|  | EL EVANGELIOCOMO ME HA SIDO REVELADO
 
 
   Autor: María Valtorta 
 « PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LAVIDA PUBLICA DE JESUS
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 141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con José de Emaús
 142. Con los doce hacia Samaria   143. La samaritana Fotinai   144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar   145. El primer día en Sicar  146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos  147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai  148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón   149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción a los apóstoles
 150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá seguir a su Hijo
 151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.El oficial del rey
 152. María Salomé es recibida como discípula   153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús  154. Jesús en Cesárea Marítima  habla a los galeotes. Las fatigas del apostolado
 155. Curación de la niña romana en Cesárea  156. Analía, la primera de las  vírgenes consagradas   157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret  158. En el lago de Genesaret con Juana de Cusa.
 159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.  160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala   161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm  162. Las conversiones humanas del fariseo Elí y de Simón de Alfeo
 163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm  164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles  165. Elección de los doce Apóstoles  166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez  167. Jesús concurre con las romanas en el jardín de Juana de Cusa
 168. Aglae en casa de María,en Nazaret
 169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos  170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas  171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos  evangélicos que perfeccionanla Ley
 172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la  oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara   173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las  riquezas; la limosna; la confianza en Dios.   174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre  el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna deMaría de  Magdala.
 175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad  del escriba Juan
 176. Durante el descanso sabático, el último discursode la Montaña:
 amar la 
  voluntad de Dios
 177. La curación del siervodel centurión
 178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús  179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevodiscípulo Elías
 180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida.  Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de  Juan el Bautista   181. La parábola del trigoy la cizaña
 182. Palabras a algunos pastores con el huerfanito Zacarías
 183. La curación de un hombre herido en casa de María  de Magdala
 184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobreel Reino de los Cielos
 185. La tempestad calmada.Una lección sobre
 sus  preliminares
 186. Los dos endemoniados de la región de los  Gerasenos   187. Hacia Jerusalénpara la Pascua.
 De Tariquea al  monte Tabor
 188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix,  llamado luego Juan  189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda   190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la  puestadel sol del viernes
 191. El sábado en Esdrelón. El pequeño Yabés.
 Parábola del rico Epulón
 192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a  Engannim tras un alto en Meguido   193. Llegada a Siquem tras dos días de camino   194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino  de Siquem a Berot   195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote. Llegada a Jerusalén
 196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre  y de los amores de distintas potencias   197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso   198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés  cambia su nombre por el de Margziam  199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro  obtiene a Margziam por medio de María
 200. Coloquio de Áglaecon el Salvador
 201. El examen de la mayoría de edad de Margzia
 202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán  203. El Padrenuestro  204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la  parábolade los templos
 205. La parábola del hijo pródigo  206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos,  termina la permanencia en Betania  207. En la gruta de Belén la Madre evoca
 el 
nacimiento de Jesús
 208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con  Jesús va a Betsur donde Elisa   209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur  210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el  caminohacia Hebrón
 211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista   212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde la 
  casita de Isaac
 213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica  214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot  215. El posadero de Bet Yinna y su hija lunática
 216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola del diente de león
 217. Las espigas arrancadasun sábado
 218. La llegada a Ascalón,ciudad filistea
 219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón  220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa de la parturienta
 221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme  222. Un secreto del apóstol Juan   223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús  224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter  225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios  226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael   227. Un episodio incompleto   228. Margziam confiadoa Porfiria
 229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro   230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo  231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala  232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado  233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye  234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala  235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión   236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolucióna María de Magdala
 237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por suhermana María
 238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad  239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas  240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús  241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida  242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades  243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas  244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz  245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola delleproso curado
 246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos 
 247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden a la oración mental
 248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados  249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la fidelidad a Dios
 250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima  251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo de Ascalón
 252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo  253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.La Magdalena debe
 forjarse sufriendo
 254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima  255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una leccióna Judas Iscariote
 256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fey la caridad
 257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo  258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misiónde apóstol
 259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro  260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos de la llanura de Esdrelón
 261. Exhortación a los campesinos de Doras, que ahora lo son de Jocanán
 262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.El Iscariote solicita
 la ayuda de María
 263. Curación del hombre del brazo atrofiado   264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret  265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo de su ministerio
 266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes  267. Jesús, carpintero en Corazín  268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero  269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos  270. Jesús recibe la noticia de que han matado  a Juan el Bautista
 271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm  272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba  273. La primera multiplicaciónde los panes
 274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer a quien le invoca
 275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual  276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia en los siervos de Dios
 277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos  278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos   279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos  280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre los místicos futuros
 281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano  282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo, Juan de Endor y Síntica
 283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad  284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstolesse quedarán en Judea
 285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó sin Judas Iscariote
 286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdode las almas
 287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader   288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús  289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación de los paganos
 290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas  291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los díasa la hora nona
 292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá  293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax  294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre y a las discípulas
 295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob  296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan   297. Con el sermón de Aera termina el segundogran viaje apostólico
 298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ellase deducen
 299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías  300. Con escribas y fariseos en casa 
del resucitado de Naím  301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro  302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias  303. Jesús donde su Madre en Nazaret
 304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madrey Maestra
 305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos  306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio   307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención  308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos  309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo   310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida de Juan de Endor y Síntica
 311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor  312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año    | 
      
