39- Soy la Inmaculada Concepción
¡Yo soy la Inmaculada Concepción!
Y, como desde Lourdes, desde Fátima y como desde cada lugar donde he aparecido, os repito: ¡orad!
¡Contra el pecado, contra los peligros del mal, por consagrados para que tengan fortaleza, por la Iglesia!
Y orad, cada uno de vosotros, como mejor sintáis hacerlo, en la plegaria, en caridad, en obras y penitencia, hechas con la intención en Dios Trino.
Mirad el Sagrado Rostro de Mi Hijo, y el amor que por Él sintáis os hará fuertes y tiernos, y dispuestos a todo en su amor.
Es tiempo de estar prontos para todo, por esto las voces del Cielo os exhortan a la fe, os traen la esperanza, y os indican el camino del bien, usando las mismas palabras, los mismos conceptos que todos deberían vivir: ¡las palabras y conceptos del Evangelio!
¡La vida de Jesús! ¡Mi vida!
Cuando estaba lejos, lo seguía con el alma, mientras gozaba y padecía, según mis preocupaciones: ¡Mi Hijo llevaba la luz! Mi Hijo habría sufrido tanto...
¡Soy la Inmaculada Concepción! Y oro por vosotros, por vosotros ofrezco a Jesús vuestros afanes y vuestras obras.
"Hijo, ¡ ya no tienen vino!..."
"¡Mamá, aún no ha llegado la hora!..."
"¡Hijo, mira sus apuros!..."
"Mamá, miro sus agobios, que tú, antes que Yo, has mirado..."
9 de Diciembre de 1979, 00.30 horas