|  | EL EVANGELIOCOMO ME HA SIDO REVELADO
 
 
   Autor: María Valtorta 
 « PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LAVIDA PUBLICA DE JESUS
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 141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con José de Emaús
 142. Con los doce hacia Samaria   143. La samaritana Fotinai   144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar   145. El primer día en Sicar  146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos  147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai  148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón   149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción a los apóstoles
 150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá seguir a su Hijo
 151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.El oficial del rey
 152. María Salomé es recibida como discípula   153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús  154. Jesús en Cesárea Marítima  habla a los galeotes. Las fatigas del apostolado
 155. Curación de la niña romana en Cesárea  156. Analía, la primera de las  vírgenes consagradas   157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret  158. En el lago de Genesaret con Juana de Cusa.
 159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.  160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala   161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm  162. Las conversiones humanas del fariseo Elí y de Simón de Alfeo
 163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm  164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles  165. Elección de los doce Apóstoles  166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez  167. Jesús concurre con las romanas en el jardín de Juana de Cusa
 168. Aglae en casa de María,en Nazaret
 169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos  170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas  171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos  evangélicos que perfeccionanla Ley
 172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la  oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara   173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las  riquezas; la limosna; la confianza en Dios.   174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre  el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna deMaría de  Magdala.
 175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad  del escriba Juan
 176. Durante el descanso sabático, el último discursode la Montaña:
 amar la 
  voluntad de Dios
 177. La curación del siervodel centurión
 178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús  179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevodiscípulo Elías
 180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida.  Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de  Juan el Bautista   181. La parábola del trigoy la cizaña
 182. Palabras a algunos pastores con el huerfanito Zacarías
 183. La curación de un hombre herido en casa de María  de Magdala
 184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobreel Reino de los Cielos
 185. La tempestad calmada.Una lección sobre
 sus  preliminares
 186. Los dos endemoniados de la región de los  Gerasenos   187. Hacia Jerusalénpara la Pascua.
 De Tariquea al  monte Tabor
 188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix,  llamado luego Juan  189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda   190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la  puestadel sol del viernes
 191. El sábado en Esdrelón. El pequeño Yabés.
 Parábola del rico Epulón
 192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a  Engannim tras un alto en Meguido   193. Llegada a Siquem tras dos días de camino   194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino  de Siquem a Berot   195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote. Llegada a Jerusalén
 196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre  y de los amores de distintas potencias   197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso   198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés  cambia su nombre por el de Margziam  199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro  obtiene a Margziam por medio de María
 200. Coloquio de Áglaecon el Salvador
 201. El examen de la mayoría de edad de Margzia
 202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán  203. El Padrenuestro  204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la  parábolade los templos
 205. La parábola del hijo pródigo  206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos,  termina la permanencia en Betania  207. En la gruta de Belén la Madre evoca
 el 
nacimiento de Jesús
 208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con  Jesús va a Betsur donde Elisa   209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur  210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el  caminohacia Hebrón
 211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista   212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde la 
  casita de Isaac
 213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica  214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot  215. El posadero de Bet Yinna y su hija lunática
 216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola del diente de león
 217. Las espigas arrancadasun sábado
 218. La llegada a Ascalón,ciudad filistea
 219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón  220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa de la parturienta
 221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme  222. Un secreto del apóstol Juan   223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús  224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter  225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios  226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael   227. Un episodio incompleto   228. Margziam confiadoa Porfiria
 229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro   230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo  231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala  232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado  233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye  234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala  235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión   236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolucióna María de Magdala
 237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por suhermana María
 238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad  239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas  240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús  241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida  242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades  243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas  244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz  245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola delleproso curado
 246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos 
 247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden a la oración mental
 248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados  249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la fidelidad a Dios
 250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima  251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo de Ascalón
 252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo  253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.La Magdalena debe
 forjarse sufriendo
 254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima  255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una leccióna Judas Iscariote
 256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fey la caridad
 257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo  258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misiónde apóstol
 259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro  260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos de la llanura de Esdrelón
 261. Exhortación a los campesinos de Doras, que ahora lo son de Jocanán
 262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.El Iscariote solicita
 la ayuda de María
 263. Curación del hombre del brazo atrofiado   264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret  265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo de su ministerio
 266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes  267. Jesús, carpintero en Corazín  268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero  269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos  270. Jesús recibe la noticia de que han matado  a Juan el Bautista
 271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm  272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba  273. La primera multiplicaciónde los panes
 274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer a quien le invoca
 275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual  276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia en los siervos de Dios
 277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos  278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos   279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos  280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre los místicos futuros
 281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano  282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo, Juan de Endor y Síntica
 283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad  284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstolesse quedarán en Judea
 285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó sin Judas Iscariote
 286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdode las almas
 287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader   288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús  289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación de los paganos
 290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas  291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los díasa la hora nona
 292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá  293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax  294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre y a las discípulas
 295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob  296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan   297. Con el sermón de Aera termina el segundogran viaje apostólico
 298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ellase deducen
 299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías  300. Con escribas y fariseos en casa 
del resucitado de Naím  301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro  302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias  303. Jesús donde su Madre en Nazaret
 304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madrey Maestra
 305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos  306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio   307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención  308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos  309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo   310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida de Juan de Endor y Síntica
 311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor  312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año    | 
      
