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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús
142. Con los doce hacia Samaria
143. La samaritana Fotinai
144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar
145. El primer día en Sicar
146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos
147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai
148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón
149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles
150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo
151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey
152. María Salomé es recibida como discípula
153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús
154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado
155. Curación de la niña romana en Cesárea
156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas
157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret
158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.
159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.
160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala
161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm
162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo
163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm
164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles
165. Elección de los doce Apóstoles
166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez
167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa
168. Aglae en casa de María,
en Nazaret
169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos
170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas
171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley
172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara
173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.
174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.
175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan
176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la
voluntad de Dios
177. La curación del siervo
del centurión
178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús
179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías
180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista
181. La parábola del trigo
y la cizaña
182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías
183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala
184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos
185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares
186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos
187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor
188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan
189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda
190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes
191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón
192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido
193. Llegada a Siquem tras dos días de camino
194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot
195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén
196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias
197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso
198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam
199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María
200. Coloquio de Áglae
con el Salvador
201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia
202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán
203. El Padrenuestro
204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos
205. La parábola del hijo pródigo
206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania
207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el
nacimiento de Jesús
208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa
209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur
210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón
211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la
casita de Isaac
213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica
214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot
215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática
216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león
217. Las espigas arrancadas
un sábado
218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea
219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta
221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme
222. Un secreto del apóstol Juan
223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter
225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios
226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael
227. Un episodio incompleto
228. Margziam confiado
a Porfiria
229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro
230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo
231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala
232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado
233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye
234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala
235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión
236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala
237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María
238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad
239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas
240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús
241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida
242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades
243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas
244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz
245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado
246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos
247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental
248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados
249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios
250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima
251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón
252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo
253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo
254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima
255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote
256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad
257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo
258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol
259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro
260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón
261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán
262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María
263. Curación del hombre del brazo atrofiado
264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret
265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio
266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes
267. Jesús, carpintero en Corazín
268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero
269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos
270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista
271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm
272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba
273. La primera multiplicación
de los panes
274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca
275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual
276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios
277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos
278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos
279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos
280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros
281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano
282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica
283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad
284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea
285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote
286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas
287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader
288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús
289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos
290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas
291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona
292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá
293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax
294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas
295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob
296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan
297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico
298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen
299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías
300. Con escribas y fariseos en casa
del resucitado de Naím
301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro
302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
303. Jesús donde su Madre
en Nazaret
304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra
305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos
306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio
307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención
308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos
309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo
310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica
311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor
312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año
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219- Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
Obedientes a la orden recibida, los grupos de los apóstoles van llegando a la puerta de la ciudad. Jesús todavía no está, pero pronto aparece por una callecita que sigue el trazado de la muralla.
-Debe haberle ido bien al Maestro -dice Mateo -¡Mirad cómo sonríe!
Van hacia Él. Luego salen por la puerta y toman la vía principal A ambos lados hay huertas del suburbio.
Jesús les pregunta:
-¿Entonces?... ¿cómo os ha ido?, ¿qué habéis hecho?
-Muy mal -dicen al unísono Judas Iscariote y Bartolomé.
-¿Por qué? ¿Qué os ha sucedido?
-Que por poco nos apedrean. Hemos tenido que salir corriendo Vámonos de esta ciudad de bárbaros. Volvamos a donde nos estiman. Yo aquí ya no hablo más. De hecho no quería hablar, pero... me he dejado vencer, y Tú no me has frenado, a pesar de que sabes todo... -Judas está inquieto.
-Pero, ¿qué te ha pasado?
-Pues... Yo he estado con Mateo, Santiago y Andrés. Hemos ido a la plaza de los Juicios, porque allí hay gente fina y que tiene tiempo que perder escuchando a una persona que hable. Hemos decidido dejarle a Mateo hablar, porque era el más idóneo para hablar a publicanos y a clientes de publicanos. Entonces él ha empezado dirigiéndose a dos que estaban discutiendo por un campo, en una cuestión poco clara de una herencia: "No os odiéis por causa de cosas perecederas y que no podéis llevaros con vosotros a la otra vida; antes bien, amaos, para poder gozar de bienes eternos, conseguidos sin más guerras que la que combate las malas pasiones que debemos subyugar para ser vencedores y poseer el Bien". Dijiste esto, ¿no? Y luego siguió,que ha llegado el
mientras otros dos o tres se acercaban para oír: “Abrid vuestros oídos a la Verdad, que enseña estas cosas al mundo, para que el
mundo tenga paz.
