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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús
142. Con los doce hacia Samaria
143. La samaritana Fotinai
144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar
145. El primer día en Sicar
146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos
147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai
148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón
149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles
150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo
151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey
152. María Salomé es recibida como discípula
153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús
154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado
155. Curación de la niña romana en Cesárea
156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas
157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret
158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.
159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.
160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala
161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm
162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo
163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm
164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles
165. Elección de los doce Apóstoles
166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez
167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa
168. Aglae en casa de María,
en Nazaret
169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos
170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas
171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley
172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara
173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.
174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.
175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan
176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la
voluntad de Dios
177. La curación del siervo
del centurión
178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús
179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías
180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista
181. La parábola del trigo
y la cizaña
182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías
183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala
184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos
185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares
186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos
187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor
188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan
189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda
190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes
191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón
192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido
193. Llegada a Siquem tras dos días de camino
194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot
195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén
196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias
197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso
198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam
199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María
200. Coloquio de Áglae
con el Salvador
201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia
202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán
203. El Padrenuestro
204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos
205. La parábola del hijo pródigo
206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania
207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el
nacimiento de Jesús
208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa
209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur
210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón
211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la
casita de Isaac
213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica
214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot
215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática
216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león
217. Las espigas arrancadas
un sábado
218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea
219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta
221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme
222. Un secreto del apóstol Juan
223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter
225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios
226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael
227. Un episodio incompleto
228. Margziam confiado
a Porfiria
229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro
230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo
231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala
232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado
233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye
234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala
235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión
236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala
237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María
238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad
239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas
240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús
241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida
242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades
243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas
244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz
245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado
246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos
247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental
248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados
249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios
250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima
251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón
252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo
253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo
254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima
255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote
256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad
257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo
258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol
259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro
260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón
261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán
262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María
263. Curación del hombre del brazo atrofiado
264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret
265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio
266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes
267. Jesús, carpintero en Corazín
268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero
269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos
270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista
271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm
272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba
273. La primera multiplicación
de los panes
274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca
275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual
276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios
277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos
278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos
279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos
280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros
281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano
282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica
283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad
284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea
285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote
286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas
287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader
288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús
289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos
290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas
291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona
292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá
293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax
294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas
295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob
296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan
297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico
298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen
299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías
300. Con escribas y fariseos en casa
del resucitado de Naím
301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro
302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
303. Jesús donde su Madre
en Nazaret
304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra
305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos
306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio
307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención
308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos
309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo
310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica
311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor
312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año
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210- Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino hacia Hebrón
-¡Hombre, no creo que tengáis intención de ir en peregrinaje a todos los lugares famosos de Israel! -dice irónicamente Judas Iscariote, que va polemizando en un grupo en que están María de Alfeo y Salomé, además de Andrés y Tomás.
-¿Por qué no? ¿Quién lo prohíbe? -pregunta María Cleofás.
-¡Pues yo! Mi madre hace mucho que me espera...
-Pues ve a casa de tu madre. Ya te alcanzaremos después -dice Salomé, y parece añadir mentalmente: «Ninguno se apenará por tu ausencia».
-¡De ninguna manera! Iré acompañado del Maestro. Ya de hecho no va su Madre, como estaba pensado; lo cual verdaderamente no se debía haber hecho porque se había prometido que iría.
-Se ha quedado en Betsur para cumplir una obra buena. Esa mujer era muy infeliz.
-Jesús podía haberla curado inmediatamente, sin necesidad de devolverle la plenitud gradualmente. No sé por qué ahora no es partidario de milagros estrepitosos.
-Si lo ha hecho así, tendrá sus santas razones -dice con serenidad Andrés.
-¡Sí, y así pierde prosélitos! ¡Qué desilusión la visita a Jerusalén!: cuanta más necesidad hay de gestos llamativos, más se acurruca en la sombra. Yo verdaderamente esperaba ver, hacer frente...
-Oye, perdona la pregunta... pero, ¿qué querías ver?, ¿a quién querías hacer frente...?
