|  | EL EVANGELIOCOMO ME HA SIDO REVELADO
 
 
   Autor: María Valtorta 
 « PARTE 2 de 7 »
PRIMER AÑO DE LAVIDA PUBLICA DE JESUS
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 44. Adiós a la Madrey salida de Nazaret.
 Llanto y oración de la Corredentora.
 45. Predicación de Juan el Bautista y Bautismo de Jesús. La manifestación divina.
 46. Jesús tentado por Satanás en el desierto. Cómo se vencen las tentaciones.  47. El encuentro con Juan y Santiago.   48. Juan y Santiago refieren a Pedro su encuentro con el Mesías.  49. El encuentro con Pedro y Andrés después de un
 discurso en la sinagoga
 50. En Betsaida, en casa de Pedro. Encuentro con Felipe y Natanael.
 51. María manda a Judas Tadeo a invitar a Jesús a las bodas de Cana.
 52. Las bodas de Caná. El Hijo, no sujeto ya a la Madre, lleva a cabo para Ella el primer milagro.  53. Los mercaderes expulsados del Templo.  54. El encuentro con Judas de Keriot y con Tomás. Simón Zelote curado de la lepra.  55. Un encargo confiadoa Tomás.
 56. Simón Zelote y Judas Tadeo unidos en común destino.  57. En Nazaret con Judas Tadeoy con otros seis discípulos.
 58. Curación de un ciego en Cafarnaúm.  59. Curación de un endemoniado en la sinagoga de Cafarnaúm.  60. Curación de la suegra de Simón Pedro.  61. Jesús agracia a los pobres después de exponer la parábola del caballo amado por el rey.  62. Los discípulos buscan a Jesús, que está orando en la noche.  63. El leproso curado cerca de Corazín.
 64. El paralítico curado en Cafarnaúm.  65. La pesca milagrosa y la elección de los primeros cuatro apóstoles.
 66. Judas de Keriot enGetsemaní se hace discípulo.
 67. El  milagro de los puñales partidos, en la Puerta de los Peces.  68. Jesús  enseña en el Templo estando con Judas Iscariote.  69. Jesús instruye a Judas Iscariote.  70. En Getsemaní con Juan de Zebedeo. Comparación entre el Predilecto y Judas de Keriot.  71. Judas Iscariote presentadoa Juan y a Simón Zelote.
 72. Hacia Belén con Juan, Simón Zelote y Judas Iscariote.  73. En Belén, en casa de un campesino y en la gruta de la Natividad.
 74. En la posada de Belén y en las ruinas de la casa de Ana.  75. Jesús  encuentraa los pastores Elías y Leví.
 76. En Yuttá, en casa del pastor Isaac. Sara y sus niños.  77. En Hebrón en casa de Zacarías. El encuentro con Áglae.  78. En  Keriot. Muertedel anciano Saúl.
 79. Volviendo donde los pastores.  80. En el monte del ayunoy en la peña de la tentación.
 81. En el vado del Jordán con los pastores Simeón, Juan y Matías. Un plan para liberar a Juan el Bautista.
 82. En Jericó. Judas Iscariote cuenta cómo ha vendido las joyas de Áglae.
 83. Jesús  sufre a causa de Judas, que es enseñanza viva para los apóstoles de todos los  tiempos.  84. El  encuentro con Lázaro de Betania.
 85. Antes de ir al Getsemaní, Jesús y el Zelote suben al Templo, donde está hablando Judas Iscariote.  86. El encuentro con el soldado Alejandro en la Puertade los Peces.
 87. Con pastores y discípulos en las cercanías de Doco.Isaac se queda en Judea.
 88. Donde el pastor Jonás, en la llanura de Esdrelón.  89. Adiós a Jonás y llegada de Jesús a Nazaret.  90. La  llegada a Nazaret de los discípulos con los pastores.  91. Primera lección a los discípulos en Nazaret, en un olivar.
 92. Segunda lección a los discípulos en Nazaret, junto a la casa.
 93. Tercera lección a los discípulos en Nazaret, en el huerto de la casa. Palabras de consuelo a Judas de Alfeo.  94. Curación de la Beldad de Corazín. Jesús habla en la sinagoga de Cafarnaúm.  95. Santiago de Alfeo recibido como discípulo. Jesús habla junto al banco de Mateo.  96. Jesús responde a la acusación de haber curado en sábado a la Beldad de Corazín.  97. La llamada de Mateo.  98. Encuentro con la Magdalena en el lago y lección a los discípulos cerca de Tiberíades.  99. En Tiberíadesen la casa de Cusa.
