Capítulo 1
1.2» El consuelo del Señor
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
Inexplicablemente, comencé a sentir una profunda
paz y un gozo interior tan inmenso que hasta tenía
ganas de cantar y reír. Me asusté de mi reacción y
pedí que el Señor me orientara sobre lo que sucedía
conmigo.
2) Entonces Él me dijo:
3) - ¡Mírame!
4) Contemplé el crucifijo al lado de mi cama; éste
comenzó a iluminarse y el Señor continuó:
5) - Nuevamente te digo: ¿No me ves con los brazos
abiertos en cruz frente a ti?... Tu padre y tu hermano
ya están junto a Mí... Conmigo, porque mi
Misericordia los cubrió. Ese es tu gozo, él ya está salvo.
6) Más tarde, durante la cena, comentábamos la
muerte de mi hermano y el Señor nos dictó una cita
bíblica: Hechos 7, 55-56 , que dice así: "pero él, lleno del
Espíritu Santo, fijó sus ojos en el cielo, vio la gloria de Dios
y a Jesús a su derecha y declaró: "veo los cielos abiertos y al
Hijo del Hombre a la derecha de Dios".
7) Leyendo esta cita me quedé más reconfortada
todavía. Mi director espiritual celebró la Misa por él
esa noche. Yo le había pedido al Señor saber cómo
estaba el alma de mi hermano, que me permitiera
sentir algo, y Él, en su infinita Misericordia, me
permitió internamente escuchar la voz de mi
hermano que me decía que estaba muy feliz. Tenía
una alegría y un entusiasmo inusitados.
8) Al día siguiente, el domingo 8, preparándome para
viajar a su sepelio, alistaba mi equipaje y empezó a
dolerme el brazo izquierdo y el pecho. Hablé con mi
familia en Bolivia, y ellos me aconsejaron que no
fuera, pues en ese estado mi salud podría empeorar.
A pesar de esto, yo tenía el profundo deseo de estar a
su lado, ya que él había sido como mi hijo, era seis
años menor que yo y me llamaba "mamita".
9) Como usualmente hago, decidí ponerlo todo en
manos del Señor, pidiendo que Él me guiara. Ingresé a la habitación de mi madre para que me bendijera
antes de viajar, diciendo que tenía que ausentarme al
exterior, pero ella se puso a llorar como nunca y me
pidió que no viajara; que ella me quería mucho y me
necesitaba.
Entendí entonces que era Voluntad del
Señor que yo no viajara. Mi hijo iría en mi nombre, mi
hija ya estaba ocupándose de la situación y mi esposo
preparaba el lugar para el velatorio. La decisión me
fue muy penosa, pero tuve que optar por permanecer
al lado de mi mamá, para pasar junto a ella los que
serían sus últimos días.