|  | EL EVANGELIOCOMO ME HA SIDO REVELADO
 
 
   Autor: María Valtorta 
 « PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LAVIDA PUBLICA DE JESUS
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 141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con José de Emaús
 142. Con los doce hacia Samaria   143. La samaritana Fotinai   144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar   145. El primer día en Sicar  146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos  147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai  148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón   149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción a los apóstoles
 150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá seguir a su Hijo
 151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.El oficial del rey
 152. María Salomé es recibida como discípula   153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús  154. Jesús en Cesárea Marítima  habla a los galeotes. Las fatigas del apostolado
 155. Curación de la niña romana en Cesárea  156. Analía, la primera de las  vírgenes consagradas   157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret  158. En el lago de Genesaret con Juana de Cusa.
 159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.  160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala   161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm  162. Las conversiones humanas del fariseo Elí y de Simón de Alfeo
 163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm  164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles  165. Elección de los doce Apóstoles  166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez  167. Jesús concurre con las romanas en el jardín de Juana de Cusa
 168. Aglae en casa de María,en Nazaret
 169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos  170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas  171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos  evangélicos que perfeccionanla Ley
 172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la  oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara   173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las  riquezas; la limosna; la confianza en Dios.   174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre  el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna deMaría de  Magdala.
 175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad  del escriba Juan
 176. Durante el descanso sabático, el último discursode la Montaña:
 amar la 
  voluntad de Dios
 177. La curación del siervodel centurión
 178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús  179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevodiscípulo Elías
 180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida.  Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de  Juan el Bautista   181. La parábola del trigoy la cizaña
 182. Palabras a algunos pastores con el huerfanito Zacarías
 183. La curación de un hombre herido en casa de María  de Magdala
 184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobreel Reino de los Cielos
 185. La tempestad calmada.Una lección sobre
 sus  preliminares
 186. Los dos endemoniados de la región de los  Gerasenos   187. Hacia Jerusalénpara la Pascua.
 De Tariquea al  monte Tabor
 188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix,  llamado luego Juan  189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda   190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la  puestadel sol del viernes
 191. El sábado en Esdrelón. El pequeño Yabés.
 Parábola del rico Epulón
 192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a  Engannim tras un alto en Meguido   193. Llegada a Siquem tras dos días de camino   194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino  de Siquem a Berot   195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote. Llegada a Jerusalén
 196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre  y de los amores de distintas potencias   197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso   198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés  cambia su nombre por el de Margziam  199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro  obtiene a Margziam por medio de María
 200. Coloquio de Áglaecon el Salvador
 201. El examen de la mayoría de edad de Margzia
 202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán  203. El Padrenuestro  204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la  parábolade los templos
 205. La parábola del hijo pródigo  206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos,  termina la permanencia en Betania  207. En la gruta de Belén la Madre evoca
 el 
nacimiento de Jesús
 208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con  Jesús va a Betsur donde Elisa   209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur  210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el  caminohacia Hebrón
 211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista   212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde la 
  casita de Isaac
 213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica  214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot  215. El posadero de Bet Yinna y su hija lunática
 216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola del diente de león
 217. Las espigas arrancadasun sábado
 218. La llegada a Ascalón,ciudad filistea
 219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón  220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa de la parturienta
 221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme  222. Un secreto del apóstol Juan   223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús  224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter  225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios  226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael   227. Un episodio incompleto   228. Margziam confiadoa Porfiria
 229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro   230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo  231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala  232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado  233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye  234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala  235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión   236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolucióna María de Magdala
 237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por suhermana María
 238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad  239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas  240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús  241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida  242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades  243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas  244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz  245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola delleproso curado
 246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos 
 247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden a la oración mental
 248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados  249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la fidelidad a Dios
 250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima  251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo de Ascalón
 252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo  253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.La Magdalena debe
 forjarse sufriendo
 254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima  255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una leccióna Judas Iscariote
 256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fey la caridad
 257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo  258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misiónde apóstol
 259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro  260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos de la llanura de Esdrelón
 261. Exhortación a los campesinos de Doras, que ahora lo son de Jocanán
 262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.El Iscariote solicita
 la ayuda de María
 263. Curación del hombre del brazo atrofiado   264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret  265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo de su ministerio
 266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes  267. Jesús, carpintero en Corazín  268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero  269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos  270. Jesús recibe la noticia de que han matado  a Juan el Bautista
 271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm  272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba  273. La primera multiplicaciónde los panes
 274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer a quien le invoca
 275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual  276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia en los siervos de Dios
 277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos  278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos   279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos  280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre los místicos futuros
 281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano  282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo, Juan de Endor y Síntica
 283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad  284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstolesse quedarán en Judea
 285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó sin Judas Iscariote
 286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdode las almas
 287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader   288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús  289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación de los paganos
 290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas  291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los díasa la hora nona
 292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá  293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax  294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre y a las discípulas
 295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob  296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan   297. Con el sermón de Aera termina el segundogran viaje apostólico
 298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ellase deducen
 299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías  300. Con escribas y fariseos en casa 
del resucitado de Naím  301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro  302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias  303. Jesús donde su Madre en Nazaret
 304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madrey Maestra
 305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos  306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio   307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención  308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos  309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo   310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida de Juan de Endor y Síntica
 311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor  312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año    | 
      