 100. En Nazaret en casa del anciano y enfermo Alfeo. No es fácil la vida del apóstol.
 101. Jesús pregunta a su Madre acerca de los discípulos.  102. Encuentro con el ex pastor Jonatán y curaciónde Juana  de Cusa.
 103. En los  altos del Líbano, donde los pastoresBenjamín y Daniel.
 104. Aava  reconciliada con su marido. Noticias sobre la muerte de Alfeo
 y sobre 
  el  rescate de Jonás.
 105. Los demás  hablan bajo para no turbar su dolor.  106. Expulsión de Nazaret. Jesús consuela a su Madre. Reflexiones sobre cuatro contemplaciones.  107. Jesús y  su Madre en casa de Juana de Cusa.
 108. Discurso a los vendimiadores y curación del niño paralítico.
 109. En los campos de Jocanán y en los de Doras. Muerte de Jonás.  110. En casa de Jacob en las cercanías del lago Merón.  111. Encuentro con Salomón en el vado del Jordán. Parábola sobre la conversión de los corazones.  112. De Jericó a Betania. El encuentro con Marta,
 que habla de María.
 113. Regreso a Betania después de la fiesta de los Tabernáculos.  114. En el convite de José de Arimatea. Encuentro con  Gamaliel y Nicodemo.
 115. Curación del niño arrollado por el caballo de Alejandro.Jesús expulsado del Templo.
 116. En Getsemaní con Jesús, los discípulos hablan de los paganos y de la "velada".El coloquio con Nicodemo.
 117. Lázaro  pone a disposición de Jesús una casita en el llano de Agua Especiosa.
 118. Comienzo de vida comúnen Agua Especiosa.
 Discurso  de apertura.
 119.  Los discursos en Agua Especiosa, Parte 1: Yo soy el Señor tu Dios. Jesús bautiza como Juan.  120. Los discursos en Agua Especiosa, Parte 2 : Yo soy el Señor tu Dios. Jesús bautiza como Juan.  121. Los discursos en Agua Especiosa: No profieras en vano mi Nombre. La visita de Manahén.  122. Los discursos en Agua Especiosa: Honra a tu padrey a tu madre. Curación de un deficiente mental.
 123. Los discursos en Agua Especiosa: No fornicarás. La afrenta de cinco hombres notables.  124. Se da alojamiento a la "velada" en la casita de Agua Especiosa.  125. Los discursos en Agua Especiosa: Santifica las fiestas. El niño de las piernas fracturadas.  126. Los discursos en Agua Especiosa: No matarás. Muerte de Doras.
 127. Los discursos en Agua Especiosa: No tentarás al Señor tu Dios. Testimoniode Juan el Bautista.
 128. Los discursos en Agua Especiosa: No desearás la mujer del prójimo. El joven lujurioso.  129. La  curación, en Agua Especiosa, de un romano endemoniado.  130. Los discursos en Agua Especiosa: No dirás falsos testimonios. El pequeño Asrael.  131. Los discursos en Agua Especiosa: No robes y no desees los bienes ajenos. El pecado de Herodes.  132. Discurso de conclusión, en Agua Especiosa, antes de la fiesta de la Purificación.  133. El trabajo oculto de Andrés. Una carta a Jesús de su Madre. Jesús debe dejar Agua Especiosa.  134. La  curación de Jerusaen Doco.
 135. Llegada a Betania. La Magdalena escucha el discurso de Jesús.
 136. En la fiesta de las Encenias, en casa de Lázaro, se hace memoria del nacimiento de Jesús.  137. Jesús regresa a Agua Especiosa, pero debeabandonar el  lugar.
 138. Despedida del encargado de Agua Especiosa, y del arquisinagogo Timoneo, que se hace discípulo.  139. En los  montes de las cercanías de Emaús. El carácter de Judas Iscariote y las  cualidades de los buenos.  140. En Emaús, en casa del arquisinagogo Cleofás. Un caso de incesto. Fin del primer año.      | 
      
