Friday April 26,2024
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Reflexiones sobre las últimas palabras de Jesús

  
DEL SINAI AL CALVARIO
Reflexiones Sobre las Últimas Palabras de Jesús.

Testimonio de Catalina
  


»  Prólogo

»  Introducción


LOS MENSAJES:

»  Primera Palabra:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…"

»  Segunda Palabra:
"En verdad te aseguro que hoy mismo estarás Conmigo en el Paraíso"

»  Tercera Palabra:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo… Hijo, ahí tienes a tu Madre…"

»  Cuarta Palabra:
"Tengo Sed…"

»  Quinta Palabra:
"Señor, Señor… ¿Por qué Me Has abandonado…?"

»  Sexta Palabra:
"¡Todo está consumado…!"

»  Séptima Palabra:
"Padre… ¡En Tus manos encomiendo Mi Espíritu…!"



»  Palabras Finales de Catalina

»  Citas Bíblicas Referidas a Jesús

 

» Tercera Palabra:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo… Hijo, ahí tienes a tu Madre…"

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

Mi Señor levantó un poco la cabeza como queriendo liberar Sus ojos de la sangre que entraba en ellos, para mirar una vez más a esos dos seres que tanto había amado y que ahora se quedaban como testimonio Suyo: Su Madre y Juan, el hermano, el amigo, el hijo... quien, tal vez por ser el más joven y el más puro entre los Apóstoles, se identificaba mejor con Jesús.

Precisamente Juan, después escribiría el Evangelio del Amor de Dios y hablaría de María, la Mujer del Génesis: la Madre del Hijo de Dios, la "Llena de Gracia", la perfecta colaboradora, discípula y a la vez educadora de Jesús. María, nuestra amorosa y dulce Madre.

Jesús me dijo en ese instante: "Cuando hablé en la montaña aquel día sobre las Bienaventuranzas, tenía a Mi Madre frente a Mí, escuchando atenta, aprendiendo… -Felices los pobres en el espíritu… Felices los puros de corazón… Felices los humildes y sencillos… Felices los que sufren y lloran…
Felices los que son odiados y perseguidos por mi causa…- Y pensaba en todos los hombres que serían llamados Bienaventurados o Felices, tomando como modelo a María.
"

En ese momento, Ella se acercó más hacia la Cruz donde estaba clavado ese Cuerpo que era carne de Su carne. Sabiendo que quedaba poco tiempo, María le dice interiormente: "¡Hijo Mío y Señor Mío, llévame Contigo…!"

Jesús la miró con una ternura y un dolor inefables. Ahí estaba Ella, la Mujer del Génesis, la Mujer de las Bodas de Caná, la Mujer del Apocalipsis; la Mujer que había sido destinada, elegida, formada para ser Su Madre en la tierra...

Esa mirada de Jesús reclama de todos un respeto profundo y verdadera piedad por quien ahora está viviendo los dolores profetizados por Simeón en el Templo el día de Su Presentación... ¡Una espada está atravesando su alma!

Después de haber tenido la visión de ese momento, el Señor me dijo: "Mi Madre estuvo siempre destinada a ser la Mujer que con Sus sufrimientos Me ayudaría en la redención de los hombres...

Deben saber que aquel día, en la Boda de Caná, cuando le dije que no había llegado aún Mi hora, me refería precisamente a este momento: la hora en la que Me marcharía para que Ella continuase Mi Obra en la Iglesia que nacería de Mi Costado."


"
Quiso el Padre convertirla en Madre del "Fruto" de Su Amor, Yo quise convertirla en Madre del Fruto de Mi Pasión y Mi Cruz: Mi Iglesia. Madre de la Iglesia y Madre de los que creen en Mi Nombre y se hacen Hijos de Dios."

"Esta Mujer, que habiendo dicho Sí a la Voluntad del Padre cuando le fue anunciada Mi Encarnación, que toda Su vida no fue otra cosa que un 'Sí' al Divino Querer, va a convertirse ahora en la primera cosechadora del fruto del grano de trigo
muerto. Y para ello tendrá que ser igual a Mí en Misericordia para con el mundo."

"Ya lo ves, pequeña nada, ahora contemplando este momento puedes comprender con mayor facilidad por qué el sufrimiento humano tiene sentido cuando es sobrellevado por amor, queriendo dar cumplimiento a la Voluntad Divina; y es que el
mayor dolor, por intenso que sea, no mengua la felicidad en el corazón de alguien que se dulcifica con el mayor Amor."

"La verdadera felicidad radica en el amor a Dios y como consecuencia a los hombres. Un amor que es donación generosa, capaz de dar la misma vida por agradar al Padre."