      
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             230- Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo              
 Jesús va  rodeado de mucha gente que ciertamente lo estaba esperando, por un camino  soleado y polvoriento que bordea la ribera del lago. Se dirige hacia un pueblo.
 La muchedumbre lo oprime a pesar de que los apóstoles, a fuerza de codos y  hombros, vayan tratando de hacer hueco y levanten la voz para convencer a la  masa de dejar un poco de espacio.
 Pero Jesús  no está inquieto por tanto barullo. Sobrepasando en altura con toda la cabeza a  los que lo rodean, mira con dulce sonrisa a esta multitud que lo apretuja;  responde a los saludos, acaricia a algún niño que logra hacerse ver por entre  la barrera de adultos y arrimarse a Él, pone la mano en la cabeza de aquellos  pequeñuelos a los que sus madres aúpan por encima de las cabezas de la gente  para que Él los toque... Y, entretanto, sigue andando, lentamente,  pacientemente, en medio de esta bulla y de estas continuas presiones que  pondrían de malhumor a cualquiera. 
 Una voz de  hombre grita:
 -¡Paso!  ¡Dejad paso!
 
 Una voz que  denota angustia. Muchos deben conocerla y respetarla, como de una persona  influyente, porque la multitud se escinde -aunque con mucha dificultad, porque  están muy apretujados-y dejan pasar a un hombre de unos cincuenta años,  enteramente cubierto con un largo y amplio indumento y con una especie de  pañuelo blanco alrededor de la cabeza, cuyo vuelo pende hasta el cuello y sobre  la cara.
 
 Llega adonde  Jesús, se postra a sus pies y dice:
 -Maestro,  ¿por qué has estado fuera tanto tiempo? Mi hija está muy enferma. Ninguno la  puede curar. Tú eres la única esperanza mía y de la madre. Ven, Maestro. Te  esperaba con ansiedad infinita. Ven, ven enseguida. Mi única criatura se está  muriendo... -y se echa a llorar.
 
 Jesús pone  su mano sobre la cabeza de este hombre que llora, sobre esta cabeza inclinada y  convulsa por los sollozos, y le responde:
 -No llores.  Ten fe. Tu hija vivirá. Vamos a verla.
 
 ¡Levántate! ¡Vamos!
 
 Las dos  últimas palabras tienen tono de imperio. Antes era el Consolador, ahora habla  como Dominador.
 Se ponen de  nuevo en camino. El padre, llorando, va al lado de Jesús, que lo tiene cogido  de la mano; y, cuando un sollozo más fuerte agita al pobre hombre, veo que  Jesús lo mira y le aprieta la mano. No hace sino esto, pero ¡cuánta fuerza debe  tornar a un alma cuando se siente tratada así por Jesús!
 
 Antes, donde  ahora está el padre, estaba Santiago, pero Jesús le ha dicho que le cediera el  puesto. Pedro está al otro lado. Juan al lado de Pedro, tratando de hacer con  él de barrera a la gente, como hacen también Santiago y Judas Iscariote en el  otro lado, detrás del adolorado padre. Los otros apóstoles están unos delante y  otros detrás de Jesús. Pero no es suficiente. Especialmente los tres de atrás,  entre los cuales veo a Mateo, no consiguen mantener detrás a la muralla viva.  Y, cuando refunfuñan un poco demasiado y casi casi insultan a esta muchedumbre  poco discreta, Jesús vuelve la cabeza y dice con dulzura:
 -¡No pongáis  impedimento a estos pequeñuelos míos!...
 
