Friday April 26,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

283- Síntica habla de su encuentro con la Verdad


Jesús está sentado en el patio interior de pórticos de la casa de Betania, el patio que vi abarrotado de discípulos la mañana de la Resurrección de Jesús.

Sentado en un asiento de mármol cubierto de almohadones, apoyadas sus espaldas contra la pared de la casa, rodeado por los dueños de ésta, por los apóstoles y los discípulos Juan y Timoneo, más José y Nicodemo, y por las pías mujeres, está escuchando a Síntica, la cual, erguida, frente a El, parece estar respondiendo a alguna pregunta suya.

Todos, más o menos interesados y en distintas posturas (quién sentado en asientos, quién sentado en el suelo, quién de pie, quién apoyado en las columnas o en la pared, escuchan.

-...Era una necesidad. Para no sentir todo el peso de mi condición. Era no convencerme, un no querer convencerme de estar sola, de ser esclava, de estar exiliada de la patria. Pensar que mi madre; mis hermanos, que mi padre e Ismene, tan tierna y dulce, no estaban perdidos para siempre; sino que, a pesar de que todo el mundo insistía con saña en separarnos, como Roma, que nos había dividido siendo libres y nos había vendido como a bestias de carga, un lugar, más allá de esta vida, nos uniría de nuevo.

Pensar que no es sólo materia nuestro vivir, materia que se encadena, sino que dentro tiene una fuerza libre que ninguna cadena sujeta excepto la cadena voluntaria del vivir en el desorden moral y en la crápula material.

Vosotros a esto lo llamáis "pecado". Aquel y aquellos que eran mi luz en la oscuridad de mi noche de esclava lo definen de otra manera. Pero ellos también admiten que un alma clavada al cuerpo por las pasiones malas y corporales no alcanza lo que vosotros llamáis Reino de Dios y nosotros convivencia en el Hades con los dioses.

Para ello es necesario abstenerse de caer en la materialidad, esforzarse por alcanzar la libertad respecto al cuerpo, dándonos a nosotros mismos un patrimonio de virtud para obtener una feliz inmortalidad y el juntarnos de nuevo con los propios seres queridos.

Pensar que las almas de los muertos no se ven imposibilitadas para ayudar a las almas de los vivos, y sentir, por tanto, junto a una misma el alma materna, encontrar de nuevo su mirada y su voz hablándole al alma de su hija, y poder decir: "Sí, madre. Por ir a ti, sí.

Por no turbar tu mirada, sí. Por no poner lágrimas en tu voz, sí. Por no enlutar el Hades en que vives en paz, sí. Por todo esto mantendré mi alma libre: la única propiedad que tengo y que nadie me puede arrebatar, y que quiero conservar pura para poder razonar según virtud".

Pensar así era libertad y alegría. Y así quise pensar. Y obrar. Porque pensar pero luego obrar con incoherencia respecto al pensamiento no es sino demediada y falsa filosofía. Pensar así significaba construirse de nuevo una patria incluso en el exilio. Una íntima patria en el yo, con sus altares, su fe, su instrucción, sus afectos... Y una patria grande, misteriosa, y al mismo tiempo no misteriosa, por ese "algo" de misterioso que hay en el alma, que sabe que no desconoce el más allá, a pesar de que al presente lo conozca sólo como un marinero conoce desde plena alta mar en una mañana brumosa los detalles de la costa, es decir, confusamente, en boceto, sólo con algún que otro punto netamente delineado, pero suficiente, suficiente para el cansado  navegante mortificado por las borrascas, que puede decir: “Allí está el puerto, la paz". La patria de las almas,  el lugar de proveniencia... el lugar de la Vida. Porque la vida se engendra de la muerte...

¡Oh, entendía esto a medias, hasta que vine a saber una cosa que Tú habías dicho! Después... después fue como si un rayo de sol hiriera el diamante de mi pensamiento. Todo fue luz, y entendí hasta qué punto acertaban los maestros de Grecia, y cómo después, a falta de un dato, uno sólo, para resolver con equidad el teorema de la Vida y a Muerte, erraban. El dato era: ¡el verdadero Dios, Señor y Creador de todo cuanto existe!
 
¿Puedo nombrarlo con estos labios míos paganos? Sí, sí puedo. Porque de Él vengo, como todos. Porque ha puesto capacidad en las mentes de los hombres todos, y en los más sabios una inteligencia superior, en virtud de la cual verdaderamente muéstranse semidioses de ultrahumana potencia. Sí, porque Él les hizo escribir aquellas verdades que son ya religión, si no divina como la tuya, moral, capaz de mantener "vivas" a las almas no en este espacio de tiempo que dura la estancia aquí en la tierra sino siempre.

