|  | EL EVANGELIOCOMO ME HA SIDO REVELADO
 
 
   Autor: María Valtorta 
 « PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LAVIDA PUBLICA DE JESUS
  Partes: 
      [ 1 ] 
      [ 2 ]
      [ 3 ][ 4 ]
      
      [ 5 ]
      [ 6 ]
      [ 7 ]
 
 
 141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con José de Emaús
 142. Con los doce hacia Samaria   143. La samaritana Fotinai   144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar   145. El primer día en Sicar  146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos  147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai  148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón   149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción a los apóstoles
 150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá seguir a su Hijo
 151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.El oficial del rey
 152. María Salomé es recibida como discípula   153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús  154. Jesús en Cesárea Marítima  habla a los galeotes. Las fatigas del apostolado
 155. Curación de la niña romana en Cesárea  156. Analía, la primera de las  vírgenes consagradas   157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret  158. En el lago de Genesaret con Juana de Cusa.
 159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.  160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala   161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm  162. Las conversiones humanas del fariseo Elí y de Simón de Alfeo
 163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm  164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles  165. Elección de los doce Apóstoles  166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez  167. Jesús concurre con las romanas en el jardín de Juana de Cusa
 168. Aglae en casa de María,en Nazaret
 169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos  170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas  171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos  evangélicos que perfeccionanla Ley
 172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la  oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara   173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las  riquezas; la limosna; la confianza en Dios.   174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre  el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna deMaría de  Magdala.
 175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad  del escriba Juan
 176. Durante el descanso sabático, el último discursode la Montaña:
 amar la 
  voluntad de Dios
 177. La curación del siervodel centurión
 178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús  179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevodiscípulo Elías
 180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida.  Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de  Juan el Bautista   181. La parábola del trigoy la cizaña
 182. Palabras a algunos pastores con el huerfanito Zacarías
 183. La curación de un hombre herido en casa de María  de Magdala
 184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobreel Reino de los Cielos
 185. La tempestad calmada.Una lección sobre
 sus  preliminares
 186. Los dos endemoniados de la región de los  Gerasenos   187. Hacia Jerusalénpara la Pascua.
 De Tariquea al  monte Tabor
 188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix,  llamado luego Juan  189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda   190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la  puestadel sol del viernes
 191. El sábado en Esdrelón. El pequeño Yabés.
 Parábola del rico Epulón
 192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a  Engannim tras un alto en Meguido   193. Llegada a Siquem tras dos días de camino   194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino  de Siquem a Berot   195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote. Llegada a Jerusalén
 196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre  y de los amores de distintas potencias   197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso   198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés  cambia su nombre por el de Margziam  199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro  obtiene a Margziam por medio de María
 200. Coloquio de Áglaecon el Salvador
 201. El examen de la mayoría de edad de Margzia
 202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán  203. El Padrenuestro  204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la  parábolade los templos
 205. La parábola del hijo pródigo  206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos,  termina la permanencia en Betania  207. En la gruta de Belén la Madre evoca
 el 
nacimiento de Jesús
 208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con  Jesús va a Betsur donde Elisa   209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur  210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el  caminohacia Hebrón
 211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista   212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde la 
  casita de Isaac
 213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica  214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot  215. El posadero de Bet Yinna y su hija lunática
 216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola del diente de león
 217. Las espigas arrancadasun sábado
 218. La llegada a Ascalón,ciudad filistea
 219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón  220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa de la parturienta
 221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme  222. Un secreto del apóstol Juan   223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús  224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter  225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios  226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael   227. Un episodio incompleto   228. Margziam confiadoa Porfiria
 229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro   230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo  231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala  232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado  233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye  234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala  235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión   236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolucióna María de Magdala
 237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por suhermana María
 238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad  239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas  240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús  241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida  242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades  243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas  244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz  245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola delleproso curado
 246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos 
 247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden a la oración mental
 248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados  249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la fidelidad a Dios
 250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima  251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo de Ascalón
 252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo  253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.La Magdalena debe
 forjarse sufriendo
 254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima  255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una leccióna Judas Iscariote
 256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fey la caridad
 257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo  258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misiónde apóstol
 259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro  260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos de la llanura de Esdrelón
 261. Exhortación a los campesinos de Doras, que ahora lo son de Jocanán
 262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.El Iscariote solicita
 la ayuda de María
 263. Curación del hombre del brazo atrofiado   264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret  265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo de su ministerio
 266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes  267. Jesús, carpintero en Corazín  268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero  269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos  270. Jesús recibe la noticia de que han matado  a Juan el Bautista
 271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm  272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba  273. La primera multiplicaciónde los panes
 274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer a quien le invoca
 275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual  276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia en los siervos de Dios
 277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos  278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos   279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos  280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre los místicos futuros
 281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano  282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo, Juan de Endor y Síntica
 283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad  284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstolesse quedarán en Judea
 285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó sin Judas Iscariote
 286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdode las almas
 287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader   288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús  289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación de los paganos
 290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas  291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los díasa la hora nona
 292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá  293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax  294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre y a las discípulas
 295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob  296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan   297. Con el sermón de Aera termina el segundogran viaje apostólico
 298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ellase deducen
 299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías  300. Con escribas y fariseos en casa 
del resucitado de Naím  301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro  302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias  303. Jesús donde su Madre en Nazaret
 304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madrey Maestra
 305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos  306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio   307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención  308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos  309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo   310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida de Juan de Endor y Síntica
 311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor  312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año    | 
      
