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EL EVANGELIO
COMO ME HA SIDO REVELADO


El Evangelio como me ha sido revelado

Autor: María Valtorta

« PARTE 3 de 7 »

SEGUNDO AÑO DE LA
VIDA PUBLICA DE JESUS

Partes: [ 1 ] [ 2 ] [ 3 ]
[ 4 ] [ 5 ] [ 6 ] [ 7 ]



141. Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con
José de Emaús

142. Con los doce hacia Samaria

143. La samaritana Fotinai

144. Los samaritanos invitan a Jesús a Sicar

145. El primer día en Sicar

146. El segundo día en Sicar. Jesús se despide de los samaritanos

147. Curación de una mujer de Sicar y conversión de Fotinai

148. Jesús visita a Juan el Bautista en las cercanías de Enón

149. La visita a Juan el Bautista, motivo de instrucción
a los apóstoles

150. Jesús en Nazaret, en casa de su Madre. Ella deberá
seguir a su Hijo

151. En Caná en casa de Susana, que se hará discípula.
El oficial del rey

152. María Salomé es recibida como discípula

153. Las mujeres allegadas a los discípulos al servicio de Jesús

154. Jesús en Cesárea Marítima habla a los galeotes.
Las fatigas del apostolado

155. Curación de la niña romana en Cesárea

156. Analía, la primera de las vírgenes consagradas

157. Instrucciones a las discípulas en Nazaret

158. En el lago de Genesaret
con Juana de Cusa.

159. Discurso en Guerguesa. La respuesta sobre el ayuno a los discípulos de Juan el Bautista.

160. Encuentro con Gamaliel en el camino de Neftalí a Yiscala

161. Curación del nieto del fariseo Elí de Cafarnaúm

162. Las conversiones humanas del fariseo Elí
y de Simón de Alfeo

163. Comiendo en casa del fariseo Elí de Cafarnaúm

164. El retiro en el monte para la elección de los Apóstoles

165. Elección de los doce Apóstoles

166. Los milagros después de la elección apostólica. Simón el Zelote y Juan predican por primera vez

167. Jesús concurre con las romanas en el jardín
de Juana de Cusa

168. Aglae en casa de María,
en Nazaret

169. Primer discurso de la Montaña: la misión de los apóstoles y de los discípulos

170. Segundo discurso de la Montaña: el don de la Gracia; las bienaventuranzas

171. Tercer discurso de la Montaña: los consejos evangélicos que perfeccionan
la Ley

172. Cuarto discurso de la Montaña: el juramento, la oración, el ayuno. El anciano Ismael y Sara

173. Quinto discurso de la Montaña: el uso de las riquezas; la limosna; la confianza en Dios.

174. Sexto discurso de la Montaña: la elección entre el Bien y el Mal; el adulterio; el divorcio. La llegada importuna de
María de Magdala.

175. El leproso curado al pie del Monte. Generosidad
del escriba Juan

176. Durante el descanso sabático, el último discurso
de la Montaña:
amar la voluntad de Dios

177. La curación del siervo
del centurión

178. Tres hombres que quieren seguir a Jesús

179. La parábola del sembrador. En Corazín con el nuevo
discípulo Elías

180. Controversia en la cocina de Pedro en Betsaida. Explicación de la parábola del sembrador. La noticia de la segunda captura de Juan el Bautista

