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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
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[ 6 ]
[ 7 ]
141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús
142. Con los doce hacia Samaria
143. La samaritana Fotinai
144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar
145. El primer día en Sicar
146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos
147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai
148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón
149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles
150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo
151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey
152. María Salomé es recibida como discípula
153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús
154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado
155. Curación de la niña romana en Cesárea
156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas
157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret
158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.
159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.
160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala
161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm
162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo
163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm
164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles
165. Elección de los doce Apóstoles
166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez
167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa
168. Aglae en casa de María,
en Nazaret
169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos
170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas
171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley
172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara
173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.
174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.
175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan
176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la
voluntad de Dios
177. La curación del siervo
del centurión
178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús
179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías
180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista
181. La parábola del trigo
y la cizaña
182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías
183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala
184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos
185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares
186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos
187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor
188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan
189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda
190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes
191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón
192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido
193. Llegada a Siquem tras dos días de camino
194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot
195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén
196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias
197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso
198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam
199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María
200. Coloquio de Áglae
con el Salvador
201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia
202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán
203. El Padrenuestro
204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos
205. La parábola del hijo pródigo
206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania
207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el
nacimiento de Jesús
208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa
209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur
210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón
211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la
casita de Isaac
213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica
214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot
215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática
216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león
217. Las espigas arrancadas
un sábado
218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea
219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta
221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme
222. Un secreto del apóstol Juan
223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter
225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios
226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael
227. Un episodio incompleto
228. Margziam confiado
a Porfiria
229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro
230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo
231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala
232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado
233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye
234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala
235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión
236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala
237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María
238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad
239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas
240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús
241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida
242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades
243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas
244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz
245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado
246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos
247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental
248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados
249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios
250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima
251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón
252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo
253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo
254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima
255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote
256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad
257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo
258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol
259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro
260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón
261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán
262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María
263. Curación del hombre del brazo atrofiado
264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret
265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio
266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes
267. Jesús, carpintero en Corazín
268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero
269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos
270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista
271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm
272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba
273. La primera multiplicación
de los panes
274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca
275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual
276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios
277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos
278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos
279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos
280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros
281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano
282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica
283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad
284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea
285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote
286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas
287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader
288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús
289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos
290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas
291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona
292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá
293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax
294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas
295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob
296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan
297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico
298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen
299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías
300. Con escribas y fariseos en casa
del resucitado de Naím
301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro
302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
303. Jesús donde su Madre
en Nazaret
304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra
305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos
306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio
307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención
308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos
309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo
310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica
311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor
312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año
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302- En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
Agua, agua, agua... Los apóstoles, poco satisfechos de ir bajo la lluvia, insinúan a Jesús que si no sería mejor buscar refugio en Nazaret, que no está lejos... y Pedro dice: --Luego podríamos reanudar la marcha con el niño...
El «no» de Jesús es tan seco, que ninguno se atreve a insistir.
Jesús va delante, completamente solo... Los otros van detrás, mohínos, en dos grupos.
Luego Pedro, no sabiendo resistir más, se acerca a Jesús.
-Maestro, ¿me aceptas aquí? -pregunta un poco apesadumbrado.
-Siempre me eres grato, Simón. Ven.
Pedro se tranquiliza. Camina con paso forzado al lado de Jesús, que con sus largos pasos recorre mucho camino fácilmente. Al poco rato dice:
-Maestro... ¡qué bonito si hubiéramos traído con nosotros al niño para la fiesta...!
Jesús no responde.
-Maestro, ¿por qué no me das esta satisfacción?
-Simón, te estás arriesgando a que te quite el niño.
-¡No! ¡Señor! ¿Por qué?
Pedro está aterrorizado por la amenaza y desolado.
-Porque no quiero que estés atado a nada. Te lo dije cuando te concedí a Margziam. Tú, sin embargo, te estás encallando en este afecto.
-No es pecado amar. Y amar a Margziam... Tú también lo quieres...
-Pero este amor no me impide darme enteramente a mi misión. ¿No tienes presentes mis palabras sobre los afectos humanos?, ¿mis consejos -tan claros que son órdenes -acerca de quien quiere poner la mano en el arado? ¿Te estás cansando, Simón de Jonás, de ser heroicamente mi discípulo?
Pedro responde con voz ronca de llanto:
-No, Señor. Tengo presente todo y no estoy cansado. Me da la impresión de que sea lo contrario... Que Tú estés cansado de mí, del pobre Simón que ha dejado todo por seguirte...
-Que ha hallado todo siguiéndome, querrás decir.
-No... Sí... Maestro... Yo soy un pobre hombre...
