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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
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[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús
142. Con los doce hacia Samaria
143. La samaritana Fotinai
144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar
145. El primer día en Sicar
146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos
147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai
148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón
149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles
150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo
151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey
152. María Salomé es recibida como discípula
153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús
154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado
155. Curación de la niña romana en Cesárea
156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas
157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret
158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.
159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.
160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala
161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm
162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo
163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm
164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles
165. Elección de los doce Apóstoles
166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez
167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa
168. Aglae en casa de María,
en Nazaret
169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos
170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas
171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley
172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara
173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.
174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.
175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan
176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la
voluntad de Dios
177. La curación del siervo
del centurión
178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús
179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías
180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista
181. La parábola del trigo
y la cizaña
182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías
183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala
184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos
185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares
186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos
187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor
188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan
189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda
190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes
191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón
192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido
193. Llegada a Siquem tras dos días de camino
194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot
195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén
196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias
197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso
198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam
199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María
200. Coloquio de Áglae
con el Salvador
201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia
202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán
203. El Padrenuestro
204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos
205. La parábola del hijo pródigo
206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania
207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el
nacimiento de Jesús
208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa
209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur
210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón
211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la
casita de Isaac
213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica
214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot
215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática
216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león
217. Las espigas arrancadas
un sábado
218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea
219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta
221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme
222. Un secreto del apóstol Juan
223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter
225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios
226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael
227. Un episodio incompleto
228. Margziam confiado
a Porfiria
229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro
230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo
231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala
232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado
233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye
234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala
235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión
236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala
237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María
238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad
239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas
240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús
241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida
242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades
243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas
244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz
245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado
246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos
247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental
248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados
249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios
250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima
251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón
252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo
253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo
254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima
255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote
256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad
257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo
258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol
259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro
260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón
261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán
262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María
263. Curación del hombre del brazo atrofiado
264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret
265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio
266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes
267. Jesús, carpintero en Corazín
268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero
269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos
270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista
271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm
272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba
273. La primera multiplicación
de los panes
274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca
275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual
276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios
277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos
278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos
279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos
280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros
281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano
282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica
283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad
284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea
285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote
286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas
287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader
288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús
289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos
290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas
291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona
292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá
293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax
294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas
295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob
296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan
297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico
298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen
299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías
300. Con escribas y fariseos en casa
del resucitado de Naím
301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro
302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
303. Jesús donde su Madre
en Nazaret
304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra
305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos
306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio
307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención
308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos
309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo
310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica
311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor
312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año
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201- El examen de la mayoría de edad de Margziam
La comitiva de los apóstoles y las mujeres, encabezada por Jesús y María y el pequeño, que va entre ambos, se está acercando a la Puerta de los Peces. Por tanto, debe ser el miércoles por la mañana Va con ellos también José de Arimatea, que, fiel a su palabra, ha salido a su encuentro.
Jesús busca con la mirada al soldado Alejandro, pero no lo ve.
-Tampoco está hoy. Quisiera saber qué ha sido de él...
Pero la muchedumbre es tanta, que no hay modo de hablar con los soldados, y quizás sería imprudente, pues los judíos están más intransigentes que nunca ante la inminencia de la fiesta; están, además, resentidos por la captura de Juan el Bautista, y consideran cómplices a Pilatos y a sus hombres de confianza. Deduzco esto por los epítetos y las disputas que continuamente se encienden en la Puerta entre los soldados y la gente, y los insultos... pintorescos, no precisamente urbanos, que estallan a cada momento como el fuego de una girándula perpetua.
Las mujeres de Galilea se sienten escandalizadas y se arrebujan más que nunca en sus velos y mantos. María se ruboriza, pero sigue andando segura, derecha como una palma, mirando a su Hijo, el cual, por su parte, ni siquiera intenta hacer razonar a los exaltados hebreos, o aconsejar a los soldados que tengan piedad de éstos. Y, dado que algún epíteto poco bonito va también a parar al grupo de los galileos, José de Arimatea pasa adelante, al lado de Jesús; de forma que la gente, que lo conoce, calla por respeto a él.
