Tuesday March 19,2024
Iniciar pagina principal Quienes somos y que hacemos Mision principal del sitio en internet Como rezar el santo rosario, oraciones, etc. Base de datos de documentos recopilados Servicio de asesoria via e-mail. Calendario de eventos en el bimestre Personas para establecer contacto
 

Introducción


PRIMERA PARTE:

»  El Atéismo

Convertidos:

»  Ateos Convertidos

1»  Agustín María Schowaloff

2»  Illemo Camelli

3»  Charles de Foucauld

4»  Lecompte de Noüy

5»  Joergensen

6»  Eva Lavallière

7»  Charles Nicolle

8»  Henri Ghéon

9»  Huymans

10»  Evelyn Waugh

11»  Peter Wust

12»  Daniel Rop

13»  Leonard Cheshire

14»  Fred Copeman

15»  Adolfo Retté

16»  Takashi Nagaï

17»  Giovanni Papini

18»  Jacques Maritain

19»  Maria Meyer-Sevenich

20»  Alberto Leseu

21.1»  Paul Claudel
Parte 1

21.2»  Paul Claudel
Parte 2

22»  Martin Bormann

23»  Regina García

24»  Ignace Lepp

25.1»  Alexis Carrel
Parte 1

25.2»  Alexis Carrel
Parte 2

26»  García Morente

27.1»  Pieter van der Meer
Parte 1

27.2»  Pieter van der Meer
Parte 2

28.1»  María Benedicta Daiber
Parte 1

28.2»  María Benedicta Daiber
Parte 2

29.1»  Douglas Hyde
Parte 1

29.2»  Douglas Hyde
Parte 1

30»  Dorothy Day

31»  Svetlana Stalin

32.1»  André Frossard
Parte 1

32.2»  André Frossard
Parte 2

32.3»  André Frossard
Parte 3

33»  Sergio Peña y Lilio

34»  Sandra Elam

35.1»  Janne Haaland MatlaryParte 1

35.2»  Janne Haaland MatlaryParte 2

36»  Vladimiro Roca

37»  Narciso Yepes

38»  Leonardo Mondadori

39»  Vittorio Messori

40»  Conclusión
sobre Ateos Convertidos


SEGUNDA PARTE:

» El Judaísmo

Convertidos:

»Judíos Convertidos

41»  Hermann Cohen

42»  Teodoro de Ratisbona

43»  Alfonso María de Ratisbona

44»  Henri Bergson

45»  Edith Stein

46»  Max Jacob

47»  Raphael Simon

48»  Kenneth Simon

49»  René Schwob

50»  Jean Jacques Bernard

51.1»  Eugenio Zolli
Parte 1

51.2»  Eugenio Zolli
Parte 2

51.3»  Eugenio Zolli
Parte 3

51.4»  Eugenio Zolli
Parte 4

52.1»  Karl Stern
Parte 1

52.2»  Karl Stern
Parte 2

52.3»  Karl Stern
Parte 3

53»  Bernard Nathanson

54»  Jeri Westerson

55»  Jean Marie Lustiger

56»  Martin Barrack

57»  José Cuperstein

58»  Sor Mary of Carmel

59»  Reflexiones


TERCERA PARTE:

»  Consideraciones

60.1»  La ciencia
Parte 1

60.2»  La ciencia
Parte 2

60.3»  La ciencia
Parte 3


61.1»  ¿Existe Dios?
Parte 1

61.2»  ¿Existe Dios?
Parte 2

61.3»  ¿Existe Dios?
Parte 3

61.4»  ¿Existe Dios?
Parte 4

62»  Católicos Comprometidos

63.1»  Experiencia de Dios
Parte 1

63.2»  Experiencia de Dios
Parte 2

64»  Conclusión

65»  Bibliografía

 

 

Primera Parte

16» Takashi Nagaï

Autor: P. Angel Peña O.A.R  

Takashi Nagaï (1908-1951), médico radiólogo japonés, escribió su vida en el famoso libro Las campanas de Nagasaki.

