Friday May 10,2024
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PREPARACION
PARA LA MUERTE


Un buena preparacion para la muerte

Autor: San Alfonso Maria
de Ligorio

Fuente: iteadjmj.com


Partes: [1/20 ] [ 21/37 ]

A. Objeto de la Obra y Advertencia Importante

B. Dedicatoria


1. RETRATO DE UN HOMBRE QUE ACABA DE MORIR
1.1 Considera que tierra eres ...
1.2 Más para ver mejor lo que ...
1.3 En esta pintura de la Muerte...

2. TODO ACABA CON LA MUERTE
2.1 Llaman los mundanos feliz...
2.2 Felipe II, rey de España...
2.3 A la felicidad de la vida ...

3. BREVEDAD DE LA VIDA
3.1 ¿Qué es nuestra vida? ...
3.2 Exclamaba el rey Exequias..
3.3 Qué gran locura es por los..

4. CERTIDUMBRE DE LA MUERTE
4.1 ¿Escrita está la sentencia...
4.2 Estamos condenados muerte..
4.3 La muerte es segura. ..

5. INCERTIDUMBRE DE LA HORA
5.1 ¿Certísimo es que todos ...
5.2 No quiere el Señor que nos ...
5.3 Dice el Señor que estemos..

6. MUERTE DEL PECADOR
6.1 Rechazan pecadores memoria
6.2 Pobre pecador moribundo ...
6.3 Dios no cesa de amenazar ...

7. SENTIMIENTOS
DE UN MORIBUNDO NO ACOSTUMBRADO A CONSIDERAR LA MEDITACION DE LA MUERTE

7.1 Imagina que estás junto ...
7.2 Cómo en el trance de la ...
7.3 Vivido sin acordarse del bien

8. MUERTE DEL JUSTO
8.1 ¿Mirada la muerte a la luz ..
8.2 En la hora de la muerte ...
8.3 Muerte, fin de los trabajos..

9. PAZ DEL JUSTO
A LA HORA DE LA MUERTE

9.1 ¿Quién podrá arrebatárselas?
9.2 Están en las manos de Dios..
9.3 ¿Cómo ha de temer la muerte

10. MEDIOS DE PREPARARSE PARA LA MUERTE
10.1 Una vez hemos de morir..
10.2 Póstrate en seguida a ...
10.3 Dispuestos a toda hora..

11. VALOR DEL TIEMPO
11.1 Emplear bien el tiempo...
11.2 Nada hay más precioso ...
11.3 Caminemos por la vía ...

12. IMPORTANCIA DE LA SALVACION
12.1 El negocio de la salvación ..
12.2 Unico negocio que tenemos.
12.3 Negocio único, negocio ...

13. VANIDAD DEL MUNDO
13.1 Aristipo, naufragó con la ...
13.2 Menester pesar los bienes...
13.3 El tiempo es breve ...

14. LA VIDA PRESENTE ES UN VIAJE A LA ETERNIDAD
14.1 Al considerar en el mundo .
14.2 Si el árbol cayere hacia ...
14.3 El hombre a casa eterna...

15. MALICIA DEL
PECADO MORTAL
15.1 Comete un pecado mortal..
15.2 No sólo ofende a Dios ...
15.3 El pecador injuria a Dios.

16. MISERICORDIA DE DIOS
16.1 Dios es bondad infinita..
16.2 Dios cuando llama . . .
16.3 Los príncipes de la tierra...

17. ABUSO DE LA DIVINA MISERICORDIA
17.1 Refiérase en la parábola...
17.2 Desprecias bondad de Dios..
17.3 Del Padre Luis de Lanuza.

18. DEL NUMERO DE
LOS PECADOS

18.1 Si Dios castigase ahora ...
18.2 Almas que se condenan.
18.3 Hijo, ¿pecaste? Ya No...

19. DEL INEFABLE BIEN DE LA GRACIA DIVINA Y DEL GRAN MAL DE LA ENEMISTAD
CON DIOS
19.1 Apartar lo precioso de lo vil
19.2 Dice Sto. Tomás de Aquino.
19.3 Infeliz estado de un alma..

20. LOCURA DEL PECADOR
20.1 Debiera haber dos cárceles.
20.2 ¡Infortunados pecadores!.
20.3 Sabio el que alcanza gracia.

 

9.2 Están en las manos de Dios, los justos


PUNTO 2

«Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los tocará tormento de muerte. Pareció que morían a los ojos de los insensatos; pero ellos están en paz» (Sb., 3, 1).