181. La parábola del trigo
y la cizaña

182. Palabras a algunos pastores
con el huerfanito Zacarías

183. La curación de un hombre herido en casa de
María de Magdala

184. El pequeño Benjamín de Magdala y dos parábolas sobre
el Reino de los Cielos

185. La tempestad calmada.
Una lección sobre
sus preliminares

186. Los dos endemoniados de la región de los Gerasenos

187. Hacia Jerusalén
para la Pascua.
De Tariquea al monte Tabor

188. La gruta de la maga y el encuentro con Félix, llamado luego Juan

189. En Naím. Resurrección del hijo de una viuda

190. La llegada a la llanura de Esdrelón durante la puesta
del sol del viernes

191. El sábado en Esdrelón.
El pequeño Yabés.
Parábola del rico Epulón

192. Una predicción a Santiago de Alfeo. La Regada a Engannim tras un alto en Meguido

193. Llegada a Siquem tras dos días de camino

194. La revelación al pequeño Yabés durante el camino de Siquem a Berot

195. Una lección de Juan de Endor a Judas Iscariote.
Llegada a Jerusalén

196. El sábado en Getsemaní. Jesús habla de su Madre y de los amores de distintas potencias

197. En el Templo con José de Arimatea. La hora del incienso

198. El encuentro con la Madre en Betania. Yabés cambia su nombre por el de Margziam

199. Donde los leprosos de Siloán y Ben Hinnom. Pedro obtiene a Margziam
por medio de María

200. Coloquio de Áglae
con el Salvador

201. El examen de la mayoría
de edad de Margzia

202. Judas Iscariote es reprendido. Llegada de los campesinos de Jocanán

203. El Padrenuestro

204. La fe y el alma explicadas a los paganos con la parábola
de los templos

205. La parábola del hijo pródigo

206. Con dos parábolas sobre el Reino de los Cielos, termina la permanencia en Betania

207. En la gruta de
Belén la Madre evoca
el nacimiento de Jesús

208. María Santísima ve de nuevo al pastor Elías y con Jesús va a Betsur donde Elisa

209. La fecundidad del dolor, en el discurso de Jesús junto a la casa de Elisa en Betsur

210. Las inquietudes de Judas Iscariote durante el camino
hacia Hebrón

211. Regreso a Hebrón, patria del Bautista

212. Una ola de amor a Jesús, que en Yuttá habla desde
la casita de Isaac

213. En Keriot una profecía de Jesús y el comienzo de la predicación apostólica

214. La madre de Judas abre su corazón a María Stma., que ha llegado a Keriot

215. El posadero de Bet Yinna
y su hija lunática

216. Las infidelidades de los discípulos en la parábola
del diente de león

217. Las espigas arrancadas
un sábado

218. La llegada a Ascalón,
ciudad filistea

219. Los distintos frutos de la predicación de los apóstoles en la ciudad de Ascalón

220. Los idólatras de Magdalgad y la curación milagrosa
de la parturienta

221. Los prejuicios de los apóstoles respecto a los paganos y la parábola del hijo deforme

222. Un secreto del apóstol Juan

223. Una caravana nupcial se libra del asalto de bandidos después de un discurso de Jesús

224. En el apóstol Juan actúa el Amor. Llegada a Béter

225. El paralítico de la piscina de Betseida y la disputa sobre las obras del Hijo de Dios

226. Un signo bueno por parte de María de Magdala. Muerte del anciano Ismael

227. Un episodio incompleto

228. Margziam confiado
a Porfiria

229. Discurso a los habitantes de Betsaida sobre el gesto de caridad de Simón Pedro

230. Curación de la hemorroisa y resurrección de la hija de Jairo

231. En Cafarnaúm, Jesús y Marta hablan de la crisis que atormenta a María de Magdala

232. Curación de dos ciegos y de un mudo endemoniado

233. La parábola de la oveja perdida. María de Magdala también la oye

234. Comentario de tres episodios sobre la conversión de María de Magdala

235. Marta ha recibido de su hermana María la certidumbre de la conversión

236. La cena en casa de Simón el fariseo y la absolución
a María de Magdala

237. La petición de obreros para la mies, y la parábola del tesoro escondido en el campo. Marta todavía teme por su
hermana María

238. Llegada de María Stma. con María de Magdala a Cafarnaúm en medio de una tempestad

239. La parábola de los peces, la parábola de la perla, y del tesoro de las enseñanzas viejas y nuevas

240. En Betsaida, en la casa de Simón, con Porfiria y Margziam, el cual enseña a la Magdalena la oración de Jesús

241. Vocación de la hija de Felipe. Llegada a Magdala y parábola de la dracma perdida

242. Jesús habla sobre la Verdad al romano Crispo, el único que lo escucha de Tiberíades

243. En Caná en la casa de Susana. Las expresiones, los gestos y la voz de Jesús. Debate de los apóstoles acerca de las posesiones diabólicas