      
        | 
		
             296- Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan               
 Ya también  Arbela ha quedado lejos.
 Se han añadido a la comitiva Felipe de Arbela y el  otro discípulo que oigo que le llaman Marcos.
 
 El camino  está embarrado, como si hubiera llovido mucho. El cielo está ceniciento. Un  riachuelo, bastante digno de este nombre, corta el camino de Aera. Lleno por  las lluvias -que está claro que han arreciado con furia en esta zona -, no  presenta ciertamente un color cerúleo, sino amarillo rojizo, como si portase  aguas pasadas por terrenos ferruginosos.
 
 -Ya el  tiempo se ha puesto mal. Has hecho bien despidiendo a las mujeres. Este tiempo  ya no es adecuado para que estén por los camino -sentencia Santiago.
 Y Simón el  Zelote, siempre sereno, incluso en su absoluta dedicación al Maestro, proclama:
 
 -El Maestro  todo lo que hace lo hace bien. No es torpe como nosotros. Ve y prevé todo en el  mejor de los modos, y más por nosotros que por Él. Juan,  contento de ir al lado de Jesús, lo mira de abajo arriba con su rostro risueño  y dice:
 
 -Eres el  Maestro más encantador y bueno que jamás tuvo la tierra, tiene ni tendrá,  además del más santo.
 -Esos  fariseos... ¡Qué desilusión! También el mal tiempo ha contribuido a  convencerlos de que verdaderamente Juan de Endor no estaba. Pero, ¿y por qué la  tienen tomada con él de esa forma? -pregunta Hermasteo, que siente mucha  ternura por Juan de Endor.
 
 Responde  Jesús:
 -Esa  aversión no es contra él ni por él. Es un instrumento que mueven contra mí.
 Felipe de  Arbela dice:
 
 -Bien, pues  el agua los ha requeteconvencido de que era inútil esperar y sospechar de Juan  de Endor. ¡Viva el agua! Ha servido también para tenerte yo en mi casa cinco  días.
 -¡Qué  preocupados estarán los de Aera! Ya será mucho si no vemos venir a nuestro  encuentro a mi hermano -dice Andrés.
 -¿A nuestro  encuentro? Vendrá detrás de nosotros -observa Mateo.
 
 -No. Iba por  el camino del lago. Porque desde Gadara iba al lago y luego con alguna barca a  Betsaida, para ver a su mujer y decirle que el niño está en Nazaret y que él  pronto regresaría. De Betsaida a Merón tomaba el camino de Damasco durante un  tramo, y luego el camino de Aera. Está, sin duda, en Aera.
 
 Pasa un  momento de silencio. Luego Juan dice sonriendo:
 -¡Pero esa  viejecita, Señor!
 -Estaba casi  convencido de que le ibas a conceder la alegría de morir apoyada en tu pecho,  como a Saúl de Keriot observa Simón Zelote.
 