      
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             243- En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas              
 En la casa  de Caná la fiesta por la venida de Jesús es poco menor que cuanto lo fue por  las bodas del milagro.
 Faltan los músicos, no están los invitados, la casa no  está enguirnaldada de flores y ramos verdes, no están las mesas para los muchos  invitados, ni el maestresala junto a los aparadores y las hidrias colmadas de  vino. Pero todo queda ampliamente compensado por el amor, ofrecido ahora en su  forma y medida justas, o sea, no a un simple invitado -quizás también un poco  pariente, pero al fin y al cabo un hombre -, sino al Invitado Maestro, cuya  verdadera Naturaleza se conoce y reconoce y cuya Palabra se venera como cosa  divina. Por ello los corazones de Caná aman con la totalidad de sí mismos al  Gran Amigo que se ha asomado vestido de lino a la entrada del huerto, entre el  verde de la tierra y el rojo de la puesta de sol, embelleciendo todas las cosas  con su presencia, y comunicando su paz: no sólo a los corazones a los que  dirige su saludo, sino incluso a las cosas.
 Verdaderamente  parece -doquiera que se dirijan sus ojos azules -extenderse un velo de paz  solemne y beato. Pureza y paz manan de sus pupilas, como la sabiduría fluye de  su boca y el amor de su corazón. A los que lean estas páginas quizás les  parecerá imposible cuanto digo. Pues bien, el propio lugar, que antes de la  llegada de Jesús era un lugar corriente, o un lugar de ajetreo que excluye la  paz (que se supone exenta de angustioso trajinar), nada más llegar Él, se  ennoblece, y el propio trabajo adquiere un no sé qué de ordenado que no excluye  la presencia de un pensamiento sobrenatural fundido con el trabajo manual. No  sé si me explico bien.  Jesús no se  muestra desabrido nunca, ni siquiera en los momentos más desagradables por  algún hecho que le haya sucedido; se le ve, por el contrario, siempre  majestuosamente digno, y comunica esta dignidad sobrenatural al lugar en que se  mueve.  Jesús no se muestra nunca jocoso, riéndose a  mandíbula batiente, ni siquiera en los momentos de mayor alegría; tampoco  quejumbroso, con expresión hipocondríaca, ni siquiera en los momentos de mayor  desconsuelo.  Su sonrisa  es inimitable. Ningún pintor podrá jamás representarla. Parece una luz que  emanara de su corazón, luz radiante en las horas de mayor alegría por alguna  alma que se redime o alguna otra que se acerca más a la perfección; es una  sonrisa que yo diría rósea, cuando aprueba las acciones espontáneas de sus amigos  o discípulos y goza de su presencia; una sonrisa -siguiendo en los  colores-azul, angélica, cuando se inclina hacia los niños para escucharlos,  adoctrinarlos o bendecirlos; modelada de piedad cuando observa alguna miseria  de la carne o del espíritu; en fin, divina cuando habla del Padre o de su  Madre, o mira y escucha a esta Madre purísima.  No puedo  decir que lo haya visto hipocondríaco ni siquiera en los momentos más  angustiosos. En medio de las torturas de la traición sufrida, en medio de las  angustias del sudor de sangre, en medio de los espasmos de la Pasión, aunque la  tristeza sumerja el fulgor dulcísimo de su sonrisa, no es suficiente para  borrar esa paz que parece diadema de paradisíacas gemas, fúlgida en su frente  lisa, y que ilumina con su luz toda la divina persona. De la misma forma, no  puedo decir que lo haya visto alguna vez entregarse a alegrías desmedidas. No  contrario a una franca carcajada si el caso lo requiere, vuelve enseguida a su  honorable serenidad. Y cuando ríe rejuvenece prodigiosamente hasta asumir un  rostro de joven de veinte años, y el mundo parece también rejuvenecer por su  hermosa risa, franca, sonora, entonada.  Igualmente,  no puedo decir que lo haya visto hacer las cosas apresuradamente. Sea que  hable, sea que se mueva, lo hace siempre con sosiego, si bien nunca es lento ni  actúa con desgana. Quizás sea porque, siendo alto, puede dar pasos largos sin  tener por ello que correr para recorrer mucho camino, de la misma forma que  puede alcanzar con facilidad objetos distantes sin tener necesidad para ello de  levantarse. Lo cierto es que hasta en su modo de moverse es señorial y  majestuoso. 
 ¿Y la  voz?... Va a hacer dos años que lo oigo hablar, y, no obstante, algunas veces  casi pierdo el hilo de lo que dice, de tanto como me abismo en el estudio de su  voz. Y el buen Jesús, paciente, repite lo que ha dicho y me mira con su sonrisa  de Maestro bueno, para no hacer que en los dictados resulten mutilaciones  debidas a mi dicha de escuchar su voz, deleitarme en ella y estudiar su tono y  hechizo.
 
