|
EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO
Autor: María Valtorta
« PARTE 3 de 7 »
SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS
Partes:
[ 1 ]
[ 2 ]
[ 3 ]
[ 4 ]
[ 5 ]
[ 6 ]
[ 7 ]
141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús
142. Con los doce hacia Samaria
143. La samaritana Fotinai
144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar
145. El primer día en Sicar
146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos
147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai
148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón
149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles
150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo
151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey
152. María Salomé es recibida como discípula
153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús
154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado
155. Curación de la niña romana en Cesárea
156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas
157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret
158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.
159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.
160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala
161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm
162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo
163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm
164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles
165. Elección de los doce Apóstoles
166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez
167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa
168. Aglae en casa de María,
en Nazaret
169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos
170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas
171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley
172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara
173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.
174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.
175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan
176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la
voluntad de Dios
177. La curación del siervo
del centurión
178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús
179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías
180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista
181. La parábola del trigo
y la cizaña
182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías
183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala
184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos
185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares
186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos
187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor
188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan
189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda
190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes
191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón
192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido
193. Llegada a Siquem tras dos días de camino
194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot
195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén
196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias
197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso
198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam
199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María
200. Coloquio de Áglae
con el Salvador
201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia
202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán
203. El Padrenuestro
204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos
205. La parábola del hijo pródigo
206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania
207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el
nacimiento de Jesús
208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa
209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur
210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón
211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista
212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la
casita de Isaac
213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica
214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot
215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática
216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león
217. Las espigas arrancadas
un sábado
218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea
219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón
220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta
221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme
222. Un secreto del apóstol Juan
223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús
224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter
225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios
226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael
227. Un episodio incompleto
228. Margziam confiado
a Porfiria
229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro
230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo
231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala
232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado
233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye
234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala
235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión
236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala
237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María
238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad
239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas
240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús
241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida
242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades
243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas
244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz
245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado
246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos
247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental
248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados
249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios
250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima
251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón
252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo
253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo
254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima
255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote
256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad
257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo
258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol
259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro
260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón
261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán
262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María
263. Curación del hombre del brazo atrofiado
264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret
265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio
266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes
267. Jesús, carpintero en Corazín
268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero
269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos
270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista
271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm
272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba
273. La primera multiplicación
de los panes
274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca
275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual
276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios
277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos
278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos
279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos
280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros
281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano
282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica
283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad
284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea
285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote
286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas
287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader
288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús
289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos
290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas
291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona
292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá
293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax
294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas
295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob
296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan
297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico
298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen
299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías
300. Con escribas y fariseos en casa
del resucitado de Naím
301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro
302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias
303. Jesús donde su Madre
en Nazaret
304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra
305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos
306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio
307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención
308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos
309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo
310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica
311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor
312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año
|
255- Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección a Judas Iscariote
Y de nuevo en camino, volviendo hacia el este, en dirección a los campos.
Ahora los apóstoles y los dos discípulos están con María Cleofás (María de Alfeo) y -Susana, algunos metros detrás de Jesús, que va con su Madre y las dos hermanas de Lázaro. Jesús va hablando locuazmente. Los apóstoles, por el contrario, no hablan: parecen cansados o deprimidos.
No les llama la atención ni siquiera la belleza de los campos, verdaderamente espléndida: con sus leves ondulaciones arrojadas a la llanura como cojines verdes a los pies de un rey gigante; con sus collados de poca altura, esparcidos acá o allá, anunciadores de las cadenas del Carmelo y de Samaria. Tanto en la llanura, la reina del lugar, como en el decorado de sus pequeñas colinas y ondulaciones, se ve todo un florecer de hierba y madurar de fruta. Debe abundar en agua este sitio, a pesar de la región y el período del año, porque está demasiado pujante como para no tener copiosidad de agua. Comprendo ahora por qué la Sagrada Escritura menciona tantas veces con entusiasmo la llanura de Sarón. Pero los apóstoles no comparten de ninguna manera este entusiasmo, y caminan como un poco malhumorados: son los únicos de malhumor en este día sereno y en esta comarca riente.