      
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             127- Los discursos en Agua Especiosa: No tentarás al Señor tu Dios. Testimonio de Juan el Bautista              
 Es  un día serenísimo de invierno. Hace sol y viento; el cielo está sereno,  uniforme, sin el más mínimo vestigio de nubes.
 Son  las primeras horas del día. Hay todavía una fina capa de escarcha, o mejor, de  rocío semihelado, que esparce un polvo diamantífero sobre el suelo y sobre las  hierbas.
 Vienen  hacia la casa tres hombres, que caminan con la seguridad de quien sabe a dónde  se dirige. Llegando ya, ven a Juan, que en ese momento atraviesa el patio  cargado de unos cántaros de agua sacados del pozo, y lo llaman.
 Juan  se vuelve, deja las cantarillas y dice:
 
 -¿Vosotros  aquí? ¡Bienvenidos! El Maestro se alegrará al veros. Venid, venid, antes de que  llegue la gente. ¡Ahora viene mucha!...
 
 Son  los tres pastores discípulos de Juan Bautista. Simeón, Juan y Matías van  contentos detrás del apóstol.
 -Maestro,  han venido tres amigos. Mira - dice Juan entrando en la cocina, donde arde  alegre un gran fuego de leña menuda, que expande un agradable olor a bosque y a  laurel quemado.
 
 -Paz  a vosotros, amigos míos. ¿Cómo es que venís a verme? ¿Le ha sucedido alguna  desgracia al Bautista?
 
 -No,  Maestro. Hemos venido con permiso suyo. Te envía saludos y dice que encomiendes  a Dios al león perseguido por los arqueros. No se hace ilusiones respecto a su  suerte futura, aunque por ahora sigue libre. Está contento porque sabe que tienes  muchos fieles, incluidos los que antes eran suyos. Maestro... nosotros también  lo deseamos vivamente, pero... no queremos  abandonarlo ahora que lo persiguen. Compréndenos... - dice Simeón.
 
 -No  sólo eso, sino que os bendigo por ello. El Bautista merece todo respeto y amor.
 
 -Sí.  Así es. El Bautista es grande, y cada vez descuella más su figura. Se parece al  agave, que poco antes de morir produce el gran candelabro de la septiforme flor  y lo ondea, y perfuma. Así es él. Y siempre dice: "Mi único deseo es  volver a verlo...". Verte a ti. Nosotros hemos recogido este grito de su  alma y te lo hemos venido a traer sin decírselo. Él es "el Penitente",  "el Abstinente". Su santo deseo de verte y de oírte lo consume. Yo  soy Tobías, ahora Matías. Creo que el arcángel dado a Tobiolo no sería distinto  del Bautista; todo en él es sabiduría.
 -¿Quién  ha dicho que no lo vuelva a ver?... Pero, ¿habéis venido sólo para esto? Es  penoso caminar durante esta estación. Hoy hace un tiempo sereno, pero, hasta  hace sólo tres días, ¡cuánta lluvia por los caminos!
 -No  hemos venido sólo por esto. Hace unos días vino Doras, el fariseo, a purificarse,  pero el Bautista le negó el rito diciendo: "No llega el agua a donde hay  una costra tan grande de pecado. Uno sólo te puede perdonar: el Mesías".  Entonces él dijo: "Iré a verlo. Quiero curarme.
 
 Creo que este mal es su  maleficio". Entonces el Bautista lo arrojó de su presencia como lo habría  hecho con Satanás. Él, al irse, vio a Juan - lo conocía desde que Juan visitaba  a Jonás, con quien estaba algo emparentado - y le dijo que venía, que todos  iban, que había venido Manahén y hasta incluso venían las... (yo digo  meretrices, pero él dijo un               nombre  más feo). “Agua Especiosa - decía - está llena de ilusos. Ahora, si me cura y  me retira la maldición de mis tierras – que están como excavadas por máquinas  de guerra por ejércitos de topos y gusanos y cortones que horadan los granos  sembrados y roen las raíces de los árboles frutales y de las vides y, no hay  nada que los venza -, me haré amigo suyo; si no... ¡ay de Él!".
 Nosotros  le respondimos: "¿Y vas con esta disposición de ánimo?". Y él  respondió: "Pero quién cree en ese satanás. 
 Además, lo mismo que convive  con las meretrices puede hacer alianza conmigo". Nosotros queríamos venir  a decírtelo, para que pudieras saber a qué atenerte con Doras».
 
 -Ya  está todo resuelto.
 