      
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             269- La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos              
 La misma  escena de la pasada visión. Jesús se está despidiendo de la viuda. 
 Tiene ya de  la mano al pequeño José y dice a la mujer:
 
 -No vendrá  nadie antes de mi regreso, a menos que no sea un gentil. De todas formas,  quienquiera que venga que espere hasta pasado mañana; dile que vendré sin  falta.
 -Lo diré,  Maestro. Si hay enfermos, les daré hospedaje, como me has enseñado.
 
 -Adiós,  entonces. La paz sea con vosotros. Ven, Manahén.
 Por esta  breve mención comprendo que ha venido a ver a Jesús a Corazín gente enferma y  desgraciada, y que a la evangelización del trabajo ha añadido la del milagro.  Si Corazín sigue indiferente, es verdaderamente señal de que es terreno agreste  e incultivable. No obstante, Jesús la atraviesa, saludando a los que le  saludan, como si tal cosa, para seguir hablando con Manahén, que está en duda  sobre si volver a Maqueronte o quedarse una semana más...
 
 En la casa  de Cafarnaúm, entretanto, se preparan para el sábado. Mateo, cojeando todavía  un poco, recibe a sus compañeros, los asiste ofreciéndoles agua y fruta fresca,  mientras se interesa por sus respectivas misiones.
 Pedro frunce  la nariz al ver que ya hay unos fariseos zanganeando cerca de la casa:
 
 -Tienen  ganas de envenenarnos el sábado. Sería casi de la opinión de adelantarnos antes  de que llegue el Maestro y decirle que vaya a Betsaida y les deje a éstos  esperando en vano.
 
 -¿Crees que  el Maestro lo haría? -dice su hermano.
 -Además, en  la habitación de abajo está ese pobre infeliz esperando -observa Mateo.
 -Se le  podría llevar en la barca a Betsaida, y yo u otro adelantarnos hacia el Maestro  -dice Pedro.
 -Casi,  casi... -dice Felipe, el cual, teniendo familia en Betsaida, de buena gana  iría.
 
 Y mucho más  que... ¿Veis, veis? Hoy la guardia está reforzada con escribas. Vamos, no perdamos  tiempo. Vosotros con el enfermo pasáis por el huerto y os vais por detrás de la  casa. Yo llevo la barca al "pozo de la higuera" y Santiago lo mismo.  Simón Zelote y los hermanos de Jesús van al encuentro del Maestro.
 -Yo no me  marcho de aquí con el endemoniado -proclama Judas Iscariote.
 
 -¿Por qué?  ¿Tienes miedo a que se te pegue el demonio?
 -No me hagas  irritarme, Simón de Jonás. He dicho que no voy y no voy.
 -Ve a buscar  a Jesús con los primos.
 -No.
 -¡Narices!  ¡Ven en la barca!
 -No.
 
 -Pero bueno,  ¿qué quieres? Eres siempre el de las dificultades...
 -Quiero  quedarme donde estoy: aquí. No tengo miedo a ninguno. No huyo. Además, el  Maestro no os agradecería esta ocurrencia. Otra vez otro discurso para  llamarnos la atención, y no tengo ganas de sufrirlo por vuestra culpa.
 
