EL PODER DE LA RISA
            
            La risa es una fuerza tan  transformadora, que no se necesita nada más. Si puedes transformar tu  tristeza en celebración, serás  capaz de transformar tu  muerte en resurrección.
                      Escuché hablar de tres  místicos chinos. Nadie sabe sus nombres. Los llamaban los tres santos que se  reían, porque nunca hicieron otra cosa: simplemente se reían.
            
            Iban de una ciudad a otra. Se paraban en los  mercados y se reían a carcajadas. Eran realmente hermosos. Riéndose, con sus vientres  que se sacudían.
            
            Su risa era como una plaga, el  mercado entero terminaba riéndose y durante unos segundos, se abría un nuevo mundo. Viajaron  por toda China, ayudando a la gente a reírse.
            
            Los tristes, los enojados, los  ambiciosos, los celosos, todos comenzaron a reír con ellos, y muchos sintieron  que allí estaba la llave que podía cambiarlos.
            
            Sucedió que en un pueblo murió uno de los  tres. La gente dijo:
            
            - Ahora habrá un problema. Tendrán que  llorar, porque su amigo ha muerto - pero los otros dos bailaron, se rieron y festejaron la  muerte.
            
            - Esto es demasiado, -dijo la gente- ¡Qué mala  educación! Cuando un hombre  ha muerto, es insultante bailar y reírse.
            
            - Ustedes no saben lo que pasa  -dijeron los santos-. 
            
            Siempre estuvimos pensando cuál de los tres  moriría primero. El ganó. Nos ha vencido. Pasamos la vida entera, riéndonos juntos.  ¿Cómo podríamos darle el último adiós de otra manera? Tenemos que reír. 
            
            Tenemos que  disfrutar. Tenemos que  celebrar. Este es el único adiós posible para un hombre que se ha reído  toda su vida. Si no nos reímos,  él se reirá de nosotros y  dirá: "¡Estúpidos!, ¿han vuelto a caer en la trampa?" No sentimos que  él haya muerto. ¿Cómo  pueden morir la vida y la risa?
            
            El cuerpo iba a ser quemado y la gente dijo:
            - Vamos a darle un baño, como  manda el ritual.
            Pero los dos amigos dijeron:
            
            - No. Él ha dicho: "No  hagan ningún ritual y no me cambien de ropa ni me bañen. Pónganme tal como estoy, sobre  la hoguera funeraria". Tenemos que seguir   , sus instrucciones.
            
            Y de repente... cuando pusieron el cuerpo sobre el  fuego, descubrieron la  última broma del anciano. Tenía fuegos artificiales escondidos entre la ropa, y  todos  estallaron. 
            
            El pueblo entero comenzó a reírse.  Los dos amigos bailaron y  el pueblo enteró los siguió.  No fue una muerte, fue una  nueva vida, una resurrección.
            Cada muerte abre una nueva  puerta.
            
            Si puedes cambiar tu tristeza por celebración,  también podrás transformar tu muerte en resurrección.
            Aprende este arte mientras todavía tengas  tiempo.