 -¿Ya?  ¡Ah, es verdad!, que él tiene carros y caballos y nosotros sólo las piernas.  -¿Cuándo ha venido?
 -Ayer.
 -¿Y  qué ha ocurrido?
 -Esto:  que si queréis ocuparos de Doras podéis ir al duelo a su casa de Jerusalén. Lo  están preparando para la sepultura.
 -¿Muerto?
 -Muerto.  Aquí. Pero no hablemos de él.
 -Sí,  Maestro... Sólo... dinos una cosa. ¿Es verdad cuanto dijo de Manahén?
 -Sí.  ¿Os desagrada?
 -No,  no..., nos alegra. ¡Cuánto le hemos hablado de ti en Maqueronte! Y, ¿qué otra  cosa puede querer el apóstol sino que sea amado el Maestro? Es lo que Juan  quiere, y, con él, nosotros.
 -Hablas  bien, Matías; la sabiduría está contigo.
 -Y...  yo no lo creo, pero ahora la hemos visto... Vino también a nosotros buscándote  a ti antes de los Tabernáculos; y le dijimos: "Quien tú buscas no está  aquí, pero estará pronto en Jerusalén para los Tabernáculos".
 
 Eso le  dijimos, porque el Bautista nos había dicho: "¿Veis a esa pecadora?: es  una costra de inmundicia; pero lleva dentro una llama a la que hay que               alimentar;  así, se avivará de tal modo que surgirá impetuosamente de debajo de la costra y  todo arderá. Caerá la inmundicia y quedará sólo la llama". Eso dijo.  Pero... ¿es verdad que duerme aquí, como han venido a decirnos dos influyentes  escribas?
 -No.  Está en uno de los establos del capataz, a más de un estadio de aquí.
 
 -¡Lenguas  de infierno! ¿Has oído? ¡Y ellos!...
 -Dejadlos  que hablen. Los buenos no creen en sus palabras, sino en mis obras.
 
 -Esto  lo dice también Juan. Hace unos días, algunos discípulos suyos, nosotros  presentes, le han dicho: "Rabí, Aquel que estaba contigo al otro lado del  Jordán, del que tú diste testimonio, ahora bautiza, y todos van a Él; te vas a  quedar sin fieles". A lo que Juan respondió:
 
 -¡Dichoso  mi oído, que oye esta noticia! ¡No sabéis qué alegría me dais! Sabed que el  hombre no puede tomar nada si no le es dado del Cielo. Vosotros podéis  testificar que he dicho: `Yo no soy el Cristo, si no el que ha sido enviado  delante para prepararle el camino'. El hombre justo no se apropia de un nombre  ajeno, y aunque otro hombre quisiera alabarle diciéndole:
 
 “eres  ése”, es decir: el Santo, él responde: “No, realmente no es así; yo soy su  siervo”. Y de todas formas se alegra mucho de ello, porque dice: “Se ve que me  asemejo a Él un poco, si el hombre me puede confundir con Él”. Y, ¿qué desea la  persona que ama sino parecerse a su amado? Sólo la esposa goza del esposo. El  paraninfo no podría gozar de ella, porque sería una inmoralidad y un hurto.  Pero el amigo del novio, que está cerca de él y escucha su palabra llena de  júbilo nupcial, siente una alegría tan viva que podría compararse a la que hace  dichosa a la virgen casada con él, la cual en aquella palabra comienza ya a               degustar  la miel de las palabras nupciales. Esta es mi alegría, y es completa. ¿Y qué  hace el amigo del novio, habiéndole servido durante meses, y habiéndolo  conducido a la esposa a casa? Se retira y desaparece. ¡Así hago yo! ¡Así hago  yo! Uno sólo queda, el esposo con la esposa: el Hombre con la Humanidad.¡Oh,  qué palabra más profunda! Es necesario que Él crezca y que yo merme. Quien del  Cielo viene está por encima de todos.
 
 Patriarcas y Profetas desaparecen a su  llegada, porque Él es como el Sol, que todo lo ilumina y su luz es tan viva que  los astros y planetas sin luz se visten de ella, y los que aún no están  apagados               quedan  anulados en el supremo esplendor del Sol. Esto sucede porque Él viene del  Cielo, mientras que los Patriarcas y los Profetas irán al Cielo, pero no vienen  del Cielo.
 