 Pero,  después de dos años, todavía no sé decir con exactitud qué tono tiene.
 
 Excluyo en  términos absolutos el tono de bajo, como también el de tenor ligero. Pero me  queda siempre la duda de si se trata de una potente voz de tenor o de la voz de  un perfecto barítono de gama vocal amplísima. Yo diría que es esto último,  porque su voz adquiere a veces notas broncíneas, casi apagadas de tan profundas  como son, especialmente cuando habla de tú a tú con un pecador para  restablecerlo en la Gracia, o señala las desviaciones humanas a las turbas;  mientras que, cuando se trata de analizar y poner en el índice las cosas  prohibidas y descubrir las hipocresías, el bronce se hace más claro; y, cuando  impone la Verdad y su voluntad, se hace cortante como impacto de un rayo;  adquiere canto de lámina de oro golpeada con martillo de cristal, cuando se  eleva para celebrar la Misericordia o para exaltar las obras de Dios; o  envuelve de amor este timbre cuando habla con su Madre o de su Madre  (verdaderamente esta voz suya entonces queda envuelta en amor, en amor  reverencial de hijo, y de Dios cantando las alabanzas de su obra mejor). Este  tono, si bien menos marcado, es el que usa para hablar a sus predilectos, a los  convertidos o a los niños. Y no cansa nunca, ni siquiera en su más largo  discurso, porque es una voz que reviste y completa el pensamiento y la palabra,  poniendo de relieve su potencia o su dulzura, según las necesidades.
 Y algunas  veces me quedo con la pluma en la mano, escuchando, y luego vuelvo al pensamiento  cuando va ya demasiado adelantado, imposible de ser aferrado... y ahí me quedo,  hasta que el buen Jesús lo repite, como hace cuando me interrumpen, para  enseñarme a soportar pacientemente las cosas o personas molestas. 
 Ahora, en  Caná, está agradeciéndole a Susana la hospitalidad prestada a Áglae. Están  aparte, bajo una tupida parra cargada de racimos de uva que ya está enverando.  Mientras, los demás comen algo en la amplia cocina.
 -Esa mujer  era muy buena, Maestro. No nos fue, de ninguna manera, gravosa. Quería ayudarme  siempre en la colada, en la limpieza de la casa para la Pascua, como si fuera  una doméstica; y te puedo decir con conocimiento de causa que trabajó como una  esclava para ayudarme a terminar los vestidos pascuales. Era prudente y se  retiraba siempre cuando venía alguna persona. Incluso con mi marido trataba de  no estar. Hablaba poco en presencia de la familia. 
 Comía poco. Se levantaba  antes del alba para estar ya aseada cuando se despertaran los hombres. Yo  encontraba siempre el fuego encendido y barrida la casa. Pero, cuando estábamos  solas me preguntaba acerca de ti, y me pedía que le enseñase los salmos de  nuestra religión. Decía: "Para saber orar como lo hace el Maestro".  ¿Ahora ha terminado de penar? Porque sufrir sufría mucho. De todo tenía miedo y  mucho suspiraba y lloraba. ¿Es feliz ahora?».
 
