Sunday May 05,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

193- Llegada a Siquem tras dos días de camino


Jesús prosigue hacia Jerusalén. Cada vez transita mayor número de peregrinos por los caminos, que están un poco embarrados por un chaparrón nocturno; como contrapartida, haciendo precipitar el polvo, el agua ha dejado terso el aire. Los campos parecen un jardín bien cuidado por su jardinero.

La comitiva apostólica camina ligera, pues se sienten descansados por el alto que han hecho y, además, porque el niño, con sus sandalias nuevas, ya no sufre al andar (es más, sintiendo cada vez más confianza, va charlando con unos u otros; y le hace a Juan la confidencia de que su padre se llamaba también Juan y su madre María y de que, por ello, lo quiere también a él mucho).

-Pero, bueno -termina diciendo -la verdad es que os quiero a todos; en el Templo voy a rezar mucho, mucho, por vosotros y por el Señor Jesús.

Es conmovedor ver cómo estos hombres, que en su mayor parte no tienen hijos, se muestran paternales y maravillosamente próvidos para con el más pequeño de los discípulos de Jesús. Hasta el hombre de Endor muestra un rostro delicado cuando debe obligar al pequeño a beberse un huevo, o cuando trepa por entre los arbolados que visten de verde las colinas y las montañas -cada vez más altas, cortadas por profundas hoces cuyo fondo sigue el camino principal -para coger ramitas acídulas de zarzamora o perfumados tallitos de hinojo silvestre, y se lo lleva al niño para mitigarle la sed sin que se llene demasiado de agua. Es conmovedor ver cómo lo distraen del largo recorrido llamando su atención hacia los distintos detalles o panoramas.

El que muchos años antes fuera pedagogo en Cintium, destruido posteriormente por la maldad humana, ahora renace por este niño, mísero como él, y alisa las arrugas del infortunio y de la amargura asumiendo una sonrisa buena. El aspecto de Yabés, con sus sandalias nuevas y la carita menos triste, es ya menos menesteroso. No sé qué mano apostólica se ha preocupado de borrar de esa carita todas las señales de muchos meses de vida agreste, poniéndole en orden incluso el pelo, antes descuidado y polvoriento, ahora esponjoso e igualado por una enérgica lavada. También el hombre de Endor, que todavía se queda un poco perplejo cuando oye que le llaman Juan (si bien, cuando esto le sucede, en seguida menea la cabeza con una sonrisa compasiva hacia su poca memoria), está muy cambiado: cada día que pasa, su rostro va perdiendo esa cierta dureza que tenía y va adquiriendo una seriedad que no infunde miedo.

Naturalmente, estas dos miserias renacidas por la bondad de Jesús gravitan amantes hacia el Maestro; quieren a los compañeros, sí, ¡pero a Jesús!... Cuando Él los mira o les habla directamente, su expresión se vuelve dichosísima.

Salvan una hoz y luego un collado verde, bellísimo, desde cuya cima todavía se entrevé la llanura de Esdrelón, lo cual hace suspirar al niño:

-¿Qué estará haciendo mi anciano padre? -para terminar diciendo, con un suspiro muy triste y un brillo de llanto en sus ojos castaños: «Es mucho menos feliz que yo!... ¡con lo bueno que es!».

Este lamento, a su vez, extiende sobre todos un velo de tristeza. Luego bajan por un valle fértil, lleno de olivares o campos cultivados. Un leve viento hace caer la nieve de las florecillas de las vides y de los olivos más precoces. Y pierden de vista definitivamente la llanura de Esdrelón.

Se detienen en el prado para proseguir después la marcha hacia Jerusalén. Debe haber llovido mucho -quizás es que es una zona muy rica en aguas subterráneas -porque las praderas parecen un aguazal poco profundo: en efecto, el agua brilla intensamente entre la tupida hierba y sube hasta lamer el camino, un poco más elevado para salvar otro; pero, no obstante, muy embarrado. Los mayores se suben las túnicas, para que no acaben transformándose en una costra de barro. Judas Tadeo sube a hombros al niño, para que descanse y para atravesar más rápidamente la zona inundada, que quizás es insalubre.