Se había dejado seducir por el materialismo ateo durante sus años de estudiante, buscando la verdad solamente en la ciencia.

Tuvo la suerte de alojarse, siendo estudiante, en casa de la familia Moriyama, fervorosos católicos, y se casó con una de sus hijas.

En junio de 1933 recibió el bautismo. Sobrevivió a la bomba atómica que cayó sobre su ciudad de Nagasaki el 9 de agosto de 1945.

Él cuenta lo ocurrido:

Repentinamente el cielo se iluminó por un instante y el resplandor de una luz hizo palidecer el sol de verano.

Una columna de humo blanco empezó a subir de la tierra, tomando la forma de una gigantesca seta u hongo. Una luz terrible. No hubo ruido.

Pero lo que aterrorizó y heló la sangre fue el soplo inmenso que se escapó de debajo de la nube blanca. A una velocidad aterradora pasó sobre las colinas y los campos arrasándolo todo.

Las casas de las cimas cedieron ante su fuerza, y cada árbol del campo fue arrancado de cuajo y sus hojas desaparecieron como por encanto. Se diría que un invisible, pero gigantesco cilindro compresor, trituraba cuanto

de lejos tan terrible espectáculo. Nos sentimos levantados, tirados contra una pared de piedra a cinco metros de allí. Herido en la región de los ojos, creí que había perdido la vista. No era así, pero estaba ensangrentado. Y el edificio entero se había derrumbado.

Enterrado entre los escombros, luché denodadamente hasta que terminé por salir por mi propio esfuerzo. El espectáculo que tenía ante mis ojos era apocalíptico.

Entre escalofriantes masas de carne, se destacaban lentamente, a rastras, aquellos en los que había una chispa de vida.

Empezamos los primeros cuidados, pero nunca me había sentido tan impotente, tan inútil para poder ayudar a aquellos seres humanos destrozados y desgarrados por el dolor.

No podíamos atender a todos los que se agolpaban en torno a los escasos médicos supervivientes. Apenas habíamos mal vendado a uno, cuando se presentaba otro con la misma súplica: ¡Doctor, sálveme!

Jamás me había sentido tan impotente como al mirar el terrible panorama de miedo, de agonía, de muerte y destrucción. No podía hacer nada, absolutamente nada.

La sangre me corría por el rostro, desde las sienes hasta la barbilla. Los ojos parecía que me iban a estallar.

A veces, queriendo incorporar un cuerpo, para ver si retenía aún señales de vida, se deshacía en mis manos como fango pegajoso. Miré al cielo y oré.

Al día siguiente, siguió curando a los heridos sin darse tregua.

El día 11 pudo ir a su casa, pero su casa no existía más y hasta le resultó difícil encontrarla. Buscó entre los restos a su esposa. Estaba calcinada.

Recogió sus huesos y vio que, en su mano derecha, tenía un rosario. Había muerto con el rosario en la mano. Más tarde, al remover los restos de su casa, encontró el crucifijo, que la familia de Midori había conservado durante 250 años en medio de las persecuciones.

Pudo decir: He sido despojado de todo y sólo he encontrado este crucifijo.

El 20 de noviembre, en una misa por todos los difuntos de la ciudad, en la catedral de Urakami, el barrio católico de Nagasaki, dijo en su intervención:

El holocausto de Jesucristo en el Calvario, ilumina y confiere significado a nuestras vidas.

Takashi Nagaï fue un gran médico católico, que ofreció sus sufrimientos por la salvación del mundo.

Murió a los 43 años, debido a los efectos de las miles de radiografías tomadas sin la debida protección.

En 1949 recibió en su casa la visita del Emperador del Japón, reconociéndole sus méritos a favor de la patria12.


12 Recomiendo su libro Les cloches de Nagasaki, Ed. Casterman, Paris, 1953. Puede leerse este testimonio en internet: http://www.unav.es/capellaniauniversitaria/testimonios/nagasaki.htm

 

   


[Inicio] [ Blog] [Mision] [El Rosario] [Documentos] [Asesorias] [ Política de Privacidad] [Contacto ]

Copyright © 2022 Maria Luz Divina