244. Juan repite un discurso de Jesús sobre la Creación y sobre los pueblos que esperan la Luz

245. Una acusación de los nazarenos a Jesús, rechazada con la parábola del
leproso curado

246. Un apólogo para los habitantes de Nazaret, los cuales permanecen incrédulos

247. María Stma. instruye a la Magdalena en orden
a la oración mental

248. En Belén de Galilea. Juicio ante un homicidio y parábola de los bosques petrificados

249. María Stma. instruye a Judas Iscariote sobre el deber preeminente de la
fidelidad a Dios

250. A los discípulos que han venido con Isaac: la parábola del lodo transformado en llama. Juan de Endor es alma víctima

251. A los pescadores siro-fenicios: la parábola del minero perseverante. Hermasteo
de Ascalón

252. El regreso de Tiro. Milagros. Parábola de la vid y el olmo

253. María Santísima devela a María de Alfeo el sentido de la maternidad espiritualizada.
La Magdalena debe
forjarse sufriendo

254. El encuentro con Síntica, esclava griega y la llegada a Cesárea Marítima

255. Despedida de las hermanas Marta y María, que parten con Síntica. Una lección
a Judas Iscariote

256. Parábola sobre la virtud de la esperanza, que sujeta la fe
y la caridad

257. Retiro de Jesús y Santiago de Alfeo en el monte Carmelo

258. Jesús revela a Santiago de Alfeo cuál será su misión
de apóstol

259. Lección sobre la Iglesia y los Sacramentos a Santiago de Alfeo, que obra un milagro

260. Dos parábolas de Pedro para los campesinos
de la llanura de Esdrelón

261. Exhortación a los campesinos de Doras,
que ahora lo son de Jocanán

262. Una hija no querida y el papel de la mujer redimida.
El Iscariote solicita
la ayuda de María

263. Curación del hombre del brazo atrofiado

264. Una jornada de Judas Iscariote en Nazaret

265. Instrucciones a los doce apóstoles al comienzo
de su ministerio

266. Los discípulos del Bautista quieren verificar que Jesús es el Mesías. Testimonio sobre el Precursor e invectiva contra las ciudades impenitentes

267. Jesús, carpintero en Corazín

268. Lección sobre la caridad con la parábola de los titos. El yugo de Jesús es ligero

269. La disputa con escribas y fariseos en Cafarnaúm. Llegada de la Madre y de los hermanos

270. Jesús recibe la noticia de que han matado a
Juan el Bautista

271. Salida para Tariquea con los apóstoles, que han regresado a Cafarnaúm

272. Reencarnación y vida eterna en el diálogo con un escriba

273. La primera multiplicación
de los panes

274. Jesús camina sobre las aguas. Su prontitud en socorrer
a quien le invoca

275. Cuatro nuevos discípulos. Jesús habla sobre las obras de misericordia corporal y espiritual

276. El hombre avaro y la parábola del rico necio. Las inquietudes y la vigilancia
en los siervos de Dios

277. En Magdala, en los jardines de María. El amor y la corrección entre hermanos

278. El perdón y la parábola del siervo inicuo. La misión confiada a setenta y dos discípulos

279. Encuentro con Lázaro en el campo de los Galileos

280. El regreso de los setenta y dos. Profecía sobre
los místicos futuros

281. En el Templo durante la fiesta de los Tabernáculos. Las condiciones para seguir a Jesús. La parábola de los talentos y la parábola del buen samaritano