Ya veis que se sufre por esto, por este excesivo interés por las cosas perecederas. Mas la tierra no es todo. Está también el Cielo, y en el Cielo está Dios, de la misma forma que, ahora, en la tierra está el Mesías de Dios, que nos envía para anunciaros que ha llegad͉o tiempo de la Misericordia, y que ningún pecador puede decir: “No seré escuchado”, pues si uno tiene verdadero arrepentimiento, recibe el perdón, es escuchado y amado y se le ofrece el Reino de Dios".
A todo esto, ya mucha gente había venido. Había quien escuchaba con respeto y había quien interrumpía y molestaba a Mateo con preguntas. Yo ya de hecho no respondo nunca para no estropear el discurso. Hablo y respondo en particular al final. Que se tengan en la memoria lo que quieran decir y que guarden silencio. ¡Pero Mateo quería responder inmediatamente!... Nos preguntaban también a nosotros. Pero había también quien hacía risitas sarcásticas y decía: "¡Otro loco! Está claro que viene de la guarida de Israel. Los judíos son como malas hierbas que se difunden por todas partes. ¡Ahí tenemos otra vez sus eternas patrañas! Dios es su protector. ¡Escucha, escucha! Está en el filo de su espada, en la mordacidad de su lengua. ¡Mira, mira, ahora sacan a colación a su Mesías! Algún otro exaltado que, como de costumbre, nos va a atormentar. ¡Maldición a Él y a su raza!". Entonces he perdido la paciencia, he tirado de Mateo -que seguía hablando sonriente como si le estuvieran haciendo honores -, y he empezado a hablar yo, tomando a Jeremías como base de mi discurso: "Crecen las aguas a septentrión; torrente desbordado serán...". "Ante su rumor" he dicho "pues el castigo que Dios os dará, raza maléfica, producirá el rumor de muchas aguas, aunque serán armas y soldados de la tierra y celestes honderos de los Cielos, en movimiento todos ellos por orden de los Jefes del Pueblo de Dios, los que se abatirán sobre vosotros como castigo de vuestra obstinación; ante su fragor se desvanecerán vuestras fuerzas, caerá vuestra soberbia y vuestros corazones y vuestros brazos y sentimientos, todo.
¡Seréis exterminados, residuos de la isla del pecado, puerta del Infierno! ¿Se os han subido de nuevo los humos porque Herodes os haya reconstruido? Pues más rasos todavía quedaréis, calvos sin remedio; toda suerte de castigos caerá sobre vuestras ciudades y poblados, sobre valles y llanuras. Que la profecía no ha muerto aún..."; y quería seguir, pero se nos han echado encima, y si nos hemos podido salvar ha sido por una caravana, providencial, que pasaba por una calle, pues ya empezaban a volar las piedras. Han dado a camellos y camelleros y se ha formado un verdadero guirigay. Nosotros nos hemos escabullido. Después hemos estado parados en un pequeño patio de suburbio. ¡Ah, yo ya no vuelvo aquí...!
-¡Pero, hombre, si los has ofendido! ¡La culpa es tuya! ¡Ahora se entiende por qué han venido con tanta hostilidad a echarnos! -exclama Natanael. Y prosigue: «Escucha, Maestro. Nosotros, o sea, Simón de Jonás, yo y Felipe habíamos ido hacia la torre que está orientada al mar.
Allí había unos marineros y jefes de barcos cargando mercancías para Chipre, para Grecia e incluso para más lejos. Imprecaban contra el sol, el polvo y el trabajo, y proferían maldiciones contra su condición de filisteos, esclavos -decían -de los tiranos, pudiendo ser reyes; y contra los Profetas, el Templo y todos nosotros. Yo quería alejarme de allí, pero Simón no quiso, porque decía: "¡No' ¡Todo lo contrario! ¡Es precisamente a estos pecadores a los que tenemos que ir! El Maestro lo haría así, y así tenemos que hacerlo nosotros". "Habla tú, entonces" hemos dicho yo y Felipe. "¿Y si no lo sé hacer?" ha dicho Simón. "Pues te ayudamos nosotros" hemos respondido. Entonces Simón se ha dirigido sonriente hacia dos hombres que, sudorosos, estaban sentados encima de una voluminosa paca que no lograban izar para cargarla en el barco, y ha dicho: "¿Pesa, verdad?". "Más que pesar, es que estamos cansados. Y tenemos que ultimar la carga. El patrón quiere zarpar en la hora de la bonanza, porque por la tarde el mar va a estar bravo y para esa hora tenemos que haber pasado ya los escollos para no correr peligro". "¿Hay escollos?” "Sí, allí, donde se ve que el agua borbota. Son zonas feas". "¡Corrientes, eh! ¡Claro!