 Marchaos  vosotros. Yo me quedo aquí para informar...
 -¡De ninguna  manera! ¡O todos o ninguno!-grita Pedro.
 -Pues  ninguno, porque el Maestro ya está aquí. Mira allí viene -dice serio el Zelote,  que estaba mirando al camino.
 Pedro, de  malhumor, dice algo refunfuñando entre dientes. Pero se dirige con los demás  hacia Jesús. Tras los primeros saludos, le hablan de un endemoniado, ciego y  mudo, que está esperando con sus padres su venida desde hace muchas horas.
 
 Mateo  explica:
 -Está como  inerte. Se ha echado encima de unos sacos vacíos y no se ha vuelto a mover. Sus  padres esperan en ti. Ven a reponer fuerzas y luego lo socorres.
 -No. Voy  enseguida donde él. ¿Dónde está?
 
 -En la  habitación de abajo que está junto al horno. Lo he metido allí, con sus padres,  porque hay muchos fariseos -y escribas ̀ que parecen al acecho...
 -Sí, y sería  mejor no contentarlos -dice Pedro disgustado.
 -¿Judas de  Simón no está? -pregunta Jesús.
 
 -Se  ha quedado en casa. El debe hacer lo que no hacen los demás -dice otra vez  Pedro con malhumor. Jesús lo mira, pero no le regaña. Acelera el paso hacia la  casa. Confía el niño precisamente a Pedro, el cual lo acaricia y saca enseguida  del grueso cinturón un silbato y dice: -Uno para ti y otro para mi hijo. Mañana  te llevo a que lo conozcas.
 
 Le he pedido que me los hiciera a un pastor al que  he hablado de Jesús. Jesús entra en casa, saluda a Judas, que parece todo  ocupado en ordenar la loza y luego va derecho hasta una especie de 
despensa baja y oscura que está pegando al horno.
 
 -Que salga  el enfermo -ordena Jesús.
 Un fariseo,  que no es de Cafarnaúm, pero que tiene una cara de perro peor todavía que la de  los fariseos del lugar, dice:
 
 -No es un  enfermo. Es un endemoniado.
 -Bien, pues  una enfermedad del espíritu...
 -Pero tiene  impedidos los ojos y el habla...
 
 -La posesión  es una enfermedad del espíritu que se extiende a miembros y órganos. Si me  hubieras dejado terminar, habrías sabido que quería decir esto. También la  fiebre, cuando uno está enfermo, está en la sangre, pero desde la sangre ataca  luego a una u otra parte del cuerpo.
 
 El fariseo  no sabe qué replicar y guarda silencio.
 Han traído  al endemoniado y lo han puesto frente a Jesús. Inerte. Era como había dicho  Mateo. Muy impedido por el demonio.
 
 La gente  entretanto se va concentrando. Es increíble, especialmente en las horas de  recreo -voy a llamarlas así-, lo pronto que, en aquel tiempo, acudía la gente a  los lugares en que había algo que ver. Ahora están las personas importantes de  Cafarnaúm (entre los cuales los cuatro fariseos); están también Jairo, y, en un  ángulo, con la disculpa de estar cuidando el orden, el centurión romano y con  él gente de otras ciudades.
 
 -¡En nombre  de Dios, suelta las pupilas y la lengua de éste! ¡Lo quiero! ¡Libra de ti a esa  criatura! ¡Ya no te es lícito poseerla! ¡Fuera! -grita Jesús, extendiendo las  manos mientras da la orden.
 El milagro  empieza con un grito de rabia del demonio y termina con una voz de alegría del  liberado, que grita:
 
 -¡Hijo de  David! ¡Hijo de David! ¡Santo y Rey!
 -¿Cómo puede  saber éste quién es el que lo ha curado? -pregunta un escriba.
 
 -¡Todo esto  es una comedia, hombre! ¡Esta gente está pagada por hacer esto! -dice un  fariseo encogiéndose de hombros.
 
 -Pero, ¿y  quién paga? Si es lícito preguntároslo -dice Jairo.
 -Tú también.
 
 -¿Con qué  finalidad?
 -Para hacer  famosa a Cafarnaúm.
 
