Friday April 26,2024
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Testimonio de Catalina
  



Prólogo

Introducción
Jesús el buen Pastor

Capitulo I
El Trono de Dios

Capitulo II
Por Quiénes Pedir

Capitulo III
La Comunión de los Santos

Capítulo IV
Las Ofensas a nuestro Redentor

Capítulo V
Los Misterios del Reino

Capítulo VI
Dios Quiere Habitarnos

Capítulo VII
"Vengan a mi los Agobiados..."

10»Capítulo VIII
Las Pruebas de su Presencia

11»Capítulo IX
Conocerse para Cambiar

12»Capítulo X
La Misericordia del Señor

13»Capítulo XI
Un Bálsamo y Doce Promesas

14»Capítulo XII
Juan Pablo II - Cerca del Trono

15» Oraciones
del Siervo de Dios:
S.S. Juan Pablo II

 


 

 

14» Capítulo XII
Juan Pablo II Cerca del Trono

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

1) Mucho antes de comenzar las visiones que fueron insertadas en este pequeño trabajo, el Señor me permitió vivir algo muy hermoso, manifestado a muy pocas personas anteriormente. Él desea que sea yo quien transcriba esa experiencia ahora y aquí; yo sólo obedezco porque sé que Jesús tiene un motivo especial para pedírmelo.

2) Era el amanecer del 3 de abril del año 2005, hacía poco que habían anunciado la muerte de S.S. Juan Pablo II, y me es muy difícil describir los sentimientos que embargaban mi corazón. Estaba frente al Santísimo Sacramento, rezando toda la corona del Santo Rosario.

3) Llegó el momento de pedir por las intenciones del Santo Padre y ahí me quebranté, sentí la orfandad que habrán sentido millones de católicos; sentimiento que me acompañó los días siguientes hasta el nombramiento de S.S. Benedicto XVI. Cada vez que recitaba el Rosario, decía: ¡Dios mío, no tenemos por quién rezar! Y sé que habrá muchas respuestas, pero ese era mi sentimiento.

4) Lloré mucho. En menos de dos meses, mi director espiritual tuvo que irse de mi lado para cumplir su nueva obediencia, después de haberme guiado por más de ocho años, y ahora nuestro Padre espiritual, a quien amé profundamente, acababa de morir.

5) Miré a Jesús pidiendo compasión para aquel sentimiento de soledad, para aquella sensación de estar parada sobre una cuerda que se movía peligrosamente, porque el demonio levantaba mucho viento, y sucio.

6) Transcurrieron varias horas y ya levantada la mañana, cuando casi concluía mis oraciones, vi desaparecer la pared del fondo de la capilla y el lado izquierdo se iluminó mucho, atrayendo mi vista hacia allá. Estaba la Virgen Santísima, vestida de blanco, con un velo largo celeste muy claro y una corona dorada con muchas luces como diamantes. Se la veía hermosa, majestuosa, con esa dignidad que la
caracteriza.

7) Me dijo dulcemente y con una sonrisa: "Hija, no llores, Mi hijo amado ya está Conmigo", mirando hacia un lado. Unos pasos detrás de Ella, el lugar se iluminó también y vi al Santo Padre, Juan Pablo II, muy erguido, muchísimo más joven, como lucía quince o veinte años antes de su muerte, sonriente y vestido con una túnica de color blanco, una capa y algo que asomaba por debajo de la capa, a la altura de la cintura, como un cíngulo dorado. Su cara estaba llena de luz, sonriente, muy feliz.

8) Desapareció la visión que me dejó una felicidad muy grande, una paz inmensa. Al ver nuevamente a Jesús Eucarístico delante de mí, le di gracias con todo mi corazón por ese inmenso regalo.

9) Soy una convencida de que, si aún tenemos hermanos que están abandonando nuestra Iglesia, obviamente es porque no somos testimonio ante ellos. Y no podemos ser testimonio si ignoramos lo que significa el profundo Amor de Jesús, que quiere abajarse hasta nuestra miserable humanidad para darse como alimento espiritual y vivir con nosotros en la Sagrada Eucaristía.

10) No hace falta leerse grandes tratados, aunque eso sería lo ideal para cada cristiano, pero el legado Eucarístico que nos ha dejado Juan Pablo II es de un valor inmenso, y ahora aún tenemos el regalo de que Jesús haya permitido que su sucesor, el actual Papa, Benedicto XVI, sea un hombre cuyo corazón y pensamiento están profundamente enraizados en la
Eucaristía.

11) Leer algo de lo que ellos han escrito y han dicho de
este maravilloso y único Sacramento, estudiar la Palabra de Dios y permanecer unos minutos periódicamente, meditando, ante Su Divina Presencia, es suficiente para conocer lo que es vivir junto a un Dios que te mira de cerca, que te escucha, que te habla, que te besa, que limpia tus lágrimas y que sonríe ante tus momentos felices.

12) Sepamos reaccionar y correr hacia Él, antes de que sea demasiado tarde. Tenemos una sola vida y no es un ensayo, es la única presentación de la obra, que continúa con la vida eterna.

13) Querido hermano, ha llegado el momento de despedirnos, quiero que sepas que hay una comunidad eucarística que rezará por ti, por cada uno de ustedes, los lectores de este escrito, pues sólo gracias a estos encuentros con el Señor, ha nacido un Instituto de vida consagrada que hace intercesión para que todos estos testimonios alcancen muchos
otros testimonios de vidas santas, para Gloria de Dios y bien de nuestra Iglesia.

14) Quiero decirte adiós, con una oración de aquel que pasó todo sufrimiento y salió de él robustecido y triunfante. Su fuerza nacía frente al Sagrario y, de la mano amorosa de María, caminó hasta la cruz, guiando como el Buen Pastor a todo el pueblo de Dios.

15) Para Dios y el Cielo, no hay tiempo ni distancia, por eso te invito a que tú y yo, en este momento, nos pongamos en la Presencia de Jesús y de Juan Pablo II, para elevar juntos esta oración. Dios sabe que será de plena comunión...

 

   


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