61-70» Vive la Santa Misa
Autor: Catalina Rivas | Fuente: www.LoveAndMercy.org
61) Llegó el momento de la comunión de los celebrantes, ahí
volví a notar la presencia de todos los sacerdotes junto a
Monseñor. Cuando él comulgaba, dijo la Virgen:
62) "Este es el momento de pedir por el celebrante y
los sacerdotes que lo acompañan, repite junto a Mí:
Señor, bendícelos, santifícalos, ayúdalos,
purifícalos, ámalos, cuídalos, sostenlos con Tu
Amor... Recuerden a todos los sacerdotes del mundo,
oren por todas las almas consagradas..."
63) Hermanos queridos, ese es el momento en que debemos
pedir porque ellos son Iglesia, como también lo somos
nosotros los laicos. Muchas veces los laicos exigimos
mucho de los sacerdotes, pero somos incapaces de rezar por
ellos, de entender que son personas humanas, de
comprender y valorar la soledad que muchas veces puede
rodear a un sacerdote.
64) Debemos comprender que los sacerdotes son personas
como nosotros y que necesitan comprensión, cuidado, que
necesitan afecto, atención de parte de nosotros, porque
están dando su vida por cada uno de nosotros, como Jesús,
consagrándose a él.
65) El Señor quiere que la gente del rebaño que le ha
encomendado Dios ore y ayude en la santificación de
su Pastor. Algún día, cuando estemos al otro lado,
comprenderemos la maravilla que el Señor ha hecho
al darnos sacerdotes que nos ayuden a salvar
nuestra alma.
66) Empezó la gente a salir de sus bancas para ir a
comulgar. Había llegado el gran momento del encuentro,
de la "Comunión", el Señor me dijo: -"Espera un
momento, quiero que observes algo..." por un impulso
interior levanté la vista hacia la persona que iba a recibir
la comunión en la lengua de manos del sacerdote.
67) Debo aclarar que esta persona era una de las señoras de
nuestro grupo que la noche anterior no había alcanzado a
confesarse, y lo hizo recién esa mañana, antes de la Santa
Misa. Cuando el sacerdote colocaba la Sagrada Forma
sobre su lengua, como un flash de luz, aquella luz muy
dorada-blanca atravesó a esta persona por la espalda
primero y luego fue bordeándola en la espalda, los hombros
y la cabeza. Dijo el Señor:
68) "¡Así es como Yo Me complazco en abrazar a un
alma que viene con el corazón limpio a recibirme!"
69) El matiz de la voz de Jesús era de una persona contenta.
Yo estaba atónita mirando a esa amiga volver hacia su
asiento rodeada de luz, abrazada por el Señor, y pensé en
la maravilla que nos perdemos tantas veces por ir con
nuestras pequeñas o grandes faltas a recibir a Jesús,
cuando tiene que ser una fiesta.
70) Muchas veces decimos que no hay sacerdotes para
confesarse a cada momento y el problema no está en
confesarse a cada momento, el problema radica en nuestra
facilidad para volver a caer en el mal. Por otro lado, así
como nos esforzamos por ir a buscar un salón de belleza o
los señores un peluquero cuando tenemos una fiesta,
tenemos que esforzarnos también en ir a buscar un
sacerdote cuando necesitamos que saque todas esas cosas
sucias de nosotros, pero no tener la desfachatez de recibir a
Jesús en cualquier momento con el corazón lleno de cosas
feas.