 -Sí.  Sobrenaturalmente feliz. Libre de sus miedos. En paz. Te agradezco una vez más  el bien que le has hecho.
 
 -¡Oh, mi  Señor! ¿Qué bien? No le di sino amor en tu nombre, porque no sé hacer otra  cosa. Era una pobre hermana. Yo esto lo comprendía. La amé por gratitud hacia  el Altísimo, que me ha tenido en su gracia.
 
 -Has hecho  más que si hubieras predicado en el Bel Nidrás. Ahora tienes aquí a otra. ¿La  has reconocido?
 -¿Quién no  la conoce por esta región?
 
 -Nadie, es  verdad. Pero todavía no conocéis, ni vosotros ni la región, a la segunda María,  la que será siempre de su vocación. Siempre. Te ruego que lo creas.
 -Tú lo  dices. Tú sabes. Yo creo.
 
 -Di también:  "Yo amo". Sé que es más difícil sentir compasión de uno que ha  faltado y perdonarlo cuando es de los nuestros, que no si es uno que tiene la  disculpa de ser pagano. De todas formas, si el dolor de ver apostasías  familiares fue fuerte, sean más fuertes la compasión y el perdón. Yo he perdonado  por todo Israel -termina Jesús, remarcando las palabras.
 
 -Yo también perdonaré por mi parte, pues creo que un  discípulo debe hacer lo que hace su Maestro.
 -Estás en la verdad y Dios exulta por ello. Vamos con  los otros. Muere la tarde. Dulce será el descanso en el silencio de la noche.
 
 -¿No nos vas a decir nada, Maestro?
 -No lo sé todavía.
 
 Entran en la cocina, donde ya están preparadas comida  y bebida para la cena que pronto tendrá lugar.
 Susana entra más y, no sin un ligero rubor en su rostro  juvenil, dice:
 
 -¿Quieren mis hermanas venir conmigo a la habitación  de arriba? Tenemos que preparar pronto las mesas porque luego tenemos que  colocar los lechos para los hombres. Podría hacerlo sola, pero emplearía más  tiempo.
 
 -Voy también yo, Susana -dice la Virgen.
 
 -No. Somos suficientes nosotras; además servirá para  conocernos, porque el trabajo hermana».
 
 Salen juntas mientras Jesús, después de beber agua  aderezada no sé qué jarabe, va a sentarse con su Madre, con los apóstoles y los  hombres de la casa, al fresco de la pérgola, dejando así libres a las  domésticas y la señora para ultimar las viandas.
 
 Proveniente de la habitación de arriba, se oye la voz  de las tres discípulas que están preparando las mesas. Susana está contando el  milagro que tuvo lugar en su boda. María de Magdala responde:
 
 -Transformar el agua en vino es grande, pero  transformar a una pecadora en discípula es más grande aún; quiera Dios que yo  haga como aquel vino: ser del mejor.
 
 -No lo dudes. Él transforma todo de forma perfecta.  Aquí estuvo una, que además era pagana, que había sido convertida por El en el  sentimiento y en la fe. ¿Podrás dudar que suceda esto contigo, que ya eres de  Israel?
 
 -¿Una? ¿Joven?
 