 -No rebajes  tu inteligencia diciendo estupideces, ni tu lengua ensuciándola con embustes.  Sabes que eso no es verdad y deberías comprender que estás diciendo una  estupidez. Lo que aquí ocurre ya ha ocurrido en muchas otras partes de Israel.
 
 ¿Entonces en todos los lugares habrá quien pague? ¡La verdad es que no sabía  que en Israel la plebe fuera muy rica! Porque vosotros -y con vosotros todos  los otros importantes-está claro que no pagáis por esto. Entonces paga la plebe  que es la única que ama al Maestro.
 
 -Tú  eres arquisinagogo y lo amas. Ahí está Manahén. En Betania está Lázaro de  Teófilo. Estos no son plebe.
 
 -Pero son  ellos, y soy yo, personas honradas, que no timamos a nadie en nada y mucho  menos en las cosas relativas a la fe. Nosotros no nos permitimos eso porque  tememos a Dios y hemos comprendido lo que le agrada a Dios: la honestidad.
 
 Los fariseos  dan la espalda a Jairo y lanzan su ataque contra los padres del curado:
 -¿Quién os  ha dicho que vinierais aquí?
 -¿Quién?  Muchos. Personas que han sido curadas o parientes de personas curadas.
 -Pero ¿qué  os han dado?
 -¿Dado? La  garantía de que nos lo curaría.
 -¿Pero  estaba realmente enfermo?
 
 -¡Oh, mentes  engañosas! ¿Pensáis que se ha fingido todo esto? Id a Gadara e informaos, si es  que no creéis, de la desgracia de la familia de Ana de Ismael.
 La gente de  Cafarnaúm, indignada, se alborota, mientras unos galileos, venidos de cerca de  Nazaret, dicen:
 -¡Pues este  es hijo de José el carpintero!
 Los de  Cafarnaúm, fieles a Jesús, gritan:
 -¡No! ¡Es lo  que Él dice y lo que el curado ha dicho: "Hijo de Dios" e "Hijo  de David"!
 
 -¡No  aumentéis la exaltación del pueblo con vuestras afirmaciones! -dice  despreciativo un escriba.
 -¿Y entonces  qué es según vosotros?
 
 -¡Un  Belcebú!
 
 -¡Mmm...,  lenguas de víbora! ¡Blasfemos! ¡Vosotros sois los poseídos! ¡Ciegos de corazón!  Perdición nuestra. Queréis quitarnos incluso la alegría del Mesías, ¿eh?  ¡Sanguijuelas! ¡Piedras secas!».
 
 ¡Un buen  jaleo!
 Jesús, que  se había retirado a la cocina para beber un poco de agua, se asoma a la puerta  a tiempo de oír la trillada y necia acusación farisaica: «Éste no es más que un  Belcebú, porque los demonios le obedecen. El gran Belcebú, su padre, le ayuda,  y arroja los demonios con la acción de Belcebú, príncipe de los demonios, no  con otra cosa».
 
 Jesús baja  los dos pequeños escalones de la puerta y avanza unos pasos, erguido, severo,  sereno, para detenerse justo frente al grupo escribo-farisaico; fija en ellos,  penetrante, su mirada y les dice:
 
 -Vemos que  incluso en este mundo un reino dividido en facciones contrarias se hace  internamente débil, fácil presa de la agresión y acción devastadora de los  estados vecinos, y éstos lo esclavizan. Ya en este mundo vemos que una ciudad  dividida en partes contrarias pierde el bienestar (lo mismo se diga de una  familia cuyos miembros estén divididos por el odio): se desmorona, se convierte  en una fragmentación que a nadie sirve, irrisión para los ciudadanos. La  concordia, además de deber, es astucia, porque mantiene la independencia, la  fuerza, el afecto.
 
 Esto es lo que deberían meditar los patriotas, los  ciudadanos, los miembros de una familia, cuando, por el capricho de un  determinado beneficio, se ven tentados a las siempre peligrosas opresiones y  separaciones, peligrosas porque se alternan con los partidos y destruyen los  afectos. Y es ésta, en efecto, la astucia que ejercitan los dueños del mundo.  Observad a Roma, observad su innegable poder, tan penoso para nosotros. Domina  el mundo. Pero está unida en un único parecer, en una sola voluntad:  "dominar". Entre ellos habrá también, sin duda, contrastes,  antipatías, rebeliones. Pero estas cosas están en el fondo. En la superficie  hay un único bloque, sin fisuras, sin agitaciones. Todos quieren lo mismo y  obtienen resultados por este querer, y los obtendrán mientras sigan queriendo  lo mismo.
 
