¡ACUDE A EL!
          El abuelo preguntó al nietecito si rezaba las oraciones de la noche.
            
            - ¡Oh, sí! -  respondió el niño.
            - ¿Rezas también por las mañanas? -  siguió preguntando el abuelo.
            - ¿Para qué? -contestó el niño-en el día no tengo miedo.
            
            Así obramos muchos  de nosotros: recurrimos a Dios, como se  recurre al médico, cuando lo  necesitamos; entonces  le llamamos diciéndole: "Padre nuestro".
            
            Ya que le  invocamos con tal nombre, deberíamos acudir a El  no sólo cuando le necesitamos, sino también para manifestarle, como Padre, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras penas, nuestras  preocupaciones, nuestros deseos.
            
            No olvidemos todos los días de meditar la oración que Cristo nos enseñó, Padre Nuestro que estás  en el cielo...