-¿Qué?... ¿A quién?... ¡Hombre, pues ver sus obras milagrosas y no tener que dejarme avasallar por los que dicen que es un falso profeta o un endemoniado! ¿Por qué dicen esto? ¡Eh! Dicen que sin el apoyo de Belcebú no es más que un pobre hombre. Y dado que se sabe que Belcebú cambia caprichosamente de humor y que se deleita en tomar y dejar, como hace el leopardo con la presa, y dado que los hechos justifican este pensamiento, pues me preocupa el pensar que Él no hace nada. ¡Quedamos por los suelos! Somos los apóstoles de un Maestro... todo doctrina, sí, eso es innegable, pero nada más.
La brusca pausa de Judas tras la palabra "Maestro" hace pensar que quería decir algo más gordo.
Las mujeres están atónitas. Pero María de Alfeo, como pariente de Jesús, dice claramente:
-¡A mí eso no me asombra; lo que sí me asombra es que Jesús te soporte, muchacho!
Andrés, que siempre es manso, esta vez pierde la paciencia, y rojo, enfurecido -muy parecido a su hermano en raras ocasiones -grita:
-¡Pues vete! ¡Así no tendrás que quedar mal por culpa del Maestro! ¿Quién te ha convocado? A nosotros sí, a ti no. Tuviste que insistir varias veces para que te aceptara. Te has impuesto... ¡No se por qué no les cuento todo a los demás!...
-Con vosotros no se puede hablar nunca. Tienen razón cuando dicen que sois pendencieros e ignorantes...
-La verdad es que no entiendo en absoluto dónde encuentras el error del Maestro. Y yo no tenía noticia de estos cambios caprichosos del Demonio. ¡Pobrecito! Sin duda tiene que ser raro; si hubiera sido equilibrado de mente, no se hubiera rebelado contra Dios. De todas formas tomo nota -dice, no sin sarcasmo, Tomás, para tratar de desviar la tormenta que se avecina.
-No estoy de broma, así que tú tampoco. ¿Se ha hecho notar en Jerusalén acaso? Pero si además hasta el mismo Lázaro ha hecho esta observación...
La carcajada de Tomás retumba en el ambiente... y, riéndose todavía -su risa ya de por sí ha desorientado a Judas Iscariote -, dice:
-¿Que no ha hecho nada? Vete a preguntárselo a los leprosos de Siloán y de Hinnom. Bueno, en Hinnom no encontrarás a ninguno, porque todos están curados. El hecho de que tú no estuvieras, porque tenías prisa de ir con... los amigos, y de que, por tanto, no lo hayas sabido, no quita para que los valles de Jerusalén y de otros muchos lugares rebosen de aclamaciones de los curados -termina, serio, Tomás. Y, severo, añade: «Tu enfermedad es de la bilis, amigo; que todo te lo amarga y te lo hace ver verde. En ti debe ser una enfermedad cíclica. Créeme que convivir con uno como tú es poco placentero. Cambia. No voy a decirle nada a nadie, y lo mismo espero que hagan estas buenas mujeres -si es que quieren escucharme -y Andrés. Pero cambia. No te sientas defraudado, porque aquí no hay ninguna desilusión. No te sientas necesario, mira, que el Maestro sabe cómo actuar; no pretendas ser el maestro del Maestro. Si, en el caso de la pobre Elisa, ha actuado así, es señal de que era lo correcto. Deja que esas sierpes silben y escupan como quieran; no te metas a querer hacer de intermediario entre ellos y El, y mucho menos aún te avergüences de estar con Él. Aunque no curase en lo sucesivo ni siquiera un resfriado, ello no quitaría para que siguiera siendo poderoso. Su palabra es un continuo milagro. ¡Y vive en paz, que no nos vienen persiguiendo arqueros! ¡Llegará un día, cómo no, que convenceremos al mundo de quién es Jesús! Y tranquilo también por la cuestión de María, que si ha prometido que irá a ver a tu madre irá. Entretanto vamos caminando como peregrinos por estas hermosas comarcas. ¡Nuestro trabajo es éste! ¡Sí, hombre, claro! Vamos a darles a las discípulas la satisfacción de ir a ver la tumba de Abraham, su árbol y la tumba de Jesé y... ¿qué más habíais dicho?
