Thursday March 28,2024
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Providencia Divina

  
PROVIDENCIA DIVINA
Una Visión Distinta Acerca
de la Muerte
Testimonio de Catalina
  



»  La Recomendación del Arzobispo Emérito de Cochabamba

Introducción

PRIMERA PARTE:
La Muerte, Dolor y Esperanza

Capítulo 1

1.1 »  El Amor toca a mi puerta

1.2 »  El Consuelo del Señor

Capítulo 2

2.1 »  Conversión, Dulce obsequio de Dios

2.2 »  Nunca estás sola

2.3 »  La asistencia de María, nuestra Madre

Capítulo 3

3.1 »  Enfermedad, sufrimiento y alivio

3.2 »  La preparación del Espíritu

3.3 »  Jesús, Presencia Siempre Viva

3.4 »  Primero la voluntad de Dios

Capítulo 4

4.1 »  El día del Sagrado Corazón: la hora del adiós

4.2 »  ¡Tengo que irme, déjenme ir!

Capítulo 5

5.1 »  Su herencia: Caridad, humildad, valor

5.2 »  El espíritu vuela hacia Dios

5.3 »  Dolor y misericordia

Capítulo 6

6.1 »  Confesión, muerte y transformación

6.2 »  El tierno abrazo de la Madre

Capítulo 7

7.1 »  Una llamada urgente: la asistencia al moribundo

SEGUNDA PARTE:
El Sacramento de la Reconciliación

Capítulo 8

8.1 »  Tú que quitas los pecados del mundo...

Capítulo 9

9.1 »  El delicado momento de la Reconciliación

9.2 »  El don otorgado al Sacerdote


»  Una breve reflexión al concluir

 

Capítulo 3
3.1» Enfermedad, sufrimiento y alivio

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

1) El 21 por la noche mi mamá empezó a tener dolores muy fuertes. Pasamos la noche, junto a la enfermera, sin descanso alguno. Yo me sentía tremendamente afectada al ver sus sufrimientos; le pedía al Señor que me concediera a mí sufrir esos dolores para aliviarla, pero entendía que debía
padecerlos por sí misma para purificarse. Lo único que ella repetía, junto con las quejas por su dolor, era la frase: "¡Madre mía, Madre mía!".

2) El día domingo (22) sufrió mucho y estuvo quejándose permanentemente. Estando yo en la iglesia me dirigí al Señor y rezándole delante de su crucifijo le dije más o menos esto: "Señor, desde la Cruz Tú te apiadaste del dolor de Tu Madre. Pero creo que no la has visto como yo veo sufrir a la mía. En un '¡ay!' permanente. Te suplico, Jesús... que ella
viva según Tu Voluntad, el tiempo que Tú quieras, pero que no tenga tanto dolor. Apiádate de sus sufrimientos porque cada dolor de ella es como una espada que atraviesa mi corazón". (Se lo pedí llorando).

3) El médico le había recetado un calmante en gotas. Cuando volví a casa se las di, pero sé que no fueron las gotas sino el Señor Quien le quitó el dolor. Me concedió lo que le había pedido en oración. Los dolores pasaron casi inmediatamente y del todo. No volvió a quejarse más hasta que murió.

4) El mismo médico estaba sorprendido con lo que había sucedido, pues él sabía que el medicamento no tendría un efecto tan inmediato, tan intenso y prolongado.

   


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