El viento sur vuelve la punta y allí choca con aquella corriente
"¿Eres marinero?” "Pescador. De agua dulce. Pero el agua es siempre agua, y el viento, viento.
Yo también más de una vez he tragado agua y la carga se me ha vuelto al fondo más de una vez. Este oficio nuestro por una parte tiene sus atractivos pero por otra es fastidioso, de todas formas en todo hay una parte agradable y otra desagradable, buena y mala; en ningún sitio todos son malos, como ninguna raza es toda cruel.
Con un poco de buena voluntad siempre se llega a un acuerdo y se encuentra que en todas partes hay gente buena. ¡Venga, que os hecho una mano!". Entonces Simón ha llamado a Felipe diciendo: "¡Ánimo! Tú coge de ahí que yo cojo de aquí, y esta buena gente nos lleva a la nave, a las bodegas'". Los filisteos no querían, pero luego lo han permitido. Una vez en su sitio el fardo y otros que estaban en el puente, Simón se ha puesto, como él sabe hacer, a cantar las excelencias de la nave y el mar y la belleza de la ciudad vista desde el mar, y ha empezado a interesarse por la navegación marina y las ciudades de otras naciones. Así que todos alrededor, a darle las gracias y a celebrarlo... Por fin, uno pregunta: "Pero, ¿tú de dónde eres?, ¿del país del Nilo?". "No, del mar de Galilea; pero, como veis, no soy
como veis, no soy ningún tigre". "Sí, cierto. ¿Buscas trabajo?". "Sí". "Yo te tomo conmigo, si quieres. Veo que eres un hábil marinero" dice el patrón. "Soy yo el que te toma a ti.” "¿A mí? Pero, ¿no has dicho que buscas trabajo?". "Es verdad. Mi trabajo es llevar a los hombres al Mesías de Dios. Tú eres un hombre. Eres, por tanto, un trabajo para mí". "¡Pero si soy filisteo!” "¿Y qué significa eso?” "Significa que vosotros nos odiáis, nos perseguís, desde siempre; siempre lo han dicho vuestros caudillos...". "Los Profetas, ¿no? Pero ahora los Profetas son voces que ya no gritan; ahora está el único, grande, santo, Jesús. Él no grita, sino que llama con voz de amigo; no maldice, sino bendice; no trae desgracias, las elimina. No odia y no quiere que se odie; antes al contrario, ama a todos y quiere que amemos, incluso a nuestros enemigos. En su Reino no habrá vencidos vencedores, libres y esclavos, amigos y enemigos. No, no habrá estas distinciones, que dañan, que provienen de la maldad humana; sólo habrá seguidores suyos, es decir, personas que viven en el amor, en la libertad, vencedores del peso y del dolor. Os ruego que prestéis fe a mis palabras y que tengáis deseos del Mesías. Las profecías están escritas, sí, pero El es mayor que los Profetas, y, para el que lo ama quedan anuladas las profecías. ¿Veis esta bonita ciudad vuestra? Pues si llegaseis a amar al Señor nuestro, Jesús, el Cristo de Dios, aún más hermosa la volveríais a ver en el Cielo". Así hablaba Simón, afable e inspirado, y todos lo escuchaban con atención y respeto. Sí, respeto. Pero, por una calle ha aparecido de repente, gritando, gente de la ciudad, armados de palos y piedras. Nos han visto y, por el modo de vestir, nos han reconocido como forasteros, y -ahora comprendo -forasteros de tu raza, Judas, y nos han creído gente de tu ralea. ¡Sin la protección de los del barco, estábamos aviados!: han descolgado una chalupa y nos han alejado de allí por mar, hasta la playa de la zona de los jardines del Sur, desde donde hemos venido, junto con los que cultivan flores para los ricos de aquí. “¡Pero, tú, Judas es que todo lo chafas! ¿Es ésa la manera, insolente, de actuar? -Es la verdad.
-Hay que saber usarla. Pedro tampoco ha dicho mentiras, pero ha sabido hablar -objeta Natanael.
-¿Yo?... He tratado de ponerme en el lugar del Maestro. He pensado: "El actuaría con esta dulzura, así que yo también..." -dice Pedro con sencillez.
-A mí me gusta la manera fuerte. Es más regia
-¡Tu idea de siempre! Estás en un error, Judas. Hace un año que el Maestro está corrigiéndote esa idea, pero tú no te prestas a correcciones; te obstinas en el error como estos filisteos contra los que arremetes -dice en tono de reprensión Simón Zelote.
-¿Acaso alguna vez me ha corregido por esto? Además, cada uno tiene su modo y lo usa.