Después entendí lo que quería decir: "la vida se genera de la muerte". El que lo dijo estaba no como uno totalmente ebrio, pero sí con la inteligencia cargada. Dijo una frase sublime, pero no la entendió enteramente. Yo -perdona, Señor, mi orgullo-yo entendí más que él, y desde ese momento soy feliz.

-¿Qué comprendiste?
-Que esta existencia no es sino el principio embrional de la vida, que la verdadera Vida empieza cuando la muerte nos da a luz... para el Hades, como pagana, para la Vida eterna, como creyente en Ti ¿Me equivoco?
-Es como dices, mujer -aprueba Jesús.

-Nicodemo interrumpe:
-Pero, ¿cómo es que tuviste noticia de las palabras del Maestro?

-Quien tiene hambre busca comida, señor. Yo buscaba mi comida. Siendo lectora -porque era culta y tenía una bonita voz y una buena pronunciación-, podía leer mucho en las bibliotecas de mis amos. Pero no me sentía saciada todavía. Sentía que había otra realidad al otro lado de las paredes historiadas de ciencia humana, y, cual prisionera en cárcel de oro, golpeaba con los nudillos, trataba de forzar las puertas para salir, para encontrar... Viniendo a Palestina con el último amo, temía caer en las tinieblas... sin embargo, venía hacia la Luz.

Cada palabra de los siervos de Cesárea era un golpe de pico que iba resquebrajando las paredes y abriendo agujeros cada vez mayores por los que entraba tu Palabra. Yo recogía estas palabras y noticias. Como un niño que ensarta perlas, me las alineaba y me adornaba con ellas, y sacaba fuerzas de ellas para estar cada vez más purificada para recibir la Verdad. En la catarsis sentía que hallaría. Ya desde la tierra.

A costa de la vida quise ser pura para el encuentro con la Verdad, con la Sabiduría, con la Divinidad. Señor, estoy diciendo palabras sin juicio. Éstos me miran atónitos. Pero has sido Tú quien me las ha pedido...

-Habla, habla. Es necesario.

-Con fortaleza y templanza he resistido a las presiones externas. Bastaría que hubiera querido y habría podido ser libre y feliz, según el mundo. Pero no quise trocar el saber por el placer. Porque sin sabiduría no es útil tener las otras virtudes.

Él, el filósofo, lo dijo: “Justicia, templanza y fortaleza, separadas del saber, son semejantes a un escenario pintado, virtudes verdaderamente de esclavos sin nada firme y real". Quería tener cosas reales. El amo, necio, hablaba de ti en mi presencia. Entonces fue como si las paredes se transformasen en velos. Bastaba con querer para rasgar el velo y unirse a la Verdad. Y lo hice.

-No sabías que nos ibas a encontrar -dice el Iscariote.

-Sabía creer que el dios premia la virtud. No quería ni oro, ni honores, ni libertad física, ni siquiera la libertad física; lo que quería era la Verdad. A Dios le pedía esto, o morir.

Quería que me fuera evitada la humillación de acabar siendo sólo un "objeto" y, más todavía, de consentir en serlo. Renunciando a todo lo corporal en mi búsqueda de ti, ¡oh, Señor!, porque buscar por medio del sentido es siempre imperfecto -Tú lo viste cuando huí al verte, engañada por mis ojos- me abandoné al Dios que está sobre nosotros y en nosotros y que de sí informa el alma. Y te encontré porque el alma me condujo a ti.

Habla otra vez el Iscariote y dice:

-Tu alma es pagana.
-Pero el alma tiene siempre en sí misma algo de lo divino, especialmente cuando, con esfuerzo, se ha preservado del error... Y, por tanto, tiende a las cosas que tienen su misma naturaleza.

-¿Te estás comparando con Dios?
-No.
-Entonces, ¿por qué dices eso?

-¿Cómo? ¿Y me lo preguntas tú, que eres discípulo del Maestro? ¿A mí, que soy griega y libre desde hace poco? ¿No escuchas cuando habla? ¿O es que en ti el fermento del cuerpo es tal que te obceca? ¿No dice siempre Él que somos hijos de Dios? Pues entonces somos dioses, si somos hijos del Padre, de ese Padre suyo y nuestro de que habla siempre. Me podrás  reprochar falta de humildad, pero no que soy una incrédula y una distraída.

-¿Así que te crees más que yo? ¿Crees haber aprendido todo con tus libros de tu Grecia?

