Friday April 26,2024
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Santisima Virgen Maria

  
IMITACION DE MARIA
Por Tomás de Kempis
  



»  Introducción

LIBRO PRIMERO
Encontrar a María

1»  Capítulo I
Cómo saludar a la gloriosa Virgen

2»  Capítulo II
El consuelo de la Virgen María

3»  Capítulo III
El recuerdo y la invocación de la Santísima Virgen María

LIBRO SEGUNDO:
Conocer a María

4»  Capítulo I
María y el misterio de la encarnación

5»  Capítulo II
María durante la infancia de Jesús

6»  Capítulo III
La pérdida y el hallazgo de Jesús

7»  Capítulo IV
Mujer, aquí tienes a tu hijo

8»  Capítulo V
La comunión de María con Jesús

9»  Capítulo VI
Oraciones a María que llora junto a la cruz

10»  Capítulo VII
María y el misterio de la resurrección

11»  Capítulo VIII
María medianera de la gracia

LIBRO TERCERO:
Amar a María

12»  Capítulo I
A Jesús con María

13»  Capítulo II
Eficacia del Ave María

14»  Capítulo III
Efectos de la devoción a María

15»  Capítulo IV
Recuerdo y devoción de María

16»  Capítulo V
Dolores y consuelos de María

17»  Capítulo VI
María nos muestra su Hijo Jesús

18»  Capítulo VII
Invocación de los santos nombres de Jesús y de la Bienaventurada Virgen

LIBRO CUARTO:
Rogar y Cantar a María

19»  Capítulo I
Oración para el amor y la alabanza de la Bienaventurada Virgen María

20»  Capítulo II
Oración ante los sufrimientos de Cristo y de su Madre

21»  Capítulo III
Oración a la Bienaventurada Virgen para obtener consuelo

22»  Capítulo IV
Oración a la Bienaventurada Virgen María cuando surge una tribulación

23»  Capítulo V
Oración a la Bienaventurada Virgen para la hora de la muerte

Capítulo VI:
Cantos a María

24»  Quién es María

25»  Tierna jovencita

26»  Poesía sobre la Bienaventurada
Virgen

27»  María prefigurada

28»  La Navidad

29»  Gema de pudor

30»  La belleza de María

31»  María nuestra salvación

32»  Mira a la Estrella

33»  Haznos dignos

34»  La Madre de la misericordia

35»  La excelencia de María

36»  Salve, Reina de los cielos

37»  "Salve, oh bellísima"

38»  "Alégrate, oh Reina del cielo"

39»  María Reina y Puerta del cielo

40»  Reina y Señora del mundo

 

 

LIBRO CUARTO
Rogar y Cantar a María
23 » Capítulo V
Oración a la Bienaventurada Virgen para la hora de la muerte 


1) Amabilísima Madre de Dios, siempre Virgen María, rica más allá de todo límite de una dulzura tan conspicua, que la mente humana no puede comprender ni expresar, yo, humilde servidor tuyo, me inclino sumisamente y con todo el afecto del corazón delante de tu gloriosísimo trono, ensalzado por todos los coros angelicales en el Reino de los cielos.

2) Tú la has merecido, dignísima Madre de Dios porque fuiste hallada la más humilde entre las hijas de Jerusalén y fuiste agradable a los ojos del Señor, Virgen estimadísima, dado que no se encontró en la tierra ninguna otra semejante a ti. Por la tanto me inclino una vez más ante tus pies deseando saludarte y alabarte como es debido con labios devotos y corazón puro.

3) Madre excelsa, demasiado sé que no soy digno de alzar mis ojos impuros, a menudo manchados por la concupiscencia de la carne y por la soberbia de la vida, hacia tu limpidísimo rostro, radiante de luz divina, admirado por toda la milicia celestial. En todo, tú luces espléndida, ornada maravillosamente de cándidos velos y rosas rojas y florecillas de oro. Por eso quedo confundido por mi impureza, pensando tristemente en mi indignidad.

4) Por tu clemencia y por tu dulzura, siento aún surgir en mí la grande y fuerte esperanza de poder impetrar cuanto antes la gracia y el pleno perdón, merced a tu intervención y a tu mediación. ¿Y qué otra cosa podría desear de tu parte, misericordiosísima Madre y dulcísima Virgen, fuera de sentirme perdonado de todos los pecados con amor y misericordia?

5) En virtud de esa clemencia y generosidad, me refugio bajo tu amparo, donde los débiles adquieren fuerza y los presos obtienen libertad. Sé para mi corazón Madre buena y misericordiosa, para que pueda experimentar con felicidad que eres la consoladora de todos y el aliciente de los que te sirven.

6) Además, oh María, gloriosísima Madre de Dios, desde este momento y hasta la última hora de mi vida, te ruego que no te canses nunca de mirarme con semblante sereno y propicio y también con dulcísimo afecto, y que jamás sientas fatiga de velar por mí. Ponme bajo tu protección y extiende tus santísimos brazos sobre mí, cualquiera sea el lugar adonde yo fuere.

7) Cuando llegue para mí el último día, que yo ignoro, y la hora de mi muerte, que tanto temo pero que no puedo eludir, tú, clementísima Señora, mi gran confianza en cualquier dificultad y sobre todo en la hora de la muerte, acuérdate de mí. Y asísteme cuando termine mi vida, confortando a mi alma azorada.

8) En ese momento, protege a mi alma de los espíritus inmundos y espantosos, para que no se atrevan a acercarse; y dígnate visitarla con tu dulce presencia, junto a la multitud de los ángeles y de los santos. Antes de que yo deje este mundo, comprométete también a aplacar con tus purísimos ruegos a tu divino Hijo, al que tantas veces y tan gravemente he ofendido con mis pecados.

9) Recibe luego al alma que se aleja de este destierro, e introdúcela a través de las puertas del cielo a los dichosos lugares del paraíso. Colócame junto a ti y habla en mi favor al Hijo tuyo, Rey de los siglos, con palabras buenas y suaves, tú que recibiste aquel saludo santo y bendito de la boca de Gabriel. Por su poder dígnate protegerme en vida y en la muerte, y haz que yo pueda manifestar a menudo, con reconocimiento y con devoto corazón, tu alabanza y la gloria de tu dulce y bendito nombre.

10) Acepta, entonces, la oración que tu servidor recita ante ti, y mírame, misericordiosísima Madre de Jesús, amadísima Virgen María. Acuérdate siempre de mí, puesto que si yo alguna vez me olvido de ti, quedo por ello muy apenado. No te olvides nunca de mí, tú que has generado la misericordia para todos.

11) Ahora te saludo, oh Virgen María; te saludo de rodillas y con intensa devoción, agradeciéndote con las manos juntas. Además, para que recibas y escuches mi fervorosa oración, te saludaré una vez más con aquel devoto homenaje: "Ave María, llena de gracia, el Señor es contigo, tú eres bendita entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesucristo. Amén".

   


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