Al oír estas palabras, Simón Zelote se estremece, y mira a Jesús, el cual no dice nada pero asiente a la mirada evocadora de Simón con una leve sonrisa.
-¡Pues vaya una razón!... -dice con serenidad Santiago de Alfeo, y continúa: «Estamos aquí para corregirnos a nosotros mismos antes que a los demás. El Maestro ha sido antes nuestro maestro; no lo habría hecho si no hubiera querido que cambiásemos nuestros hábitos e ideas.
-Era Maestro respecto a la sabiduría...
-¿Era?... ¡Es! -dice serio Judas Tadeo.
-¡Cuántas sutilezas! Es, sí, es.
-También respecto a todo lo demás es Maestro, no sólo en sabiduría; su adoctrinamiento se dirige a toda nuestra realidad. Él es perfecto; nosotros, imperfectos.
Esforcémonos, pues, en ser perfectos -dice Santiago de Alfeo en tono de dulce consejo.
-No me siento culpable de lo que he hecho. Es que es una raza maldita. Todos perversos.
-No. No hay razón para que digas eso -interviene bruscamente Tomás -Juan se ha dirigido a los últimos, a los pescadores que llevaban el pescado a los mercados, y mira este talego húmedo. Es pescado de lo más fino: han renunciado a su ganancia por dárnoslo. Por miedo a que no fuera fresco a la tarde el de la mañana, han regresado al mar, y han querido que nosotros estuviéramos con ellos.
Parecía como estar en el lago de Galilea, y te aseguro que si ya de por sí el lugar lo recordaba, y las barcas llenas de rostros atentos, más aún lo recordaba Juan: parecía otro Jesús; las palabras le salían, dulces como la miel, de su boca sonriente; su rostro resplandecía como otro sol. ¡Cómo se parecía a ti, Maestro! ¡Yo estaba emocionado! Hemos estado tres horas en el mar, esperando a que las redes, extendidas entre las boyas, estuvieran llenas de peces: han sido tres horas de beatitud. Luego querían verte a ti, y Juan ha dicho: "Nos veremos en Cafarnaúm", así, como si hubiera dicho: "Nos veremos en la plaza de vuestra ciudad". ¡Han prometido que irán, han tomado nota! ¡Y hemos tenido que oponernos a que nos cargaran con demasiado pescado! Nos han dado el más selecto. Vamos a guisarlo. Esta noche un gran banquete, para compensar el ayuno de ayer.
-Pero, ¿y qué es lo que les has dicho? ̀ pregunta, confundido Judas Iscariote.
-Nada especial. He hablado de Jesús -responde Juan.
-¡Sí, pero como tú lo haces!... También Juan ha citado a los Profetas, pero les ha dado la vuelta -explica Tomás.
-¿Les ha dado la vuelta? -pregunta estupefacto Judas.
-Sí. Tú, de los Profetas, has sacado el acíbar; él, el almíbar. Porque, a fin de cuentas, incluso el mismo rigor de los Profetas es amor, exclusivo, violento si quieres, pero amor hacia todas las almas, a las que querrían ver fieles al Señor. No sé si tú, educado entre los escribas, has meditado alguna vez esto; yo sí, a pesar de ser orfebre. Al oro también se le golpea con el martillo y se le pasa por el crisol, pero es para afinarlo. No por aversión, sino por aprecio. Así actúan los Profetas con las almas. Yo lo entiendo; quizás por eso, porque soy orfebre. Pues bien, Juan ha citado a Zacarías, en su profecía a cargo de Jadrak y Damasco, y llegado al punto:
“A la vista de ello Ascalón quedará aterrorizada, Gaza experimentará una gran aflicción, y también Ecrón, porque su esperanza se ha desvanecido. Gaza quedará sin rey", se ha puesto a explicar cómo todo esto era porque el hombre se había separado de Dios, y, hablando de la venida del Mesías, que -decía -es perdón amoroso, ha prometido que, de una pobre realeza como la que desean para su nación los hijos de la tierra, los que sigan la Doctrina del Mesías alcanzarán una realeza eterna e infinita en el Cielo.
Dicho así no parece nada, pero ¡había que oírlo!... Se tenía la impresión de estar oyendo una música y de subir de manos de los ángeles. Y, mira por dónde, a ti los Profetas te han dado palos y a nosotros un pescado exquisito.
Judas guarda silencio desconcertado.
-¿Y vosotros? -pregunta el Maestro a sus primos y a Simón Zelote.
-Hemos ido a los arsenales donde trabajan los calafates.
