CARIDAD
          Cuántas  y cuántas veces nos sentimos contentos con  nosotros  mismos  cuando hacemos una  obra  de caridad, algún gesto de ayuda al prójimo.      
            
            Y todo tiene  su valor, no hay duda, como dijo Jesucristo:
"Hasta  un vaso de agua dado con amor tendrá su recompensa"  (Mt  10,42)
            Vea por  ejemplo el testimonio de una mujer:
"Un niñito desarrapado, con  carita de hambre, vino a recoger una camisa que le ofrecí cuando lo  encontré en la calle.
            
            Sobraba algo de comida del almuerzo.  Y, entonces, le pregunté:  -  ¿Quieres almorzar? 
            
            El respondió: -  Sí quiero, señora. 
            Y comió de  prisa, con muchas ganas. En la mitad de plato, de repente, se  paró y dijo:
            
            - Señora,  ¿me regala un pedazo de papel?
            Al traerle  el papel, él envolvió con cuidado el resto de su comida  y explicó:
            - Es para  mi amigo; hoy a esta hora él no ha comido nada todavía.
            Y yo  pensaba que estaba siendo caritativa porque le di  una camisa  vieja y un poco de comida que sobró".
          "A los ojos de la caridad no es nunca pequeño el bien que se hace ni el mal que se evita"