41-50» Vive la Santa Misa
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
41) -"¿Te llama la atención verme un poco más atrás
de Monseñor, verdad?. Así debe ser... Con todo lo que
Me ama Mi Hijo, no Me Ha dado la dignidad que da
a un sacerdote de poder traerlo entre Mis manos
diariamente, como lo hacen las manos sacerdotales.
Por ello siento tan profundo respeto por un
sacerdote y por todo el milagro que Dios realiza a
través suyo, que me obliga a arrodillarme aquí."
42) ¡Dios mío, cuánta dignidad, cuánta gracia derrama el
Señor sobre las almas sacerdotales y ni nosotros, ni tal vez
muchos de ellos estamos concientes!
43) Delante del altar, empezaron a salir unas sombras de
personas en color gris que levantaban las manos hacia
arriba. Dijo la Virgen Santísima: -"Son las almas
benditas del Purgatorio que están a la espera de las
oraciones de ustedes para refrescarse. No dejen de
rezar por ellas. Piden por ustedes, pero no pueden
pedir por ellas mismas, son ustedes quienes tienen
que pedir por ellas para ayudarlas a salir para
encontrarse con Dios y gozar de Él eternamente."
44) -"Ya lo ves, aquí Estoy todo el tiempo... La gente
hace peregrinaciones y busca los lugares de Mis
apariciones, y está bien por todas las gracias que
allá se reciben, pero en ninguna aparición, en
ninguna parte Estoy más tiempo presente que en la
Santa Misa. Al pie del Altar donde se celebra la
Eucaristía, siempre Me van a encontrar; al pie del
Sagrario permanezco Yo con los Ángeles, porque
Estoy siempre con Él."
45) Ver ese rostro hermoso de la Madre en aquel momento
del "Santo", al igual que todos ellos, con el rostro
resplandeciente, con las manos juntas en espera de aquel
milagro que se repite continuamente, era estar en el mismo
cielo. Y pensar que hay gente, habemos personas que
podemos estar en ese momento distraídas,
hablando... Con dolor lo digo, muchos varones más
que mujeres, que de pie cruzan los brazos, como
rindiéndole un homenaje de pie al Señor, de igual a
igual.
46) Dijo la Virgen: "Dile al ser humano, que nunca un
hombre es más hombre que cuando dobla las rodillas
ante Dios."
47) El celebrante dijo las palabras de la "Consagración".
Era una persona de estatura normal, pero de pronto
empezó a crecer, a volverse lleno de luz, una luz
sobrenatural entre blanca y dorada lo envolvía y se hacía
muy fuerte en la parte del rostro, de modo que no podía
ver sus rasgos. Cuando levantaba la forma vi sus manos y
tenían unas marcas en el dorso de las cuales salía mucha
luz. ¡Era Jesús!... Era Él que con Su Cuerpo envolvía el
del celebrante como si rodeara amorosamente las manos
del señor Arzobispo. En ese momento la Hostia comenzó a
crecer y crecer enorme y en ella, el Rostro maravilloso de
Jesús mirando hacia Su pueblo.
48) Por instinto quise bajar la cabeza y dijo nuestra Señora: "No agaches la mirada, levanta la vista,
contémplalo, cruza tu mirada con la Suya y repite la
oración de Fátima: Señor, yo creo, adoro, espero y Te
amo, Te pido perdón por aquellos que no creen, no
adoran, no esperan y no Te aman. Perdón y
Misericordia... Ahora dile cuánto lo amas, rinde tu
homenaje al Rey de Reyes."
49) Se lo dije, parecía que sólo a mí me miraba desde la
enorme Hostia, pero supe que así contemplaba a cada
persona, lleno de amor... Luego bajé la cabeza hasta tener
la frente en el suelo, como hacían todos los Ángeles y
bienaventurados del Cielo. Por fracción de un segundo tal
vez, pensé qué era aquello que Jesús tomaba el cuerpo del
celebrante y al mismo tiempo estaba en la Hostia que al
bajarla el celebrante se volvía nuevamente pequeña. Tenía
yo las mejillas llenas de lágrimas, no podía salir de mi
asombro.
50) Inmediatamente Monseñor dijo las palabras
consagratorias del vino y junto a sus palabras, empezaron
unos relámpagos en el cielo y en el fondo. No había techo
de la Iglesia ni paredes, estaba todo oscuro solamente
aquella luz brillante en el Altar.