 Pero, en un  momento dado, se vuelve bruscamente, dejando incluso caer la mano del hombre.  Se detiene. Se vuelve (esta vez no vuelve sólo la cabeza sino todo su cuerpo).  Parece incluso más alto, porque ha tomado una actitud de rey. Con su rostro  -ahora severo-y su mirada inquisitiva escruta a la muchedumbre. En sus ojos hay  relámpagos, no de dureza sino de majestad.
 
 -¿Quién me  ha tocado? -pregunta. Nadie responde.
 -¿Quién me ha  tocado?, repito -insiste Jesús.
 Responden  los discípulos:
 
 -Pero,  Maestro, ¿no ves que la muchedumbre te está apretujando por todas partes? Todos  te tocan, a pesar de nuestros esfuerzos.
 
 -Estoy  preguntando que quién me ha tocado para obtener un mi-agro. He sentido que  salía de mí una virtud milagrosa porque un corazón la invocaba con fe. ¿Quién  es este corazón?
 
 Jesús,  mientras habla, baja dos o tres veces sus ojos hacia una mujercita de unos  cuarenta años, vestida muy pobremente, de rostro demacrado, la cual busca  eclipsarse entre la muchedumbre, desaparecer tragada por la multitud.
 
 Esos ojos puestos en ella deben  quemarla. Se da cuenta de que no puede huir y vuelve adelante. Se postra a sus  pies, casi tocando el polvo con el rostro; con los brazos extendidos, aunque  sin llegar a tocar a Jesús.
 -¡Perdón! Soy yo. Estaba enferma. ¡Hacía doce años que  estaba enferma! Todos huían de mí. Mi marido me ha abandonado. He gastado todos  mis haberes para no ser considerada un oprobio, para vivir corno viven todos.
 
 Ninguno ha podido curarme. Maestro, ya ves que soy una anciana prematura. Mi  vitalidad, con mi flujo incurable, ha salido de mí, y mi paz con ella. Me  dijeron que Tú eras bueno. Me lo dijo uno al que habías curado de su lepra, uno  que por su experiencia de tantos años en que todos huían de él no sintió asco  de mí. No me he atrevido a decir esto antes. ¡Perdóname! He pensado que sólo  con tocarte quedaría curada. Pero no te he contaminado de impureza. Apenas he  rozado el extremo de tu vestido que toca el suelo, la suciedad del suelo...  como mi inmundicia... ¡Pero ahora estoy curada! ¡Bendito seas! En el momento en  que he tocado tu vestido mi mal ha cesado. Ahora soy como todas las demás. Ya  no se apartará de mí la gente. Mi marido, mis hijos, mis parientes podrán estar  conmigo, los podré acariciar, seré útil a mi casa.
 
 ¡Gracias, Jesús, Maestro  bueno! ¡Bendito seas eternamente!
 Jesús la mira con una bondad infinita. Le sonríe y le
 dice:
 
 -Ve en paz, hija. Tu fe te ha salvado. Queda curada  para siempre. Sé buena y vive feliz. Ve.
 
 No ha terminado de hablar cuando, de improviso, llega  un hombre -creo que un siervo-, y se dirige al padre de la niña enferma que  durante todo este tiempo ha estado en actitud de espera respetuosa pero  angustiada, verdaderamente en ascuasy le dice:
 
 -Tu hija ha muerto. No importunes ya al Maestro. Su  espíritu la ha dejado. Ya las plañideras están llorando.
 
 La madre me envía a  decírtelo y te ruega que vayas enseguida.
 
 El pobre padre exhala un gemido, se lleva las manos a  la frente, frunce la frente, se comprime los ojos, se pliega como si lo  hubieran herido.
 
 Jesús, que parecía que no debería ver ni oír nada,  porque está atento a lo que le dice la mujer y a responderle, se vuelve, sin  embargo, y pone la mano sobre la espalda curvada del pobre padre:
 -Hombre, te he dicho: ten fe. Te repito: ten fe. No  temas. Tu hija vivirá. Vamos adonde ella. Y se pone de nuevo en marcha, manteniendo estrechado  contra sí a este hombre completamente destruido.
 
 La multitud, ante este dolor y la gracia que se ha  producido, se detiene atemorizada; se abre, deja a Jesús y a los suyos que  puedan caminar ligero para seguir luego como una estela a la Gracia que pasa.
 
 Se recorren así unos cien metros, quizás más -no soy  buena calculadora-; se entra cada vez más en el centro del pueblo.
 
