Friday March 29,2024
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EN ADORACION
Testimonio de Catalina
  



Prólogo

Introducción
Jesús el buen Pastor

Capitulo I
El Trono de Dios

Capitulo II
Por Quiénes Pedir

Capitulo III
La Comunión de los Santos

Capítulo IV
Las Ofensas a nuestro Redentor

Capítulo V
Los Misterios del Reino

Capítulo VI
Dios Quiere Habitarnos

Capítulo VII
"Vengan a mi los Agobiados..."

10»Capítulo VIII
Las Pruebas de su Presencia

11»Capítulo IX
Conocerse para Cambiar

12»Capítulo X
La Misericordia del Señor

13»Capítulo XI
Un Bálsamo y Doce Promesas

14»Capítulo XII
Juan Pablo II - Cerca del Trono

15» Oraciones
del Siervo de Dios:
S.S. Juan Pablo II

 


 

 

3» Capitulo I
El Trono de Dios

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

1) Un día del mes de abril del año 2006, fui una vez
más favorecida por la Gracia del Señor, Quien quiso que comenzaran las enseñanzas sobre lo que hoy compartiré con ustedes, y que tiene que ver con una Hora Santa a la que fui invitada por Jesús, "para que podamos regalarle al mundo un nuevo testimonio... unas lecciones más en la materia de tu
predilección, dentro de la Escuela del Amor, que quiere impartirles este Maestro
" me dijo con dulzura el Señor.

2) A la hora acordada, me dirigí a una Iglesia muy linda cerca de casa, donde existe una capillita pequeña que tiene la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento.

3) Para las personas que no saben de qué se trata –ya sea por vivir en lugares apartados, o por estar ellas alejadas de las prácticas piadosas católicas- la Adoración Perpetua consiste en la exposición permanente del Santísimo Sacramento, de día y de noche, de manera tal que la gente haga turnos de Adoración Eucarística en esos Sagrarios, para que Jesús nunca esté solo. Es una maravillosa práctica que
debería organizarse en toda Parroquia.

4) Al aproximarme a la Capilla, vi que había mucha más luz de la que usualmente hay y hasta pensé, torpemente, que tal vez habría sido mejor iluminar el lugar con menos luz o con una luz más difusa, para crear un ambiente más íntimo del adorador con el Señor.

5) También había música, porque desde antes de llegar a la Iglesia escuché, primero muy de lejos, y conforme me aproximaba, más fuertemente, las voces de muchísimas personas, como de un coro polifónico– compuesto por niños, mujeres y varones- que entonaban canciones con una melodía que me parecía haber escuchado antes.

6) Aquella música era muy especial para mí y todo el cuerpo se me estremeció ante el recuerdo, por una fracción de unos segundos, de otro momento vivido con anterioridad.

7) Las voces se entremezclaban con sonidos de agua que cae como en una cascada, violines, órganos o pianos, arpas y flautas, y unas campanitas que, de cuando en cuando, al cesar unos segundos las voces, tañían con un acorde que se me antojaba como de llamada a Misa, quizás por los recuerdos de mi niñez, en las pequeñas ciudades y pueblitos de mi Patria, donde se escuchaban a distintas horas del día, y
desde distintos lugares, las convocatorias a la Santa Misa.

8) Inmediatamente pensé que sería un reproductor de CD que alguien habría llevado para acompañar con cantos de alabanza su Adoración.

9) Ya casi en la puerta de ingreso a la Capilla, veía como que iba disminuyendo la luz, pero al mismo tiempo el lugar se hacía inexplicablemente más claro… Al momento es difícil explicarlo, pero supongo que luego podré hacerme entender.

10) Al entrar vi a un hombre de mediana edad, de rodillas en un reclinatorio frente a la Custodia que contenía la Divina Hostia. La Luz que salía del Ostensorio bañaba todo el lugar, como si de ella salieran rayos de Luz que se abrían cubriendo todos los lugares de aquel Santo recinto.

11) Me puse de rodillas para saludar al Señor, pero casi en seguida me instruyó que me sentara para contemplar silenciosamente aquello que estaba ocurriendo. Supe que ése sería también otro día especial.