282. La delación al Sanedrín respecto a Hermasteo,
Juan de Endor y Síntica

283. Síntica habla de su encuentro con la Verdad

284. La casita donada por Salomón. Cuatro apóstoles
se quedarán en Judea

285. Lázaro ofrece un refugio para Juan de Endor y Síntica. Viaje feliz hacia Jericó
sin Judas Iscariote

286. En Ramot con el mercader Alejandro Misax. Lección a Síntica sobre el recuerdo
de las almas

287. De Ramot a Gerasa con la caravana del mercader

288. Palabras a los habitantes de Gerasa y alabanza de una mujer a la Madre de Jesús

289. AEl sábado a Gerasa. Asueto de Margziam. La pregunta de Síntica sobre la salvación
de los paganos

290. El hombre de los ojos ulcerosos. El alto en la "fuente del Camellero". Más sobre el recuerdo de las almas

291. Margziam descubre por qué Jesús ora todos los días
a la hora nona

292. Insidia de escribas y fariseos en Bosrá

293. Palabras de Jesús y milagros en Bosrá, después de la irrupción de dos fariseos. El don de la fe a Alejandro Misax

294. La rica dádiva del mercader. Adiós a la Madre
y a las discípulas

295. Palabras y milagros en Arbela, ya evangelizada por Felipe de Jacob

296. Llegada a Aera bajo la lluvia. Curación de los enfermos que allí esperan

297. Con el sermón de Aera termina el segundo
gran viaje apostólico

298. La ayuda prestada a los huerfanitos María y Matías y las enseñanzas que de ella
se deducen

299. A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías

300. Con escribas y fariseos en casa del resucitado de Naím

301. ola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro

302. En Magdala, antes de mandar a todos a sus respectivas familias para las Encenias

303. Jesús donde su Madre
en Nazaret

304. Con Juan de Endor, Síntica y Margziam. María es Madre
y Maestra

305. Jesús consuela a Margziam con la parábola de los pajarillos

306. También Simón Zelote está en Nazaret. Lección sobre los daños del ocio

307. Controversia en la casa de Nazaret acerca de las culpas de los nazarenos. Lección sobre la tendencia al pecado a pesar de la Redención

308. Curación del hijo de Simón de Alfeo. Margziam es el primero de los niños discípulos

309. Sacrificio de Margziam por la curación de una niña. Enmienda de Simón de Alfeo

310. Con Pedro, en Nazaret, Jesús organiza la partida
de Juan de Endor y Síntica

311. La renuncia de Margziam es ocasión de una lección sobre los sacrificios hechos por amor

312. Jesús comunica a Juan de Endor la decisión de enviarle a Antioquía. Final del segundo año

 

299- A Juana de Cusa le son confiados, para su tutela, los huerfanitos María y Matías


Todo el lago de Tiberíades es una lastra cenicienta.

Parece mercurio turbio, de tan pesado como se ve, en una calma chicha que apenas si permite indicios de cansadas olas que no logran hacer espuma y en cuanto inician el movimiento ya se detienen, se amansan, se uniforman a esta masa de agua sin brillo bajo un cielo también opaco. Pedro y Andrés en torno a su barca, Santiago y Juan al lado de la suya, preparan la partida en la pequeña playa de Betsaida. Olor de hierbas y de tierra empapada de agua, leve bruma sobre las planicies herbosas hacia Corazín. Tristeza de Noviembre en todas las cosas.

Jesús sale de la casa de Pedro, llevando de la mano a los dos pequeñuelos Matías y María. La mano de Porfiria los ha arreglado con maternal cuidado y ha sustituido el vestidito de María por uno de Margziam. Matías, que es demasiado pequeño, no ha podido gozar de la misma gracia y tiembla todavía con su tuniquita de algodón descolorida; tanto que Porfiria, compasiva, vuelve a casa y sale con un pedazo de manta y arropa al niño como si la manta fuera un manto. Jesús le da las gracias mientras ella se arrodilla al despedirse, para retirarse después de haber dado a los dos huerfanitos un último beso.

-Con tal de tener niños, se habría hecho cargo de éstos también -comenta Pedro, que ha observado la escena, y que a su vez se agacha para ofrecer a los dos niños un pedazo de pan untado con la miel que tenía guardada debajo de un asiento de la barca; lo cual hace reír a Andrés, que dice:

-¿Y tú no? ¡Hasta le has robado la miel a tu mujer para dar un poco de alegría a estos dos!...
-¡Robado! ¡Robado! ¡La miel es mía!