-No. Ni una cosa ni la otra. De todas formas, los libros de los sabios, de cualquier lugar que sean, me han dado ese mínimo para tenerme en pie. No pongo en duda que un israelita sea más que yo. Pero estoy contenta con esta suerte mía que de Dios me viene. ¿Qué más puedo desear? Encontrando al Maestro he encontrado todo. Y pienso que ello era destino, porque verdaderamente veo que hay un Poder que vela sobre mí y que me ha designado un gran destino; yo, sintiéndolo bueno, no he hecho más que secundarlo.

-¡Bueno! Has sido esclava, y de amos crueles... Si el último te hubiera atrapado de nuevo, por ejemplo, ¿cómo habrías secundado el destino, tú, que tan sabia eres?

-¿Te llamas Judas, verdad?

-Sí... ¡y qué quieres decir?

-Quiero decir... Nada. Quiero recordar tu nombre además de tu ironía. Mira que la ironía es desaconsejable incluso en los virtuosos... ¿Cómo habría secundado el destino?

Quizás me habría matado. Porque, realmente, hay casos en que es mejor morir que vivir, a pesar de que el filósofo diga que ello no es correcto y que es cosa impía el procurarse este bien por propia iniciativa porque los dioses son los únicos que tienen derecho a llamarnos.

Esto de esperar una señal de los dioses para hacerlo ha sido lo que siempre me ha refrenado en medio de las cadenas de mi triste suerte. Pero esta vez, si me hubiera capturado mi repulsivo amo, habría visto la señal suprema, y habría preferido morir a vivir. Yo, hombre, también tengo una dignidad.

-¿Y si ahora te atrapara de nuevo? Estarías en las mismas condiciones...

-Ahora ya no me mataría. Ahora sé que la violencia contra la carne no hiere al espíritu que no consiente. Ahora resistiría hasta que me doblegasen con la fuerza, hasta morir a causa de las violencias. Porque interpretaría también esta violencia como señal con la que Dios me llamaría a su presencia. Ahora moriría tranquila, sabiendo que perdería algo perecedero.

-Bien has respondido, mujer -dice Lázaro, y Nicodemo también aprueba.

-El suicidio nunca está permitido -dice el Iscariote.
-Muchas son las cosas prohibidas, y no se respeta la prohibición.

-Tú, Síntica, debes pensar que Dios, de la misma forma que te ha guiado siempre, te habría preservado también de la violencia sobre ti misma. Ahora ve. Te agradecería que me buscases al niño y me lo trajeses -dice Jesús dulcemente.

La mujer se prosterna hasta tocar el suelo y se marcha. Todos la siguen con la mirada. Lázaro susurra:

-¡Y siempre es así! No logro entender cómo las cosas que en ella han significado "vida", para nosotros de Israel han significado "muerte". Si tienes modo de continuar examinándola, verás que precisamente ese helenismo que nos ha corrompido a nosotros, que ya poseíamos una Sabiduría, a ella la ha salvado. ¿Por qué?

-Porque los caminos del Señor son admirables, y Él se los abre a quien lo merece. Ahora, amigos, os saludo porque declina la tarde. Estoy contento de que todos vosotros hayáis oído hablar a la griega. De la constatación de que Dios se revela a los mejores, sacad la lección de que excluir de las filas de Dios a todos aquellos que no son de Israel es odioso y peligroso. Que esto os sirva de norma para el futuro... No murmures Judas de Simón.

Y tú, José, no tengas escrúpulos que no vienen a cuento.

Ninguno de vosotros se ha contaminado en nada por haber estado al lado de una griega. Ocupaos, eso sí, de no estar con el demonio o darle cabida en vosotros. Adiós José, adiós Nicodemo. ¿Os voy a poder ver otra vez mientras estoy aquí? Ahí está Margziam... Ven, niño, saluda a los jefes del Sanedrín. ¿Qué les dices?

-La paz sea con vosotros, y... digo también: a la hora del incienso pedid por mí.

-No lo necesitas, niño. Pero, ¿por qué precisamente a esa hora?

-Porque la primera vez que entré en el Templo con Jesús, me habló de la oración del atardecer... ¡Oh, qué bonito!...

-¿Y tú vas a orar por nosotros? ¿Cuándo?
-Rezaré... rezaré por la mañana y al atardecer. Para que Dios os preserve del pecado de día y de noche.
-¿Y qué vas a decir, niño?

-Diré: "Señor Altísimo, haz de José y Nicodemo unos verdaderos amigos de Jesús". Será suficiente, porque quien es amigo verdadero no apena al amigo. Y quien no apena a Jesús está seguro de poseer el Cielo.

-¡Que Dios te conserve así, niño! -dicen los dos miembros del Sanedrín mientras lo acarician.

Luego saludan al Maestro, después a la Virgen y a Lázaro en particular, y a todos los demás en grupo, y se marchan.


   


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