 -Joven. Guapísima.
 
 -¿Y dónde está ahora? -pregunta Marta.
 -Lo sabe sólo el Maestro.
 
 -¡Ah, entonces es aquella de que te hablé! Lázaro  había ido en aquel atardecer a ver a Jesús y oyó las palabras que se dijeron  por ella. ¡Qué perfume había en la habitación! Lázaro lo llevó en la ropa  durante varios días. Pues bien, Jesús dijo que era superior el corazón de la  convertida con su perfume de arrepentimiento. ¿Quién sabe a dónde habrá ido?  Creo que a vivir en soledad...
 
 -Ella en soledad, y era extranjera; yo aquí, y me  conocen bien. Su expiación en la soledad, la mía viviendo en medio del mundo  que me conoce. No envidio su suerte, porque estoy con el Maestro, pero espero  poderla imitar un día para no tener nada que me distraiga de El.
 
 -¿Serías capaz de dejarlo?
 -No. Pero El dice que se marcha. Mi espíritu entonces  lo seguirá. Con Él puedo desafiar al mundo. Sin El tendría miedo del mundo.  Abriré el desierto entre mí y el mundo.
 -¿Y yo y Lázaro? ¿Qué hacemos?
 
 -Como antes en el tiempo del dolor. Os amaréis y me  amaréis. Y sin tener que avergonzaros. Porque entonces estaréis solos, pero  sabiendo que estoy con el Señor y que en el Señor os amo.
 -Es fuerte y tajante, María, en sus decisiones  -comenta Pedro, que lo ha oído.
 
 Y Simón Zelote responde:
 -Una cuchilla recta como su padre. De su madre tiene  las facciones; de su padre, el espíritu indómito.
 He aquí que la que tiene el espíritu indómito está  bajando rápidamente ahora y viene hacia sus compañeros para comunicar que las  mesas están preparadas...
 
 ...El campo se borra en la noche serena aunque por  ahora sin luna. Sólo un tenue claror de astros permite distinguir las masas  oscuras de los árboles y las blancas de las casas. Nada más. Algunas aves  nocturnas revolotean con su vuelo mudo alrededor de la casa de Susana, en busca  de moscas, y pasan casi rozando a las personas que están sentadas en la terraza  en torno a una luz amarillenta que ilumina levemente los rostros congregados en  torno a Jesús. Marta, que debe tener mucho miedo a los murciélagos, lanza un  grito cada vez que uno de ellos la roza. Jesús, sin embargo, se preocupa de las  mariposas que vienen atraídas por la luz, y con su larga mano trata de  alejarlas de la llama.
 
 -Son animales muy tontos, tanto las mariposas como los  murciélagos -dice Tomás. -Los primeros nos confunden con moscones, las segundas  creen que la llama es un sol y se queman. No tienen ni sombra de cerebro.
 
 -Son animales. ¿Pretendes que razonen? -pregunta Judas  Iscariote.
 
 -No. Pretendo que al menos tengan instinto.
 
 -No les da tiempo a tenerlo -me refiero a las  mariposas-, porque después de la primera prueba ya están bien muertas. El  instinto se despierta y se hace fuerte después de las primeras, penosas  sorpresas -comenta Santiago de Alfeo.
 -¿Y los murciélagos? Deberían tenerlo, porque viven  varios años. Lo que pasa es que son tontos -replica Tomás.
 -No, Tomás. No lo son más que los hombres. Los hombres  parecen también, muchas veces, murciélagos tontos. Vuelan, o mejor: revolotean,  como borrachos, en torno a cosas que lo único que procuran es dolor. Mirad: mi  hermano, con una buena sacudida del manto, ha echado a tierra uno. Dádmelo  -dice Jesús.
 
 El murciélago ha caído a los pies de Santiago de  Zebedeo, y ahora, atontado, se agita en el suelo con movimientos torpes.  Santiago lo coge con dos dedos por una de las alas membranosas y, teniéndole  suspendido como si fuera un pingajo sucio, lo deposita en el regazo de Jesús.
 -Aquí tenemos al imprudente. Vamos a ver lo que hace.  Se recuperará, pero no se corregirá.
 