 Hay una aglomeración de gente delante de una casa de  fino aspecto. Están comentando con voz alta y estridente lo que ha sucedido, a  manera de contrapunto de otros gritos más altos que llegan a través de la  puerta abierta de par en par: son gritos gorjeados, agudos, mantenidos en una  nota monótona y que parecen dirigidos por una voz más aguda, solista; a ésta  responden, primero un grupo de voces más finas, luego otro de voces más llenas.  Es un alboroto capaz de producir la muerte incluso a quien está bien.
 
 Jesús ordena a los suyos que se queden delante de la  puerta, pero llama a Pedro, Juan y Santiago. Con ellos entra en la casa (lleva  todavía agarrado de un brazo al padre, que sigue llorando: parece como si  quisiera infundirle la certeza de que Él está ahí para consolarlo con ese  gesto).
 
 Las... plañideras, que yo llamaría más bien  "chillonas", al ver al jefe de la casa y al Maestro, doblan su  gritería. Dan palmadas, agitan unas panderetas, golpean triángulos y sobre  esta... música apoyan sus plañidos.
 -Callad -dice Jesús -No es el caso de llorar. La niña  no está muerta, sólo duerme.
 
 Las mujeres lanzan gritos más fuertes aún. Algunas se  revuelcan por el suelo, se hacen arañazos, se arrancan los pelos (o, más bien,  hacen como si se los arrancaran) para mostrar que está realmente muerta. Los  que suenan los instrumentos y los amigos menean la cabeza como respuesta a lo  que creen ser un espejismo de Jesús.
 
 Mas Él repite: «¡Callad!», tan enérgicamente, que el  alboroto, si bien no cesa completamente, al menos se transforma en simple  murmullo. Jesús pasa más adentro.
 Entra en un cuarto pequeño. Encima de la cama está  extendida una niña muerta. Delgada y palidísima, yace, ya vestida, ordenados  con cuidado sus negros cabellos. La madre llora al pie del costado derecho de  la cama, mientras besa la cérea manita de la difunta.
 
 ¡Qué hermoso está Jesús ahora! ¡Como pocas veces lo he  visto! Se acerca al lecho rápidamente, tanto que parece deslizarse sobre el  suelo... volar. Los tres apóstoles cierran la puerta sin contemplaciones para  con los curiosos y permanecen apoyados a ella. El padre se ha detenido a los  pies de la cama.
 
 Jesús va a la parte izquierda, extiende la mano  izquierda para tomar la manita muerta de la pequeña difunta; es también la izquierda,  lo he visto bien, es la izquierda de Jesús y la izquierda de la niña. Alza el  brazo derecho hasta llevar la mano abierta a la altura del hombro, y la baja  con el gesto propio de uno que o jura o manda. Dice:
 
 -¡Niña, Yo te lo digo, levántate!
 
 Transcurre un momento en que todos, excepto Jesús y la  muerta, permanecen suspendidos. Los apóstoles alargan el cuello para ver mejor.  El padre y la madre miran con ojos acongojados a su hija. Pasa un instante... y  un suspiro alza el pecho de la pequeña difunta, un leve color sube a la carita  cérea, anulando el cárdeno de muerte. Una sonrisa se dibuja en los pálidos  labios antes de abrirse los ojos, como si la niña estuviera teniendo un dulce  sueño. Jesús la tiene todavía tomada de la mano. Entonces la niña abre  dulcemente los ojos y los mueve en su derredor como si se despertara en ese  momento. Lo primero que ve es el rostro de Jesús, que la está mirando fijamente  con sus ojos espléndidos, sonriéndole con alentadora bondad. Y ella también le  sonríe.
 
 -Levántate -repite Jesús, mientras aparta con su mano  los objetos fúnebres que estaban colocados o sobre la propia cama o a los lados  (flores, velos, etc. etc.) y la ayuda a bajar. Y hace que dé unos primeros  pasos teniéndola todavía de la mano.
 
 -Dadle de comer. Ahora -ordena Jesús -Está curada.  Dios os la ha devuelto. Dadle gracias. No digáis a nadie lo que ha sucedido.  Vosotros sabéis qué le había sucedido. Habéis creído, habéis merecido el  milagro. Los otros no han tenido fe. Es inútil tratar de persuadirlos. Dios no  se muestra a quien niega el milagro. Y tú, niña, sé buena.
 
 ¡Adiós! La paz  descienda sobre esta casa.
 Sale cerrando tras sí a puerta.
 
 La visión termina.
 
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