Thursday November 07,2024
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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

183- La curación de un hombre herido
en casa de María de Magdala


Todo el colegio apostólico está en torno a Jesús. Están sentados en la hierba, a la sombra de un sotillo, a la orilla de un regato; todos comen pan y queso, y beben agua del riachuelo, fresca y cristalina. Las sandalias polvorientas dan a entender que han recorrido mucho camino. Los discípulos quizás no pedirían otra cosa sino descansar sobre la hierba alta y fresca.

Pero el incansable Caminante no es de esta opinión. En cuanto juzga que ha pasado la hora de mayor calor, se pone en pie, sale al camino, mira... se vuelve y dice simplemente:

-Vamos.

A la altura de una bifurcación, o, más exactamente, un cuadrivio -en efecto, en ese punto se unen cuatro caminos -, Jesús toma sin vacilar dirección norte-este.
-¿Volvemos a Cafarnaúm? -pregunta Pedro.

Jesús responde:

-No.
-Únicamente "no".

-Entonces, a Tiberíades -insiste Pedro, que quiere saber.
-Tampoco.

-Pero, este camino va hacia el Mar de Galilea... y allí están Tiberíades y Cafarnaúm...

-Y también Magdala -dice Jesús con una expresión semiseria para que se aplaque la curiosidad de Pedro.

-¡Magdala!...

Pedro se muestra un poco escandalizado, lo que me hace pensar que esta ciudad tiene mala fama.

-A Magdala, sí, a Magdala. ¿Te consideras demasiado puro para entrar en ella? ¡Pedro, Pedro!... Por amor a mí tendrás que entrar, no en una ciudad de placer, sino en verdaderos prostíbulos... Cristo no ha venido para salvar a los salvados, sino para salvar a los perdidos... y tú... tú serás "Piedra", o "Cefas", y no "Simón", para esto.

¿Tienes miedo a contaminarte? ¡No, no! ¿Ves a éste?

-Indica al jovencísimo Juan -. Pues ni siquiera él sufrirá daño, porque no quiere; como tampoco quieres tú, ni quiere tu hermano ni el hermano de Juan. Ninguno de vosotros, por ahora, quiere. Mientras no se quiere, no se verifica el mal. Pero es necesario no querer fuerte y constantemente.

La fuerza y la constancia se consiguen del Padre, orando con sinceridad de propósitos. En el futuro no todos sabréis siempre orar así... ¿Qué estás diciendo, Judas? No te fíes demasiado de ti mismo. Yo, que soy el Cristo, oro constantemente, para tener fuerza contra Satanás. ¿Eres, acaso, tú más que Yo? El orgullo es como una grieta, por ella entra Satanás. Vigila y sé humilde, Judas. Mateo, tú que conoces muy bien esta zona, dime, ¿conviene entrar por este camino o hay otro mejor?

-Según, Maestro. Si quieres ir a la Magdala de los
pescadores y pobres, éste es el camino, por aquí se entra al suburbio popular; pero -no lo creo, pero te lo digo para que la respuesta mía sea amplia -si quieres ir adonde viven los ricos, hay que dejar este camino dentro de algunos centenares de metros y tomar otro, porque las casas ricas están casi a esta altura y hay que volver para atrás...

-Volvemos para atrás. Quiero ir a la Magdala de los ricos. ¿Qué has dicho, Judas?
-Nada, Maestro. Es la segunda vez en poco tiempo que me lo preguntas, cuando en realidad no he dicho nada.
-No con los labios, pero sí que has hablado, murmurando, con tu corazón. Has murmurado con tu huésped: el corazón.

Para hablar no es indispensable tener como interlocutora a otra criatura; muchas palabras nos las decimos a nosotros mismos... Pues bien, no se debe cometer murmuración o calumnia ni siquiera con el propio yo.

El grupo continúa su camino, ahora en silencio. Lo que antes era una vía de primer orden ahora es una calle de la ciudad, pavimentada con piedras de un palmo cuadrado. Las casas van siendo cada vez más ricas y bonitas, construidas entre huertos exuberantes y jardines floridos. Tengo la impresión de que la Magdala elegante fuera para los palestinos una especie de lugar de placer como ciertas pequeñas ciudades de nuestros lagos lombardos: Stresa, Gardone, Pallanza, Bellagio, etc., etc. Con los palestinos ricos están entremezclados los romanos, que sin duda proceden de otros centros, como Tiberíades o Cesárea, donde, en torno al Gobernador, habrán sido, ciertamente, funcionarios y comerciantes exportadores de los mejores productos de la colonia palestina para Roma.

Jesús se interna, seguro, como quien sabe a dónde va.

Sigue el lago, a cuya orilla se asoman las casas con sus jardines.

En esto, se oye un gran coro de llanto, proveniente del interior de una rica mansión: son voces de mujeres y niños, y, agudísima, una voz femenina que grita:

-¡Hijo! ¡Hijo!

Jesús se vuelve y mira a los apóstoles. Judas se adelanta unos pasos.

-Tú no -ordena Jesús -Tú, Mateo; ve y pregunta.
Mateo va y regresa.

