Saturday October 12,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

209- La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur


La noticia de que Elisa está decidida a salir de su trágica melancolía se ha debido difundir por el pueblo; tanto que, cuando Jesús, seguido de apóstoles y discípulos, va hacia la casa atravesando el pueblo, mucha gente se le queda mirando atentamente e incluso preguntan a uno u otro pastor para que les den más detalles acerca de Él, acerca del motivo de su visita, o para saber quiénes son los que van con Él, y quién es el niño, y quiénes las mujeres, y para saber qué medicina ha dado a Elisa, que la ha sacado de las tinieblas de la locura de forma tan inmediata, nada más llegar, y para interesarse por el plan que tiene o las palabras que va a decir... Y todas las otras preguntas que queramos añadir.

La última pregunta es:

-¿No podemos ir también nosotros?

La respuesta de los pastores es:

-No sabemos. Esto se lo tenéis que preguntar al Maestro. Acercaos a Él.

-¿Y si nos trata mal?
-No trata mal ni siquiera a los pecadores. Id, id, que le daréis una satisfacción.
Un grupo de personas hablan entre sí -son hombres y mujeres, en general mayores, de la edad de Elisa -; luego van hacia adelante, se acercan a Jesús, que está hablando con Pedro y Bartolomé, y, un poco tímidos, lo llaman:

-¡Maestro!...

-¿Qué queréis? -pregunta Bartolomé.

-Hablar con el Maestro para pedirle...
-Paz a vosotros. ¿Qué queréis de mí?
La sonrisa de Jesús los tranquiliza y dicen:

-Somos todos amigos de Elisa, de su casa. Hemos oído que está curada. Querríamos verla. También querríamos oírte hablar. ¿Podemos ir?

-A oírme a mí, sí; a verla, no, amigos. Mortificad el sentimiento de amistad y la curiosidad, porque también hay curiosidad en vuestra actitud. No se puede disturbar este gran dolor; respetadlo.
-¿Pero, no está curada?

-Se vuelve hacia la Luz. Pero, ¿acaso terminada la noche llega inmediatamente el mediodía, o, cuando se enciende una llama en el hogar apagado, en seguida arde viva? Pues lo mismo Elisa. ¡Si una ráfaga intempestiva de viento enviste la leve llama que está naciendo, no la apagará? Por tanto, sed prudentes. Esa mujer es toda ella una llaga. Hasta los amigos podrían exasperarla; necesita sosiego silencio, soledad, aunque no una soledad trágica como la que vivía hasta ayer, sino resignada, para volver a ser lo que era...

-¿Y entonces, ¿cuándo la vamos a ver?
-Antes de lo que creéis, porque ha encontrado la estela de la salud. ¡Si supierais lo que significa salir de esas tinieblas! Son peores que la muerte, y quien se libra de ellas, en el fondo, siente vergüenza de su estado anterior y de que el mundo lo sepa.

-¿Eres médico?

-Soy el Maestro.

En esto, ya están frente a la casa.
Jesús se vuelve a los pastores:

-Pasad al patio. Que vaya con vosotros quien lo desee, pero que nadie haga ruido ni siga más allá del patio. Cuidad vosotros también -dice a los apóstoles -de que esto se cumpla. Y vosotros -habla a Salomé y a María de Alfeo ̀ tened cuidado de que el niño no haga jaleo. Hasta luego. Y llama a la puerta. Los otros desaparecen por una callejuela para ir a donde deben. La sirvienta abre. Jesús entra mientras la mujer repite una y otra vez sus reverencias. -¿Dónde está tu patrona?

-Con tu Madre... ¡Fíjate, ha bajado al jardín! ¡Es una cosa...!, ¡una cosa...! Y ayer por la noche fue al comedor... Lloraba, pero volvió. ¡Intenté que comiera, en vez de tomar el consabido sorbo de leche, pero no lo conseguí!

-Ya comerá. No insistas. Sé paciente también en el amor hacia tu patrona.
-Sí, Salvador. Haré todo lo que dices.

En efecto, yo creo que la mujer está tan convencida de quién es Jesús y de que todo lo que Él hace está bien hecho, que haría las más extrañas cosas si Jesús se lo dijera.
Por el momento lo acompaña a un vasto huerto jardín lleno de árboles frutales y flores. Pero, si bien los árboles frutales se han encargado por sí mismos de vestirse de hojas y florecer, de formar los pequeños frutos y hacerlos crecer, las pobres plantas de flores, abandonadas desde hace más de un año, se han transformado en un bosque enano y enmarañado en que las plantas de tallo más débil y corto están sofocadas bajo el peso de las más fuertes. Los cuadros, los senderos... confundidos en una única, caótica maraña. Solamente en el fondo, donde la necesidad de la sirvienta ha sembrado verduras y legumbres, hay un poco de orden.

María está con Elisa, bajo una pérgola, una enredadísima parra que deja caer, hasta tocar el suelo, sarmientos y zarcillos. Jesús se detiene y mira a su joven Madre, que, con finísimo arte despierta y dirige la mente de Elisa a cosas muy distintas de las que hasta ayer habían sido los pensamientos de esta desconsolada mujer.