 -Un rescate singular, Maestro. Yo lo mataría del todo  -dice Judas Iscariote.
 -No. ¿Por qué? También él tiene una vida y la quiere conservar -le  responde Jesús.
 -No creo. O no sabe que la tiene o no  le preocupa conservarla. ¡La pone en peligro!
 
 -¡Oh, Judas! ¡Judas! ¡Qué severo serías con los  pecadores, con los hombres! Es el mismo caso de los hombres, que saben que  tienen dos vidas  y osan poner en peligro una y otra.
 
 -¿Tenemos dos vidas?
 
 -La del cuerpo y la del espíritu, como sabes.
 -¡Ah! Creía que te referías a reencarnaciones. Hay  quien cree en ello.
 
 -No hay reencarnación, pero sí que hay dos vidas. Y,  no obstante, el hombre pone en peligro sus dos vidas. Si fueras Dios, ¿cómo  juzgarías a los hombres, que están dotados de instinto y, además, de razón?
 
 -Severamente. A menos que no fuera un hombre tarado  mental.
 
 -¿No considerarías las circunstancias que enloquecen  moralmente?
 
 -No las consideraría.
 
 -De forma que, de uno que sabe de Dios y de la Ley y  que no obstante peca, no tendrías piedad.
 
 -No tendría piedad, porque el hombre debe saberse  conducir.
 
 -Debería.
 -Debe, Maestro. Es una vergüenza imperdonable  que un adulto caiga en ciertos pecados; sobre todo, mucho más, si no le impulsa  a ello ninguna fuerza.
 
 -¿Cuáles son esos pecados para ti?
 -En primer lugar los carnales. Es un degradarse sin  remedio...
 
 María de Magdala inclina la cabeza... Judas prosigue:
 -... Es corromper también a los demás, porque del  cuerpo de los impuros brota como un fermento que turba hasta a los más puros y  los mueve a imitarlos. . .
 
 Mientras la Magdalena inclina cada vez más la cabeza,  Pedro dice:
 
 -¡Hala! ¡No seas tan severo, hombre! La primera que  cometió esta imperdonable vergüenza fue Eva, y no me vas a decir ahora que la  corrompió el fermento impuro proveniente de un lujurioso. Y has de saber que,  por lo que a mí respecta, aunque me siente al lado de un lujurioso, no siento  ninguna turbación en absoluto. Asunto suyo...
 
 -La proximidad ensucia siempre; si no la carne, el  alma, que es todavía peor.
 
 -¡Me pareces un fariseo! Pero... perdona... entonces,  si eso fuera así, tendríamos que encerrarnos en una torre de cristal y  quedarnos dentro, precintados.
 
 -Y no te pienses, Simón, que te beneficiaría; en  soledad son más temibles las tentaciones -dice el Zelote.
 
 -¡Bueno! Quedarían como sueños. Nada malo -responde  Pedro.
 
 -¿Nada malo? ¿No sabes que la tentación lleva a  pensar, lo cual, a su vez, conduce a buscar un arreglo para satisfacer de  alguna manera el instinto que grita, y este arreglo allana el camino a un  refinamiento pecaminoso en que se unen sentido y pensamiento? -pregunta Judas  Iscariote.
 
 -No sé nada de esto, amigo Judas. Quizás porque nunca  he sido pensador, como tú dices, respecto a ciertas cosas.
 
 Sé, eso sí, que me  parece que nos hemos alejado mucho de los murciélagos, y que mejor que tú no  seas Dios, porque, si no, en el Paraíso te quedarías solo, con toda tu  severidad. ¿Tú que dices, Maestro?
 -Digo que es bueno no ser demasiado absolutos, porque  los ángeles del Señor escuchan las palabras de los hombres y las anotan en los  libros eternos, y un día podría resultar desagradable el oírse decir: "Hágase  contigo según juzgaste". Digo que si Dios me ha enviado es porque quiere  perdonar todas las culpas de que un hombre se arrepiente, sabiendo lo  débil que es el hombre por causa de Satanás. Judas, respóndeme: ¿admites que  Satanás pueda apoderarse de un alma de forma que ejercite sobre ella una  coacción que de hecho le aminora el pecado a los ojos de Dios? -No lo admito. Satanás  sólo puede incidir en la parte inferior. -¡Blasfemas, Judas de Simón! -dicen  casi al unísono Simón Zelote y Bartolomé. -¿Por qué? ¿En qué?
 -Desmintiendo a Dios y al  Libro. En él se lee que Lucifer incidió también en la parte superior, y Dios,  por boca de su Verbo, nos lo ha dicho una infinidad de veces -responde  Bartolomé. 
 -También está escrito que el hombre tiene libre  albedrío, lo que significa que sobre la libertad humana del pensamiento y del  sentimiento Satanás no puede ejercer violencia. No lo hace ni siquiera Dios.
 