 Quien viene del Cielo es superior a todos, y anuncia lo que ha visto  y oído. Pero ninguno de entre los que no tienden al Cielo, renegando de Dios  por ello, podrá aceptar su testimonio. Quien acepta el               testimonio  del que ha bajado del Cielo, con este acto suyo de creer, imprime un sello a su  fe en que Dios es verdadero y no una fábula exenta de verdad, y escucha a la Verdad porque su ánimo está  deseoso de ella. Porque Aquél a quien Dios ha enviado pronuncia palabras de  Dios, pues Dios le da el Espíritu con plenitud, y el Espíritu dice:
 
 “Aquí  estoy. Tómame; que quiero estar contigo, delicia de nuestro amor”. Porque el  Padre ama al Hijo sin medida y todas las cosas las ha puesto en su mano. Por  eso quien cree en el Hijo tiene la vida eterna; mas quien se niega a creer en  el Hijo no verá la Vida,  y la cólera de Dios permanecerá               en  él y sobre él".
 -Esto  dijo. Estas palabras me las he grabado en mi mente para transmitírtelas - dice  Matías.-Te  lo agradezco y te alabo por ello. El Profeta último de Israel no es Aquel que  del Cielo baja, pero, por haber recibido el beneficio de los dones divinos ya  desde el vientre de su madre - vosotros no lo sabéis, pero Yo os lo digo ahora  -, es el que más se acerca al Cielo.
 -¿Cómo?  ¿Cómo? ¡Háblanos! Él dice de sí mismo: "Yo soy el pecador".
 
 Los  tres pastores se muestran ansiosos de saber, así como también los discípulos.
 
 -Cuando  la Madre me  llevaba, de mí-Dios estando encinta, fue a servir - porque es la Humilde y Amorosa - a la  madre de Juan, prima suya por parte de madre, que había quedado embarazada en  su vejez. Ya el Bautista tenía su alma, porque estaba en el séptimo (tenía  su alma, porque estaba en el séptimo mes de su formación. Esta afirmación no  excluye el que el alma sea infundida desde el primer instante de la concepción.  Lo que parece, más bien, es que Jesús quiere rechazar la opinión de que el individuo  reciba su alma en el momento del nacimiento o, incluso, después de haber  nacido) mes de su formación. Y este brote
 de  hombre, dentro del seno materno, saltó de alegría al oír la voz de la Esposa de Dios. También en  esto fue precursor; precedió a los redimidos, porque de seno a seno se efundió la Gracia, y penetró, y cayó la Culpa original del alma del  niño. Por ello Yo digo               que  sobre la faz de la Tierra  tres son los posesores de la   Sabiduría, del mismo modo que en el Cielo Tres son los que  son Sabiduría: el Verbo, la   Madre, el Precursor, en la Tierra; el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, en  el Cielo.
 
 -Nuestro  corazón está henchido de estupor... Casi como cuando se nos dijo: "Ha  nacido el Mesías...". Porque Tú eras la profundidad abisal de la  misericordia y nuestro Juan lo es de la humildad.
 -Y  mi Madre, de la pureza, de la gracia, de la caridad, de la obediencia, de la  humildad, de toda virtud que sea de Dios y que Dios infunda a sus santos.
 -Maestro  - dice Santiago de Zebedeo - hay mucha gente.
 -Vamos.  Venid también vosotros.
 
 Es  muchísima la gente.
 
 -La  paz sea con vosotros - dice Jesús. Está sonriente como pocas veces. La gente  cuchichea y lo señala con gestos. Hay mucha curiosidad en el ambiente.
 
 "No  tentarás al Señor tu Dios", está escrito.
 Demasiadas  veces se olvida este mandamiento. Se tienta a Dios cuando se le quiere imponer  nuestra voluntad. Se tienta a Dios cuando imprudentemente se actúa contra las  reglas de la Ley,  que es santa y perfecta y en su lado espiritual – el principal - se ocupa y se  preocupa, también, de la carne que Dios ha creado. Se tienta a Dios cuando,  habiendo sido perdonados               por  Él, se vuelve a pecar. Uno tienta a Dios cuando, habiendo recibido de Él un  beneficio que pretendía ser un bien para sí, algo que le moviera hacia Dios, lo  transforma en un daño.
 
 Dios  no es objeto de risa ni de burla. Demasiadas veces sucede esto. Ayer habéis  presenciado el castigo que espera a quienes pretenden mofarse de Dios. El  eterno Dios, lleno de compasión con quien se arrepiente, se muestra, por el  contrario, lleno de severidad con el impenitente que en manera alguna se  modifica a sí mismo.
 
 Vosotros  venís a mí para oír la palabra de Dios. Venís para obtener un milagro. Venís  para obtener el perdón. Y el Padre os da palabra, milagro y perdón. Y Yo no  echo de menos el Cielo, porque puedo daros milagros y perdón, y puedo haceros conocer  a Dios.
 