 Mirad este  ejemplo humano de astucia cohesiva, y pensad: si estos hijos del siglo son así,  ¿qué no será Satanás? Para nosotros ellos son diablos, y, sin embargo, su  satanismo pagano no es nada respecto al perfecto satanismo de Satanás y sus  demonios. En aquel reino eterno, sin siglo, sin final, sin límite de astucia y  maldad; en ese lugar en que es gozo el hacer el mal a Dios y a los hombres  -hacer el mal es el aire que respiran, es su doloroso gozo, único, atroz-se ha  alcanzado con perfección maldita la fusión de los espíritus, unidos en una Sola  voluntad: "hacer el mal". Ahora bien, si -como pretendéis sostener  para insinuar dudas acerca de mi poder-me ayuda Satanás porque Yo soy un belcebú  menor, ¿no entra Satanás en conflicto consigo mismo y con sus demonios al  arrojarlos de sus poseídos? ¿Y estando en conflicto consigo mismo, podrá  perdurar su reino? No, no es así.
 
 Satanás es astutísimo y no se perjudica a sí  mismo. Su intención es extender su reino en los corazones, no reducirlo. Su  vida consiste en "robar -hacer el mal -mentir -agredir -turbar".  Robar almas a Dios y paz a los hombres. Hacer el mal a las criaturas del Padre,  dándole así dolor. Mentir para descarriar. Agredir para gozar. Turbar porque es  el Desorden. No puede cambiar: es eterno en su ser y en sus métodos.
 
 Pero,  responded a esta pregunta: si Yo arrojo los demonios en nombre de Belcebú, ¿en  nombre de quién los arrojan vuestros hijos? ¿Querríais confesar que también  ellos son belcebúes? Si lo decís, os juzgarán calumniadores; y, aunque su  santidad llegue hasta el punto de no reaccionar ante esta acusación, habréis  emitido veredicto sobre vosotros mismos al confesar que creéis tener muchos  demonios en Israel, y os juzgará Dios en nombre de los hijos de Israel acusados  de ser demonios. Por tanto, venga de quien venga el juicio, en el fondo serán  ellos vuestros jueces donde el juicio no sufre soborno de presiones humanas.
 
 Y si, como  es verdad, arrojo los demonios por el Espíritu de Dios, prueba es de que ha  llegado a vosotros el Reino de Dios y el Rey de este Reino, Rey que tiene un  poder tal, que ninguna fuerza contraria a su Reino le puede oponer resistencia.  Así que ato y obligo a los usurpadores de los hijos de mi Reino a salir de los  lugares ocupados y a devolverme la presa para que Yo tome posesión de ella. ¿No  es así como hace uno que quiere entrar en la casa de un hombre fuerte para  arrebatarle los bienes, bien o mal conseguidos? Eso hace. Entra y lo ata. Una  vez que lo ha atado, puede desvalijar la casa. Yo ato al ángel tenebroso, que  me ha arrebatado lo que me pertenece, y le quito el bien que me robó. Sólo Yo  puedo hacerlo, porque sólo Yo soy el Fuerte, el Padre del siglo futuro, el  Príncipe de la Paz.
 