 -Mi amor ha  sido mayor incluso. Porque espera a llamarla a mí en el momento en que el  Cristo vaya a abrir las puertas del Cielo. No tendrá que esperarme mucho la  pequeña madre. Ahora vive con su recuerdo y, con la ayuda de tu padre, Felipe,  su vida será menos triste. Yo os bendigo de nuevo a ti y a tu familia.
 
 Una nube más  espesa que la que cubre el cielo vela ahora la alegría de Juan.
 Jesús  lo ve y dice:
 -¿No estás  contento de que la ancianita vaya pronto al Paraíso?
 -Sí... pero  no estoy contento porque ello querrá decir que Tú te marchas... ¿Por qué morir,  Señor?
 
 -Quien ha  nacido de mujer muere.
 -¿Vas a  tenerla sólo a ella, Señor?
 -¡Oh, no...  y qué exultante será el paso de estos que salvo como Dios y que he amado como  hombre!...
 
 Atraviesan  otros dos pequeños ríos, muy cercanos el uno del otro. Empieza a llover en la  llana región que se abre ante los peregrinos una vez superados los cerros  (donde se cruzan con el camino que aprovecha un valle para proseguir hacia el  norte).
 
 Al norte -es  más, a un noroeste muy poco oeste -se delinea una alta, poderosa sierra sobre  cuyos montes se superponen nubes y más nubes, que casi crean nuevos, ilusorios  montes de nubes encima de los reales, de roca, cubiertos de bosques a los lados  y de nieves en sus cúspides. Pero es una sierra muy lejana.
 
 -Aquí agua,  allá nieve. Es la cadena del Hermón. En las cúspides hay ahora una capa más  vasta de blancura. Si en Aera tenemos sol, veréis lo bonito que es cuando el  sol pone rosa el pico mayor -dice Timoneo, que se siente impulsado por el amor  patrio a cantar las bellezas de su región.
 
 -Sí, pero  mientras tanto llueve. ¿Está lejos todavía Aera? -pregunta Mateo.
 -Mucho.  Hasta la noche no llegaremos.
 -Que Dios  nos salve entonces de cogernos alguna enfermedad -termina Mateo, poco  entusiasta de caminar con este mal tiempo. Van todos arrebozados en sus mantos,  debajo de los cuales llevan los sacos de viaje, para resguardarlos de la  humedad, y resguardar así la ropa para poderse cambiar nada más llegar, pues la  que llevan está ya chorreando de agua y los bajos están completamente cargados  de lodo.
 
 Jesús va a  la cabeza, absorto en sus pensamientos. Los demás van dando mordiscos a sus  respectivos panes. Juan dice alegremente:
 
 -No tenemos  necesidad de buscar fuentes para calmar la sed. Basta con volver hacia atrás la  cabeza y abrir la boca, y los ángeles nos dan el agua.
 
 Hermasteo,  que, siendo joven también, tiene en común con Felipe de Arbela y Juan la  envidiable suerte de tomarse todo con alegría, dice:
 
 -Simón de  Jonás se quejaba de los camellos. Pero ya preferiría yo estar encima de aquella  torre sacudida por un terremoto que no en este barro. ¿Tú qué opinas?
 
 Y Juan:
 -Digo que en  todas partes estoy bien, con tal de que esté Jesús...
 Los tres  jóvenes se dan a una animada conversación entre ellos. Los cuatro más mayores  aceleran hasta alcanzar a Jesús. La pareja restante, Timoneo y Marcos, se pone  al final, hablando...
 
 -Maestro, en  Aera estará Judas de Simón... -dice Andrés.
 -Ciertamente.  Y con él Tomás, Natanael y Felipe.
 -Maestro...  echo de menos estos días de paz -suspira Santiago.
 
 -No debes  decir eso, Santiago.
 
 Lo sé...  Pero no puedo evitarlo... -y lanza otro gran suspiro.
 
 -Estará  también Simón Pedro con mis hermanos. ¿No te alegras de ello?
 -¡Mucho!  Maestro, ¿por qué Judas de Simón es tan distinto de nosotros?
 -¿Por qué el  agua se alterna con el sol, el calor con el frío, la luz con las tinieblas?
 
 -Pues porque  no se podría tener siempre una cosa. Moriría la vida en la tierra.
 -¡Así es,  Santiago.
 