-Lo sé. Precisamente por eso te labro. Para hacer del pobre hombre un hombre, y de éste un santo, mi Apóstol, mi Piedra. Soy duro para hacerte duro. No quiero que seas blando como este fango, sino un bloque escuadrado, perfecto: la Piedra de base. ¿No comprendes que esto es amor? ¿No recuerdas lo que dice el Sabio? Dice que quien ama es severo. ¡Pero compréndeme, hombre! ¡Compréndeme tú, al menos! ¿No ves cómo estoy agobiado, desolado por tantas incomprensiones, por demasiadas simulaciones, por la mucha indiferencia, y por las aún más numerosas desilusiones?
-¿Te sientes... te sientes así, Maestro? ¡Oh! ¡Divina Misericordia! ¡Y yo sin darme cuenta! ¡Pero qué animal soy!... Pero, ¿desde cuándo? ¡Por causa de quién? Dímelo...
-No se gana nada con decírtelo. No podrías hacer nada. Ni siquiera Yo puedo hacer nada...
-¿No podría hacer absolutamente nada para aliviarte?
-Ya te lo he dicho: comprender que mi severidad es amor. Ver el amor en todo acto mío respecto a ti.
-Sí, sí. Ya no hablo más. ¡Mi amado Maestro! Ya no hablo más. Perdona a este completo animal que soy. Dame una prueba de que realmente me perdonas...
-¡La prueba! Verdaderamente debería bastarte mi sí. De todas formas te doy la prueba. Mira: no puedo ir a Nazaret porque en Nazaret están Juan de Endor y Síntica además de Margziam, y no se debe saber.
-¡¿Ni siquiera nosotros? ¿Por qué?... ¡Ah! ¡¿Maestro?! ¡¿Maestro?! ¿Desconfías de alguno de nosotros?
-La prudencia enseña que cuando se debe guardar secreto de una cosa demasiado es que dos la sepan. Se puede hacer daño también con una palabra dicha a la ligera. Y no todos ni siempre sois reflexivos.
-Es verdad... no lo soy tampoco yo. Pero cuando quiero sé callar. Y en este caso callaré. ¡Sin duda callaré! Dejaré de ser Simón de Jonás si no sé callar! Gracias, Maestro, por tu estima. Esto sí que es una gran prueba de amor... ¿Entonces ahora vamos a Tariquea?
-Sí. Luego a Magdala con las barcas. Tengo que retirar el oro de las joyas...
-¡Ves como sé guardar silencio! ¡No le he dicho nada a Judas, eh!
Jesús no comenta la interrupción. Continúa:
-Una vez que haya retirado el oro, os dejo a todos libres hasta el día de las Encenias. Si necesito a alguno de vosotros, os llamo para que vayáis a Nazaret. Los judíos, excepto Simón Zelote, acompañarán a las hermanas de Lázaro y a sus criadas, más Elisa de Betsur, a la casa de Betania. Luego irán para las Encenias a sus casas. Me bastará con que estén de regreso para el final de Sabat; entonces reanudaremos la marcha. Esto lo sabes tú sólo, ¿verdad, Simón Pedro?
-Lo sé yo sólo. Pero... de todas formas, tendrás que decirlo...
-Lo diré en su momento. Ahora regresa con los compañeros y estáte seguro de mi amor.
Pedro obedece contento, y Jesús se vuelve a ensimismar en sus pensamientos.
Las olas se rompen contra la playita de Magdala, cuando las dos barcas tocan tierra al caer de una tarde del mes de Noviembre. No son olas grandes. En todo caso, son molestas para quien desembarca, porque los vestidos se mojan. Pero la perspectiva del ya próximo alojamiento en casa de María de Magdala hace soportar sin refunfuños el no deseado baño.
-Poned en seguro las barcas y luego nos alcanzáis -dice Jesús a los mozos. Y, enseguida, se pone en camino siguiendo el litoral, porque han desembarcado en una pequeña ensenada que está un poco fuera de la ciudad y en la que hay otras barcas de pescadores de Magdala.
-Judas de Simón y Tomás, venid aquí conmigo -llama Jesús. Los dos van sin demora. -He decidido daros un encargo de confianza y, al mismo tiempo, una alegría. El cometido es éste: que acompañéis a las hermanas de Lázaro a Betania. Y, con ellas, a Elisa. Os estimo lo suficiente como para confiaros las discípulas. Aprovecharéis para llevar una carta mía a Lázaro. Luego, una vez cumplido este cometido, iréis a vuestras casas, para las Encenias... No interrumpas, Judas. Todos pasaremos las Encenias en nuestra casa, este año. Es un invierno demasiado lluvioso para poder viajar.
Como podéis ver, incluso los enfermos son más escasos. Por tanto, aprovecharemos de ello para descansar y dar una satisfacción a nuestras familias. Os espero en Cafarnaúm para el final de Sabat.
-¿Pero vas a estar en Cafarnaúm? -pregunta Tomás.
-No estoy todavía seguro de dónde voy a estar. En un sitio o en otro, para mí es igual. Basta con tener cerca a mi Madre.
-Yo prefería pasar las Encenias contigo -dice el Iscariote.