Atraviesan por fin la Puerta de los Peces. El río humano que afluye a oleadas a la ciudad, mezclado con burros y hatos de otros animales, se extiende por las calles...
-¡Aquí estamos, Maestro! -es el saludo de Tomás, que está con Felipe y Bartolomé en el otro lado de la Puerta.
-¿No está Judas?
-¿Por qué aquí? -preguntan varios.
-No. Estamos aquí desde esta mañana temprano, porque temíamos que pudieras anticipar la llegada. A Judas no lo hemos visto. Ayer me encontré con él. Estaba con Sadoq, el escriba. ¿Sabes quién, José?... ese anciano, delgado, con la verruga debajo del ojo. Y había también otros, jóvenes, con ellos. Le grité para saludarlo, pero no me respondió, haciendo como que no me conocía. Yo me dije: "¿Pero qué le pasa a éste?", y le seguí unos metros. Se separó de Sadoq -con él parecía un levita -y se fue con los otros de su edad, que... estaba claro que no eran levitas... Ahora no está... ¡Y sabía que habíamos decidido venir aquí!
Felipe no dice nada. Bartolomé aprieta los labios hasta casi meterlos hacia dentro, para poner freno al juicio que le sube del corazón.
-¡Bien! ¡Bueno! ¡Vamos igual! ¡No voy a llorar por su ausencia, eso está claro! -dice Pedro.
-Vamos a esperar todavía un poco. Quizás lo han entretenido por el camino -dice serio Jesús.
Se ponen junto al muro, de la parte de la sombra: las mujeres en un grupo, los hombres en otro.
Todos están vestidos solemnemente; Pedro, verdaderamente de gala: cubre su cabeza una relumbrante prenda novísima, cándida como la nieve, sujeta por una cinta bordada en rojo y oro; lleva su mejor túnica, de color granate oscurísimo, adornada con un cinturón nuevo (del mismo tipo que el galón que ciñe su cabeza) del que pende el cuchillo (vaina de puñal, empuñadura burilada, funda de latón toda perforada, a través de la cual se ve brillar el hierro tersísimo de la hoja). Todos los demás están también armados más o menos así. El único que no lleva armas es Jesús, que viste lino blanquísimo y un manto azulino (ciertamente lo ha tejido María durante el invierno).
Margziam está vestido de rojo pálido; un galón de tono más oscuro ciñe el cuello, el extremo inferior y las bocamangas; lleva un galón igual, bordado, en la cintura y en los bordes del manto que porta plegado en el brazo (contento, con la otra mano lo acaricia); de tanto en tanto, alza la cara, mitad risueña, mitad preocupada...
También Pedro lleva en la mano, con cuidado, un paquete.
Pasa el tiempo... y Judas no llega.
-No se ha dignado... -dice Pedro enfadado.
Quizás hubiera añadido algo, pero el apóstol Juan dice:
-A lo mejor nos está esperando en la Puerta Dorada...
Van al Templo; pero Judas no está.
A José de Arimatea se le acaba la paciencia y dice:
-¡Vamos!
Margziam se pone levemente pálido, da un beso a María y le dice:
-¡Reza!... ¡Reza!...
-Sí, bonito. No tengas miedo, que lo sabes muy bien.
Margziam se pega a Pedro, aprieta nerviosamente la mano de Pedro, pero no se siente todavía seguro y quiere también la mano de Jesús.
-Yo no voy, Margziam. Voy a rezar por ti. Nos veremos después.
-¿No vienes? ¿Por qué, Maestro? -dice Pedro sorprendido.
-Porque es mejor que no vaya...
Jesús está muy serio, diría triste. Y añade:
-José, que es justo, no puede sino aprobar mi acto.
Efectivamente, José no contesta; con su silencio, unido a un elocuente suspiro, confirma.
-Pues entonces... vamos... -Pedro está un poco afligido. Margziam se agarra a Juan. Y así van, precedidos por José, a quien continuamente saludan con gran respeto. Con ellos van Simón y Tomás; los demás se quedan con Jesús.