Bordean otras colinas, atraviesan otro valle, pequeño, rocoso, seco. El día declina. Entran en un pueblo situado en lo alto de un ribazo rocoso y, abriéndose paso entre los muchos peregrinos, buscan alojamiento en una especie de albergue muy rústico (un cobertizo grande bajo el cual hay abundante paja extendida, nada más). Pequeñas lamparitas, encendidas acá o allá, iluminan las cenas de las familias de peregrinos; familias pobres, como la apostólica, porque los ricos, por lo general, han levantado sus tiendas fuera del pueblo, desdeñando todo contacto con los lugareños y con los peregrinos pobres.

Desciende noche y silencio... El primero que cae dormido es el niño, que se ha reclinado, cansado, en el regazo de Pedro, el cual, luego lo pone bien sobre la paja y lo tapa solícito.

Jesús reúne a los mayores para hacer una oración, después cada uno va a echarse encima de la capa de paja para reponerse del mucho camino recorrido.

Es ya de día otra vez. La comitiva apostólica, que se ha puesto en marcha por la mañana, está para entrar, al declinar el día, en Siquem, dejada ya atrás Samaria. Es una ciudad de bonito aspecto, rodeada de muros, coronada de edificios bellos y majestuosos en torno a los cuales se concentran casas lindas y ordenadas. (Me da la impresión de que esta ciudad, como Tiberíades, haya sido reconstruida poco antes y con sistemas tomados de Roma). Extramuros, alrededor, una faja de tierras fertilísimas y bien cultivadas.

El camino que de Samaria conduce a Siquem desciende sinuosamente, con un sistema de muros de contención del terreno que me recuerda a las colinas fiesolanas, y con una magnífica vista de verdes montañas al sur y una llanura preciosa que va hacia el oeste.

El camino tiende a descender, pero alguna que otra vez gana altura, para salvar otros collados desde cuyas cimas se domina la tierra de Samaria, con sus lindas plantaciones de olivos, cereales y vides, guardadas, desde lo alto de los collados, por bosques de encinas y de otros árboles agrestes, que deben ser providenciales como defensa contra los vientos -los cuales, pasando por los desfiladeros, tienden ciertamente a formar remolinos -, que malograrían las plantaciones. Esta región me recuerda mucho a los lugares de nuestro Apenino, aquí, hacia Amiata, cuando la mirada contempla contemporáneamente los cultivos llanos y cerealistas de la Maremma y las esplendorosas colinas y los austeros montes que se yerguen más altos hacia el interior. No sé cómo será ahora Samaria; en aquel tiempo era preciosa.

Pues bien, entre dos altos montes -de los más altos de esta zona -la vista enfila un valle en cuyo centro, fertilísima, bien irrigada, aparece Siquem. En este punto precisamente, la alegre caravana de la corte del Cónsul que va a Jerusalén para las fiestas alcanza a Jesús y los suyos. Esclavos a pie y en carros para tutelar el transporte de los distintos pertrechos... ¡Dios mío, cuántas cosas llevaban consigo en aquellos tiempos! Con los esclavos, carros en toda regla, cargados con un poco de todo (hasta incluso literas enteras) y coches de viaje (amplios carros de cuatro ruedas, bien amortiguados, cubiertos) en los que viajan, resguardadas, las damas. Y más carros, y más esclavos...

He aquí que una mano enjoyada de mujer levanta levemente una cortina y aparece el perfil grave de Plautina, que saluda sin hablar pero con una sonrisa; lo mismo hace Valeria, quien lleva sobre sus rodillas a su pequeñuela, toda gorjeos, toda riente. El otro carro de viaje, aún más pomposo, pasa sin que ninguna cortina se separe, pero, una vez que ha pasado, por la parte de detrás, entre las cortinas anudadas, Lidia asoma su rosado rostro y hace un gesto de reverencia. La caravana se aleja...