-Sí, pero mi cuñada la guarda con celo porque es de Margziam. Y tú, que lo sabes, has entrado esta noche descalzo como un ratero en la cocina a coger la cantidad de miel que te hacía falta para preparar ese pan. Te he visto, hermano, y me he reído porque mirabas a tu alrededor como un niño que teme los bofetones de su madre.

-¡Qué granuja este espía! -ríe Pedro mientras abraza a su hermano, que a su vez lo besa diciendo:

-¡Pero qué hermano más majo tengo!
Jesús observa y sonríe abiertamente, entre los dos niños, que devoran su pan.

Del interior de Betsaida llegan los otros ocho apóstoles. Quizás estaban alojados donde Felipe y Bartolomé.
-¡Ligeros! -grita Pedro, y toma en un único abrazo a los dos niños para llevarlos a la barca sin que se mojen los piececitos desnudos.

-¿No tenéis miedo, verdad? -pregunta mientras chapotea en el agua con sus piernas cortas y gruesas, desnudo hasta un palmo abundante por encima de las rodillas.

-No, señor -dice la niña, pero se agarra convulsamente al cuello de Pedro, y cierra los ojos cuando la pone dentro de la barca (que se balancea con el peso de Jesús, que acaba de subir). El niño, más valiente, o más impresionado, no habla siquiera.

Jesús se sienta, arrima hacia sí a los dos pequeñuelos y los tapa con su manto, que parece un ala extendida para proteger a dos pollitos.

Seis en una barca, seis en la otra, todos ya están a bordo. Pedro quita el madero del arribo y empuja fuertemente con la mano la barca para meterla más en el agua; luego, con un último salto, salva el borde de la barca; Santiago le imita con la suya. La acción de Pedro ha hecho bambolearse mucho a la barca; la niña gime:

«¡Mamá!» y esconde la cara en el regazo de Jesús agarrándose con fuerza a sus rodillas. Mas ahora ya avanzan suavemente, aunque con fatiga para Pedro, Andrés y el mozo, que tienen que remar, ayudados por Felipe, que hace de cuarto. La vela, que pende floja con esta calma chicha pesada y húmeda, no sirve. Tienen que trabajar con los remos.

-¡Qué boga! -grita Pedro a los de la barca gemela, en la que hace de cuarto el Iscariote, que rema perfectamente, lo cual es alabado por Pedro.
-¡Dale, Simón! -responde Santiago -Dale o te ganamos. Judas tiene la fuerza de un galeote. ¡Muy bien, Judas!

-Sí. Te nombraremos jefe de remadores -confirma Pedro, que rema por dos. Y ríe diciendo: «Pero no conseguiréis quitarle el primado a Simón de Jonás. A los veinte años ya era remador principal en las apuestas entre los pueblos» y, alegre, da la voz de estrepada a sus remadores: « ¡O-e!, ¡o-e!». Las voces avanzan sobre el silencio del lago desierto en esta hora matutina.

Los niños recobran seguridad. Cubiertos todavía por el manto, alzan sus caritas demacradas, y apenas si asoma a ellas una sonrisa, una por este lado, la otra por el otro lado del Maestro, que los tiene abrazados. Se interesan por el trabajo de los remadores. Intercambian algunos comentarios.

-Parece como si fuéramos en un carro sin ruedas -dice el niño.

-No. En un carro por las nubes. ¡Mira! Es como andar por el cielo. ¡Mira, mira, ahora subimos a una nube! -dice María, al ver que la barca hunde su punta en un lugar que refleja un nubarrón algodonoso. Y ríe levemente.
Mas el sol rompe la bruma, y, aunque sea sólo un pálido sol de Noviembre, las nubes se hacen de oro y el lago las refleja brillando.

-¡Qué bonito! Ahora andamos sobre el fuego. ¡Qué bonito! ¡Qué bonito!

