|
EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús
142. Con los doce hacia Samaria
143. La samaritana Fotinai
144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar
145. El primer día en Sicar
146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos
147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai
148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón
149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles
150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo
151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey
152. María Salomé es recibida como discípula
153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús
154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado
155. Curación de la niña romana en Cesárea
156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas
157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret
158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.
159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.
160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala
161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm
162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo
163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm
164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles
165. Elección de los doce Apóstoles
166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez
167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa
168. Aglae en casa de María,
en Nazaret
169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos
170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas
171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley
172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara
173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.
174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.
175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan
176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la
voluntad de Dios
177. La curación del siervo
del centurión
178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús
179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías
180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista
181. La parábola del trigo
y la cizaña
182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías
183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala
184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos
185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares
186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos
187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor
188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan
189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda
190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes
191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón
192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido
193. Llegada a Siquem tras dos días de camino
194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot
195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén
196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias
197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso
198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam
199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María
200. Coloquio de Áglae
con el Salvador
201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia
202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán
203. El Padrenuestro
204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos
205. La parábola del hijo pródigo
206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania
207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el
nacimiento de Jesús
208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa
209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur
210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón
211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la
casita de Isaac
213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica
214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot
215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática
216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león
217. Las espigas arrancadas
un sábado
218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea
219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta
221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme
222. Un secreto del apóstol Juan
223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter
225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios
226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael
227. Un episodio incompleto
228. Margziam confiado
a Porfiria
229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro
230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo
231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala
232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado
233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye
234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala
235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión
236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala
237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María
238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad
239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas
240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús
241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida
242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades
243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas
244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz
245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado
246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos
247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental
248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados
249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios
250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima
251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón
252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo
253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo
254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima
255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote
256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad
257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo
258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol
259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro
260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón
261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán
262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María
263. Curación del hombre del brazo atrofiado
264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret
265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio
266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes
267. Jesús, carpintero en Corazín
268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero
269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos
270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista
271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm
272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba
273. La primera multiplicación
de los panes
274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca
275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual
276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios
277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos
278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos
279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos
280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros
281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano
282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica
283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad
284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea
285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote
286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas
287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader
288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús
289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos
290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas
291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona
292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá
293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax
294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas
295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob
296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan
297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico
298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen
299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías
300. Con escribas y fariseos en casa
del resucitado de Naím
301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro
302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
303. Jesús donde su Madre
en Nazaret
304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra
305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos
306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio
307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención
308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos
309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo
310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica
311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor
312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año
|
223- Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
-En el sitio al que vamos hablaré Yo -dice el Señor.
La comitiva se va adentrando cada vez más por unos valles que acometen el monte por caminos difíciles, pedregosos, estrechos. Y suben y bajan, perdiendo horizontes, recuperándolos de nuevo, hasta que llegan a un valle profundo, por una bajada inclinadísima por la que, como dice Pedro, sólo la cabra se siente a gusto. Entonces la comitiva se para a descansar y a comer junto a un manantial muy rico de aguas.
Hay otras personas, diseminadas por los prados y las arboledas, comiendo, como Jesús y los suyos. Debe ser un lugar de descanso especialmente estimado por estar resguardado del viento y por disponer de prados esponjosos y agua. Son peregrinos que van hacia Jerusalén, viajeros que se dirigen quizás al Jordán, mercaderes de corderos destinados al Templo, pastores con sus rebaños. Algunos hacen el viaje en cabalgaduras; la mayoría, a pie.
Llega también una caravana nupcial toda ataviada festivamente. Resplandecientes objetos de oro se entreven bajo el velo que envuelve a la novia, que apenas ha dejado de ser niña. A su lado van dos matronas llenas de resplandores de pulseras y collares, un hombre -quizás es el paraninfo -y dos siervos. Han venido montados en asnos llenos de borlas y cascabeles; ahora se retiran a un ángulo apartado para comer, como si tuvieran miedo a que la mirada de los presentes profanara a la novia. El paraninfo -o quizás es un pariente -monta guardia, amenazador, mientras las mujeres comen. Han despertado una viva curiosidad. En efecto, con la disculpa de pedir sal, o un cuchillo, o un chorrito de vinagre, siempre hay alguno que se acerca a uno u otro para preguntar si conocen a la novia y si saben a dónde se dirige, y otras muchas cosas interesantes de este tipo...