 -Dios no, porque es Orden y Lealtad. Satanás sí,  porque es Desorden y Odio -rebate Simón Zelote.
 -El odio no es el sentimiento opuesto a la lealtad.  Dices mal.
 
 -Digo bien, porque Dios es Lealtad y, por tanto, no  falta a su palabra de dejar al hombre libre de actuar, mientras que el demonio,  no habiendo prometido al hombre libertad de arbitrio, no puede traicionar esta  palabra. Es verdad, por otra parte, que el demonio es Odio y que, por tanto,  arremete contra Dios y el hombre; arremete asaltando su libertad intelectiva,  además de su carne, y conduciendo esta libertad de pensamiento a esclavitud, a  estados de posesión por los que el hombre hace cosas que no haría si estuviera  libre de Satanás -sostiene Simón Zelote.
 
 -No lo admito.
 
 -¿Y entonces los endemoniados? ¡Niegas la evidencia!  -grita Judas Tadeo.
 
 -Los endemoniados son sordos o mudos o dementes, no  lujuriosos.
 
 -¿Tienes presente sólo este vicio? -pregunta con  ironía Tomás.
 
 -Porque es el más extendido y además bajo.
 
 -¡Ah, creía que era el que conocías mejor -dice Tomás  riendo. Pero Judas se pone en pie súbitamente, como si quisiera reaccionar.  Luego se domina, baja la pequeña escalera y se aleja por los campos.
 
 Silencio... Luego Andrés dice:
 -Su idea no está equivocada en todo. Se diría que, en  efecto, Satanás tiene dominio sólo sobre los sentidos: ojos, oído, habla, y  sobre el cerebro. Pero entonces, Maestro, ¡cómo se explican ciertas maldades?  ¿No son acaso posesiones? Un Doras, por ejemplo...  -Un Doras, como tú dices para no faltar a la caridad a  nadie -que Dios te premie por ello-, o una María, como todos, ella la primera,  pensamos, después de las claras y anticaritativas alusiones de Judas, son los  poseídos más completamente por Satanás, que extiende su poder a los tres grados  del hombre. Son las posesiones más tiránicas y sutiles, y de ellas se liberan  sólo aquellos que permanecen tan poco degradados en su espíritu, que saben  todavía comprender la llamada de la Luz. Doras no fue un lujurioso, y, a pesar  de todo, no supo ir al Libertador. 
 En esto está la diferencia: que, mientras  que en el caso de los lunáticos, mudos, sordos o ciegos por obra demoníaca son  los familiares los que se preocupan de conducirlos a mí, en el caso de éstos,  poseídos en su espíritu, sólo es su espíritu el que se ocupa de buscar la  libertad. Por este motivo reciben el perdón además de la libertad. Porque su  voluntad ha tomado la iniciativa de liberarse de la posesión del Demonio. Y  ahora vamos a descansar. María, tú que sabes lo que significa estar uno  poseído, ruega por los que se prestan intermitentemente al Enemigo, pecando y  produciendo dolor.
 -Sí, Maestro mío, y sin rencor. -La paz a todos. Dejamos aquí la causa de tanta  discusión.
 
 Tinieblas con tinieblas fuera en la noche. Y volvemos a la casa, a  dormir bajo la mirada de los ángeles.
 
 Y encima de un banco  deposita el murciélago, el cual hace sus primeros intentos de volar. Luego se  retira con los apóstoles a la habitación alta mientras las mujeres con los  dueños de la casa van a la planta baja.
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