-Te creo. Pero, si me amas, obedece; mucho más, considerando que vuestra obediencia os proporcionará la manera de ayudar a los discípulos que se han vuelto a esparcir por todas partes. ¡Sí que tenéis que ayudarme en esto! En las familias los hijos mayores son los que ayudan a los padres en la formación de los hijos menores. Vosotros sois los hermanos mayores de los discípulos, que son los menores, y os debéis sentir contentos de que Yo me ponga en vuestras manos. Ello es señal de que he quedado contento de vuestra reciente actuación.
Tomás dice sencillamente:
-Demasiado bueno, Maestro. Pero, por lo que a mí respecta, trataré de hacer las cosas ahora todavía mejor. De todas formas, siento dejarte... Bueno... pasará pronto... Y mi anciano padre se sentirá contento de tenerme para la fiesta... y también mis hermanas... ¿Y mi hermana gemela?... Debe haber tenido un niño, o estará para tenerlo... Mi primer sobrino... Si es varón y nace cuando estoy yo, ¿qué nombre le pongo?
-José.
-¿Y si es niña?
-María. No hay nombres más dulces.
Judas, sin embargo, orgulloso del encargo recibido, ya
está pavoneándose y haciendo proyectos, y más proyectos... Se ha olvidado completamente de que se aleja de Jesús, mientras que, poco tiempo antes (hacia los Tabernáculos, si bien recuerdo), había protestado como un potro salvaje ante la disposición de Jesús de separarse de Él por un tiempo. Pierde también de vista completamente la sospecha de entonces de que era un deseo de Jesús de apartarlo. Todo lo olvida... y está contento de ser considerado una persona a la que se le pueden confiar cometidos delicados.
Promete:
-Te traeré mucho dinero para los pobres -y, mientras, saca la bolsa y dice: «Toma éstos. Es todo lo que tenemos. No tengo más. Tú dame el viático para nuestro viaje de Betania a nuestra casa.
-Pero no partimos esta noche -objeta Tomás.
-No importa. En casa de María no hace falta más dinero, por tanto... Bien contento estoy de no tener más dinero que manejar... Cuando vuelva le traeré a tu Madre semillas de flores. Se las pediré a mi madre. Quiero también traer un regalo a Margziam... -Judas está exaltado. Jesús lo mira...
Ya llegan a la casa de María de Magdala. Se dan a conocer y entran todos. Las mujeres acuden llenas de alegría al encuentro del Maestro, que ha venido a alojarse en su hogar.
Después de la cena, cuando ya los apóstoles, cansados, se han retirado, Jesús, sentado en el centro de una sala, rodeado por el círculo de las discípulas, comunica a éstas su deseo de que partan cuanto antes. Al contrario de los apóstoles, ninguna de ellas protesta. Inclinan la cabeza en señal de asentimiento y salen para preparar sus equipajes.
Jesús llama a la Magdalena cuando está para atravesar el umbral de la puerta. -¿Entonces, María? ¿Por qué me has susurrado a mi llegada: "Tengo que hablarte en secreto"?
-Maestro, he vendido las piedras preciosas. En Tiberíades. Las ha vendido Marcela con la ayuda de Isaac. Tengo la suma en mi habitación. No he querido que Judas viera nada... -y se pone muy colorada.
Jesús la mira fijamente, pero no dice nada.
La Magdalena sale... y vuelve con una pesada bolsa y se la da a Jesús.
-Aquí tienes ̀ dice -Las han pagado bien.
-Gracias, María.
-Gracias, Rabbuní, por haberme pedido este favor. ¿Deseas pedirme alguna cosa más?...
-No, María. Y tú, ¿tienes algo más que decirme?
-No, Señor. Bendíceme, Maestro mío.
-Sí. Te bendigo... María... ¿estás contenta de volver donde Lázaro? Imagínate que Yo ya no estuviera en Palestina. ¿Volverías gustosa a casa, entonces?
-Sí, Señor. Pero...
-Termina, María. No tengas miedo nunca de manifestarme lo que piensas.
-Pero estaría más contenta de volver a casa si en vez de Judas de Keriot viniera Simón el Zelote, gran amigo de familia.
-Lo necesito para una seria misión.
-Entonces tus hermanos, o Juan, de corazón de paloma. Bueno, todos menos él... Señor no me mires con severidad... Quien se ha alimentado de lujuria siente su proximidad... No la temo. Sé controlar a alguien que supera ampliamente a Judas. Es mi terror a no ser perdonada, es mi yo, es Satanás, que ciertamente da vueltas en torno a mí, es el mundo... Pero si María de Teófilo no tiene miedo de ninguno, María de Jesús siente repulsa por el vicio que la había subyugado, y la... Señor... El hombre que brega por la carnalidad me da asco...
-No estás sola en el viaje, María. Y contigo estoy seguro de que no se volverá para atrás... Ten presente que debo proveer para la partida de Síntica y Juan para Antioquía, y que ello no debe saberlo quien es un imprudente...
-Es verdad. Iré entonces... Maestro, ¿cuándo nos volveremos a ver?
-No lo sé, María. Quizás no antes de la Pascua. Ve en paz ahora. Te bendigo esta noche y todas las noches, y, contigo, a tu hermana y al buen Lázaro.
María se agacha para besar los pies de Jesús y sale, dejando solo a Jesús en la silenciosa habitación.
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