Hay uno que sabe de dónde viene y a dónde va; además parece muy contento de contarlo todo, estimulado por otro, que le alegra cada vez más la campanilla echando en su copa vino generoso. Salen a relucir a veces hasta los aspectos más secretos de las dos familias, o del ajuar que la novia lleva en esos dos baúles, o de las riquezas que esperan en la casa del novio, etc. etc. Se viene así a saber que la novia es hija de un rico comerciante de Joppe, y que se casa con el hijo de un rico comerciante de Jerusalén, y que el novio se ha adelantado para ir adornando la casa nupcial ante la inminencia de su llegada, y que el que la acompaña, el amigo del novio, es también hijo de un comerciante, de Abraham, el que trabaja diamantes y otras gemas, mientras que el novio es batihoja, y el padre de la novia es mercader de lana, telas, alfombras, cortinas...
Dado que el hablador está cerca del grupo apostólico,
Tomás oye y pregunta:
-¿Es Natanael de Leví el novio?
-Sí, sí, es él.
-¿Lo conoces?
-Conozco bien a su padre por una serie de tratos que hemos hecho; un poco menos a Natanael. ¡Nupcias ricas!
-¡Y novia venturosa! Cubierta de oro. Abraham, pariente de la madre de la novia y padre del amigo del novio, ha hecho honor a su persona, y lo mismo el novio y su padre. Se dice que en aquellas cajas hay un valor de muchos talentos de oro.
-¡Caramba! -exclama Pedro acompañando su maravilla con un significativo silbido, y añade: «Voy a ver más de cerca si la mercancía principal corresponde al resto» y se levanta, junto con Tomás, y van a dar una vueltecita en torno al grupo nupcial y miran con detenimiento a las tres mujeres (un amasijo de ropajes y velos, bajo los cuales sobresalen manos y muñecas enjoyeladas, o se traslucen brillos de pendientes y collares); miran también al jactancioso personaje, que tan matón se muestra, que parece debiera rechazar un asalto de corsarios contra la doncellita.
Mira también mal a los dos apóstoles. Pero Tomás le ruega que salude, de parte de Tomás, apodado Dídimo, a Natanael de Leví; y así se instaura la paz, hasta el punto de que mientras él habla la novia halla la manera de provocar admiración, poniéndose en pie, de forma que manto y velo tengan su caída normal y quede patente toda la donosura de su cuerpo y de sus vestiduras y toda su riqueza idolátrica.
Tendrá como mucho quince años. ¡Y qué ojos tan astutos!... Se mueve con embeleso a pesar de la desaprobación de las matronas, se suelta las trenzas y se las vuelve a fijar con la ayuda de valiosas horquillas, se aprieta su cinturón de pedrería, se desata sus sandalias tipo zapato, elegantes, se las quita y se las vuelve a poner, bien ceñidas a sus pies menudos con hebillas de oro; y, mientras, encuentra la manera de mostrar su magnífica melena negra, sus bonitas manos, sus brazos delicados, su cintura estrecha, el pecho y las caderas bien modelados, los pies pequeños y perfectos, así como todas las joyas, que tintinean y emiten destellos heridas por las últimas luces del día y por la lumbre de las primeras fogatas.
Pedro y Tomás regresan. Tomás dice:
-Es una muchacha bonita.
-Y una grandísima coqueta. Lo que pienso es que tu amigo Natanael pronto sabrá que hay alguien que le mantiene caliente la cama mientras él mantiene caliente el oro para trabajarlo. Y su amigo es un perfecto estúpido: ¡pues sí que la ha puesto en buenas manos a la novia!... -termina Pedro mientras se sienta junto a los compañeros.
Y Bartolomé, descontento, comenta:
-A mí no me ha gustado ese hombre que le tiraba de la lengua a ese otro estúpido. En cuanto ha sabido todo lo que quería saber, se ha ido monte arriba... Estos lugares son peligrosos. Además, el tiempo es ideal para lances de malhechores: noches de luna, calor extenuante. Y, además, árboles frondosos. ¡Malo!... No me gusta este sitio. Hubiera sido mejor no detenerse.
-¡Y ese imbécil que ha hablado de todas esas riquezas!... ¡Y ese otro, que se hace el héroe y vigila las sombras pero no ve los cuerpos verdaderos!... Bueno, pues me voy a quedar vigilando yo donde las fogatas. ¿Quién viene conmigo? -dice Pedro.
-Yo, Simón, que resisto bien el sueño -responde Simón Zelote.