 -Explícanos  lo que quieres decir con "Padre del siglo futuro". ¿Es que piensas  vivir hasta el próximo siglo, y, mayor necedad aún, piensas crear el tiempo,  Tú, que no eres más que un pobre hombre? El tiempo es de Dios -pregunta un  escriba.
 -¿Y me lo  preguntas tú, escriba? ¿Es que no sabes que habrá un siglo que tendrá principio  pero no tendrá fin, y que será el mío? En él, triunfaré congregando en torno a  mí a aquellos que son sus hijos, y vivirán eternos como el siglo que crearé,  que ya estoy creando estableciendo al espíritu por encima de la carne, del  mundo y de los seres infernales, porque todo lo puedo. Por esto os digo que  quien no está conmigo está contra mí, y que quien conmigo no recoge desparrama.  Porque Yo soy el que soy. Y quien no cree esto, que ya ha sido profetizado,  peca contra el Espíritu Santo, cuya palabra fue pronunciada por los Profetas  sin mentira ni error y debe ser creída sin resistencia. 
 Porque os  digo que todo les será perdonado a los hombres, todo pecado, toda blasfemia;  porque Dios sabe que el hombre no es sólo espíritu, sino también carne, y carne  tentada sometida a imprevistas debilidades. Pero la blasfemia contra el  Espíritu no será perdonada. Uno hablará contra el Hijo del hombre y será todavía  perdonado, porque el peso de la carne que envuelve a mi Persona y que envuelve  al hombre que contra mí habla puede también inducir a error. Pero quien hable  contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en ésta ni en la vida futura,  porque la Verdad es eso que es: es neta, santa, innegable, y es manifestada al  espíritu de una manera que no induce a error. Otra cosa es que yerren aquellos  que, queriéndolo, quieren el error. Negar la Verdad dicha por el  Espíritu Santo es negar la Palabra de Dios y el Amor, que ha dado esa Palabra  por amor hacia los hombres. Y el pecado contra el Amor no se perdona.
 
 Pero cada uno da los frutos de su árbol. Vosotros dais  los vuestros, que no son buenos. Si dais un árbol bueno para que lo planten en  el huerto, dará buenos frutos; sin embargo, si dais un árbol malo, malo será el  fruto que de él se recogerá, y todos dirán: "Este árbol no es bueno".  Porque el árbol se conoce por el fruto. ¿Cómo creéis que podéis hablar bien  vosotros, que sois malos? Porque la boca habla de lo que llena el corazón del  hombre. Sacamos nuestros actos y palabras de la sobreabundancia de lo que  tenemos en nosotros. El hombre bueno saca de su tesoro bueno cosas buenas; el  malo, de su tesoro malo, saca las cosas malas. Y habla y actúa según su  interior.
 
 En verdad os digo que ociar es pecado, pero mejor es  ociar que hacer obras malas. Y os digo también que es mejor callar que hablar  ociosamente y con maldad. Aunque vuestro silencio fuera ocio, guardad silencio  antes que pecar con la lengua. Os aseguro que de toda palabra dicha vanamente  se pedirá a los hombres justificación en el día del Juicio, y que por sus  palabras serán justificados los hombres, y también por sus palabras serán  condenados.
 
 ¡Cuidado, por tanto, vosotros, que tantas decís más que ociosas!,  pues que son no sólo ociosas sino activas en el mal y con la finalidad de  alejar a los corazones de la Verdad que os habla.
 
 Los fariseos consultan a los escribas y luego, todos  juntos, fingiendo cortesía, solicitan:
 -Maestro, se cree mejor en lo que se ve. Danos, pues,  una señal para que podamos creer que eres lo que dices.
 -¿Veis como en vosotros está el pecado contra el  Espíritu Santo, que repetidas veces me ha señalado como Verbo encarnado? Verbo  y Salvador, venido en el tiempo establecido, precedido y seguido por los signos  profetizados; obrador de lo que el Espíritu dice.
 Ellos responden:
 
 -Creemos en el Espíritu, pero ¿cómo podemos creer en  ti, si no vemos un signo con nuestros ojos?
 -¿Cómo podéis entonces creer en el Espíritu, cuyas  acciones son espirituales, si no creéis en las mías, que son sensibles a  vuestros ojos? Mi vida está llena de ellas. ¿No es suficiente todavía? No. Yo  mismo respondo que no. No es suficiente todavía. A esta generación adúltera y  malvada, que busca un signo, se le dará sólo uno: el del profeta Jonás.  Efectivamente, de la misma forma que Jonás estuvo durante tres días en el  vientre de la ballena, el Hijo del hombre estará tres días en las entrañas de  la tierra. En verdad os digo que los ninivitas resucitarán en el día del  Juicio, como todos los hombres, y se alzarán contra esta generación y la  condenarán, porque les predicó Jonás e hicieron penitencia, y vosotros no; y  aquí hay Uno mayor que Jonás. Así también, resucitará y se alzará contra  vosotros la Reina del Mediodía, y os condenará, porque ella vino desde los últimos  confines de la Tierra para oír la sabiduría de Salomón; y aquí hay Uno mayor  que Salomón.
 