Muy bien conservada, la vía consular, con su cinta blanca, corta esta campiña fertilísima, y, dado que es temprano, todavía es fácil encontrarse con campesinos cargados de productos del campo, o viajeros que van a Cesárea. Uno, que alcanza con una recua de asnos cargados de sacos a los apóstoles y los obliga a apartarse para dejar paso a la caravana asnal, pregunta con arrogancia:
-¿El Kisón está aquí?
-Más atrás -responde secamente Tomás, y barbota entre dientes: « ¡Cacho patán!».
-¡Es un samaritano, ya está dicho todo! -responde Felipe. Vuelven a sumergirse en el silencio.
Después de algunos metros, así, como terminando una conversación interna, Pedro dice:
-¡Para lo que ha servido! ¡Pues sí que valía la pena recorrer tanto camino!...
-¡Sí, eso! ¿Para qué hemos ido a Cesárea si luego no ha dicho una palabra? Yo pensaba que es que quería hacer algún milagro sorprendente para convencer a los romanos. Sin embargo... -dice Santiago de Zebedeo.
-Nos ha expuesto en la picota y nada más -comenta Tomás.
Y Judas Iscariote echa leña al fuego:
-Y nos ha hecho sufrir. A Él le gustan las ofensas y piensa que nos gustan también a nosotros.
-La verdad es que quien ha sufrido en este caso ha sido María de Teófilo -observa mesuradamente el Zelote.
-¡María! ¡María! ¿Es que ahora es el centro del universo, María? Sólo sufre ella, sólo ella es heroica, sólo se la debe formar a ella. De haberlo sabido hubiera sido ladrón y homicida, para ser luego objeto de tantas atenciones -responde repentinamente Judas Iscariote.
-Verdaderamente la otra vez que vinimos a Cesárea, que hizo un milagro y evangelizó, lo torturamos con nuestros descontentos por haberlo hecho -observa el primo del Señor.
-Es que no sabemos lo que queremos... Hace una cosa y rezongamos; hace lo contrario y rezongamos. Somos imperfectos -dice serio Juan.
-¡Ya habló el otro sabio! Una cosa es cierta: hace tiempo que no se hace nada provechoso.
-¿Nada, Judas? ¿Y esa griega y Hermasteo y Abel y María y...?
-No será con estas nulidades con los que El fundará su Reino -replica Judas Iscariote, obsesionado por la idea de un triunfo terreno.
-Judas, te ruego que no juzgues las obras de mi Hermano.
Es una ridícula pretensión. Un niño que quiere juzgar a su maestro, por no decir: una nulidad que quiere ponerse en alto -dice Judas Tadeo, e1 cual, si tiene en común el nombre, tiene también una indomable antipatía hacia su homónimo.
-Te agradezco que te hayas limitado a llamarme niño. Verdaderamente, después de haber vivido en el Templo, creía que se me consideraba al menos mayor de edad -responde sarcástico Judas Iscariote.
-¡Qué gravosas se hacen estas discusiones! -suspira Andrés.
-¡Verdaderamente! En vez de unirnos a medida que vamos viviendo más tiempo juntos, nos separamos. ¡Y pensar que en Sicaminón dijo que teníamos que estar unidos al rebaño!... ¿Cómo lo vamos a estar, si ya entre pastores no lo estamos? observa Mateo.
-¿Entonces no se debe hablar? ¿Jamás expresar nuestro pensamiento? ¡No creo que seamos esclavos!...
-No, Judas, no somos esclavos; pero sí somos indignos de seguirle, porque no lo comprendemos -dice sereno el Zelote.
-Yo lo comprendo maravillosamente.
-No. No lo comprendes. Y contigo no lo comprenden en mayor o menor grado todos los que lo critican. Comprender es obedecer sin discutir, por estar persuadidos de la santidad de quien va a la cabeza -dice el Zelote.
-¡Ah, te refieres a comprender su santidad... yo decía sus palabras! Su santidad no se pone en duda, ni se podría poner se apresura a decir Judas Iscariote.