-Una pelea, Maestro. Un hombre está muriendo. Es un judío. El que lo ha herido se ha escapado; era un romano. Han llegado enseguida su mujer y su madre y los niños... Está muriendo.

-Vamos.

-Maestro... Maestro... Ha ocurrido en casa de una mujer... que no es la esposa.

-Vamos.

La puerta de la casa está abierta. Entran en un largo y ancho vestíbulo que da a un bonito jardín (la casa parece estar dividida por esta especie de peristilo cubierto y muy rico en plantas verdes en macetas y con muchas estatuas y objetos taraceados; mitad sala, mitad invernáculo). Hay mujeres llorando en una habitación que da al vestíbulo y cuya puerta está abierta de par en par.

Jesús entra sin vacilaciones. No pronuncia su saludo habitual.

Entre los hombres presentes hay un mercader que debe conocer a Jesús, porque nada más verle dice:

-¡El Rabí de Nazaret -y lo saluda respetuosamente.

-José, ¿qué ha sucedido?

-Maestro, una puñalada en el corazón... Está muriendo.
-¿Cuál ha sido la causa?

Una mujer entrecana y despeinada se levanta -estaba arrodillada junto al moribundo, sujetándole una mano ya inerte ­y, con ojos de loca, dice a voz en grito:

-¡Ella!, ¡ella!... ¡Me lo ha maleado!... ¡Para él ya no había ni madre ni mujer ni hijos! ¡Al infierno has de ir, diablo!

Jesús alza los ojos siguiendo la mano que temblando acusa, y ve en el rincón, contra la pared de color rojo oscuro, a María de Magdala, más procaz que nunca; la mitad del cuerpo vestida... yo diría... de nada, porque de la cintura hacia arriba está semidesnuda, con una especie de redecilla, de malla hexagonal, de unas cositas redondas que parecen pequeñas perlas (de todas formas, estando en penumbra, no veo bien).

Jesús baja de nuevo sus ojos. A María le sienta como un bofetón esta indiferencia; se endereza -antes estaba ligeramente agachada -y finge una actitud desenvuelta.

-Mujer -dice Jesús a la madre -no impreques. Responde:

¿Por qué estaba tu hijo en esta casa?

-Ya te lo he dicho. Porque ella lo había desquiciado. Ella.

-Silencio. También él entonces -siendo adúltero y padre indigno de estos inocentes -pecaba; merece, por tanto, su castigo. Ni en esta vida ni en la otra hay misericordia para el que no se arrepiente. No obstante, siento piedad de tu dolor y de estos inocentes. ¿Está lejos tu casa?

-A unos cien metros.

-Levantad a este hombre y llevadlo.

-No es posible, Maestro -dice el mercader José -Está para morir de un momento a otro.

-Haz lo que digo.

Pasan una tabla por debajo del cuerpo del moribundo. El cortejo sale lentamente, cruza la calle, entra en un sombreado jardín. Las mujeres siguen llorando rumorosamente.

Nada más entrar el cortejo en el jardín, Jesús se vuelve a la madre:

-¿Puedes perdonar? Si tú perdonas, Dios perdona. Es necesario hacerse bueno el corazón para obtener gracia.

Este hombre ha pecado y pecará más veces; mejor le sería morir, porque, viviendo, volverá a caer en el pecado y tendrá que responder además de la ingratitud hacia Dios salvador. Pero, tú y estos inocentes -y señala a la esposa y a los niños -caeríais en la desesperación. Yo he venido para salvar y no perder. Hombre, Yo te lo digo: ¡vuelve y queda curado!

El hombre reemprende vida y abre los ojos; ve a su madre, a sus hijos, a su mujer, e inclina la cabeza avergonzado.

-Hijo, hijo -dice la madre -Hubieras muerto si no te hubiera salvado El. Torna en ti. No delires por una...
Jesús interrumpe a la anciana.

-Mujer, calla. Sé misericordiosa como contigo se ha sido.

Tu casa ha sido santificada por el milagro, que es siempre prueba de la presencia de Dios. Por este motivo no lo he podido cumplir donde había pecado. Que al menos tú sepas conservarla, aunque este hombre no sepa hacerlo. Cuidadlo ahora. Es justo que sufra un poco. Sé buena, mujer. Y tú. Y vosotros, pequeños. Adiós.

Jesús ha posado la mano sobre la cabeza de las dos mujeres y de los pequeñuelos.

Luego sale, pasando por delante de la Magdalena, que ha seguido al cortejo hasta el otro lado de la calle y se ha quedado apoyada contra un árbol. Jesús aminora el paso como aguardando a los discípulos, pero creo que su verdadera intención es la de darle a María ocasión de hacer un gesto; pero ella no lo hace.

Los discípulos se unen a Jesús. Pedro no puede contenerse y entre dientes dice a María un epíteto adecuado. Ella, que quiere aparentar desenvoltura, rompe a reír con una carcajada de mísera victoria.

Pero Jesús ha oído la palabra de Pedro y se vuelve a él severo:

-Pedro, Yo no insulto; no insultes tú. Ruega por los pecadores, nada más.

María quiebra el gorjeo de su risa, agacha la cabeza y huye como una gacela en dirección a su casa.

   


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