El niño choca las manos.
Pero la niña calla, y luego rompe a llorar. Todos le preguntan el porqué de ese llanto. Entre sollozos explica:

-Mi mamá decía una poesía, o un salmo, no sé, para tenernos tranquilos, para que pudiéramos rezar a pesar de tanto dolor... y decía esa poesía de un Paraíso que será como un lago de luz, de dulce fuego, donde sólo estará Dios, sólo habrá alegría, adonde irán los buenos... después de la venida del Salvador... Este lago de oro me lo ha recordado... ¡Oh, mi mamá!

Se echa a llorar también Matías. Y todos participan de este dolor.
Pero, de entre el rumor de las distintas voces y el lamento de los huerfanitos, se alza la dulce voz de Jesús:

-No lloréis. Vuestra mamá os ha traído a mí, y está aquí con nosotros mientras os llevo a una mamá que no tiene hijos. Se alegrará de tener dos niños buenos en vez del suyo, que ahora está donde vuestra mamá. Porque también ella ha llorado, ¿sabéis? Como a vosotros se os ha muerto vuestra mamá, a ella se le murió su hijito...

-¡Entonces nosotros vamos con ella y su hijo irá con nuestra mamá! -dice María.
-Exactamente así. Y seréis todos felices.
-¿Cómo es esta mujer? ¿Qué hace? ¡Es una labriega? ¿Tiene un buen amo?
Los niños se interesan.

-No es campesina. Pero tiene un jardín lleno de rosas y es buena como un ángel. Su marido también es bueno. Él también os querrá».

-¿Tú crees, Maestro? -pregunta un poco incrédulo Mateo.
-Estoy seguro. Y vosotros también os convenceréis de ello. Hace tiempo Cusa quería a Margziam para hacer de él un noble.

-¡Ah, eso de ninguna manera! -grita Pedro.
-Margziam será un noble de Cristo. Sólo esto, Simón. ¡Tranquilo!

El lago se pone de nuevo de color ceniza. Se frunce al levantarse un poco de viento. La vela se tensa, la barca avanza vibrando. Pero los niños están tan embelesados con la idea de su nueva mamá, que no sienten miedo.

Pasa Magdala con sus casas blancas entre la verdura de los campos. Pasa la campiña entre Magdala y Tiberíades. Se ven las primeras casas de Tiberíades.

-¿A dónde, Maestro?
-Al embarcadero de Cusa.
Pedro vira y da indicaciones al mozo. La vela cae, mientras la barca orienta su proa hacia el embarcadero para adentrarse luego en él, hasta detenerse junto al pequeño espigón, seguida por la otra. Están paradas las dos, una detrás de otra, como dos ánades cansadas. Bajan todos. Juan se adelanta corriendo para dar una voz a los jardineros.

Los niños, acobardados, se arriman a Jesús, y María, emitiendo un suspiro, tirando del vestido de Jesús, pregunta:
-¿Pero es buena de verdad?
Juan vuelve:
-Maestro, un doméstico está abriendo la cancela. Juana ya está levantada.

-Bien. Esperad todos aquí. Voy a adelantarme.
Y Jesús se encamina solo. Los otros lo ven ir adelante y hacen comentarios más o menos favorables al paso que quiere dar Jesús. No faltan dudas ni críticas. Desde el lugar donde están, sólo ven que acude Cusa al encuentro de Jesús, se inclina profundamente en el umbral de la cancela, y se adentra en el jardín a la izquierda de Jesús. Luego no se ve nada más.

Pero yo sí veo. Veo a Jesús andando despacio al lado de Cusa, que muestra toda su alegría de recibirlo en su casa:
-Mi Juana se pondrá muy contenta. Yo también lo estoy. Está cada vez mejor. Me ha hablado del viaje. ¡Qué éxitos, mi Señor!

-¿No te ha causado pesar?

-Juana es feliz. Yo me siento feliz de verla feliz a ella. Podía no tenerla ya desde hace meses, Señor.
-Podía haber sido así... Y Yo te la di de nuevo. Tienes que saber ser agradecido con Dios.
-Cusa lo mira turbado... y susurra:
-¿Es una reprensión, Señor?