-¿Y puedes separar ésta de aquéllas? Un santo será siempre posesor de la Sabiduría y sus palabras serán sabias.
-Eso es verdad. Pero algunos actos suyos son perjudiciales. Admito que por exceso de santidad, claro. Pero el mundo no es santo, y E1 se busca complicaciones. Ahora, por ejemplo, este filisteo y esta griega. ¿Crees que nos van a beneficiar?
-Si voy a causar algún perjuicio, me marcho -dice compungido Hermasteo -Había venido con la idea de darle honor y de hacer algo correcto.
-Si te marcharas por este motivo, le causarías un dolor -le responde Santiago de Alfeo.
-Daré a entender que he cambiado de idea. Voy a saludarlo y... me marcho.
Pedro reacciona inmediatamente:
-¡No, no! Tú no te marchas. No es justo que, por nerviosismos ajenos, el Maestro pierda un discípulo bueno.
-Pues si se quiere ir por tan poca cosa es señal de que no está seguro de lo que quiere; por tanto, déjalo que se marche -responde Judas Iscariote.
Pedro pierde la paciencia:
-Le prometí, cuando me dio a Margziam, que sería paterno con todos, y siento faltar a la promesa. Pero es que me obligas. Hermasteo está aquí y aquí se quedará. ¿Sabes lo que tengo que decirte? Que eres tú quien perturba las voluntades de los demás y las hace vacilar. Divides y creas desorden, eso es lo que haces; y deberías avergonzarte.
-¿Qué eres? ¿El protector de los...?
-¡Sí, señor! Tú lo has dicho. Sé a lo que te refieres. Protector de la Velada, protector de Juan de Endor, protector de Hermasteo, protector de aquella esclava, protector de todos los que encuentra Jesús, aunque no sean los espléndidos ejemplares paviles del Templo, los elementos construidos con la sagrada argamasa y las telarañas del Templo, los pabilos con olor a morga de las lámparas del Templo, los... como tú, en definitiva, para hacer más clara la parábola; porque, si el Templo es mucho -a menos que yo me haya vuelto imbécil-el Maestro es más que el Templo y tú le faltas...
-Grita tanto que Jesús se detiene y se vuelve, y hace ademán de dejar a las mujeres y tornar atrás.
-¡Lo ha oído! ¡Ahora se va a entristecer! -dice el apóstol Juan.
-No, Maestro. No vengas. Discutíamos... para matar el aburrimiento del camino -dice Tomás sin dilación.
Pero Jesús se para y espera a que lleguen donde Él.
-¿De qué discutíais? ¿Os voy a tener que decir otra vez que las mujeres os preceden?
La dulce corrección toca el corazón de todos. Callan y agachan la cabeza.
-¡Amigos, amigos! ¡No seáis objeto de escándalo para los que están naciendo ahora a la Luz! ¡No sabéis que una imperfección vuestra perjudica a la redención de un pagano o de un pecador más que todos los errores del paganismo?
Ninguno responde, porque no saben qué decir para justificarse o para no acusar.
Junto a un puente de un torrente seco está parado el carro de las hermanas de Lázaro. Los dos caballos pastan la abundante hierba de las márgenes del torrente (quizás seco desde hace poco; por tanto, con orillas bien nutridas de hierba). El sirviente de Marta y otro hombre -quizás el conductor del carro -están en el margen guijarroso, y las mujeres dentro del carro, completamente cubierto por un tupido toldo hecho con pieles curtidas, que caen, a manera de gruesas cortinas, hasta el suelo del carro.
Las mujeres discípulas aceleran el paso en dirección a él.
El sirviente, que es el primero que las ve, avisa a la nodriza; el otro se apresura a llevar los caballos a las varas. Entretanto, el sirviente va corriendo hacia sus señoras y, en llegando, hace una reverencia muy pronunciada.
La anciana nodriza (una mujer de buen tipo y tez aceitunada, de aspecto agradable) baja presurosa y se dirige hacia sus amas. Pero María de Magdala le dice algo y ella va inmediatamente donde la Virgen diciendo:
-Perdona... pero es que siento una alegría tan grande de verla, que sólo la veo a ella. Ven, bendita. El sol quema. Dentro del carro hay sombra.