"Ha llegado Su hora y Mi hora: Yo vuelvo al Padre, pero Ella deberá quedarse y suplicar como Yo suplicaba para que no se pierdan los Míos. Debía decirle, debía recordarle que era la Mujer del Génesis, que si bien Nuestros Corazones se estaban
desgarrando de dolor, Yo debía marcharme y Ella quedarse para que se cumpla la sentencia de Dios: "Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje; él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar." (Gen 3,15)

"Di a todos Mis hijos que postren su corazón ante esta meditación, porque es uno de los momentos más culminantes en la historia de la salvación del hombre. Voy a encomendar la humanidad a la queserá 'Medianera' entre el hombre y Yo."

"Ha llegado la hora del Génesis, la hora de completar el milagro iniciado en Caná. Es el momento en el que debo pedirle que adopte a Juan y en él, que adopte por hijos Suyos a todos los hijos de Dios, a todos Mis hermanos. Mi camino se transformó en Su camino, y deberá beber hasta la
última gota del cáliz amargo del sufrimiento: Está entregando a Su Hijo por cumplir la Voluntad Divina y deberá convertirse en Madre de la humanidad; pero luego la humanidad, representada en Mi Iglesia, repetirá Sus laudes y Su gloria resplandecerá cuando el Universo se incline ante la Reina de todas las virtudes."

"Es preciso que nuevamente Su Corazón Inmaculado se abra a la Voluntad Divina y Su obediente Amor sea más fuerte que Su humilde Dolor… Ella debe recordar que es la Mujer de ayer,
de hoy y de mañana: Antiguo Testamento, Evangelio y Apocalipsis…"


"Es preciso que Ella tenga un nuevo parto:"

"Mujer, ahí tienes a tu hijo… Hijo, ahí tienes a tu Madre…"

Nuevamente la Virgen Ha obedecido, Juan se arroja en Sus brazos llorando y Ella, muy agotada por la tristeza, pero digna, Señora como siempre, majestuosa en su sencillez, que no necesita de artificios para mostrar su hermosura… serena y dulcemente abraza a Juan.

Sabe que el parto llegó nuevamente para Ella. Sabe que este parto es muchísimo más doloroso que el otro. En el primero, se le encomendaba al Hijo de Dios, al Santo, a un niño puro como Ella que le traería alegría, sabiduría, risas y bendiciones en cada uno de Sus besos.

En este otro parto se convertirá en Madre de la humanidad entera y muchísimos no sólo no querrán reconocerla, sino que la ofenderán. Otros, por atacar a la Iglesia de Su Hijo, la llamarán "demonio", cuando Ella venga una y otra vez a la
tierra en busca de las ovejas perdidas que ama el Pastor.

En el primer parto, Sus brazos acunaron una hermosa criatura que en Su carne fresca, tierna, recibía los besos dichosos de una joven Mamá. Ahora Sus brazos recibirán a Su Hijo muerto, torturado y ensangrentado por salvar a hombres
miserables, que por culpa de sus pecados lo dejan así, irreconocible, como un día había sido profetizado por Isaías.

Sabiendo todo esto y viendo a Su Hijo en ese estado, moribundo, oyéndolo… obedece y consiente en adoptar como hijos suyos a todos los hombres, también a los malhechores, a las prostitutas, a los ateos, a los asesinos, a los ladrones, a los mentirosos, a los que sucesivamente y por todo el tiempo que dure la vida en la tierra, irán ofendiendo, combatiendo y negando a Dios.

Nos recibe a los de ese y a los de este tiempo, y con ello viene el parto: Acaba de dar a luz a la Iglesia de Su Hijo. Así como un día el Espíritu Santo depositó en Sus purísimas entrañas al Verbo para traer la salvación al mundo, hoy el Hijo deposita en Su Corazón Inmaculado a la humanidad, para
que en Ese Recinto sagrado pueda hallar refugio el pecador que quiere salvarse
.

No, no es fácil lo que le encarga el Señor y Ella lo sabe porque Dios la colmó de dones; pero además, le regaló el Don de ser la "Omnipotencia Suplicante". Ese don que consiste en la súplica permanente fue, y aún es hoy, la llave secreta para abrir el Corazón de Jesús.

El Señor me dijo: "Ella sabía que tendría que suplicar por cada uno de ustedes y deberían aprender de María… De niño Yo seguía Sus pasos, para que después Ella siguiera los Míos. Fue tan íntima Nuestra unión, tan perfecta, que sentía
todos Mis sentimientos y conocía todos Mis pensamientos, porque en Mi Santo Espíritu, del cual estaba llena, todo le era conocido. Así es como Ella estaba en Dios y Dios estaba en Ella. Por eso Su vida era silenciosa y orante."

