7» Capítulo V
Los Misterios del Reino
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
1) Algunas semanas después de la primera visión,
una noche que llovía mucho y me quedé acompañando al Señor, se iluminó más el Altar donde
estaba la Custodia, como si entraran rayos de sol por
alguna ventana. No podía ser un relámpago, porque
de serlo habría durado muy poco y ésta permanecía
brillando. Acababa de sentarme, pero al ver la luz
volví a ponerme de rodillas en el reclinatorio.
2) Entonces vi dos Ángeles enormes, con grandes alas.
Estaban de rodillas y con las manos juntas a los lados
de la Custodia en la que se encontraba Jesús en la
Eucaristía, sus ropajes de un color plata muy claro
parecían de una textura aterciopelada.
3) Eran tan bellos y tan majestuosos que su presencia
me hizo comprender que esas Criaturas están en el
Cielo en Presencia de Dios, como otros tantos espejos
en los cuales la pureza infinita del Señor se refleja. Ese
Dios de Amor, goza de que los Ángeles sean
semejantes a él, porque su semejanza es reverberación
de la purísima Luz de Su Espíritu.
4) Me di cuenta de que nosotros, desde la tierra,
admiramos en los Ángeles, no propiamente a ellos,
sino a Dios, a la vez que tendemos hacia Él por medio
de ellos. Y así como los Ángeles, todo lo que es de
Dios nos atrae.
5) No sabía lo que me estaba pasando, como me ha
sucedido otras veces: Era como si hubiera leído muy
rápidamente algún libro, como si hubieran
introducido una luz en mi mente. Por decirlo de
alguna manera, "supe" que la luz angélica es pureza
del eterno Dios, dada a los espíritus celestiales para
Su gozo y para el inmenso gozo de estas criaturas.
6) En el caso de los ángeles custodios, su trabajo
agrada a Dios, porque por medio de él nos llevan
gustosamente a la claridad del Amor celestial,
poseído por ellos en diversos grados, pero en absoluta
y total pureza.
7) Sin embargo, nosotros no seguimos su obra, al
contrario, muchas veces la obstaculizamos con no
pocos pesos y enormes y variadas oscuridades.
8) En aquel momento desaparecieron los Ángeles y
sentí la necesidad de agradecer a Jesús por mi Ángel
Custodio, a quien verdaderamente amo y de quien
siento en todo momento la poderosa ayuda e
intercesión.
9) Comenzó nuevamente esa música mezclada con
campanitas y caídas de agua, y esa melodía, en lugar
de distraerme, me fue adentrando en la
contemplación de mi oración y diálogo con el Señor.
Aquello duró todo el tiempo de mi encuentro con
Jesús y sé que el mensaje fue: "Los coros de Ángeles
nos acompañan cuando estamos en adoración."
10) Esa noche Jesús dulcemente me instruyó sobre los
beneficios de recibirlo en la Santa Comunión en la
forma debida, y conforme iba hablando, más sentía
aquella hoguera de gratitud dentro de mí.
11) Él decía: "Cuando ustedes Me piden algo,
meditando en Mi Pasión o durante la Santa Misa,
conmueven Mi Corazón, porque Me lo piden en
compañía de Mi Madre y de Juan, al pie de la Cruz,
porque pocos piden firmemente. Por eso varían las
peticiones, de acuerdo a la forma que tienen al pedir
y a la esperanza que ponen a su petición.
12) Su oración al pie de la Cruz debe ser humilde
pero firme, pacífica pero ardiente. Llena de
compasión por Mis sufrimientos, llena de gratitud
por Mi Resurrección.
13) Deténganse a meditar y a vivir mejor el Martirio y
renovación que les ofrezco en la Eucaristía,
invitándolos a la unión con el Celebrante, anulando
las distracciones, atentos a quien renueva Mis penas
y ora Conmigo al Padre.
14) Yo Me someto, Estoy a la voluntad del Sacerdote,
en su tiempo y en su oración y ustedes tantas veces
se distraen, están ausentes aún estando presentes
físicamente en la Celebración. ¡Les cuesta tanto
tener una continua adhesión a las oraciones y al
espíritu que mueven a Mi Iglesia…!
15) Cuando comulgan Yo mismo le otorgo al alma los
elementos que requiere para transformarla y llevarla
a un camino de mayor santidad. Así cada vez se
parecen más a Mí en su manera de pensar, de sentir,
de reaccionar, de vivir…
16) Es el Sacramento de la unión Conmigo y con sus
hermanos; por eso cuanto menos obstáculos Yo
encuentre en un alma para que sea más perfecta esta
unión, serán mayores las Gracias que recibirán de
este encuentro."
17) En un instante comprendí, por un conocimiento
que yo misma no entiendo cómo fue, que cuando el
sacerdote nos dice: "El Cuerpo de Cristo", está diciéndonos: "Aquí tienes la comida que te nutrirá en
vida y te salvará a la hora de la muerte" Y esa respuesta
nuestra: "Amen" es el "Sí, deseo salvarme", o "Hágase en mí como tú dices". Sí, es nuestro Fiat ese "Amen", y
seguramente esto no va a llamar la atención de
ningún sacerdote porque lo conocen, lo saben. Pero
para nosotros, el común de los laicos, todo esto es
"novedad", es parte importante de la "Buena Nueva".