La sirvienta se acerca a la patrona y dice:

-Ha venido el Salvador.
Las mujeres se vuelven y van a su encuentro: una con su dulce sonrisa, la otra con su rostro cansino y desorientado.

-Paz a vosotras. Este jardín es bonito... Era bonito... -dice Elisa. -Y la tierra fértil. ¡Mira cuánta fruta en vías de maduración! ¡Mira cuántas flores tienen estos rosales! ¿Y allí? ¿Son azucenas? -Sí, alrededor de un estanque donde jugaban mucho mis hijos. Entonces estaba ordenado... Ahora aquí todo está desastrado, ya no lo veo como el jardín de mis hijos. -En pocos días volverá a tener el aspecto de entonces. Te ayudaré yo, ¿verdad, Jesús? Déjame unos días aquí con Elisa.
Tenemos muchas cosas que hacer...
-Todo lo que tú quieres Yo lo quiero.

Elisa lo mira y susurra:

-Gracias.

Jesús acaricia su cabeza canosa y luego se despide para ir con los pastores.

Las mujeres se quedan en el jardín, pero, poco después, cuando se oye la voz de Jesús esparcirse por el aire sereno al saludar a los presentes, Elisa, como atraída por una fuerza irresistible, se acerca lentamente a un seto muy alto tras el cual está el patio.

Jesús habla primero a los tres pastores. Está cerquísima del seto. Tiene frente a sí a los apóstoles y a los habitantes de Betsur que lo habían seguido. Las Marías con el niño están sentadas en un ángulo. Jesús dice:
-¿Pero estáis ligados por contrato o podéis en cualquier momento liberaros del compromiso?

-Mira, la verdad es que somos dependientes libres, pero dejarlo inmediatamente, ahora que los rebaños requieren tantos cuidados y que es difícil encontrar pastores, no parece una cosa bonita.

-Efectivamente. De todas formas, no es necesario que lo hagáis ahora; os lo digo con tiempo para que, con justicia, toméis en su momento las medidas oportunas, porque os quiero libres para uniros a los discípulos; así me ayudaréis también vosotros...

-¡Oh, Maestro!...Los tres se extasían por la alegría -Pero, ¿vamos a ser capaces? -añaden luego.
-No lo pongo en duda. Entonces está entendido, ¿no? Apenas os sea posible os unís a Isaac.
-Sí, Maestro.
-Podéis ir con los demás. Voy a decir dos palabras a la gente.

Deja a los pastores y se dirige a todos los presentes:
-La paz sea con vosotros.

Ayer he oído hablar a dos personas muy desdichadas: el uno, en la aurora de la vida; la otra, en el ocaso: dos almas que lloraban su desolación: Y he llorado en mi corazón con ellos, al ver cuánto dolor hay en la tierra, y cómo sólo Dios lo puede aliviar, sólo el conocimiento exacto de Dios, de su grandeza e infinita bondad, de su constante presencia y sus promesas. He visto cómo el hombre puede ser torturado por sus semejantes y cómo la muerte lo puede arrastrar a estados de desolación en los que Satanás trabaja para aumentar el dolor y devastar.

Entonces me he dicho: "No deben sufrir los hijos de los hombres esta tortura añadida a las otras torturas. Demos el conocimiento de Dios a quien no lo tiene, devolvámoselo a quien lo ha olvidado en medio de tempestades de dolor". Pero también he visto cómo Yo solo no doy abasto a cubrir las infinitas necesidades de mis hermanos; y he decidido llamar a muchos, para que todos los que tienen necesidad del consuelo del conocimiento de Dios lo puedan recibir.

Estos doce son los primeros; son segundos Cristos, y, como tales, capaces de conducir a mí, y, por tanto, al consuelo, a todos los que se sienten oprimidos bajo pesos de dolor demasiado grandes. En verdad os digo: Venid a mí los que estéis afligidos, desazonados, los que tengáis el corazón herido o estéis cansados, que compartiré con vosotros vuestro dolor y os daré paz; venid a través de mis apóstoles, a través de mis discípulos y discípulas, que cada día aumentan con nuevas personas voluntariosas: encontraréis consuelo en vuestras penas, compañía en vuestras soledades, el amor de vuestros hermanos con que olvidar el odio del mundo; encontraréis, por encima de todos, consolador por encima de todos, compañero perfecto, el amor de Dios; ya no dudaréis de nada; no volveréis a decir: "¡Todo está

"¡Todo está acabado para mí!”, sino: “Ahora todo empieza para mí en un mundo sobrenatural que cancela toda distancia y separación"; y los hijos huérfanos volverán a unirse con sus padres, ya sublimados en el seno de Abraham, y padres y madres, esposas y viudos, encontrarán a los hijos o al consorte perdidos.