Muchos del campo, especialmente los que viajan solos, se han alzado y se han marchado en pequeños grupos. Quedan unos pastores con sus rebaños, la comitiva nupcial, la comitiva apostólica y tres mercaderes de corderos que ya están durmiendo. También la novia duerme ya, con las matronas, dentro de una tienda que les han montado los siervos. Los apóstoles se buscan un sitio. Jesús se retira, solo, a hacer oración. Los pastores encienden un fuerte fuego en el centro de la explanada en que están. Pedro y Simón encienden otra hoguera cerca del sendero de la escarpa por la que el hombre que había provocado las sospechas de Bartolomé se había ocultado.
Pasan las horas y... quien no ronca cabecea. Jesús ora. El silencio es total. Parece callar hasta el manantial que resplandece bajo la alta Luna, que ilumina perfectamente la explanada, mientras las zonas en pendiente quedan en sombra bajo el tupido follaje.
Un perro grande de pastor se arrufa. Un pastor alza la cabeza. El perro se pone tieso y eriza el pelo de la espalda; atentísimo, en actitud de defensa y de escucha; tiembla incluso; el gruñido sordo que hierve dentro de él se va haciendo más fuerte cada vez. Simón alza también la cabeza y da unos meneos a Pedro, que está adormilado. Un leve frufrú proviene del bosque.
-Vamos donde el Maestro, a traerlo con nosotros -dicen los dos. Entretanto, el pastor ha despertado a sus compañeros. Todos están a la escucha y sin hacer ruido. Jesús también se ha alzado, antes de que lo llamaran, y ya está yendo hacia los dos apóstoles. Se reúnen con los otros compañeros (por tanto, cerca de los pastores), cuyo perro da señales cada vez más claras de agitación.
-Despertad a todos los que duermen. A todos. Decidles que vengan aquí sin hacer ruido, especialmente a las mujeres y a los siervos: que traigan los baúles. Decid a todos los hombres que quizás hay salteadores; esto no se lo digáis a las mujeres.
Los apóstoles obedecen al Maestro y van en distintas direcciones. Mientras, Jesús dice a los pastores:
-Alimentad el fuego. Que esté bien fuerte, que haga una llama muy viva.
Los pastores obedecen. Jesús, dado que los ve nerviosos, dice:
-No temáis. No os robarán ni una sola vedija de lana.
En esto llegan los mercaderes y dicen en tono bajo:
-¡Ay, nuestras ganancias! -y añaden una verdadera letanía de improperios contra los gobernantes romanos y judíos porque no limpian el mundo de ladrones.
Jesús los conforta diciendo:
-No temáis. No perderéis ni una sola moneda.
Llegan las mujeres llorando, muy asustadas; y es que el valiente paraninfo, temblando con un miedo colosal, las aterroriza gimoteando:
-¡Es la muerte! ¡La muerte a manos de los salteadores!
Jesús las consuela también a ellas diciendo:
-No temáis. No os tocarán ni siquiera con la mirada -y las pone en el centro de esta pequeña población de animales asustados y de hombres.
Los burros rebuznan, el perro aúlla, las ovejas balan, las mujeres sollozan, los hombres o imprecan o se acoquinan más aún que las mujeres; todo con una cacofonía que sin duda proviene del espanto. Jesús está sereno, como si no estuviera sucediendo nada. El murmullo del bosque no se puede oír con todo este jaleo; pero en el bosque están los bandidos, y se están acercando: lo denuncian ramas que se quiebran y las piedras que ruedan.
-¡Silencio! -dice Jesús con tono impositivo, y lo dice de una forma que se hace el silencio.
Jesús deja el lugar en que está y va hacia el bosque, que comienza en el límite de la explanada. Se vuelve al bosque y empieza a hablar.
-La maligna hambre del oro arrastra a los hombres a sentimientos abyectos; con el oro se revela el hombre más que con otras cosas. Observad cuánto mal siembra este metal con su cautivador e inútil brillo. Tanta es su naturaleza infernal desde que el hombre es pecador, que Yo creo que el aire del Infierno es de color oro.
El Creador lo había dejado en las entrañas de ese enorme lapislázuli que es la Tierra, que existe por su voluntad creadora, para que le fuera útil al hombre con sus sales, y para que ornase sus templos. Pero Satanás, besando los ojos de Eva y mordiendo el yo del hombre, inoculó un sabor maléfico en el inocente metal. Desde ese momento, por el oro se mata y se peca. La mujer, por el oro, se hace coqueta y fácil para el pecado carnal; el hombre, por él, se hace ladrón, usurpador, homicida, cruel para con su prójimo y para con la propia alma porque la despoja de su verdadera herencia por darse una cosa efímera; cruel para con esa alma a la que roba el tesoro eterno por unas pocas pepitas brillantes, que con la muerte habrán de abandonarse.