12) Apenas me había arrodillado desapareció el Altar y las paredes que estaban detrás de él, y ante mis ojos se abrió el Cielo, por decirlo de alguna manera, aunque tal vez con lenguaje demasiado terreno...

13) En el lugar del altar había un inmenso trono, no puedo precisar ahora si era dorado o plateado, pero sí sé que estaba lleno de luz, y en él reposaba la hermosa Custodia. El trono tenía muchísimas incrustaciones, como de piedras preciosas enormes, que se iluminaban y relucían como si tuvieran luz propia, es decir, como si la luz saliera de adentro.

14) Agaché la cabeza por un instante, y luego fui levantando la vista. Así pude ver que eran tres asientos unidos los que formaban un mismo trono, y en cada asiento estaba sentado "un Jesús", o sea, el mismo Señor pero como en triplicado –si es que puedo emplear ese término, a fin de hacerme entender- pues eran tres personas exactamente iguales...

15) No había diferencia alguna entre los tres, aparte de la vestimenta: Uno llevaba una hermosa túnica en color blanco, el otro la tenía toda en dorado y el tercero en color rojo. Es difícil describirlo, pero esos eran los tonos que predominaban en las vestiduras, aunque las tres emanaban una resplandeciente luz.

16) Escuché la voz del Señor que me decía: "¿Dónde encontrarán ayuda terrena para describirme a Mí, el Indescriptible? ¿Dónde encontrarán su apoyo ahora que son viadores, para escalar a Mi Alteza? Nunca nadie ni nada podrá alcanzar y explicar toda Mi dulce Esencia de Dios Trino y Uno, nadie comprenderá la infinita Vida que anima todo Mi Ser.

17) Eleven su corazón y su mente a lo alto, porque deseo corregir su torpe visión y darles el encanto del fulgente aspecto aun de uno solo de Nosotros. ¡Oh, lazo glorioso, dulce Hijo que dejas al Padre y entregas al Amor a los hombres descarriados que caminan apesadumbrados en la tierra!

18) Hijos, Criaturas Mías, pobres hombres, que no pueden ir más allá, y puesto que nunca terminará su investigación de Mi conocimiento, siempre estarán felices de descubrir infinitos y deslumbrantes aspectos… Vengan al seno de Mi Divinidad y permanezcan como nuestros invitados eternos.

19) Aprendan más sobre el Divino Amor y dejen de poner resistencia en ustedes y fuera de ustedes, para que Nuestra Paz Infinita pueda ingresar en sus corazones, y traerles la confirmación de que los quiero Conmigo, y con ello manifestarme a ustedes y darles Mi Amor, darles la eterna vida y la santidad infinita de Mi Ser."

20) Quedé sobrecogida, porque hasta ahora me es difícil llegar a pensar que fue el Padre, a través del Verbo en el Espíritu Santo, Quien me habló…

21) A la derecha del trono estaba la Santísima Virgen,
bellísima como nunca, traía las manos unidas en plegaria y el sereno Rostro muy radiante. Llevaba una diadema con piedras preciosas de distintos colores, que más parecían luces de colores, como las del trono.

22) Al lado de la Virgen estaba un hombre muy apuesto y varonil, con barba pequeña y una postura que a la vez que mostraba humildad y serenidad, también denotaba autoridad. Todo aquello irradiaba una dignidad jamás vista... Supe que era San José.

23) Inmediatamente detrás del Trono había algunos hombres, no alcancé a contarlos, y la verdad es que ni se me ocurrió hacerlo. Luego, mucho más atrás, en una especie de desnivel, se veía a centenares de personas, como aquellas que describo en el libro del Testimonio de La Santa Misa. Nuevamente ante mis ojos estaba todo el Cielo. Miles y miles de Ángeles.
¡Eran ellos quienes entonaban los cánticos que había estado escuchando yo al acercarme a la Capilla!

24) Era una música de alabanza que, bien sé, perdurará en mis oídos y en mi espíritu mientras viva, pero que hoy no podría repetir. Y sin embargo, desde aquel día, cada vez que empiezo a alabar al Señor, escucho aquellas voces, que me acompañan todo el tiempo mientras dura mi pobre alabanza.

   


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