Friday April 19,2024
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Reflexiones sobre las últimas palabras de Jesús

  
DEL SINAI AL CALVARIO
Reflexiones Sobre las Últimas Palabras de Jesús.

Testimonio de Catalina
  


»  Prólogo

»  Introducción


LOS MENSAJES:

»  Primera Palabra:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…"

»  Segunda Palabra:
"En verdad te aseguro que hoy mismo estarás Conmigo en el Paraíso"

»  Tercera Palabra:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo… Hijo, ahí tienes a tu Madre…"

»  Cuarta Palabra:
"Tengo Sed…"

»  Quinta Palabra:
"Señor, Señor… ¿Por qué Me Has abandonado…?"

»  Sexta Palabra:
"¡Todo está consumado…!"

»  Séptima Palabra:
"Padre… ¡En Tus manos encomiendo Mi Espíritu…!"



»  Palabras Finales de Catalina

»  Citas Bíblicas Referidas a Jesús

 

» Segunda Palabra:
"En verdad te aseguro que hoy mismo estarás Conmigo
en el Paraíso"

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

Jesús estaba solo y en ese momento encontraba en Dimas todo el amor que habría querido encontrar en Sus Apóstoles. Aquel hombre hasta se había atrevido a defenderlo, mientras los otros, los que Él amaba, excepto Juan, cobardemente habían huido para no comprometerse y caer junto a Él.

Tal parecía que los suyos, en más de 2 años no habían sido capaces de creer verdaderamente en Sus Palabras, de lo contrario estarían allá, junto a Él.

Este hombre, Dimas, en unos minutos había creído en Su parte Divina, con oír de sus labios unas palabras, una súplica al Padre; había descubierto la Verdad y el Camino hacia la Vida

Estaba viendo a Jesús agonizar, con la Paz de los que no tienen nada qué temer, con la Esperanza de los que saben que hay algo en qué esperar. Dimas quiso creer en ese "algo" porque estaba frente a la Esperanza misma.

Con mucho cansancio por el esfuerzo y por el dolor, pero con la emoción de haber visto la Luz, pronunció las palabras que lo llevarían a la santidad: "¡Jesús, acuérdate de mí cuando estés en Tu Reino…!"

Esas palabras equivalen a las que hoy decimos en el confesionario "Padre, perdóneme, porque he pecado".

La noche anterior, mientras Jesús sufría el principio de Su Pasión para salvar a pecadores como cada uno de nosotros y como Dimas, el "buen ladrón" no sospechaba siquiera que saldría de su prisión insultado, escupido, repudiado, en calidad de "un maldito más", para encontrarse con la Fuente del Amor Misericordioso. Ignoraba que al atardecer llegaría al Palacio del Rey de Reyes, del brazo del Príncipe de la Paz.

Y Jesús miró en ese malhechor al amigo. Porque amigo es aquel que confía en uno, que le entrega su confianza sin temores. Amigo es aquel que se apiada de ti en tus momentos de sufrimiento, no aquel que añade sal a tus heridas…

Amigo es el que quiere permanecer a tu lado y llegar contigo hasta el final, sin escuchar los gritos de los condenados, de los que acusan, injurian, insultan y quieren verte morir de la forma más terrible, porque su corazón está lleno de crueldad.

Esa mirada de Jesús reemplazó el abrazo que ansiaba darle, así como hoy abraza a todo aquel que le confía y consagra su alma. En medio de Sus lágrimas y espasmos, sonrió y con una voz llena de ternura prometió:

"En verdad te aseguro que hoy mismo estarás Conmigo en el Paraíso"

Una vez más, Jesús tendiendo Sus brazos amantes al pecador; ensalzando aún por encima de los justos al que se arrepiente y humilla. En efecto, no va a ser el más santo de los que hasta ese día murieron quien entre primero en la Gloria.

Ni siquiera van a ser los Profetas y Mártires quienes ocasionen la "fiesta en el Cielo." Es un ladrón, un asesino tal vez, un hombre repudiado por la sociedad… el primer Santo canonizado en vida y por el mismo Jesús: "San Dimas".

Dicen que los polos opuestos se atraen: La pobreza cautiva al Señor, la miseria lo atrae, el pecador es Su gran desafío. Por eso se abajó hasta nuestra condición humana, para que unidos a Él nos liberásemos de toda atadura. Por eso, nuevamente se encuentran las dos orillas: de un lado las manos vacías del hombre y del otro, el Amor Infinito de
Dios. Dos orillas tan sólo unidas por dos sentimientos, por dos actitudes: la humildad y la Misericordia, que juntas construyen siempre el puente de la salvación.

