Saturday December 14,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

251- A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo de Ascalón


Son las primeras horas de la mañana cuando Jesús llega a una ciudad de mar. Está ante ella. Cuatro barcas siguen a la suya.

La ciudad se adentra en el mar de una forma extraña, como si estuviera construida en un istmo, o, más exactamente, como si un estrecho istmo uniera sus dos partes: la que penetra completamente en el mar y la que se extiende sobre la orilla.

Vista desde el mar, parece un enorme hongo (acostada su cabeza en las olas, hincada su base en la costa y como pie el istmo). A los lados del istmo, dos puertos: uno, el que mira a septentrión, menos cerrado, está lleno de embarcaciones pequeñas; el otro, situado al Sur, mucho más protegido, está lleno de naves grandes, que llegan o zarpan.

-Hay que ir allá -dice Isaac señalando hacia el puerto de las embarcaciones pequeñas -Allí están los pescadores.

Costean la isla y veo que el istmo es artificial, una especie de dique ciclópeo que une la islita con tierra firme. ¡En aquellos tiempos construía sin tacañerías! Deduzco de esta obra y del número de aves que hay en los puertos que la ciudad era muy rica y comercialmente muy activa. Detrás de la ciudad, tras una zona de llanura, hay algunas colinas bajas y de gracioso aspecto. En la lejanía se pueden ver el gran Hermón y la cadena libanesa. Deduzco también que esta es una de las ciudades que veía desde el Líbano.

La barca de Jesús, entretanto, está llegando al puerto septentrional, a la rada del puerto (no atraca, sino que se mueve lentamente, con los remos hacia adelante y hacia atrás, hasta que Isaac ve a los que buscaba y los llama gritando).

Se acercan dos bonitas barcas de pesca. Los pescadores se inclinan hacia las barcas más pequeñas de los discípulos.
-El Maestro está con nosotros, amigos. Venid, si queréis oír su palabra. Esta misma tarde vuelve a Sicaminón -dice Isaac.
-Enseguida. ¿A dónde vamos?

-A un lugar tranquilo. El Maestro no baja a Tiro, ni a la ciudad de tierra firme. Hablará desde la barca. Elegid un sitio que esté a la sombra y protegido.
-Venid hacia las rocas, detrás de nosotros. Allí hay ensenadas tranquilas y con sombra. Podréis incluso bajar a tierra.

Y van a una concavidad del arrecife, más al Norte. La pared rocosa, cortada a pico, protege del sol. Es un lugar solitario, sólo poblado de gaviotas y torcazos que salen para hacer sus incursiones en el mar y vuelven emitiendo fuertes gritos a sus nidos de la roca. Pero, en esto, otras pequeñas embarcaciones se han ido uniendo a las que van en cabeza, de manera que forman ya una minúscula flotilla. En el fondo de este pequeñísimo golfo hay una insignificancia de playa, verdaderamente una insignificancia, una pequeña explanada pedregosa; pero un centenar de personas sí que cabe.

Bajan sirviéndose de un escollo ancho y liso que, cual si fuera un espigón natural, sobresale de las aguas profundas, y se colocan en la playita pedregosa y brillante de sal. Son hombres morenos, enjutos, tostados por el sol y el mar. Llevan cortas túnicas que dejan descubiertas las extremidades ágiles y delgadas. Es muy visible la diversidad de la raza respecto a los judíos presentes (diversidad que se ve menos respecto a los galileos). Yo diría que estos siro-fenicios asemejan más a los filisteos ­lejanos-que a los pueblos cercanos; al menos estos que veo yo.

Jesús se pone pegando a la pared rocosa y empieza a hablar.

-Se lee en el libro de los Reyes cómo el Señor mandó a Elías que fuera a Sarepta de los Sidones durante la sequía y carestía que afligieron a la Tierra durante más de tres años. No es que al Señor le faltaran recursos para dar el necesario sustento a su profeta en todos los lugares. No lo envió a Sarepta porque en esta ciudad abundasen los alimentos; es más, allí la gente ya moría de hambre. ¿Por qué, entonces, Dios mandó a Elías tesbita?