-Se dice que aquí vivió Adán y murió asesinado Abel...
-¡Las consabidas leyendas sin sentido!... dice Judas rezongando.
-Dentro de un siglo se dirá que lo de la gruta de Belén y muchas otras cosas son una leyenda. Pero, oye, además, ¿no fuiste tú quien quiso ir a aquel fétido antro de Endor, que -creo que estarás de acuerdo conmigo -no pertenecía precisamente a un ciclo santo; no crees? Bueno, pues ellas vienen aquí, donde se dice que hay sangre y cenizas de santos. De Endor nos ha venido Juan, ¿quién sabe...?
-¡Buen fichaje, Juan! -dice burlonamente Judas.
-No es guapo de cara, sí, pero puede ser que su alma sea mejor que la nuestra.
-Sí, precisamente su alma... ¡con la vida que ha vivido!
-¡Calla! El Maestro nos dijo que no debíamos rememorarlo.
-¡Qué fácil eso! ¡Ya quisiera ver yo, si hiciera algo parecido, si lo ibais a rememorar o no!
-Adiós, Judas; es mejor que estés solo. Estás demasiado agitado. ¡Si al menos supieras lo que te pasa!
-¿Que qué me pasa, Tomas? Pues lo que me pasa es que veo que a nosotros se nos deja de lado por los últimos que llegan; lo que me pasa es que veo preferir a todos antes que a mí; y que noto que se espera a que no esté yo para enseñar a orar. ¿Qué quieres, que me gusten estas cosas?
-No gusta, de acuerdo, pero te recuerdo que si hubieras venido con nosotros a la Cena de Pascua, habrías estado tú también en el Monte de los Olivos cuando el Maestro nos enseñó la oración. Y, por lo que respecta a que se nos deje de lado por los primeros que llegan, no lo veo. ¿Lo dices por ese pobre inocente?, ¿o por el pobre Juan?
-Por los dos. Jesús ya casi no se dirige a nosotros. Míralo incluso ahora... Está allí, sin ninguna prisa, habla que te habla con el niño. ¡Pues va a tener que esperar no poco tiempo a poderlo incluir entre los discípulos! ¿Y el otro?... Nunca será discípulo: es
demasiado soberbio, culto, duro de corazón, y tiene malas tendencias. Y a pesar de todo: “Juan por aquí y Juan por allá"...
-¡Padre Abraham, no me dejes perder la paciencia! ¿Y en qué te parece que el Maestro prefiere a otros antes que a ti?
¿Pero no lo has visto también ahora? Llegado el momento de salir de Betsur -después de un tiempo pasado en instruir a tres pastores a los que perfectamente había podido instruir Isaac -, ¿a quién deja con su Madre? ¿A mí?, ¿a ti? No. Deja a Simón. ¡Un viejo que casi no habla!...
-Pero que lo poco que dice está siempre bien dicho -replica prontamente Tomás, que ahora se ha quedado solo con Judas dado que las mujeres, con Andrés, se han separado y van adelante ligeras, como huyendo de un tramo de camino lleno de sol.
Los dos apóstoles hablan tan acaloradamente, que no oyen
que Jesús se ha acercado, perdido del todo el ruido de sus pasos entre la polvareda del camino. Mas si Él no hace ruido, ellos gritan como diez, y Jesús sí que los oye; detrás vienen también Pedro, Mateo, los dos primos del Señor, Felipe y Bartolomé, y los dos hijos de Zebedeo llevando en medio a Marziam.
Jesús dice:
-Es así, como has dicho, Tomás: Simón habla poco, pero lo poco que dice está siempre bien dicho: tiene mente serena y corazón honesto; pero, sobre todo, una muy buena voluntad. Por eso lo he dejado con mi Madre. Es verdaderamente un caballero, y, al mismo tiempo, conoce la vida, ha sufrido, y es anciano. Por tanto ̀ y digo esto porque pienso que a alguien le ha parecido injusta esta decisión -era el más adecuado para quedarse. Judas, no podía permitir que mi Madre se quedase sola -y era justo dejarla -con una pobre mujer que todavía estaba enferma: mi Madre completará así la obra que Yo he comenzado.
Tampoco podía dejarla con mis hermanos, ni con Andrés o Santiago o Juan, y tampoco contigo. Si no comprendes el motivo no sé qué decirte...
