COMPARTIR 
            
            En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa, para contarnos el caso de una familia hindú de ocho hijos. 
            No habían comido desde hacía ya  varios días. Nos pedía que hiciéramos algo  por ellos. 
            De  modo que tomé algo de arroz y me fui a  verlos. Vi cómo brillaban los ojos de los niños  a causa del hambre. 
            
            La  madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y salió. 
            Cuando  regresó le pregunté qué había hecho con  una de las  dos raciones de arroz. Me
            respondió: 
            
            - Ellos también  tienen hambre. Sabía que los vecinos de la puerta de al lado, musulmanes, tenían hambre. 
            Quedé más sorprendida de su preocupación  por los demás que por la acción en sí misma. En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad, no pensamos en los demás. Por el  contrario, esta mujer maravillosa, débil, pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de amar y  de dar a los demás. Tenía el valor de compartir. 
            
            Frecuentemente  me preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Yo respondo: "Cuando aprendamos a compartir". 
            Cuánto más tenemos, menos damos. Cuánto menos  tenemos, más podemos dar.