8» Capítulo VI
Dios Quiere Habitarnos
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Un amanecer el Señor me pidió que me quedara en
absoluto silencio después de hablarme sobre el
encuentro silencioso y profundo con Dios. Me dijo
que llegar a este estado, cuando el alma es habitada
por su Creador, es a lo más grande a lo que aspiran
las almas que buscan la unión con Él.
2) Me explicó que muchas cosas se han escrito al
respecto, pero que aún los que han escrito sobre estas
capacidades del alma, no han podido avanzar sino
hasta el punto en que han sido llevados por su
razonamiento natural.
3) Había un silencio absoluto, en momentos me puse
tan tensa tratando de escuchar algún sonido, que
podía oír hasta mi propia respiración mientras
procuraba hacerla más suave. Luego, en un instante,
no sé si yo estaba o no dentro de mi cuerpo, tenía los
ojos cerrados, no sentía ni oía más nada y no sé cuánto tiempo pasé así.
4) Cuando abrí los ojos, había una inmensa luz frente a
mí que me hizo parpadear dos o tres veces. Era una
luz que no deslumbraba, sino que me atraía
poderosamente, entraba en mí por los ojos, por la
nariz, por la boca, por cada poro de mi piel,
dejándome sumida en una paz indescriptible...
5) Por unos instantes me invadió un silencio aún
mucho más profundo que el anterior y después sentí dentro de mí como un murmullo primero, luego
como un viento y en seguida una voz que dijo: "Mía,
te Amo"… Luego se desvanecieron dentro de mí la
luz y la voz.
6) Nuevamente estaba frente a mí Jesús en la
Eucaristía, en la Custodia, en la Hostia blanca,
inmaculada, pero yo sentía una paz y un gozo tan
grandes que tenía ganas de reír y de llorar al mismo
tiempo… y creo que lo hice. Fue una sonrisa tímida y
luego una amplia sonrisa mezclada con mi llanto,
dulce, gozoso, agradecido.
7) Había un libro encima del reclinatorio y Jesús me
dijo que lo tomara y leyese donde estaba marcado.
Era la Liturgia de la Iglesia en la oración después de
la Comunión de un Domingo del Tiempo Ordinario y
decía así: "La gracia de esta comunión, Señor, penetre
en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, para que sea
su fuerza, no nuestro sentimiento, lo que mueva
nuestra vida."
8) Supe que lo que me estaba pidiendo Jesús en ese
momento era la meditación sobre las condiciones
debidas para recibir Su Cuerpo Sacrosanto, no
solamente en las disposiciones normales que pide
nuestra Iglesia, sino en las disposiciones internas, del
alma, para recibir la mayor cantidad de Gracias
posibles de este maravilloso regalo de Dios.
9) No sé nada de teología, pero en mi simplicidad de
ama de casa pienso que si tenemos la seguridad de
que Jesús está Presente en la Hostia Consagrada, lo
menos que podemos entregarle es nuestro
agradecimiento, nuestra confianza, nuestra voluntad,
nuestro amor…y el deseo de intimidad, de conocerlo,
de permanecer unidos a Él.
10) ¿Para qué? Para que pueda utilizarnos como
instrumentos Suyos. Dios no deposita una cierta
cantidad de poder en el hombre; Él retiene el poder
en Sí mismo, los recursos infinitos se encuentran únicamente en Él.
11) Es solamente cuando estamos unidos a Él, cuando
somos accesibles a Él y le permitimos que trabaje
dentro de nosotros y a través nuestro, que podemos
llegar a ver las grandes y poderosas cosas que Él hace.
Es sólo de ese modo como "su fuerza y no nuestro
sentimiento, es lo que mueve nuestra vida."