OYENDO LOS CORAZONES
          Gran sabiduría es saber mirar la vida con ojos observadores.
            Observar las cosas de manera diversa a la habitual.
            Ir  más allá de las apariencias.
            
            Nosotros no somos solo huesos, músculos, tendones, uñas, cabellos, sangre.
            
            Somos todo eso y más la esencia, el espíritu.
            
            Y esa esencia que nos hace estar enfermos o recuperar la  salud de una enfermedad sin buenos  pronósticos.
            No se puede imaginar la medicina sin remedios, bisturíes, equipos,  pociones.
            
            Mas, la esencia no puede ser olvidada.
            
            El Dr. José era un talentoso cirujano oncológico.  Después de algunos  años, comenzó a tener problemas.  Con trabajos conseguía  levantarse de la cama todas  las mañanas, porque sabía que  iría a oír las mismas quejas, día  tras día... De tanto oír hablar de dolores y asistir al sufrimiento, dejaba de importarle aquello.
            
            ¿Para qué todo eso, si al final él no conseguía que  muchos pacientes se  recuperaran?
            
            Entonces, una amiga observó que él precisaba tener  nuevos ojos. Lo importante no era cambiar de hospital o de actividad. 
            
            Era mirar el mismo escenario, de forma diferente, y
            le  sugirió que, cada día, durante 15  minutos, el rememorara los acontecimientos  y se respondiera a sí mismo:
            
            "¿Qué me sorprendió hoy, o qué me perturbó o  me emocionó hoy, o qué  me inspiró hoy?"
            
            Él se quedó dudoso, sin embargo lo intentó. Tres  días después, la única respuesta  que conseguía dar para las tres cuestiones era nada, nada, nada.
            
            La amiga le sugirió que él mirara a las personas a su alrededor como si fuera un  escritor, un periodista, o quien sabe, un poeta. Procurando historias.
            
            Seis semanas después, José se encontró con ella otra vez y  le habló de sus experiencias.  Estaba distinto, cambiado, sereno.
            En los primeros días, la única cosa que lo sorprendió había sido el tumor de algún paciente, que disminuía o resumía pocos centímetros.
            
            Lo más inspirador, una droga 
            nueva, aún en experimentación, 
            para ser administrada a  los pacientes.
            
            Cierto día, observando una mujer de apenas 38 años,  que él había  operado de un cáncer en el ovario,  todo cambió.
            
            Ella estaba muy debilitada por la quimioterapia. Sentada en una silla,  a su lado estaban sus hijas de  cuatro y seis años.
            
            Las  dos pequeñas estaban bien  acurrucadas, felices y amadas.  
            
            ¿Cómo hacía eso?" Se  aproximó y le dijo que la encontraba  una mujer maravillosa,  una madre fuera de lo  común. Aun después de todo lo  que había pasado, él observaba que había dentro de ella algo muy fuerte. 
            
            Una fuerza que la estaba curando.
            
            A partir de allí, él comenzó a preguntar a los pacientes  qué les daba fuerzas  en su lucha contra la  enfermedad. Las respuestas eran  muy diversas. Lo importante es que él descubrió que tenía interés en oír.
            
            Si antes ya era un excelente cirujano, se dio  cuenta de que ahora, y  solamente ahora, las personas  le venían agradecer por la  cirugía. Algunas hasta le daban  presentes. Cambió su relación  con los enfermos.
            
            Contando todo eso a su amiga, él sacó del bolso un estetoscopio con su  nombre grabado y se lo mostró, conmovido.
            
            - Es un presente de un paciente - le dijo.
            Cuando la amiga le preguntó qué iría a hacer con aquello, el sonrió y respondió:
            
            - Oír los corazones, Raquel. Oír los corazones.
            Todas Las vidas tienen un significado. Encontrar el sentido  de las cosas no siempre es  hacer algo diferente.
            
            A veces, es solamente  
            observar lo cotidiano, la  rutina  de una forma diferente. 
            
            La vida puede ser vista de   varias maneras: con los ojos, con la mente, con la intuición. 
          Mas la vida sólo es verdaderamente conocida por aquellos que hablan y oyen  el lenguaje del corazón. 
            
            ¿Acaso será  eso hablar una misma  lengua?