Thursday April 25,2024
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Providencia Divina

  
PROVIDENCIA DIVINA
Una Visión Distinta Acerca
de la Muerte
Testimonio de Catalina
  



»  La Recomendación del Arzobispo Emérito de Cochabamba

Introducción

PRIMERA PARTE:
La Muerte, Dolor y Esperanza

Capítulo 1

1.1 »  El Amor toca a mi puerta

1.2 »  El Consuelo del Señor

Capítulo 2

2.1 »  Conversión, Dulce obsequio de Dios

2.2 »  Nunca estás sola

2.3 »  La asistencia de María, nuestra Madre

Capítulo 3

3.1 »  Enfermedad, sufrimiento y alivio

3.2 »  La preparación del Espíritu

3.3 »  Jesús, Presencia Siempre Viva

3.4 »  Primero la voluntad de Dios

Capítulo 4

4.1 »  El día del Sagrado Corazón: la hora del adiós

4.2 »  ¡Tengo que irme, déjenme ir!

Capítulo 5

5.1 »  Su herencia: Caridad, humildad, valor

5.2 »  El espíritu vuela hacia Dios

5.3 »  Dolor y misericordia

Capítulo 6

6.1 »  Confesión, muerte y transformación

6.2 »  El tierno abrazo de la Madre

Capítulo 7

7.1 »  Una llamada urgente: la asistencia al moribundo

SEGUNDA PARTE:
El Sacramento de la Reconciliación

Capítulo 8

8.1 »  Tú que quitas los pecados del mundo...

Capítulo 9

9.1 »  El delicado momento de la Reconciliación

9.2 »  El don otorgado al Sacerdote


»  Una breve reflexión al concluir

 

Capítulo 4
4.1» El día del Sagrado Corazón: la hora del adiós

Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org  

1) En los primeros minutos del 27, día del Sagrado Corazón de Jesús, como a las doce y diez de la noche entré a rezar y vino el siguiente diálogo. Jesús me dijo:

2) - ¡Ámame!

3) - ¿En quién quieres que te ame hoy, Señor?

4) - En los que te hacen daño.

5) - Entonces sí que voy a tener que amar a muchos.

6) - No tantos como los que me dañan a Mí y Yo los
amo.

7) Sentí una gran dulzura, pensé en todas las personas que me habían herido y lastimado. Sentí solo amor, tenía todo el deseo de expresarlo y decírselo a todos ellos. Seguramente ese inmenso amor, es el Amor que el Jesús siente por todos nosotros. Le dije al Señor:

8) - Quería ser la primera persona en besar hoy tu Sagrado Corazón.

9) - Dieron las doce cuando Mi Corazón besaba el tuyo. Recuerda durante este día que Yo te sostengo.

10) En la mañana, durante mi oración le dije al Señor que si yo tuviera que escoger un día para que se llevara a mi mamá sería el día del Sagrado Corazón, o sea, ese día. Luego le expresé algo así: "si tú estuvieras en mi lugar, Tú también habrías elegido este día para que Tu Mamá se fuera al cielo. Hoy te la entrego con todo mi amor".

11) A las dos y cuarenta y cinco de la tarde, más o menos, mi madre se descompuso. Se le reventó una vena en el esófago y empezó su agonía. A diferencia de los días anteriores, este día amaneció lúcida como para decir todo lo que debía. Corrimos a auxiliarla y ella nos tranquilizaba. Pidió que rezáramos la Coronilla a la Divina Misericordia. Ella repetía las oraciones entre espasmos en los que perdía mucha
sangre, pero estaba completamente consciente... Y así empezó a mezclarse el dolor con el gozo, el miedo con la confianza, la impotencia con la esperanza y el amor... en un clima de recogida oración y canto.

12) Mi director espiritual tenía que celebrar la Santa Misa en una Parroquia, así es que antes de que se fuera le pedí que le suministrara una vez más la Unción de los enfermos. Ella comulgaba todos los días, pues se iba preparando para este momento importante. Pidió la bendición del sacerdote y le dijo: "Padre, acuérdese siempre de mí y no me olvide en
sus oraciones..."

13) La experiencia que vivimos en casa habrá de ser inolvidable para todos los que estábamos con mi mamá. Pudimos experimentar el amor de Dios vivo y presente en una mujer tan debilitada y frágil.

14) Durante la enfermedad atendió a mi madre un médico para quien sólo tengo palabras de gratitud, porque no sólo es uno de los mejores especialistas que conocimos, sino que vive su fe católica y ofrece un valioso testimonio de vida desde el ejercicio de su profesión. El doctor había viajado a un Congreso, por lo que llamamos a su reemplazante, pero éste
lamentablemente no tuvo la misma actitud, por lo que tuve que acudir al Señor en cada momento para que Él nos guiara.

15) Me parece muy importante sugerir ahora a todos que en circunstancias difíciles se busque un médico católico practicante, sensible al sufrimiento de la familia que acompaña a un enfermo terminal. Los médicos deben comprender que los pacientes son seres humanos y que no necesitan sólo una receta, sino también la cercanía, la seguridad, la estima y confianza; el amor que una profesión de este tipo
requiere.

16) Comprendiendo que había llegado el final pensé que deberíamos despedirla como corresponde a los que viven y mueren en la gracia de Dios. Volvimos a orar, poniendo una música de alabanzas como fondo. Ella podía escuchar algunos Salmos, cantos religiosos y el mismo Rosario. En medio de su sufrimiento, parecía encantada con lo que escuchaba.

17) Veía el dolor de mi hermano Eduardo y me lastimaba mucho más porque es una persona muy sensible. En determinado momento, pedí a mi madre su bendición y lo hizo con cada uno de nosotros.

18) En cierto momento, como a las seis y media de la tarde, dijo que ya tenía que irse con "ellos" y hacía ademán de levantarse. Le respondí que esperase un poco, que se calmara. Me miraba con las pupilas dilatadas y me decía "¡ya, ya!..." Al principio no le entendía pero luego de dos o tres veces que lo hizo me di cuenta de que quería rezar la jaculatoria de la Corona de la Misericordia y decía "Santo Dios, Madre mía, Madre mía." Entonces la invitábamos a repetir: "Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal... ten
piedad de nosotros", "Jesús, José y María salvad almas y salvad el alma mía", "Señor en Tus Manos encomiendo mi espíritu", y ella lo repetía varias veces.

19) Daba la impresión de que su alma quería salir del cuerpo, pero ella quería irse en alma y en cuerpo a la vez, con un entusiasmo que verdaderamente nos sorprendía.

20) Empezó de nuevo a sangrar por la nariz y la boca. La recostamos.

21) En cierto momento llamó a la joven que ayuda en casa, que la había cuidado por cerca de cuatro años y le dijo: "Doris, te encargo a mi hija, a mis hijos". Luego me dijo a mí, "Ahora vas a ser mamá de tus hermanos, así como has sido mi mamá"... Al final, despidiéndose dirigió unas palabras a cada uno.

   


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