III. Culto en la nueva Jerusalén
Orar la historia de la salvación
La Plegaria Eucarística de la Misa es una oración de acción de gracias en que las ofrendas del altar -pan y vino, y todas las obras de nuestras manos y mentes- son santificadas por el poder del Espíritu. Como todo en la Misa, las plegarias son oraciones bíblicas, con lenguaje bíblico, que resumen la historia de la Biblia.
Pero son mucho más que oraciones bíblicas. Las plegarias cuentan la historia de salvación, y nos hacen parte de esa historia, por el cambio sacramental del pan y vino en el cuerpo y sangre de Cristo.
Los varios prefacios de las plegarias eucarísticas nos recuerdan entera la historia de la Biblia, mostrándonos siempre cómo el plan completo de la salvación llegó a su cumbre con la muerte y la resurrección de Jesucristo, lo que conmemoramos en la Misa.
“Manifestaste admirablemente tu poder” oramos en el Prefacio Dominical III, uno de varias opciones para las misas celebradas fuera de los tiempos de Cuaresma, Pascua, Adviento y Navidad.
Este prefacio traza el plan amoroso de Dios, resumiendo en dos líneas toda la Biblia: “al prever el remedio en la misma debilidad humana, y así, de lo que fue causa de nuestra ruina hiciste el principio de nuestra salvación.”
Otro prefacio del tiempo ordinario (VIII) nos da un resumen de la historia de la salvación que termina con la Iglesia y la liturgia:
Pues quisiste reunir de nuevo por la sangre de tu Hijo y la acción del Espíritu Santo,
a los hijos dispersos por el pecado; y de este modo tu Iglesia, unificada a imagen de tu unidad trinitaria, aparece ante el mundo como cuerpo de Cristo y templo del Espíritu...
La Cuarta Plegaria Eucarística nos da la completa historia del mundo, empezando con la creación del hombre y de la mujer a imagen de Dios y cómo perdieron la amistad con Él por la desobediencia.
La oración continua trazando la historia del Antiguo Testamento -”para que te encuentre el que te busca... reiteraste tu alianza a los hombres.” Se reza: “Al cumplirse la plenitud de los tiempos Dios envió a su único Hijo”.
El punto culminante de la historia de la salvación presentada en las plegarias eucarísticas -y en la misma Biblia- es la Última Cena.