Y suben todas en espera de los hombres, que vienen muy retrasados. Mientras esperan y mientras Síntica, que lleva el vestido que ayer tenía la Magdalena, besa los pies de sus amas -como se obstina en llamarlas, a pesar de que ellas le digan que no es ni su sierva ni su esclava, sino sólo su huésped en nombre de Jesús-, la Virgen muestra el precioso taleguillo de la púrpura, y pregunta cómo se puede hilar ese mechón cuyos cortísimos filamentos no admiten ni humedad ni torsión.
-No se usa así, Mujer. Se pulveriza y se usa como cualquier otra tintura. Esto es la bava de la concha, no es una hebra ni un pelo. ¿Ves qué quebradiza es ahora que está seca? La tienes que reducir a polvo fino, luego la pasas por un tamiz para que no quede ningún fragmento largo, que mancharía el hilado o el paño. Es mejor si tiñes el hilado en madejas. Una vez segura de que esté completamente pulverizada, la deslías como se hace con la cochinilla o el azafrán o el polvo de añil o con otros polvos de otras cortezas o raíces o frutos, y luego la usas. Fija el color con vinagre fuerte para el último aclarado.
-Gracias, Noemí. Seguiré tus indicaciones. He bordado con hilos teñidos de púrpura, pero me los habían dado ya preparados... Ya está ahí Jesús. Llega la hora de despedirnos. Os bendigo a todas en el nombre del Señor. Id en paz y llevad la paz y la alegría a Lázaro. Adiós, María. Recuerda que lloraste sobre mi pecho tu primer llanto dichoso. Por eso soy para ti madre, porque una pequeñuela llora su primer llanto sobre el pecho de su mamá. Soy para ti madre, y lo seré siempre.
Lo que te resulte duro de manifestar incluso a la más dulce hermana o a la más amorosa nodriza, ven a decírmelo a mí; te comprenderé siempre. Si hay algo que, por estar impregnado de una humanidad que en ti Jesús no quiere, no te atreves a decírselo a Él, ven a decírmelo a mí; me mostraré siempre compasiva contigo. Y si quieres hablarme también de tus victorias -aunque prefiero que se las presentes a Él, cual fragantes flores, porque El, no yo, es tu Salvador-exultaré contigo. Adiós, Marta.
Ahora te marchas feliz y te mantendrás en esta felicidad sobrenatural. Por tanto, sólo necesitas progresar en la justicia, en medio de esa paz por nada en ti ya perturbada. Hazlo por amor a Jesús, que te ha amado incluso queriendo a ésta que quieres sin reservas. Adiós, Noemí. Ve con tu tesoro recuperado. Tú dabas a María tu leche en alimento. Nútrete ahora con las palabras que ella y Marta te digan. Ve en mi Hijo mucho más que un exorcista que libera a los corazones del Mal. Adiós, Síntica, flor de Grecia, que has sabido por ti misma sentir que hay algo más que la carne; florece ahora en Dios y sé la primera de las nuevas flores de la Grecia de Cristo. Me siento muy dichosa de despedirme de vosotras viéndoos unidas así. Os bendigo con amor.
Ya se oye cercano el rumor de los pasos. Levantan el tupido toldo y ven a Jesús a dos metros del carro. Bajan, en medio del sol ardiente que invade el camino.
María de Magdala se arrodilla a los pies de Jesús y dice:
-Te doy gracias por todo. Muchas gracias por haberme permitido realizar este peregrinaje. Sólo Tú eres sabio. Parto despojada de las reliquias de la María del pasado. Bendíceme, Señor, para fortalecerme más.
-Sí, te bendigo. Goza de la compañía de tus hermanos; con tus hermanos, fórmate cada vez más en mí. Adiós, María. Adiós, Marta. Dile a Lázaro que lo bendigo. Os confío esta mujer. No os la doy. Es discípula mía. Quiero que le deis un mínimo de capacidad de entender mi doctrina. Luego iré Yo. Noemí, te bendigo, y también a vosotras dos.
A Marta y María se les humedecen los ojos. El Zelote las saluda personalmente y les da un escrito para su sirviente; los demás las saludan conjuntamente. Y el carro se pone en movimiento.