¡Dichoso tú, Dimas, que fuiste merecedor de la primera gota salvífica de la Sangre del Redentor, tan sólo por la fuerza de tu Fe y Su infinita Misericordia! Feliz tú, hermano mío, que no ocasionaste a Jesús la decepción que le proporcionan hoy muchos de aquellos que deberían reconocer Su voz y amarlo más.

Bienaventurado tú, Buen Ladrón, que fuiste capaz de olvidar tus sufrimientos, para compadecerte de otros.

Por eso mereciste la Gracia de que Dios mismo te diera la absolución, transformando tu pecado en hoguera resplandeciente del Amor Divino: porque fuiste valiente aún para dar una enseñanza a tu compañero Gestas y por tanto, desde tu cruz, estabas evangelizando, a ejemplo de Aquel a quien acababas de conocer.

Así pues Dimas estaba dando a su compañero, todo su patrimonio a la hora de la muerte; le ofrecía todo cuanto poseía: fe, una fe nueva pero firme; la esperanza en la Misericordia del Señor para obtener la vida eterna y la caridad, al invitarle a compadecerse con el Sufriente.

Ahora me pregunto y pregunto a todos mis hermanos: ¿Y nosotros, qué somos capaces de dar por este Amor que se entrega para salvarnos? ¿Tal vez lo que nos sobra...?

Y nos sentimos "generosos" cuando damos algunos alimentos o vestuario u otro tipo de ayuda material a quienes más la necesitan, pero... ¿Cuántas veces estamos conscientes de que es obligación nuestra el dar a nuestros hermanos algo más que pan y ropa? No me cabe la menor duda, estas cosas son
necesarias y mucho más en tiempos de carestía, de hambre o de dificultades, pero tendremos que tener presente que "no sólo de pan vive el hombre…"

Y si estamos conscientes de que las riquezas materiales, o el tener mucho qué comer y beber, no producen la felicidad verdadera en el hombre; que existe una permanente insatisfacción en los que viven en la lujuria, en la avaricia y otras concupiscencias de la carne...

Si aprendimos que la fama y los honores no nos conducirán a la verdadera felicidad, porque son glorias efímeras, transitorias... Si comprobamos que no es imprescindible ni la salud del cuerpo, ni la risa grosera y el bullicio, ni
las amistades únicamente mundanas, para vivir feliz de verdad….

¿Por qué no estamos llevando a Dios a nuestros hermanos, por qué no les estamos llevando Su Palabra, el Amor que hemos conocido, la Fe que nos hace testigos? ¡No nos damos cuenta de la gravedad de nuestra omisión!

Dios ama a quien da con alegría. Dios cubre nuestras necesidades. Cuando damos con felicidad, con alegría, nuestra fe y nuestro amor, entonces estamos llenos, como un granero inmenso del cual otros podrán venir a recoger buen grano para llevarlo, a su vez, a los más necesitados.

Durante uno de los encuentros que tuvimos en estos días, al llegar a este punto Jesús me dijo: "El núcleo de Mi Mensaje fue esa felicidad de la que Yo gozaba y que era fruto del Amor y la entrega a Mi Padre y a ustedes, los hombres. Todo lo que dije e hice, fue para que de Mi profunda alegría se
contagiasen también los demás; para que el gozo de Mis discípulos fuese verdadero y llegase también a su plenitud, como el Mío."

"Hija Mía –continuó el Señor- esta dura lucha que Estoy viviendo, con la carne lastimada que clama sus derechos, con las tinieblas que se ciernen a Mi alrededor y lejos de aquellos por quienes doy la vida, hacen que sienta una angustia de muerte, llevando en Mi Ser todo el Amor que siento por las criaturas que esperan redención. La angustia y la pena añaden dolor a Mi Cuerpo, cada vez más debilitado por toda esta sangre que se escurre por Mi piel a consecuencia de esta durísima prueba."

"Felices de ustedes, los que aceptan compartir Mis dolores y Mis amores; dichosos quienes aceptan voluntariamente esta comunión con Mis sentimientos más hondos, este compenetrarse con Mis deseos de entrega más profundos; este vivir Mi
misma condición de crucificado en la extraordinaria lección que no se acaba nunca."

   


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