Había en Sarepta una mujer de corazón recto, viuda y santa, madre de un niño, pobre y sola, la cual, a pesar de todo, no se rebelaba contra el tremendo castigo, ni se mostraba egoísta padeciendo el hambre, ni era desobediente. Dios quiso agraciarla con tres milagros: uno por el agua que ofreció al sediento; otro por el panecillo cocido bajo la brasa, cuando ella no tenía sino un puñado de harina; otro por la hospitalidad que ofreció al profeta. Le dio pan y aceite, la vida de su hijo y el conocimiento de la palabra de Dios.

Así podéis ver cómo un acto de caridad no sólo sacia el cuerpo y aleja el dolor de la muerte, sino que también instruye al alma en la sabiduría del Señor. Vosotros habéis ofrecido alojamiento a los siervos del Señor y Él os da la palabra de la Sabiduría. He aquí, entonces, que a este lugar donde no viene la palabra del Señor una buena acción la trae. Os puedo comparar con aquella única mujer de Sarepta que recibió al profeta; vosotros aquí también sois los únicos que recibís al Profeta, porque, si hubiera bajado a la ciudad, los ricos, los poderosos, no me habrían recibido, y los atareados comerciantes y marineros de las naves no me habrían hecho caso, y mi venida aquí habría resultado ineficaz.

Yo ahora os dejaré, y diréis: "Pero, ¿qué somos nosotros? Un puñado de hombres. ¿Qué poseemos? Una gota de sabiduría". Pues bien, no obstante, os digo: "Os dejo con el encargo de anunciar la hora del Redentor". Os dejo, repitiendo las palabras de Elías profeta: ̪El ánfora de la harina no se agotará, el aceite no disminuirá hasta que venga quien lo distribuya con mayor abundancia".

Ya lo habéis hecho. Porque aquí hay fenicios mezclados con vosotros de allende el Carmelo. Señal es de que habéis hablado como se os habló a vosotros. Como podéis ver el puñado de harina y la gota de aceite no se han agotado, sino que han aumentado cada vez más. Seguid haciendo que aumente. Y si os parece extraño el que Dios os haya elegido para esta obra, porque no os sintáis capaces de llevarla a cabo, pronunciad la palabra de la profunda confianza: "Me fiaré de tu palabra y haré lo que dices".
-Maestro, ¿cómo tenemos que comportarnos con estos paganos? A éstos los conocemos por la pesca. Nos une a ellos el trabajo, que es el mismo. Pero, ¿los otros? -pregunta un pescador de Israel.

-Dices que participáis del mismo trabajo y ello os une. ¿Y no debería uniros un origen común? Dios ha creado tanto a los israelitas como a los fenicios. Los de la llanura de Sarón o los de la Alta Judea no difieren de los de esta costa. El Paraíso fue hecho para todos los hijos del hombre, y el Hijo del hombre viene para llevar al Paraíso a todos los hombres. La finalidad es conquistar el Cielo y alegrar al Padre. Caminad, pues, por el mismo camino y amaos espiritualmente de la misma forma que os amáis por razones de trabajo.

-Isaac nos ha dicho muchas cosas. Pero quisiéramos saber más.

-¿Es posible tener a un discípulo para nosotros, tan lejos como estamos?
-Mándales a Juan de Endor, Maestro. Vale mucho, y además está acostumbrado a vivir entre paganos -sugiere Judas de Keriot.

-No. Juan estará con nosotros -responde resueltamente Jesús. Y luego, volviéndose a los pescadores: « ¿Cuándo termina la pesca de la púrpura?».

-Con las borrascas de otoño. Después el mar está demasiado agitado aquí.

-¿Volveréis entonces a Sicaminón?
-Allí y a Cesárea. Abastecemos mucho a los romanos.
-Entonces podréis encontraros con los discípulos. Mientras tanto perseverad.
-A bordo de mi barca hay uno que yo no quería que viniera pero que se presentó en tu nombre, casi.
-¿Quién es?

-Un joven pescador de Ascalón.
-Dile que baje y que venga.
El hombre sube a su barca, y vuelve con un jovenzuelo al que se ve más bien azarado por ser objeto de tanta atención.

El apóstol Juan lo reconoce.
-Es uno de los que nos dieron el pescado, Maestro -y se levanta a saludarlo -¿Entonces has venido, ¡eh! Hermasteo? ¿Tú aquí? ¿Vienes solo?