"El hombre de hoy, cuando encuentra dificultades en la vida, reflexiona, vacila o discute, en lugar de rogar. Muchas veces el demasiado reflexionar sobre los problemas es una huída a lo imaginario, mientras que la verdadera oración es siempre el retorno a lo real."

"Cuando Mi Madre se encontraba en una situación difícil, no se ponía a reflexionar y a planificar, sino que oraba. Por eso podía donarse en una forma total, porque súplica y donación están íntimamente unidas."

"La súplica de María tiene el valor del regalo que Dios espera de ella: es el mayor regalo, la manera más perfecta de darse. La súplica no es verdadera, no es pura, deja de ser cristiana, si no es una manera de darse.
"

Contemplo nuevamente a Jesús y me viene a la memoria el Salmo 22, 16-17, que dice: "Seco está como un tejón mi paladar, mi lengua está pegada a las fauces, y me has echado al polvo de la muerte. Me rodean como perros, me cerca una turba de malvados, han taladrado mis manos y mis pies…"

Qué madre, frente a algo tan atroz como el ver a Su Hijo crucificado, habría podido soportar tal sufrimiento? Contemplé a la Virgen y sentí tanta piedad que el amor por Ella iba creciendo en intensidad, en respeto, en admiración. Pensé que Su espíritu, a pesar de tanto dolor, albergaría la
esperanza en la Omnipotencia Divina, pero Su humanidad sufría profundamente esa enorme prueba.

Recordé una meditación del Vía Crucis que recita una parte del Cantar de los Cantares: "Buscaba al amor de mi alma, lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma. Lo busqué y no lo encontré... Me encontraron los centinelas, que andaban de ronda por la ciudad. ¿Han visto a mi amado? Apenas los había dejado cuando encontré al amor de mi alma."

Recordé también al Profeta Jeremías que dice: "... Ustedes que pasan por el camino, miren, fíjense bien si hay dolor semejante al dolor con el que el Señor me ha herido..."

Años atrás Jesús, al revelarme lo que sucede durante la Celebración de la Eucaristía, había dicho que ninguna Madre alimentó nunca a su hijo con su carne y que El sí había llegado hasta ese extremo del Amor dándonos como alimento Su Cuerpo y Su Sangre.

Ahora, al contemplar ese Cuerpo del cual colgaban lonjas de piel y carne, apreciaba exactamente lo que quiso decirnos, y mi corazón se sintió tan culpable, que pedía dejar de latir en ese momento para no sufrir lo que estaba yo sufriendo. ¡Imaginemos lo que estaría sintiendo en ese momento la Santísima Virgen!

Hoy, cuando comprobamos cuánto se ha degradado la mujer, pisoteando su pudor, para entregarse desvergonzadamente a la mirada sucia de tantos hombres...

Cuando vemos a todas esas jóvenes que se vanaglorian de exhibirse en fotografías desnudas porque están orgullosas de que sus cuerpos, a veces perfectos en belleza, hayan sido elegidos para mostrarse cual barata mercancía, o como si fuera carne fresca colgada de ganchos en los mercados…
¿Es que no se nos ocurre pensar, ni queremos creerlo, que ese cuerpo es TEMPLO Y MORADA DEL ESPÍRITU SANTO...?

Nuestro amor debería admirar más la pureza de María. No debería ser tal o cual modelo la que inspire a nuestras hijas, porque la carne es carroña que se pudre y la belleza más grande se envejece para acabar convertida en polvo.

Todas las mujeres deberíamos tener como modelo a María, imitar Su pureza, Sus delicados y auténticos movimientos realizados siempre con aquella femineidad y sobriedad que da mayor Gloria a la Creación de Dios y no entristece al Espíritu Santo.

Y es que lamentablemente muchas mujeres, al convertirse en entes que se mueven por el mero instinto y el puro afán de seducción, con ademanes que de tan exagerados resultan groseros, terminan por atentar contra la misma estética que
supuestamente buscan.

No podemos convertirnos en piedras de tropiezo, pues un día deberemos rendir cuentas a Dios por cada uno de los hombres que a causa de nuestro impudor pecaron, ya que no es tan culpable aquel que peca mirando como aquella que se descubre
incitando al pecado.

Que Dios se apiade de nosotras, las mujeres que no tuvimos el interés de reconocer a María, la Llena de Gracia, como un posible modelo a imitar.

"¡Oh!, ustedes, por quienes He dado Mi vida, Tienen ahora una Madre a la que pueden recurrir en todas sus necesidades. Los He unido a todos con los más estrechos lazos, al darles a Mi propia Madre."

   


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