31-40» Vive la Santa Misa
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
31) "Ofrezcan en este momento..., ofrezcan sus penas,
sus dolores, sus ilusiones, sus tristezas, sus alegrías,
sus peticiones. Recuerden que la Misa tiene un valor
infinito por lo tanto, sean generosos en ofrecer y en
pedir."
32) Detrás de los primeros Ángeles venían otros que no
tenían nada en las manos, las llevaban vacías. Dijo la
Virgen: -"Son los Ángeles de las personas que
estando aquí, no ofrecen nunca nada, que no tienen
interés en vivir cada momento litúrgico de la Misa y
no tienen ofrecimientos que llevar ante el Altar del
Señor."
33) En último lugar iban otros Ángeles que estaban medio
tristones, con las manos juntas en oración pero con la
mirada baja. -"Son los Ángeles de la Guarda de las
personas que estando aquí, no están, es decir de las
personas que han venido forzadas, que han venido
por compromiso, pero sin ningún deseo de participar
de la Santa Misa y los Ángeles van tristes porque no
tienen qué llevar ante el Altar, salvo sus propias
oraciones."
34) "No entristezcan a su Ángel de la Guarda... Pidan
mucho, pidan por la conversión de los pecadores, por
la paz del mundo, por sus familiares, sus vecinos,
por quienes se encomiendan a sus oraciones. Pidan,
pidan mucho, pero no sólo por ustedes, sino por los
demás."
35) "Recuerden que el ofrecimiento que más agrada al
Señor es cuando se ofrecen ustedes mismos como
holocausto, para que Jesús, al bajar, los transforme
por Sus propios méritos. ¿Qué tienen que ofrecer al
Padre por sí mismos? La nada y el pecado, pero al
ofrecerse unidos a los méritos de Jesús, aquel
ofrecimiento es grato al Padre."
36) Aquel espectáculo, aquella procesión era tan hermosa
que difícilmente podría compararse a otra. Todas aquellas
criaturas celestiales haciendo una reverencia ante el Altar,
unas dejando su ofrenda en el suelo, otras postrándose de
rodillas con la frente casi en el suelo y luego que llegaban
allá desaparecían a mi vista.
37) Llegó el momento final del Prefacio y cuando la
asamblea decía: "Santo, Santo, Santo" de pronto, todo
lo que estaba detrás de los celebrantes desapareció. Del
lado izquierdo del señor Arzobispo hacia atrás en forma
diagonal aparecieron miles de Ángeles, pequeños, Ángeles
grandes, Ángeles con alas inmensas, Ángeles con alas
pequeñas, Ángeles sin alas, como los anteriores; todos
vestidos con unas túnicas como las albas blancas de los
sacerdotes o los monaguillos.
38) Todos se arrodillaban con las manos unidas en oración
y en reverencia inclinaban la cabeza. Se escuchaba una
música preciosa, como si fueran muchísimos coros con
distintas voces y todos decían al unísono junto con el
pueblo: Santo, Santo, Santo…
39) Había llegado el momento de la Consagración, el
momento del más maravilloso de los Milagros... Del lado
derecho del Arzobispo hacia atrás en forma también
diagonal, una multitud de personas, iban vestidas con la
misma túnica pero en colores pastel: rosa, verde, celeste,
lila, amarillo; en fin, de distintos colores muy suaves. Sus
rostros también eran brillantes, llenos de gozo, parecían
tener todos la misma edad. Se podía apreciar (y no puedo
decirlo por qué) que había gente de distintas edades, pero
todos parecían igual en las caras, sin arrugas, felices.
Todos se arrodillaban también ante el canto de "Santo,
Santo, Santo, es el Señor..."
40) Dijo nuestra Señora: -"Son todos los Santos y
Bienaventurados del cielo y entre ellos, también
están las almas de los familiares de ustedes que
gozan ya de la Presencia de Dios." Entonces la vi. Allá justamente a la derecha del señor Arzobispo... un paso
detrás del celebrante, estaba un poco suspendida del suelo,
arrodillada sobre unas telas muy finas, transparentes pero
a la vez luminosas, como agua cristalina, la Santísima
Virgen, con las manos unidas, mirando atenta y
respetuosamente al celebrante. Me hablaba desde allá, pero
silenciosamente, directamente al corazón, sin mirarme.