-Sí, solo. En Cafarnaúm sentí vergüenza... Me quedé en la orilla, esperando...
-¿Qué esperabas?
-Ver a tu Maestro.

-¿No es todavía el tuyo? ¿Por qué, amigo, eludes la decisión todavía? Ve a la Luz, que te está esperando. Mira cómo te observa y sonríe.
-¿Cómo podrá soportarme?
-Maestro, ven un momento.
Jesús se alza y va donde Juan.

-No se atreve porque es extranjero.
-Para mí no hay extranjeros. ¿Y tus compañeros? ¿No erais muchos?... No te azares. Tú eres el único que ha sabido perseverar. Pero, aunque sea por ti sólo, me siento feliz. Ven conmigo.

Jesús vuelve con su nueva conquista a donde estaba.
-A éste sí que se lo vamos a dar a Juan de Endor -dice a Judas Iscariote. Y se pone a hablarles a todos.
Un grupo de excavadores bajaron a una mina en que sabían que había tesoros, que, de todas formas, estaban muy escondidos en las entrañas del suelo. Y empezaron a excavar. Pero el terreno era duro y el trabajo fatigoso.

Muchos se cansaron y, arrojando los picos, se marcharon. Otros se burlaron del responsable del equipo de obreros, casi tratándolo como a un estúpido. Otros imprecaron contra el estado en que se encontraban, contra el trabajo, contra la tierra, contra el metal, y, airadamente, golpearon las entrañas de la tierra y fragmentaron el filón en inservibles partículas, y, luego, visto que en vez de obtener ganancias no habían hecho sino daño, se marcharon también.

Se quedó solo el más perseverante. Con delicadeza trató los estratos de la tenaz tierra para perforarla sin hacer daños, hizo una serie de catas, siguió en profundidad, excavó... A1 final quedó al descubierto un espléndido filón precioso. La perseverancia del minero fue premiada y con el metal precioso que descubrió pudo obtener muchos trabajos y conquistar mucha gloria y muchos clientes, porque todos querían de ese metal que solamente la perseverancia había sabido encontrar donde los otros holgazanes o iracundos no habían obtenido nada.

Mas el oro hallado, para que sea bonito hasta el punto de que sirva para el orfebre, debe a su vez perseverar en su voluntad de dejarse trabajar. Si el oro, después del primer trabajo de excavación, no quisiera ya volver a sufrir penas, no pasaría de ser un metal en bruto no elaborable. Así pues, podéis ver cómo no basta el primer entusiasmo para tener éxito, ni como apóstoles, ni como discípulos, ni como fieles. Es necesario perseverar.

Eran muchos los compañeros de Hermasteo; por efecto del primer entusiasmo, todos habían prometido venir. Sólo él ha venido. Muchos son mis discípulos, y más lo serán. Pero sólo la tercera parte de la mitad sabrán serlo hasta el final. Perseverar; es la gran palabra; para todas las cosas buenas.


¿Cuando echáis el trasmallo para conseguir las conchas de la púrpura, lo hacéis una sola vez? No. Lo hacéis una y otra vez y otra, durante horas, días, meses, ya incluso con la idea de volver al año siguiente al mismo sitio... porque ello os da pan y bienestar a vosotros y a vuestras familias. Pues bien, siendo esto así, ¿os comportaréis de forma distinta en las cosas más grandes, como son los intereses de Dios y de vuestras almas, si sois fieles; vuestras y de vuestros hermanos, si sois discípulos? En verdad os digo que para conseguir la púrpura de las vestiduras eternas es necesario perseverar hasta el final.

Y ahora estemos aquí como buenos amigos hasta la hora de volver. Así nos conoceremos mejor y nos será fácil reconocernos unos a otros...

Y se dispersan por la pequeña ensenada peñascosa. Y cuecen mejillones y cangrejos arrebatados a los escollos, o peces pescados con pequeñas redes. Y duermen en lechos de algas secas, dentro de cavernas abiertas en la costa rocosa por los terremotos o las olas. Y el cielo y el mar son un azul cegador que se besa en el horizonte; las gaviotas, continuo carrusel de vuelos, del mar a los nidos, con gritos y batir de alas, únicas voces que, junto con el chapoteo de las olas, hablan en esta hora de bochorno estivo.

   


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