 -¿Por qué dices que esta generación es adúltera y  malvada? No lo será más que las otras. Hay los mismos santos que había en las  otras. El todo israelita no ha cambiado. Nos ofendes.
 
 -Os ofendéis vosotros mismos al dañar vuestras almas;  porque las alejáis de la Verdad, y por tanto de la Salvación. Os respondo lo  mismo. Esta generación no es santa sino en las vestiduras y en lo externo; por  dentro no es santa. En Israel existen los mismos nombres para significar las  mismas cosas, pero no existe la realidad de las cosas; existen los mismos usos,  vestiduras y ritos, pero falta el espíritu de estas cosas. Sois adúlteros  porque habéis rechazado el sobrenatural desposorio con la Ley divina y os  habéis desposado, con una segunda adúltera unión, con la ley de Satanás. Sois  circuncisos sólo en un miembro efímero, el corazón ya no es circunciso. Y sois  malos, porque os habéis vendido al Maligno. He dicho.
 
 -Nos ofendes demasiado. Pero, ¿por qué, si es así, no  liberas a Israel del demonio para que sea santo?
 
 -¿Tiene Israel esta voluntad? No. La tienen esos  pobrecillos que vienen para ser liberados del demonio porque lo sienten dentro  de sí como peso y vergüenza. Vosotros esto no lo sentís. Liberaros a vosotros  sería inútil, porque, no teniendo la voluntad de ser liberados, enseguida  seríais de nuevo atrapados y con mayor fuerza. Porque cuando un espíritu  inmundo sale de un hombre vaga por lugares áridos en busca de descanso y no lo  encuentra. Observad que no son lugares áridos materialmente; áridos porque, no  recibiéndolo, le son hostiles, de la misma forma que la tierra árida es hostil  a la semilla. Entonces dice: "Volveré a mi casa, de donde he sido arrojado  con la fuerza y contra su voluntad. Estoy seguro de que me recibirá y me dará  descanso". En efecto, vuelve donde aquel que era suyo, y muchas veces lo  encuentra dispuesto a recibirlo, porque, en verdad os digo que el hombre tiene  más nostalgia de Satanás que de Dios, y, si Satanás no le somete sus miembros,  por ninguna otra posesión se queja.
 
 Vuelve, pues, y encuentra la casa vacía,  barrida, aviada, con olor a pureza. Entonces va por otros siete demonios,  porque no quiere volverla a perder, y con estos siete espíritus peores que él,  entra en ella y ahí se instalan todos. Así, este segundo estado, de uno  convertido una vez y pervertido una segunda vez, es peor que el primero. Porque  el demonio tiene la medida de lo amante de Satanás e ingrato a Dios que es ese  hombre, y también porque Dios no vuelve a donde se pisotean sus gracias y,  habiendo experimentado ya una posesión, se abren los brazos otra vez a una  mayor. La recaída en el satanismo es peor que la recaída en una tisis mortal ya  curada una vez. Ya no es susceptible de mejoramiento ni de curación. Esto le  sucederá a esta generación, la cual, convertida por el Bautista, ha querido de  nuevo ser pecadora, porque es amante del Malvado, no de mí.
 Un murmullo, ni de aprobación ni de protesta, recorre  la muchedumbre, que se va apiñando y que ya es muy numerosa (además del huerto  y la terraza, está llenísima de gente incluso la calle). Hay gente sentada a  caballo en el pretil, y subida a la higuera del huerto y a los árboles de los  huertos vecinos; porque todos quieren oír la disputa entre Jesús y sus  enemigos. El murmullo, cual ola que del mar abierto arriba a la playa, llega,  de boca en boca, hasta los apóstoles más cercanos a Jesús, o sea, Pedro, Juan,  el Zelote y los hijos de Alfeo (porque los otros están parte en la terraza y  parte en la cocina, menos Judas Iscariote, que está en la calle entre la  muchedumbre). 
 Pedro, Juan, el Zelote, los hijos de Alfeo recogen  este murmullo, y dicen a Jesús:
 
 Maestro, están tu Madre y tus hermanos. Están allí  afuera, en la calle. Te buscan porque quieren hablar contigo. Ordena que la  muchedumbre se aleje para que puedan venir a ti, porque sin duda un motivo  importante los ha traído hasta aquí a buscarte.
 