 Parece a los insensatos mundanos que los siervos de Dios mueren afligidos y contra su voluntad, como suelen morir aquéllos. Mas no es así, porque Dios bien sabe consolar a sus hijos en ese trance, y comunicarles, aun entre los dolores de la muerte, cierta maravillosa dulzura, como anticipado sabor de la gloria que luego ha de darles.

 Y así como los que mueren en pecado comienzan ya en el lecho mortuorio a sentir algo de las penas infernales, por el remordimiento, terror y desesperación, los justos, al contrario, con sus actos frecuentísimos de amor de Dios, sus deseos y esperanzas de gozar de la presencia del Señor, ya antes de morir empiezan a disfrutar de aquella santa paz que después plenamente gozarán en el Cielo.

 La muerte de los Santos no es castigo, sino premio.

Cuando diere sueño a sus amados, he aquí la herencia
del Señor (Sal. 126, 2-3). La muerte del que ama a Dios no es muerte, es sueño; de suerte, que puede exclamar: En paz dormiré juntamente y reposaré (Sal. 4, 9).

 El Padre Suárez murió con tan dulce paz, que poco antes dijo: «No podía imaginar que la muerte me trajese tanta suavidad.»

 Al Cardenal Baronio amonestó su médico que no pen­sase tanto en la muerte, y él respondió: «¿Y por qué? ¿Acaso he de temerla? No la temo; al contrario, la amo.»

 Según refiere Santero, el Cardenal Ruffense, estando a punto de morir por la fe, mandó que le trajesen su mejor traje, diciendo que iba a las bodas. Y cuando vio el patí­bulo, arrojó el báculo en que se apoyaba y exclamó:

Andad, pies; andad ligeros, que el Paraíso está cerca.
Antes de morir cantó el Te Deum en acción de gracias a Dios porque le hacía mártir de la fe, y luego, con suma alegría, puso la cabeza bajo el hacha del verdugo.

 San Francisco de Asís cantaba en la hora de la muerte, e invitaba a que le acompañasen a los demás religiosos presentes. «Padre —le dijo fray Elías—, al morir, más debemos llorar que cantar.» «Pues yo —replicó el Santo— no puedo menos de cantar cuando veo que en breve iré a gozar de Dios.»

 Una religiosa teresiana, al morir en la flor de su edad, decía a las monjas que alrededor de ella lloraban: «¡ Oh Dios mío! ¿Por qué lloráis vosotras? Voy a unirme a mi Señor Jesucristo... Alegraos conmigo si me amáis...» (4).

 Refiere el Padre Granada que un día un cazador halló a un solitario moribundo cubierto de lepra y que estaba cantando. «¿Cómo —ledijo el cazador— podéis cantar estando así?» Y el ermitaño respondió:

«Hermano, entre Dios y yo no se interpone otra muralla que este cuerpo mío, y como veo ahora que se cae a pedazos, que se desmorona la cárcel y que pronto veré a Dios, me regocijo y canto.»

Este anhelo de ver al Señor movía a San Ignacio, már­tir, cuando dijo que si las fieras no venían a devorarle, él mismo las excitaría para que fuesen (5).

 Santa Catalina de Génova no podía soportar el que se tuviese por desgracia la muerte, y decía: « ¡Oh muerte amada, y cuan mal te aprecian! ¿Por qué no vienes a mí, que día y noche te estoy llamando ?»

 Y Santa Teresa de Jesús (Vida, c. 7) deseaba tanto de­jar este mundo, que decía que el no morir era su muerte, y con ese pensamiento compuso su célebre poesía: Que muero porque no muero.  Tal es la muerte de los Santos.

(4)  Dising Parol., 1, pár. 6.
(5)   Ego vim faciam, ut devorer.

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡ Ah mi Dios y Sumo Bien! Aunque en lo pasado no os amé, ahora me entrego a Vos; despídeme de toda cria­tura y os elijo a Vos como mi amor único, amabilísimo Señor mío. Decidme lo que de mí queréis, que yo quiero cumplir vuestra santa voluntad... No más ofenderos, pues en serviros a Vos deseo emplear la vida que me queda.

 Dadme fuerza y ánimo para compensar con mi amor la ingratitud de que fui culpable. Merecía muchos años ha estar ardiendo en las llamas infernales; pero me ha­béis esperado y buscado de tal modo, que me atraéis a Vos enteramente.

 Haced que arda en el fuego de vuestro santo amor. Os amo, Bondad infinita, y pues queréis que a Vos sólo ame, y justamente lo queréis, porque me habéis amado más que nadie, y porque únicamente Vos merecéis amor, a Vos solo amaré, y haré cuanto pueda para complaceros. Haced de mí lo que queráis. Bástame amaros y que me améis...

¡María, Madre mía, ayudadme y rogad por mí a Jesús!

   


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