Entran en la misma sala en que años atrás entrara Jesús. Un joven, que está escribiendo en uno de los ángulos, se pone repentinamente en pie al ver a José, y se prosterna.
-Dios sea contigo, Zacarías. Ve rápidamente a llamar a Asrael y a Jacob.
El joven sale y, casi inmediatamente, vuelve con dos rabinos, o arquisinagogos, o escribas... no sé. Son dos desabridos personajes que sólo deponen su altivez ante José. Tras ellos entran otros ocho menos solemnes. Se sientan, dejando en pie a los aspirantes, incluido José de Arimatea.
-¿Qué quieres, José? -pregunta el más anciano.
-Presentar a vuestra perspicacia a este hijo de Abraham, que ha cumplido el tiempo prescrito para entrar en la Ley y en ella regirse por sí mismo.
-¿Es pariente tuyo? -y miran con gesto de estupor.
-En Dios todos somos parientes. Este niño es huérfano. Este hombre, de cuya honestidad me hago garante, lo ha tomado, para que su tálamo no quede sin descendencia.
-¿Quién es este hombre? Que responda él.
-Simón de Jonás, de Betsaida de Galilea, casado, sin hijos, pescador para el mundo, para el Altísimo hijo de la Ley.
-¿Y tú, siendo galileo, te asumes esta paternidad? ¿Por qué?
-Está escrito en la Ley que se debe mostrar amor hacia el huérfano y la viuda. Yo lo hago.
-¿Puede, acaso, conocer éste la Ley hasta el punto de merecer...? Mas... tú, niño, responde, ¿quién eres?
-Yabés Margziam de Juan, de los campos de Emaús, nacido hace doce años.
-Entonces, eres judío. ¿Es lícito que se responsabilice de él un galileo? Escudriñemos las leyes.
-Pero, ¿qué soy?: ¿un leproso?, ¿una persona maldita? -Le empieza a hervir la sangre en las venas a Pedro.
-Calla, Simón. Hablaré yo por él. Os he dicho que me hago garante de este hombre. Lo conozco como si fuera de mi casa. El anciano José no propondría jamás algo contrario a la Ley, y, ni siquiera, a las leyes. Examinad, pues, al niño con justicia y sin dilación; el patio está lleno de niños que esperan el examen. Por amor a todos, no seáis lentos.
-¿Quién probará que este niño tiene doce años y que fue rescatado del Templo?
-Lo puedes probar con las escrituras. Es una investigación latosa, pero se puede hacer. Niño, ¿me has dicho que eres el primogénito?
-Sí, señor. Puedes verlo porque estuve consagrado al Señor y fui rescatado con los debidos diezmos.
-Busquemos entonces estos datos... -dice José.
-No hace falta -responden cortantes los dos hombres insidiosos. ¡Ven aquí, niño!. Di el Decálogo -y el niño lo dice seguro.
-Dame ese rollo, Jacob. Lee si sabes.
-¿Dónde, rabí?
-Donde quieras. Donde te caiga la mirada -dice Asrael.
-No. Aquí. Dámelo -dice Jacob. (Y abre hasta un determinado punto el rollo y dice: «Aquí»).
-"Entonces él les dijo secretamente: Bendecid al Dios del Cielo, dadle gloria ante todos los seres vivos, porque ha sido misericordioso con vosotros. Ciertamente bueno es mantener celado el secreto del rey, pero es honorífico revelar..."
-¡Basta, basta! ¿Qué es esto? -pregunta Jacob señalando las franjas de su manto.
-Las franjas sagradas, señor; las llevamos para no olvidarnos de los preceptos del Señor altísimo.
-¿Le es lícito a un israelita nutrirse con cualquier tipo de carne?... -pregunta Asrael.
-No, señor; sólo con las que hayan sido declaradas puras.
-Dime los preceptos...
Y el niño, dócilmente, empieza a decir la letanía de los: «No harás...
-¡Basta, basta!, para ser un galileo sabe hasta demasiado. Hombre, ahora te toca a ti jurar que tu hijo es mayor de edad.