-Porque es tu Madre, joven y hermosa, y la gente...
-¡No! La gente tendrá siempre fango en el pensamiento, en los labios y en las manos, y especialmente en el corazón: la gente deshonesta, que ve sus sentimientos en los demás.
Pero su fango no absorbe mi atención: se cae por sí solo, una vez seco. He preferido a Simón porque es anciano y no recordaba demasiado a los hijos difuntos de esa mujer desolada; vosotros, jóvenes, los habríais evocado con vuestra juventud... Simón sabe tutelar y pasar desapercibido, nunca exige nada, es compasivo, sabe velar por sí mismo. Podía haber escogido a Pedro. ¿Quién mejor que él para estar con mi Madre? Pero todavía es muy impulsivo. ¿Ves cómo se lo digo a la cara y no se ofende? Pedro es sincero, y ama la sinceridad incluso cuando le supone un perjuicio. Podía haber sido Natanael, pero no ha estado nunca en Judea; Simón, por el contrario, la conoce bien y será precioso para guiar a la Madre a Keriot. Sabe incluso ir a la casa tuya del campo, y a la de la ciudad, así que no hará...
-Pero... Maestro... ¿entonces tu Madre va a ir realmente a ver a la mía?
-¡Ya se había dicho! Cuando se dice una cosa se hace. Iremos sin prisa, deteniéndonos a evangelizar por estos pueblos. ¿No quieres que evangelice tu Judea?
-¡Sí, sí, Maestro!... Yo es que creía... pensaba...
Bueno, sobre todo, es que te creabas penas por causa de una serie de quimeras de tu fantasía. Para la segunda fase de la luna de Ziv estaremos todos nosotros en casa de tu madre; nosotros, es decir, también mi Madre y Simón. Por ahora Ella está evangelizando Betsur, ciudad judía, de la misma forma que Juana está evangelizando Jerusalén con una joven y un sacerdote que fue leproso; Lázaro con Marta y el anciano Ismael hacen lo propio en Betania; en Yuttá, Sara, en Keriot, sin duda, habla del Mesías tu madre. No puedes decir que dejo privada de mensajeros a Judea; antes bien, le doy -a pesar de su mayor cerrazón y obstinación -las voces más dulces, la de las mujeres -que a la palabra unen ese arte fino suyo y son maestras en conducir los corazones a donde quieren -, además de la del santo Isaac y de mi amigo Lázaro. ¿Ya no dices nada? ¿Por qué estás casi llorando, niñote caprichoso? ¿Qué ganas envenenándote con las sombras? ¿Tienes todavía algún motivo de inquietud? ¡Ánimo, habla...!
-Soy malo... y Tú eres muy bueno... Tu bondad siempre me impresiona: ¡es siempre tan fresca y nueva...! Yo... yo... nunca sé decir cuándo la encuentro en mi camino.
-Tú lo has dicho, no lo puedes saber, pero es porque no es ni fresca ni nueva, sino eterna, Judas; omnipresente, Judas... ¡Ya estamos en las cercanías de Hebrón! María, Salomé y Andrés nos hacen grandes gestos. Vamos. Están hablando con unos hombres. Deben estarles preguntando por los lugares históricos. ¡Tu madre, ante la memoria de estos lugares, rejuvenece, hermano mío!
Judas Tadeo le sonríe a su primo, quien, igualmente, sonríe.
Y Pedro:
-¡Rejuvenecemos todos! Me siento como en la escuela, una bonita escuela, mejor que la de aquel cascarrabias de Eliseo. ¿Te acuerdas, Felipe? ¡Pero las armábamos, ¿eh?! ¡Aquella historia de las tribus!: "¡Decid las ciudades de las tribus!"; "No las habéis dicho en coro... a decirlas otra vez..."; "Simón, pareces una rana dormida, te quedas atrás. Volved a empezar". ¡Ay, veía todo nombres de ciudades y de pueblos de todos los tiempos y no sabía nada más! Aquí, sin embargo, se aprende verdaderamente.
¡Marziam, un día de éstos tu padre, ahora que ya sabe, irá a hacer el examen!...
Todos se echan a reír mientras se dirigen hacia Andrés y las mujeres.
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