-Vamos a buscar algo de sombra. Que Dios las acompañe... ¿Tanto te entristece, María, el que se hayan marchado? pregunta a María de Alfeo, que llora toda en silencio.
-Sí. Eran muy buenas...
-Las volveremos a ver pronto. Y, numéricamente, más. Tendrás muchas hermanas... o hijas, si lo prefieres. Amor es tanto el materno como el fraterno -la consuela Jesús.
-Con tal de que no cree conflictos... -murmura Judas Iscariote.
-¿Conflictos amarse?
-No. Conflictos el tener a personas de otra raza y de otra proveniencia.
-¿Síntica, quieres decir?
-Sí, Maestro. A fin de cuentas, era propiedad del romano, y no es lícito apoderarse de ella. Ello lo incitará contra nosotros y nos atraeremos el rigor de Poncio Pilatos.
-Pero, ¿qué le va a importar a Pilatos el que uno de sus subordinados pierda una esclava? ¡Sabrá cómo es! Si es un poco honesto, como se piensa, al menos en familia, dirá que esta mujer ha hecho bien en escaparse. Y si es un deshonesto dirá: "Te está bien empleado. Así quizás la encuentro yo". Los deshonestos no son sensibles a las penas ajenas. ¡Y además... pobre Poncio... con la lata que le damos, fíjate tú si no va a tener otra cosa que hacer que perder el tiempo con la pataleta de uno que deja que se le escape una esclava! -dice Pedro, y muchos de los presentes le dan la razón mientras ridiculizan las rabietas del lúbrico romano.
Pero Jesús lleva la cuestión a un nivel más alto.
-Judas, ¿conoces el Deuteronomio?
-Seguro, Maestro, y además -lo digo convencido-como pocos.
-¿Cómo lo juzgas?
-Vehículo de la voz de Dios.
-¿Vehículo? Entonces repetidor de la palabra de Dios, ¿no?
-Exactamente.
-Has juzgado bien. Entonces, ¿por qué no juzgas que se deba hacer lo que ordena?
-No he dicho nunca eso. Es más, me parece que precisamente nosotros, siguiendo la nueva Ley, lo desatendemos demasiado.
-La nueva Ley es el fruto de la antigua, o sea, es la perfección alcanzada por el árbol de la Fe. Pero ninguno de nosotros lo desatiende, que Yo sepa. Soy el primero que lo respeta y que impide que otros lo desatiendan.
Jesús es muy incisivo al decir estas palabras. Y añade:
-El Deuteronomio es intocable. Incluso cuando triunfe mi Reino, y con mi Reino la nueva Ley, con sus nuevos códigos y disposiciones, seguirá aplicándose en los nuevos dictámenes, de la misma forma que los sillares de las antiguas construcciones se usan para las nuevas porque son piedras perfectas con que se hacen fuertes murallas. Pero todavía no ha llegado mi Reino, y Yo, como fiel israelita, no ofendo al libro mosaico ni lo desatiendo, que base es de mi modo de actuar y de mi enseñanza; sobre la base del Hombre y del Maestro, el Hijo del Padre edifica la celeste construcción de su Naturaleza y Sabiduría.
En el Deuteronomio está escrito: "No entregarás a su amo el esclavo que ha buscado refugio en ti. Vivirá contigo donde él quiera, estará tranquilo en una de tus ciudades, no lo molestarás".
Esto en el caso de que uno se vea obligado a huir de una esclavitud inhumana. En mi caso, en el de Síntica, la fuga no persigue una libertad limitada, sino la libertad ilimitada del Hijo de Dios. ¿Y pretendes que a esta alondra que ha huido del lazo de los cazadores le meta de nuevo el cordel y la devuelva a su prisión para quitarle no sólo la libertad sino también la esperanza? ¡No! ¡Jamás! Bendigo a Dios, porque, como el viaje a Endor llevó a este hijo al Padre, el viaje a Cesárea ha traído a esta criatura a mí para que la lleve al Padre.
En Sicaminón os hablé del poder de la Fe; hoy os voy a hablar de la luz de la Esperanza. Mas ahora, a la sombra de este tupido pomar, detengámonos a comer y descansar. Porque el sol arde como si el infierno estuviera abierto.
|
|