18) Y esa entrega del alma al Señor y a Su Divina
Voluntad, es la disposición para que Él pueda hacer
maravillas en ella, con todo Su poder y con todas Sus
Gracias, para ayudarnos a corregir el rumbo, para
fortalecernos, para amarnos.
19) Oí la voz de mi Jesús "¡Cuánto amor les tendrá Quien los formó, que para salvarlos debe ocultarse!
Y lo hago de esta manera para evitar que Mi
Majestad los enceguezca, para que Mi Gloria no
ahogue su deseo de Mí, sus sentimientos hacia Mí, y
eso lo hago con todos. No saben lo que es amar así sin ser comprendido, aceptado, correspondido en el
Amor.
20) Desconocen cuán santo es este único Sacramento,
con el cual Me doy a ustedes, cuán incomprendido
es y cuán maltratado.
21) Ese es el por qué de estos libros llamados "Testimonios", porque una gran parte de Mi Iglesia,
que son los laicos, desconoce tantas cosas que para
la otra parte son "comunes y hasta corrientes".
22) Deseo hacer del laico un ser que, teniendo el
conocimiento de los Misterios del Reino, de las
cosas a las que por su naturaleza no ha tenido acceso
o educación, en un encuentro sencillo y amoroso,
por medio de estos escritos eleve su corazón hacia el
encuentro con el Cielo.
23) Di a los hombres que vengan a Mí, que aquí Estoy
Yo, el Omnipotente, el Infinito, que se dejen traer
por Mis Ángeles ante Mi Presencia y que Me basta
un soplo para alejar el polvo que anida en ustedes."
24) En ese momento pude ver, a lo lejos, una persona
que se acercaba hacia la Capilla del Santísimo
Sacramento, pero no iba sola, había cuatro Ángeles,
uno delante, otro detrás y dos a los costados de ella.
Los de los lados y el de atrás estaban rodeados de un
luz plateada y el que caminaba (o más bien se
deslizaba) delante de la persona, iba envuelto en luces
doradas. "Ese es el Ángel Custodio" me aclaró la voz
de Jesús.
25) En ese instante entendí por qué decía que "nos
dejemos llevar ante Su Presencia por los Ángeles".
Son ellos los que nos están invitando
permanentemente a visitar a Jesús Sacramentado, y
cuando escuchamos Sus invitaciones, Ellos mismos
nos acompañan. El porqué son tres más, no lo sé aún.
26) Muchas veces, cuando acabo de recibir a Jesús en la
Santa Comunión, pienso en que no se cómo aún estoy
viva, cómo no me he muerto ante la maravilla de
tener la certeza de que estoy unida de esa manera a
mi Dios y Señor, al Ser que amo por sobre todas las
cosas, a Aquel que me ama con un Amor sin límites,
al punto de perdonarme una y otra vez todas las
ofensas y omisiones de mi vida cotidiana.
27) Entonces sube una oleada de amor que me
envuelve y hace que emerja como de un remolino de
agua fresca y dorada, abrazada a Él, o bailando para Él hasta la superficie en la cual todo está lleno de ese
sentimiento que emana y penetra el corazón al mismo
tiempo. Son los segundos del "Yo te amo con todo mi
ser, gracias Jesús, gracias mi Señor."
28) Es ese desear que nadie te hable, que nadie se
acerque, que nadie diga nada: sólo permanecer unida
a Jesús esperando una palabra Suya, un nuevo gesto,
un suspiro, o un silencio que lo dice todo a gritos…
29) En varias ocasiones, lo único que he repetido en mi
tiempo de adoración ha sido la oración que el Ángel
dio en Fátima a los tres pastorcitos: "Oh Santísima
Trinidad,Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro
profundamente. Yo te ofrezco el preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos
los Tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con que se le ofende. Y por los
méritos infinitos de Su Sacratísimo Corazón, y por el
Corazón Inmaculado de María, yo Te suplico por la
conversión de los pobres pecadores. Amen."
30) En otras oportunidades, cuando me siento tan
cohibida por la Presencia amorosa de Jesús, solo
puedo repetirle que lo amo, que quiero amarlo más,
que quiero ser como Él quiere que yo sea y luego
guardo silencio, notando que me ruborizo como una
adolescente frente al muchacho que la mira
cariñosamente.
31) Cuán grande es constatar que es por Él, por el
amado, por nuestro Jesús, que todas las cosas
subsisten, y que el ir hacia Él, el estar a Su lado, el
unirnos con Él, significa encontrar, ganar, poseer el
Amor de Aquel por Quien existimos nosotros y existe
el Universo entero. Como los santos, deberíamos
desear estar en lugar de los Ángeles, porque los Ángeles permanecen rodeando los Sagrarios.