 -Sí, pero  eso no tiene que ver con Judas...
 -Respóndeme.  ¿Por qué las estrellas no son todas como el Sol, grandes, calientes,  espléndidas, poderosas?
 -Porque...  la tierra se abrasaría bajo tanto fuego.
 -¿Por qué  las plantas -me refiero a todos los vegetales -no son como aquellos nogales?
 
 -Porque...  los animales no podrían comérselas.
 -¿Y entonces  por qué no son todas como hierbas?
 -Porque...  no tendríamos leña para el fuego, para las casas, para hacer utensilios,  carros, barcas, muebles.
 -¿Por qué  los pájaros no son todos águilas y todos los animales elefantes o camellos?
 -¡Buenos  estaríamos si fuera así!
 -¿Esta  variedad te parece entonces una cosa buena, no?
 -Sin duda.
 
 -Juzgas  entonces que... ¿Por qué, según tú, Dios la ha hecho?
 -Para  ofrecernos la mayor ayuda posible.
 -Entonces  para bien, ¿no? ¿Estás seguro de ello?
 -Como de que  vivo en este momento.
 
 -Entonces,  si ves justo que haya variedad de especies animales, vegetales y astrales, ¿por  qué pretendes que todos los hombres sean iguales? Cada uno tiene su misión y su  forma. ¡La infinita diversidad de especies te parece signo de potencia o de  impotencia del Creador?
 -De  potencia. Una sirve para hacer resaltar a la otra.
 -Muy bien.  También Judas sirve para lo mismo, y tú les sirves a tus compañeros, y tus  compañeros a ti. Tenemos treinta y dos dientes en la boca, pero, si los miras  bien, entre sí son bien diferentes. No sólo por lo que respecta a las tres  clases, sino incluso entre los elementos de una misma clase. 
 Pues bien, puesto  que estás comiendo, observa su oficio. Verás que incluso los que parecen poco  útiles y que trabajan poco son precisamente los que hacen el primer trabajo de cortar  el pan y de llevarlo a los otros, que lo desmenuzan, para pasarlo a los otros  que lo transforman en papilla. ¿No es así? A ti te parece que Judas no hace  nada, o que su actuación es negativa. Te recuerdo que ha evangelizado, y bien,  la Judea meridional, y que -tú lo has dicho -sabe tener tacto con los fariseos
 
 -Es verdad.
 Mateo  observa:
 -También es  muy hábil para obtener dinero para los pobres. Pide, sabe pedir como no lo sé  hacer ni siquiera yo... Quizás porque el dinero ahora me da asco.
 Simón Zelote  agacha el rostro, carmesí de tan rojo como se ha puesto.
 Andrés lo ve  y pregunta:
 -¿Te  encuentras mal?
 
 -No, no...  El cansancio... no sé.
 Jesús lo  mira fijamente, y Simón se pone cada vez más rojo. Pero Jesús no dice nada.  Viene corriendo Timoneo:
 -Maestro,  allí se ve el pueblo antes de Aera. Podremos hacer un alto en el camino o pedir  burros
 -Ya está  dejando de llover. Es mejor seguir.
 -Como  quieras Maestro. Pero ahora, con tu permiso, me adelanto.
 -Bien.
 
 Timoneo se  echa a correr con Marcos. Jesús, sonriendo, observa:
 -Quiere que  tengamos un ingreso triunfal.
 De nuevo  están todos en grupo. Jesús deja que se metan a hablar con pasión de las  diferencias de las regiones. Luego se retrasa, tomando consigo al Zelote. En  cuanto están solos, pregunta:
 
 -¿Por qué te  has puesto colorado, Simón?
 -Vuelve a  ponerse rojo como las brasas, pero no dice nada. Jesús repite la pregunta.  Simón, más rojo y más callado. Jesús insiste en la pregunta.
 -¡Señor,  pero si Tú ya lo sabes! ¿Por qué me obligas a hablar? -grita el Zelote, dolido  como si fuera un torturado.
 
 -¿Tienes  certeza?
 -No me lo ha  negado. Sin embargo, ha dicho: "Lo hago por previsión. Soy sensato. El  Maestro no piensa nunca al mañana". Forzando las cosas, hasta podría ser  así. Pero... en todo caso es... en todo caso es... Maestro, mete Tú la palabra  exacta.
 
