¿BUENA SUERTE? ¿MALA SUERTE?
          Una  historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo  para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas.  Cuando los vecinos  del anciano labrador se acercaban para condolerse de él y lamentar  su desgracia, el labrador les replicó: "¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?"
          Una semana después, el caballo volvió  de las montañas trayendo consigo una manada de caballos  salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena  suerte. Éste les respondió: "¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quien sabe?"
          Cuando el hijo del labrador  intentó  domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, que se limitó a decir:  "¿Mala suerte? ¿Buena Suerte?  ¿Quién sabe?
          Unas semanas  más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los  jóvenes  que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo  del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. ¿Había  sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
          Todo lo que a primera vista  parece  un contratiempo puede ser un disfraz del bien.
          Dios está  presente e involucrado  en nuestras vidas, aunque parezca que no nos oye o que nos ha  abandonado.
          Le 24,13-32:  Parece que no está pero nos acompaña.
          Mt 27,46:  Jesús llega a sentirse abandonado.
          Fil 4,19: Tener confianza en la riqueza de la Gloria de Dios.
          Mt 28,20:  Dios no nos abandona.
          1 Pe 3,12:  Sus oídos están atentos.
           
          "¿De  que sirve afanarte tanto
          sí andas  tras lo que es basura,
          cuando la verdadera  hermosura
          no la  procuras ganar?"