En esta tierra de Judea, no lejos de Belén de Noemí, os recuerdo que el amor alivia el dolor y devuelve la alegría. Pensad, vosotros que lloráis, en la desolación de Noemí después de que su casa se hubiese quedado sin hombres. Escuchad sus palabras de desconsolado adiós a Orpá y Rut: "Volved a casa de vuestra madre. El Señor se muestre misericordioso con vosotras, como vosotras lo habéis sido con los que han muerto y conmigo...". Escuchad cómo no se cansaba de insistir. La que había sido Noemí, la bella, y que ahora no era sino la desdichada Noemí, quebrantada por el dolor, ya no esperaba nada de la vida; solamente quería volver, para morir, a los lugares en que había sido feliz, cuando era joven, rodeada del amor de su marido y de los besos de sus hijos. Decía: "Marchaos, marchaos. Es inútil que vengáis conmigo... Yo soy como una muerta... Mi vida ya no está aquí, sino allá, al otro lado de la vida, donde ellos están. Dejad ya de sacrificar vuestra juventud al lado de una cosa que muere, porque realmente yo soy `una cosa'. Todo me resulta indiferente. Dios ha tomado todo lo que tenía... Soy pura angustia y sólo angustia os acarrearía... y ello pesaría en mi corazón, y el Señor me pediría cuenta.-Él, que tanto ha descargado su mano sobre mí-; porque teneros a vosotras, que vivís, junto a mí, que estoy muerta, sería egoísmo. Id con vuestras madres...".

Pero Rut se quedó, como apoyo de la doliente vejez. Rut había comprendido que siempre hay dolores mayores que el propio, y que su pena de joven viuda era más ligera que la de esta mujer que había perdido a sus dos hijos además del marido. De la misma forma el dolor del niño huérfano que se ve obligado a vivir mendigando privado ya de caricias, privado ya de buenos consejos, es mucho mayor que el de la madre que ha sido despojada para siempre de sus hijos. De la misma forma, el dolor de quien, por diversos motivos, llega a odiar al género humano y ve en todos los hombres un enemigo de quien defenderse y a quien temer, es aún mayor que los otros dolores, porque envuelve no sólo carne, sangre y mente, sino también al espíritu con sus deberes y derechos sobrenaturales y lo lleva a la perdición.

¡Cuántas madres sin hijos para los hijos sin madres hay en el mundo! ¡Cuántas viudas sin descendencia, para que ejerzan su piedad para con los ancianos solitarios! ¡Cuántos han sido privados de amor para que se den enteramente a los infelices, con su necesidad de amar, y combatan así el odio, dando, dando, dando amor a la Humanidad infeliz, que sufre cada vez más porque cada vez odia más!

 

El dolor es cruz, pero también es ala. El luto despoja, pero para volver a vestir. ¡Alzaos, vosotros que lloráis! ¡Abrid los ojos, abandonad pesadillas, tinieblas y egoísmos! Mirad... el mundo es la landa donde se llora y se muere. El mundo suplica auxilio por boca de huérfanos y enfermos, por boca de los que viven en soledad, de los que vacilan, por boca de los que viven prisioneros del rencor por causa de una traición o de un acto de crueldad. Id a estos que gritan. ¡Olvidaos entre los olvidados! ¡Sanad entre los enfermos! ¡Esperad entre los desesperados! El mundo está abierto a las buenas voluntades que desean servir a Dios en el prójimo y conquistarse el Cielo: unión con Dios, reunión con aquellos cuya ausencia lloramos. Aquí nos ejercitamos, allí será la victoria. Venid. Estad cerca de todos los dolores, como Rut. Decid también vosotros: "Estaré con vosotros hasta la muerte". Persistid aunque oigáis esta respuesta de los desgraciados que se consideran insanables: "No me llaméis ya Noemí, llamadme Mará, porque Dios me ha colmado de amargura". En verdad os digo que un día, por vuestra persistencia, estas calamidades exclamarán: "Bendito sea el Señor, que me ha liberado de la amargura, de la desolación, de la soledad, por obra de una criatura que ha sabido hacer que su dolor diera un fruto bueno; que Dios la bendiga eternamente por haberme salvado".

Fijaos: aquella buena acción de Rut hacia Noemí dio al Mesías al mundo, porque de David de Jesé, de Jesé de Obed, viene el Mesías, como Obed de Booz, Booz de Salmón, Salmón de Naassón, Naassón de Aminadab, Aminadab de Aram, Aram de Esrom, Esrom de Fares, para poblar los campos de Belén, preparando los antepasados del Señor: toda buena acción es origen de cosas grandes, que ni siquiera os imagináis; el esfuerzo de uno contra su propio egoísmo puede provocar una ola de amor tal, que puede subir, subir, llevando entre su transparencia a aquel que la provocó, hasta conducirlo a los pies del altar, al corazón de Dios. Que Dios os conceda la paz».

Y Jesús, sin volver al jardín por la puertecita abierta en el seto, vigila para que nadie se acerque a éste -del otro lado proviene un largo llanto... Y espera a que todos los de Betsur se hayan marchado para alejarse acompañado de los suyos sin turbar ese llanto saludable...


   


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