los sacerdotes del Templo violan el reposo sabático sin cometer por ello pecado, nosotros, siervos del Señor, podemos, dado que el hombre nos niega el amor, tomar del Padre santísimo el amor y el auxilio, sin cometer pecado por ello. Aquí hay Uno que es mucho mayor que el Templo y puede coger lo que quiera de la creación, porque Dios ha puesto todo como escabel de la Palabra. Así que Yo tomo y doy: tomo y doy las espigas del Padre, depositadas en la inmensa mesa que es la Tierra, así como tomo y doy la Palabra. Tomo y doy: a los buenos y a los malos; porque soy Misericordia. Pero vosotros no sabéis qué es la Misericordia. Si supierais qué quiere decir que soy Misericordia, comprenderíais que no quiero sino misericordia. Si supierais qué es la Misericordia, no condenaríais a los inocentes. Pero no lo sabéis. Ni siquiera sabéis que no os condeno. No sabéis que os perdonaré, o, más bien, que pediré al Padre que os perdone. Quiero misericordia, no castigo. No, no sabéis, no queréis saber; y éste es un pecado mayor que el que me imputáis a mí, mayor que el que decís que han cometido estos inocentes. Y sabed que el sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado; sabed que el Hijo del hombre es también señor del sábado. Adiós...

Se vuelve a los discípulos:

-Venid. Vamos a buscar un lecho entre las arenas, que ya están cercanas. Las estrellas serán nuestras compañeras; nos procurará alivio el rocío. Dios, que mandó el maná para Israel, proveerá a nutrirnos también a nosotros, que somos pobres y le somos fieles.

Y Jesús deja plantado al grupo de rencorosos y se marcha con los suyos mientras declina la tarde con las primeras sombras violetas... Por fin, encuentran una mata de higos picos (chumbos), en cuya parte más alta, erizada de palas espinosas, están los frutos, que ya empiezan a madurar.

Pero... todo es bueno para quien tiene hambre, y, pinchándose, cogen los más hechos y caminan hasta el punto en que los caminos terminan en dunas arenosas. En la lejanía se oye el rumor del mar.

-Nos paramos aquí. La arena es blanda y está caliente. Mañana entraremos en Ascalón -dice Jesús...

Y todos caen, derrengados, al pie de una alta duna.


   


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