Vosotros, que por el oro pecáis, más o menos levemente, más o menos gravemente; vosotros que cuanto más pecáis más os burláis de cuanto os enseñaron vuestra madre y vuestros maestros, es decir, el hecho de que existe un premio y un castigo por las acciones realizadas durante la vida; ¿no pensáis que por este pecado perderéis la protección de Dios, la vida eterna, la alegría?, ¿que tendréis remordimientos, que sentiréis la maldición de vuestro corazón, que el miedo será vuestro compañero, el miedo al castigo humano, que al fin y al cabo no es nada comparado con el miedo, santo miedo, al castigo divino, que deberíais tener y no tenéis? ¿No pensáis que, por vuestros descalabros, si desembocan en verdaderos delitos, podéis sufrir un terrible fin, y un fin aún más terrible -por ser eterno -por los atropellos cometidos por amor al oro, aun cuando no hayan producido derramamiento de sangre, si han pisoteado la ley del amor y del respeto al prójimo, negando ayuda por avaricia al que padece hambre, robando puestos, o dinero, o en los pesos, por codicia?
No. Esto no lo pensáis. Mas bien decís: "¡Todo eso son patrañas, patrañas que he aplastado bajo el peso de mi oro y ya no existen". No son patrañas, son verdades. No digáis: "Cuando muera, todo se habrá acabado". No.
Entonces todo empezará. La otra vida no es el abismo sin pensamiento ni recuerdo del pasado vivido y sin aspiración a Dios que vosotros creéis que será el tiempo de espera de la liberación del Redentor. La otra vida es espera dichosa para los justos, espera paciente para los purgantes, espera horrenda para los réprobos: para los primeros, en el Limbo; para los segundos, en el Purgatorio; para los últimos, en el Infierno. La espera de los primeros cesará con la entrada en el Cielo siguiendo al Redentor; la de los segundos, una vez cumplida aquella hora, se verá más confortada de esperanza; mas los terceros verán lobreguecer su terrible certeza de maldición eterna.
Pensadlo, vosotros que pecáis. Nunca es tarde para enmendarse. Cambiad con un verdadero arrepentimiento el veredicto que está siendo escrito en el Cielo para vosotros. Que el Seol, para vosotros, no sea infierno, sino, por voluntad vuestra, al menos, penitente espera. No tinieblas, sino crepúsculo de luz; no angustia, sino nostalgia; no desesperación, sino esperanza.
Marchaos. No tratéis de luchar contra Dios. Él es el Fuerte y el Bueno. No pisoteéis el nombre de vuestros padres. Escuchad cómo gime ese manantial, su gemido es semejante al que desgarra el corazón de vuestras madres al saber que sois unos asesinos. Escuchad el silbido del viento en el desfiladero: parece amenazar y maldecir; como os maldice vuestro padre por la vida que vivís. Escuchad el quejumbroso alarido del remordimiento en vuestros corazones. ¿Por qué queréis sufrir, si podríais sentiros serenamente satisfechos con lo poco en esta tierra y con el todo en el Cielo? ¡Pacificad vuestro espíritu! ¡Devolved la paz a los que temen, a los que se ven obligados a temeros como a animales feroces! ¡Poned paz en vuestro corazón, desdichados malhechores! Alzad vuestra mirada al Cielo, separad vuestros labios del venenoso alimento, purificaos las manos, que chorrean sangre fraterna, purificaos el corazón.
Yo tengo fe en vosotros, por eso os hablo; aunque todo el mundo os odia y teme, Yo ni os odio ni os temo; os tiendo la mano para deciros: "Levantaos. Venid. Volved a reintegraros, mansos y hombres, entre los otros hombres". Tan poco os temo, que digo a todos éstos: "Volved a vuestro descanso, sin rencor hacia estos pobres hermanos; orad por ellos; Yo me quedo aquí a mirarlos con ojos de amor. Os juro que no sucederá nada. El amor desarma a los violentos y sacia a los codiciosos. ¡Bendito sea el Amor, verdadera fuerza del mundo, fuerza desconocida pero poderosa, fuerza que es Dios".
Y, volviéndose a todos, dice:
-Volved a vuestros sitios. No temáis, porque allí ya no hay malhechores, sino hombres profundamente turbados, hombres que lloran. Quien llora no hace daño.
¡Quiera Dios que perseveren como ahora, porque significaría su redención!
|
|