 -En todo  caso es una demostración de que Judas es solamente un "hombre". No  sabe elevarse a ser un espíritu. Pera, más o menos, sois todos así. Teméis por  estupideces. Os preocupáis de previsiones inútiles. No sabéis creer que la  Providencia es potente y está presente. Bien, que esto quede entre nosotros  dos. ¿No es verdad?
 
 -Sí, Maestro
 
 Un momento  de silencio. Luego Jesús dice:
 
 -Pronto  volveremos al lago... Será hermoso un poco de recogimiento después de tanto  camino. Nosotros dos iremos a Nazaret y estaremos allí un tiempo, hacia las  Encenias. Estás sólo... Los otros estarán en familia. Tú, conmigo».
 -Señor,  Judas y Tomás, y también Mateo, están solos.
 -No te  preocupes. Cada uno celebrará las fiestas con la familia. Mateo tiene a su  hermana. Tú estás solo. A menos que quieras ir con Lázaro...
 
 -No, Señor  -interviene inmediatamente Simón -No. Quiero a Lázaro. Pero estar contigo es  estar en el Paraíso. Gracias, Señor -y le besa la mano.
 
 Hace poco  que han dejado atrás el pueblecillo, cuando he aquí que, bajo otro aguacero,  aparecen de nuevo por el camino inundado Timoneo y Marcos, que gritan:
 -¡Deteneos!  Está Simón Pedro con unos burros. Lo he encontrado mientras venía para acá.  Lleva ya tres días de camino hacia aquí con los animales, bajo la lluvia.
 Se detienen  al amparo de un robledal que resguarda un poco del chaparrón. Y ven venir,  montado en un asno -el primero de una fila de borriquillos -a Pedro, que, con  la manta que se ha echado sobre la cabeza y la espalda, parece un fraile.
 
 -¡Dios te  bendiga, Maestro! ¡Ya decía yo que estaría mojado como uno que se hubiera caído  al lago! ¡Venga, enseguida, a caballo todos, que Aera hace tres días que está  ardiendo de tanto como tiene encendidas sus chimeneas para secarte! Rápido,  rápido... ¡En qué estado!...
 
 ¡Fijaos aquí! ¿Pero no erais capaces de hacerle  esperar? ¡Ah, si no estoy yo! ¡Pero, yo digo...! ¡Pero mirad aquí!
 
 Tiene el  pelo tieso como un ahogado. Debes estar helado. ¡Con toda esta agua! ¡Qué  imprudencias! ¿Y vosotros? ¿Y vosotros? ¡Infames! Tú el primero, hermano, que  no piensas. Y todos los demás. ¡Bien guapos estáis! ¡Parecéis sacos caídos a un  pantano! ¡Venga, ligeros! ¡Ya no me vuelvo a fiar de confiároslo! Me falta poco  para ahogarme de horror...
 
 -Y de lo que  hablas, Simón -dice sereno Jesús mientras el asno trota al lado del de Pedro, a  la cabeza de la caravana asnal. Jesús repite: «Y de lo que hablas. De palabras  inútiles. No me has dicho si han llegado los otros, si han partido las mujeres,  si tu mujer está bien... No me has dicho nada.
 
 -Te diré  todo. Pero ¿por qué te has puesto en camino con esta lluvia?
 -¿Y tú por  qué has venido?
 -Porque  tenía prisa de verte, Maestro mío.
 -Porque  tenía prisa de reunirme contigo, Simón mío.
 -¡Oh, mi  querido Maestro! ¡Cuánto te quiero! ¡Mujer, niño, casa? ¡Nada, nada! Todo es  feo si Tú no estás. ¿Crees que te quiero así?
 -Lo creo. Sé  quién eres, Simón.
 -¿Quién?
 
 Un gran niño  lleno de pequeños defectos, y, bajo estos defectos, sepultadas, muchas dotes  excelentes. Pero hay una que no está sepultada: tu honestidad en todo. ¿Y  entonces, quién está en Aera?
 
 -Judas, tu  hermano, con Santiago, más Judas de Keriot con los otros. Parece que Judas ha  hecho las cosas muy bien. Todos lo alaban...
 -¿Te ha hecho  preguntas?
 