-No. Un consejo. Sé bueno, Cusa.
-Maestro, sirvo a Herodes...
-Lo sé. Pero tu alma no está sometida a nadie, aparte de Dios, si no lo quieres.

-Es verdad, Señor. Me enmendaré. Algunas veces se apodera de mí el respeto humano...

-¿Lo habrías tenido el año pasado, cuando querías salvar a
Juana?

-¡No! A costa de perder cualquier honor, me habría dirigido a quien hubiera pensado que la podía salvar.

-Haz lo mismo por tu alma. Es más valiosa aún que Juana. Ahí viene ella.

Viene a su encuentro corriendo por el paseo. Ellos aceleran el paso.

-¡Maestro mío! No esperaba volver a verte tan pronto. ¿Qué bondad tuya te conduce a tu discípula?
-Una necesidad, Juana.

-¿Una necesidad? ¿Cuál? Habla, que, si podemos, te ayudamos -dicen a la vez los dos esposos.

-Ayer tarde he encontrado en un camino desierto a dos niños... una niñita y un pequeñuelo... Descalzos, andrajosos, hambrientos, solos... y he visto a un hombre de corazón de lobo que los arrojaba de su presencia como si fueran lobos. Estaban medio muertos de hambre... A ese hombre le procuré el bienestar el año pasado y ahora ha negado un pan a dos huérfanos. Porque son huérfanos.

Huérfanos... por los caminos de este mundo cruel. Ese hombre recibirá su castigo. ¿Queréis vosotros mi bendición? Yo, Mendigo de amor, extiendo ante vosotros mi mano, para estos huérfanos sin casa, sin vestidos, sin pan, sin amor. ¿Queréis ayudarme?  

-¡Pero, Maestro, ¿lo pides?! ¡Di lo que quieres; cuanto quieras; di todo!... -dice impetuoso Cusa. Juana no habla, pero, con las manos juntas en su pecho, una lágrima en sus largas pestañas, una sonrisa de anhelo en sus rojos labios, espera... y habla más que si hablara.
Jesús la mira y sonríe:

-Quisiera que esos niños tuvieran una madre, un padre, una casa. Y que la madre se llamara Juana...
No tiene tiempo de terminar, porque el grito de Juana es como el de uno que hubiera sido liberado de una prisión, mientras se postra a besar los pies de su Señor.

-¿Y tú, Cusa, qué dices? ¿Acoges en mi nombre a estos mis amados?, ¿a estos que para mi corazón son mucho más estimables que las preseas?

-Maestro, ¿dónde están? Llévame a ellos. Por mi honor te juro que desde el momento en que deposite mi mano sobre sus cabezas inocentes, los querré en tu nombre como un verdadero padre.

-Venid, entonces. Sabía que no venía en vano. Venid. Son agrestes, están asustados, pero son buenos. Fiaos de mí, que veo los corazones y el futuro. Darán paz y unión a vuestra unión, no tanto ahora cuanto en el futuro. En su amor os identificaréis de nuevo. Sus inocentes abrazos serán la mejor argamasa para vuestra casa de esposos. Y el Cielo se os mostrará benigno, siempre misericordioso por esta caridad que hacéis. Están afuera, en la cancela.
Venimos de Betsaida...

Juana no escucha más. Se adelanta, corriendo, cautiva del frenesí de acariciar niños. Y lo hace: cae de rodillas, para estrechar contra su pecho a los dos huerfanitos, y besa sus mejillas macilentas, mientras ellos miran atónitos a esta hermosa señora de vestido enjoyelado. Miran también a Cusa, que los acaricia y coge en brazos a Matías. Miran también el espléndido jardín, y a los domésticos, que están acudiendo al lugar... Y miran la casa, que abre sus vestíbulos llenos de riquezas a Jesús y a sus apóstoles. Y miran a Ester, que los cubre de besos.

El mundo de los sueños se ha abierto ante estos pequeños desvalidos...

Jesús observa y sonríe...
   


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