Nosotros también hemos preferido ir a los pobres. De todas formas, había igualmente filisteos ricos, velando por la construcción de sus naves. Como no sabíamos quién iba a hablar, como los niños, hemos echado s dedos; Judas ha sacado siete dedos, yo cuatro, Simón dos. Le tocaba, por tanto, a Judas; y ha hablado -explica Santiago de Alfeo.
-¿Qué has dicho? -preguntan todos.
-Me he dado a conocer, con franqueza, por lo que soy. Les he dicho que recurría a su hospitalidad para pedir la bondad de acoger la palabra de un peregrino que en cada uno de ellos veía a un hermano suyo, teniendo un origen y un término comunes, y la esperanza no común, pero llena de amor, de poderlos conducir consigo a la casa del Padre, y llamarlos "hermanos" por los siglos de los siglos en la gran dicha del Cielo. Luego he dicho: "Está escrito en Sofonías, nuestro Profeta: “La región del mar será lugar de pastores... allí tendrán sus pastos, al atardecer descansarán en las casas de Ascalón”, y he desarrollado este pensamiento diciendo: "El Pastor supremo ha venido a vosotros, no armado de flechas sino de amor; os abre los brazos, os señala sus santos pastos; no se acuerda del pasado, si no es para mostrarse compasivo para con los hombres, por el gran daño que se han hecho unos a otros, como niños alocados, odiándose, cuando, amándose -pues son hermanos -habrían podido disolver muchos dolores. Esta tierra" he dicho "será lugar de pastores santos, los siervos del Pastor supremo, los cuales ya saben que aquí tendrán sus pastos más fértiles y las greyes mejores, y su corazón, cuando decline su vida, podrá descansar pensando en los vuestros y en los de vuestros hijos, más íntimos que casas amigas porque su Señor será Jesús, nuestro Señor". Me han comprendido. Me han preguntado; o, mejor, nos han preguntado. Simón ha hablado de su curación, mi hermano de tu bondad para con los pobres. De esto último es prueba esta nutrida bolsa para los pobres que encontramos por el camino. Tampoco a nosotros nos han hecho ningún daño los Profetas...
Judas Iscariote no abre la boca.
-Bueno -dice Jesús en tono consolador -, para otra vez Judas lo hará mejor. Creía que actuaba correctamente, así que, habiendo obrado con un fin honesto, no ha cometido en modo alguno pecado. Estoy contento también de él. El oficio de apóstol no es fácil, pero se aprende. Lo que sí siento es no haber tenido estos denarios antes y no haberos encontrado; me habrían hecho falta para una familia desdichada.
-Podemos volver. Todavía es pronto... Pero... perdona, Maestro, ¿cómo la has conocido? ¿Tú que has hecho? ¿No has hecho nada de nada? ¿No has evangelizado?
-¿Yo? He dado un paseo. Con el silencio he dicho a una meretriz: "Abandona tu pecado". He encontrado a un niño, bastante gamberro, y lo he evangelizado, y nos hemos hecho mutuamente un regalo: Yo, la fíbula que María Salomé me había prendido en el vestido en Betania; él, este trabajo suyo» -y Jesús saca de entre sus vestiduras el muñeco de caricatura. Todos lo miran y ríen -Luego he ido a ver unas espléndidas alfombras que uno de Ascalón elabora para venderlas en Egipto y en otros lugares... Luego he consolado a una niña huérfana de padre curándole a su madre. Y nada más.
-¿Te parece poco?
-Sí, porque hacía falta también dinero y no tenía.
-Pues volvemos dentro de la ciudad nosotros, que no hemos incomodado a nadie -dice Tomás.
-¿Y tu pescado? -dice de broma Santiago de Zebedeo.
-¿El pescado?... Pues, vosotros que tenéis el anatema encima id donde el anciano que nos ha acogido en su casa y empezad a preparar las cosas. Nosotros vamos a la ciudad.
-Sí -dice Jesús -De todas formas os voy a indicar la casa desde lejos. Habrá gente. Yo no voy porque me entretendrían. No quiero ofender al huésped que nos está esperando, faltando a su invitación. La descortesía es siempre falta de caridad.
Judas agacha todavía más la cabeza y, de tanto como cambia de color al recordar las muchas veces que él ha caído en esa falta, se pone violado.
Jesús añade:
-Vosotros id a esa casa. Buscad a la niña. No os podéis equivocar porque es la única niña. Le daréis esta bolsa y le diréis: "Esto te lo manda Dios por haber sabido creer. Es para ti, tu mamá y tus hermanitos". No digáis nada más.
Y regresad enseguida. Vamos.
Así, el grupo se divide: Jesús con Juan, Tomás y los primos suyos hacia la ciudad; los otros, hacia la casa del hortelano filisteo.
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