 -¡Muchas! No  he respondido a nada. He dicho que no sabía nada. Y es así, porque ¿qué sé yo,  aparte de haber acompañado hasta Gadara a las mujeres? Mira, no le he dicho  nada de Juan de Endor. Él cree que está contigo. Deberías decírselo a los  otros.
 
 -No. Ellos,  como tú, tampoco saben dónde está Juan. Inútil decir más cosas. ¿Pero estos  burros?... ¡tres días!... ¡Qué gasto! ¿Y los pobres?
 
 -Los  pobres... Judas tiene un montón de dinero. Se ocupa él. Estos burros no me  cuestan una perra. Los habitantes de Aera me habrían dejado incluso mil, sin  ningún gasto, para ti. He tenido que levantar la voz para impedir venir a  buscarte con un ejército de asnos. Tiene razón Timoneo. Aquí todos creen en ti.  Son mejores que nosotros... -y suspira.
 
 -¡Simón,  Simón! En la Transjordania nos honraron; hubo un galeote, paganas, pecadoras,  mujeres, que os dieron lecciones de perfección. Recuérdalo siempre, Simón de  Jonás.
 
 -Trataré de  recordarlo, Señor. Mira, mira, los primeros de Aera. ¡Mira cuánta gente! Está la  madre de Timoneo. Ahí están tus hermanos entre la multitud. Y los discípulos a  los que habías dicho que se adelantaran, y los que luego han venido con Judas  de Keriot. Ahí está el más rico de Aera con sus servidores. Quería que te  alojaras en su casa. Pero la madre de Timoneo ha hecho valer su derecho y  estarás en su casa. ¡Mira, mira! Están irritados porque el agua apaga las  antorchas. Hay muchos enfermos, ¡eh! Se han quedado en la ciudad, junto a las  puertas, para verte enseguida. Uno que tiene un almacén de leña ha puesto a su  disposición los cobertizos. Hace tres días que están allí, ¡pobre gente!; desde  que llegamos nosotros y nos extrañamos de no verte.
 
 El grito de  la multitud impide que Pedro continúe, así que se calla y permanece al lado de  Jesús como si fuera un escudero. Ya han llegado a la gente. La multitud se va  abriendo, y Jesús pasa con su borriquillo, bendiciendo continuamente mientras  pasa.
 
 Entran en la  ciudad.
 -Donde los  enfermos, inmediatamente -dice Jesús, sin hacer caso de las protestas de  quienes quisieran ofrecerle un techo y darle alimento y fuego por miedo a que  sufra demasiado -Ellos sufren más que Yo -responde.
 
 Tuercen a la  derecha. Ya llegan al rústico recinto del almacén de la leña.
 Abren de par  en par la puerta. Del interior del recinto sale un clamor quejumbroso: -¡Jesús,  Hijo de David, ten piedad de nosotros!
 
 Es un coro  suplicante, constante como una letanía. Voces de niños, de mujeres, de hombres,  de ancianos: tristes como balidos de corderos en pena; acongojadas como de  madres en agonía; descorazonadas como de quien tiene una sola esperanza;  temblorosas como de quien ya sólo sabe llorar...
 
 Jesús entra  en el recinto. Se yergue lo más que puede sobre los estribos, y, levantando la  mano derecha, dice con su voz potente:
 
 -¡A todos  los que creen en mí, salud y bendición!
 
 Se apoya de  nuevo en la silla y hace ademán de volver afuera. Pero la multitud le oprime,  los que han quedado curados se cierran en torno a Él. Y, a la luz de las  antorchas, que al amparo de los pórticos arden y dan viveza de resplandores al  crepúsculo, se ve al gentío que bulle delirante de alegría aclamando al Señor;  al Señor, que casi desaparece en medio de un tapiz de flores de niños sanados  que las madres le han puesto en los brazos, en el regazo, y hasta en el cuello  del asno, sujetándolos para que no se caigan.
 
 Jesús tiene los brazos colmados  de niños, como si fueran flores, y sonríe feliz, y los besa, porque,  sujetándolos como está con los brazos, no puede bendecirlos. En fin, retiran a  los niños. Ahora son los ancianos curados los que lloran de alegría y le besan  el vestido, y luego los hombres y las mujeres...
 
 Es ya de  noche cuando puede entrar en la casa de Timoneo y reponerse con el fuego y la  ropa seca.
 
 |          |