Pedro, con el mejor donaire después de tanto desaire, pronuncia su breve discurso paterno:
-Como habéis visto, mi hijo, llegado a la edad prescrita, conociendo la Ley, los preceptos, las usanzas, las tradiciones, las ceremonias, las bendiciones, las oraciones..., es capaz de guiarse a sí mismo. Por tanto, como habéis podido constatar, estamos en condiciones, yo y él, de pedir la mayoría de edad. La verdad es que debía haberlo dicho antes esto, pero aquí han sido violadas ̀ y no por nosotros, galileos -las usanzas, y se le ha preguntado al hijo antes que al padre. Y ahora os digo:
dado que lo habéis juzgado apto. desde este momento no soy ya responsable de sus acciones, ni ante Dios ni ante los hombres.
-Pasad a la sinagoga.
El pequeño cortejo entra en la sinagoga, entre los adustos rostros de los rabinos a los que Pedro ha puesto firmes.
Erguido, frente a los ambones y a las lámparas, cortan los cabellos a Margziam; antes le llegaban hasta los hombros, ahora quedan a la altura de las orejas. Pedro abre su taleguillo y saca un bonito cinturón de lana roja, bordada en amarillo oro, y con él ciñe la cintura del niño, luego, mientras los sacerdotes hacen lo propio en la frente y el brazo con cintas de cuero, Pedro está tratando de prender en el manto -Margziam se lo ha pasado -las sagradas franjas. ¡Qué emocionado está Pedro cuando entona la alabanza al Señor!...
Con esto se pone fin a la ceremonia. Ahuecan el ala ligeros; Pedro dice:
-¡Menos mal! ¡No podía más! ¿Has visto, José? Ni siquiera han completado el rito. No importa. Tú... tú, hijo mío, tienes a otro que te consagra... Vamos a adquirir un corderito para el sacrificio de alabanza al Señor; un corderito encantador, como tú. Gracias, José. Dile tú también "gracias" a este gran amigo. Sin ti, nos hubieran tratado mal del todo.
-Simón, me siento contento de haber sido útil a un justo como tú. Te ruego que vengas a mi casa de Beceta, para el banquete, y contigo todos, como es lógico.
-Vamos a decírselo al Maestro. Para mí... ¡demasiado honor! -dice, humilde, Pedro (pero se le ve radiante de alegría).
Cruzan en sentido inverso claustros y atrios hasta llegar al patio de las mujeres; allí todas felicitan a Margziam.
Luego los hombres pasan al atrio de los israelitas, donde está Jesús acompañado de los suyos. Se reúnen todos -armónica comunión de felicidad -y, mientras Pedro va a sacrificar el cordero, se encaminan entre pórticos y patios hasta el muro exterior.
¡Qué feliz se le ve a Pedro con su hijo, que ahora es ya un israelita perfecto! Tanto, que no advierte la arruga que se dibuja en la frente de Jesús, ni percibe el silencio, más bien angustioso, de sus compañeros. Sólo cuando están en la sala de la casa de José -cuando el niño, ante la pregunta de rigor acerca de lo que hará en el futuro, declara: «Seré pescador como mi padre» -Pedro, entre lágrimas, se da cuenta y comprende...
-La verdad es que Judas nos ha metido una gota de acíbar en esta fiesta... Estás preocupado, Maestro... y los demás están tristes por esto. Perdonad todos si no me he dado cuenta antes... ¡Ay..., este Judas!...
Su suspiro creo que está presente en todos los corazones... Pero Jesús, para disolver la amargura, se esfuerza en sonreír, y dice:
-No te apenes por esto, Simón. Sólo falta tu mujer en esta fiesta... Estaba pensando también en ella, tan buena y sacrificada como es siempre. Pronto recibirá su parte de alegría, inesperada: ¿te imaginas con qué gozo? Pensemos en lo bueno que hay en el mundo. Ven. Así que Margziam ha respondido perfectamente, ¿eh? Sabía que sería así...
José da indicaciones a los servidores y luego vuelve a la sala:
-Os doy a todos las gracias -dice -por haberme rejuvenecido con esta ceremonia y por haberme concedido el honor de poder recibir en mi casa al Maestro, a su Madre, a los parientes, y a vosotros, queridos condiscípulos. Venid al jardín a disfrutar de aire puro y flores...
Y todo termina.
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