 Ese  hombre cayó ayer fulminado, como Nadab y Abiú, por el fuego de la divina  indignación. De todas formas, absteneos de juzgarlo. Que lo que ha sucedido,  que ha sido un nuevo milagro, solamente os haga meditar acerca de cómo hay que  actuar para tener a Dios como amigo. Él quería el agua penitencial, pero sin  espíritu sobrenatural; la quería por espíritu humano: como una práctica mágica  que le curase la enfermedad y lo liberase de la desventura. El cuerpo y la  cosecha: éstos eran sus fines, no su pobre alma, que no tenía valor para él; lo  valioso para él era la vida y el dinero.
 
 Yo  digo: "El corazón está donde está el tesoro, y el tesoro donde el corazón.  Por tanto, el tesoro está en el corazón".
 
 Él  en el corazón tenía la sed de vivir y de tener mucho dinero. ¿Cómo obtenerlo?:  como fuera; incluso con el delito.
 
 Pues  bien, pedir así el bautismo ¿no era reírse de Dios y tentarlo? Habría bastado  el arrepentimiento sincero por su larga vida de pecado para proporcionarle una  santa muerte y lo justo en esta tierra. Pero él era el impenitente. No habiendo  amado nunca a nadie aparte de sí mismo, llegó a no amarse ni siquiera a sí  mismo. Porque el odio mata incluso el amor animal egoísta del hombre hacia sí  mismo. El llanto del arrepentimiento sincero habría debido ser su agua lustral.  De la misma forma, para todos vosotros que estáis escuchando; porque sin pecado  no hay nadie, y todos, por tanto, tenéis necesidad de esta agua que, exprimida  por el corazón mismo, desciende y lava, da de nuevo la virginidad a quien ha  sido profanado, levanta al abatido, da nuevo vigor a quien la culpa ha dejado  exangüe.
 
 Ese  hombre se preocupaba sólo de la miseria de la tierra, cuando en realidad sólo  una miseria debe apesadumbrar al hombre: la eterna miseria de perder a Dios.  Ese hombre no dejaba de hacer las ofrendas rituales, mas no sabía ofrecer a  Dios un sacrificio de espíritu, es decir, alejarse del pecado, hacer  penitencia, pedir con los hechos el perdón. Una hipócrita ofrenda  de riquezas mal adquiridas es como invitarle a Dios a que se haga cómplice de  las malas acciones del hombre. ¿Es posible que esto suceda? ¿No es reírse de  Dios el pretenderlo? Dios arroja de su presencia a quien dice: "he aquí que  sacrifico" y se consume               internamente  por continuar su pecado. ¿Ayuda, acaso, el ayuno corporal cuando el alma no  ayuna del pecado?
 
 Que  la muerte de este hombre, que ha acontecido aquí, os haga meditar sobre las  condiciones necesarias para gozar del aprecio de Dios. Ahora, en su rico  palacio, los familiares y las plañideras hacen duelo ante los restos mortales  que dentro de poco serán conducidos al sepulcro. ¡Oh, verdadero duelo y  verdaderos restos mortales! ¡Nada más que unos restos mortales!
 Nada  más que un desconsolado duelo, porque el alma, precedente e irremisiblemente  muerta, se verá para siempre separada de aquellos que amó por parentela y  afinidad de ideas. Aunque una misma morada los una eternamente, el odio que  allí reina los dividirá. Es así que entonces la muerte es verdadera separación.  Mejor sería que, en vez de los demás, fuese el propio hombre quien, teniendo  muerta el alma, llorase por sí mismo; de modo que, por ese llanto de contrito y  humilde corazón, le devolviera al alma la vida con el perdón de Dios. Idos,  sin odio ni comentarios, nada más que con humildad; como Yo, que, no con odio  sino por justicia, he hablado de él. La vida y la muerte son maestras para bien  vivir y bien morir, y para conquistar la Vida sin muerte. La paz sea con vosotros. -No  hay ni enfermos ni milagros - y Pedro les dice a los tres discípulos del  Bautista: «Lo siento por vosotros».-No  es necesario. Nosotros creemos sin ver. Hemos tenido el milagro de su  natividad, que nos ha hecho creyentes, y ahora tenemos su palabra, que confirma  nuestra fe. Sólo pedimos servirla hasta el Cielo, como Jonás, hermano nuestro.
 
 Todo  termina.
 
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