 Jesús alza la cabeza y ve al final de la gente el  rostro angustiado de su Madre, que está luchando por no llorar, mientras José  de Alfeo le habla con vehemencia; y ve los gestos de negación de Ella,  repetidos, enérgicos, a pesar de la insistencia de José. Ve también la cara de  apuro de Simón, visiblemente apenado, molesto... Pero no sonríe, no ordena  nada. Deja a la Afligida con su dolor y a los primos donde están.
 
 Baja los ojos hacia la muchedumbre y, respondiendo a  los apóstoles, que están cerca, responde también a los que están lejos y tratan  de hacer valer la sangre más que el deber.
 
 -¿Quién es mi Madre? ¿Quiénes son mis hermanos?
 Despliega su mirada -severa en el marco de un rostro  que palidece por esta violencia que debe hacerse para poner el deber por encima  del afecto y la sangre, y para suspender el reconocimiento del vínculo con su  Madre por servir al Padre-y dice, señalando con un amplio gesto a la  muchedumbre que se apiña en torno a Él, a la roja luz de las antorchas, bajo la  luz de plata de la Luna casi llena:
 
 -He aquí a mi madre, he aquí a mis hermanos. Los que  hacen la voluntad de Dios son mis hermanos y hermanas, son mi madre. No tengo  otros. Y los míos serán tales si, antes que los demás y con mayor perfección  que ningún otro, hacen la voluntad de Dios hasta el sacrificio total de toda  otra voluntad o voz de la sangre y del afecto.
 Nace entre la muchedumbre un murmullo más fuerte, como  un mar agitado por un viento repentino.
 
 Los escribas comienzan la fuga diciendo:
 -¡Es un demonio! ¡Reniega incluso su sangre!
 
 Los parientes avanzan diciendo:
 -¡Es un loco! ¡Hasta tortura a su Madre!
 Los apóstoles dicen:
 
 -¡Verdaderamente en estas palabras está todo el  heroísmo!
 La muchedumbre dice:
 -¡Cómo nos ama!
 No sin esfuerzo, María con José y Simón abren la  aglomeración de gente: Ella, todo dulzura; José, todo furia; Simón, todo apuro.  Y llegan a Jesús.
 José arremete en seguida:
 
 -¡Estás loco! ¡Ofendes a todos! ¡No respetas ni  siquiera a tu Madre! ¡Pero ahora estoy yo aquí y te lo voy a impedir! ¿Es  verdad que vas por ahí haciendo trabajos de obrero? Pues si eso es verdad, ¿por  qué no trabajas en tu taller para procurar el pan a tu Madre? ¿Por qué mientes  diciendo que tu trabajo es la predicación, ocioso e ingrato, que es lo que  eres, si luego vas a realizar trabajo pagado a casa ajena? Verdaderamente me  pareces como si estuvieras en manos de un demonio que te indujera al camino.  ¡Responde!
 Jesús se vuelve y toma de la mano al niño José, lo  acerca a sí y lo alza sujetándolo por las axilas, y dice:
 
 -Mi trabajo ha consistido en procurar el pan a este  inocente y a su familia, y en convencerlos de que Dios es bueno; ha sido  predicar en Corazín la humildad y la caridad. Y no sólo en Corazín, sino  también contigo, José, hermano injusto. Pero te perdono porque sé que te  muerden dientes de serpiente. Y te perdono también a ti, Simón inconstante.  Nada tengo que perdonar, de nada debo pedir perdón, a mi Madre, porque Ella  juzga con justicia. Que el mundo haga lo que quiera, Yo hago lo que Dios  quiere. Con la bendición del Padre y de mi Madre soy más feliz que si todo el  mundo me aclamara rey según el mundo. Ven, Madre, no llores; no saben lo que  hacen. Perdónalos.
 
 -¡Hijo mío! Yo sé. Tú sabes. Nada más hay que decir...
 -Nada más, aparte de decirle a la gente: "Idos en  paz".
 Jesús bendice a la muchedumbre y luego,  llevando con la derecha a María y con la izquierda al niño, se dirige hacia la  pequeña escalera. Y es el primero en subirla.
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