-¡Viajan bien! -dice Pedro, cansado y sudoroso -Pero, si Dios nos ayuda, pasado mañana por la tarde estaremos en Jerusalén.
-No, Simón. No tengo otra alternativa, tengo que cambiar de dirección e ir hacia el Jordán.
-¿Pero, por qué, Señor?

-Por el niño. Está muy triste, y mucho más aumentaría su tristeza si viera el monte donde sucedió la catástrofe.
-¡No, no lo vemos! Mejor dicho, vemos la otra parte del monte... Y... bueno, yo me encargaré de tenerlo distraído; yo y Juan... Esta pobre tortolita sin nido se distrae enseguida. ¡Ir hacia el Jordán!... ¡No, hombre, mejor por aquí, el camino recto, más corto y más seguro!; ¡no, no, éste, éste! ¿Ves como es el que siguen las romanas? Por la costa y por el río estas primeras aguas de verano exhalan fiebres. Este camino es sano. Además... ¿cuándo vamos a llegar si alargamos todavía más el recorrido? ¡Piensa en qué estado de ansiedad estará tu Madre después del funesto suceso del Bautista!...

Pedro lo consigue; Jesús da su consentimiento.

-Pues entonces vámonos pronto a descansar, y descansemos bien, porque mañana al alba partiremos, para estar pasado mañana por la tarde en Getsemaní. Iremos, pasado el viernes, al día siguiente, a ver a mi Madre, a Betania; allí descargaremos esos libros de Juan que os han hecho trabajar no poco; veremos también a Isaac y le confiaremos este pobre hermano...

-¿Y el niño? ¿Lo vas a asignar ya?
Jesús sonríe:

-No. Se lo dejaré a mi Madre, para que lo prepare para "su" fiesta. Luego volverá con nosotros para la Pascua. Pero después tendremos que desprendernos de él... ¡No te encariñes demasiado! O, mejor, ámalo como si fuera tu hijo, pero con espíritu sobrenatural. Ya ves que es débil y que se cansa. También a mí me habría gustado instruirlo y criarlo, nutriéndolo Yo mismo con la Sabiduría. Pero Yo soy el Incansable, y Yabés es demasiado joven y débil para acompañarnos en nuestras fatigas. Nos moveremos por Judea; luego, para Pentecostés, volveremos a Jerusalén; luego caminaremos... caminaremos, evangelizando... Volveremos a verlo en el verano, en nuestra patria chica. Bien, ya estamos ante las puertas de Siquem. Adelántate con tu hermano y con Judas de Simón para buscar dónde alojarnos.

Yo voy a la plaza del mercado; allí te espero.
Se separan. Pedro galopa en busca de un alojamiento. Los demás caminan fatigosamente por los caminos llenos de gente que grita y gesticula, llenos de asnos, carros... todos dirigidos hacia Jerusalén para la Pascua ya inminente. Voces, unos que llaman a otros, imprecaciones... se mezclan con los rebuznos asnales, creando un bullicio que retumba fuerte bajo los atrios tendidos entre casa y casa: es un ruido que recuerda al murmullo de ciertas conchas cuando se arriman a la oreja.

El eco va de una bóveda a otra, donde ya las sombras se dan cita, y la gente, como un flujo continuo de agua, se da a caminar por las calles, se adentra en búsqueda de un techo, de una plaza, de un prado, para pasar la noche...
Jesús, con el niño de la mano, apoyado en un árbol, espera a Pedro en la plaza, que con esta ocasión está continuamente llena de vendedores.

-¡Que no nos vea nadie y nos reconozca! -dice Judas Iscariote.

-¿Cómo se puede reconocer un grano entre la arena? -responde Tomás -¿No ves qué gentío?

Vuelve Pedro:

-Fuera de la ciudad hay un cobertizo con heno. No he encontrado nada más.

-No vamos a buscar nada más. Es hasta demasiado para el Hijo del hombre.

   


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